Alcira Bonilla: La ética aplicada PDF

Title Alcira Bonilla: La ética aplicada
Author Betty Guevara
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La etica a Alcira B. Bonilla* El reconocimiento de responsabilida- décadas antes, en el pasaje introductorio a La Fe- nomenología como ciencia estricta (1911), según des que exceden el ámbito del saber el cual, además de "satisfacer a las máximas ne- puro por parte de los científicos, la cesida...


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Alcira Bonilla: La ética aplicada Betty Guevara

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El reconocimiento de responsabilidades que exceden el ámbito del saber puro por parte de los científicos, la aparición de nuevos modelos de ciencia que dan lugar a los valores y a las exigencias de esclarecimiento y de orientación por parte de la sociedad global hacen pensar que en este momento resulta más adecuada la denominación de giro ético, como expresiva también de un proyecto de convivencia nuevo, de otras costumbres y hábitos de pensamiento y de acción, de un lugar propio (ethos) construido por y para todos los hombres.

Si bien en este trabajo se aclaran diversas dificultades que ofrece la noción de ética aplicada en su empleo actual y se exponen algunos de los problemas teóricos y prácticos vinculados con tal uso, la existencia de hecho de un giro ético contemporáneo y la justificación de su necesidad constituirán la hipótesis principal. En consecuencia, en las páginas que siguen la ética aplicada ha de aparecer como parte sustantiva de tal giro ético y la problematicidad particular de aquélla no resultará ajena a la evidenciada por éste. 1

La expresión giro ético, en pr incipio, puede legitimarse de modo provisorio con argumentos de autoridad que provienen de dos fuentes: a) la aparición temprana de la frase misma en algunos textos de Edmund Husserl, el fundador de la fenomenología; y b) el empleo generalizado de la palabra turn en las ciencias humanas y sociales contemporáneas y en la filosofía. a) Hans-Reiner Sepp divide en tres etapas el desarrollo de la doctrina ética de Husserl y señala que en escritos de la más tardía se alude con frecuencia a un "giro ético-religioso"'. Esta frase hace eco a ideas que el filósofo manifestara tres 42 / enoikos

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décadas antes, en el pasaje introductorio a La Fenomenología como ciencia estricta (1911), según el cual, además de "satisfacer a las máximas necesidades teóricas", dicha ciencia debe "posibilitar, en una perspectiva ético-religiosa, una vida dirigida por normas puras de la razón" . Va más allá de una mera coincidencia casual, entonces, que tal expresión haya sido relevada por Sepp en textos de los años treinta. En efecto, toda vez que Husserl se ha referido a la fenomenología en sentido fuerte ha empleado términos que en el lenguaje habitual se utilizan para describir procesos de cambio existencial global, como los de una conversión religiosa, por ejemplo. Sin embargo, en numerosos textos Husserl indica la limitación subyacente a la sujeción a potencias superiores que toda conversión religiosa implica. La transformación ético-filosófica por él propugnada, en cambio, rebasa ese límite. La conversión se da, en este caso, a través de un pensamiento y de un obrar que transcurren por vías cada vez más elevadas de autocomprensión y de autorresponsabilidad y la referencia a lo religioso en este último contexto sólo remite al carácter existencial y global que el giro ético entraña. La adopción de la frase husserliana en este artículo no significa acuerdo alguno con la perspectiva trascendentalista desde la que fuera formulada. La memoria de Husserl no va más allá de una apropiación desligada de compromisos ulteriores de una de sus expresiones más representativas y felices. b) Coincidiendo con la decadencia de las escuelas filosóficas hegemónicas, con las críticas hacia las posiciones fuertes de la Modernidad -los "grandes relatos"-, y con el desvanecimiento gradual de los límites entre las corrientes prevalecientes, pero, a la vez, en la conciencia de la desaparición de un estilo y de una época, hacia los años sesenta los cambios más importantes en la marcha del pensamiento comenzaron a designarse con el término turn -"gir o", "cambio de r umbo"-. En vir tud de la amplitud denotativa que le es inherente, el concepto de turn se convirtió en un operador taxonómico apto para designar el sesgo sobresaliente de un momento caracterizado por la ruptura de los saberes modernos tor3

h ¡>9IKÓ nados tradicionales, por la constitución de nuevos campos epistemológicos y semánticos, por el trasvasamiento y cruce de metodologías, pr oblemas y lenguajes, etc., pero también por el advenimiento de conflictos no previstos y de nuevas prácticas sociales. A comienzos de los años ochenta hizo su aparición la denominación de giro aplicado con respecto a diversas ramas de la filosofía, si bien esto sucedió como consecuencia del crecimiento de las investigaciones en el ámbito de la ética aplicada, ya existentes en la década anterior . Con algunos antecedentes, que no han de mencionarse, las investigaciones sobre ética aplicada de esos veinte años, en las cuales, además de filósofos, intervinieron teólogos, médicos y juristas, se multiplicaron en el mundo anglosajón, en' primer término, y luego en Francia y Alemania, si bien con características locales provenientes tanto de las tradiciones culturales respectivas como de los problemas que se fueron presentando . Diversos movimientos sociales (contra el racismo, pacifistas, a favor del respeto por las minorías, feminismo, objetores de conciencia, etc.) y debates ocasionados por hechos de incidencia mundial, como el desatado por la guerra de Vietnam, por un lado , y, sobre todo, los avances de la biotecnología y de la tecnología médica (fertilización, control genético, trasplantes, alargamiento tecnológico de la vida, y otros), la percepción de los problemas ecológicos y ambientales (polución, población, pobreza, merma de la biodiversidad, etc.), la conciencia creciente de los aspectos moralmente conflictivos de las actividades profesionales y de muchas otras instancias de la vida económica, política y social, resultaron motivantes y responsables de una renovación sustantiva de las investigaciones en ética, dado que se las sacó de su campo habitual. Puesta en movimiento por las exigencias de un presente conflictivo, esta renovación de la ética trajo aparejadas modificaciones notables también en la docencia (sobre todo en los planes del pregrado universitario y en la formación de posgrados especializados) y se refleja actualmente en diversas prácticas e instituciones. Igual\ e se asistió a la creación ' ele comités de ética en los hospitales, laboratorios, empresas y 4

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organismos gubernamentales. En estas instancias, el filósofo práctico ocupó (y ocupa) un lugar des tacado y se recurrió a él como asesor o consultor sobre aquellos asuntos que suponen una conflictividad de tipo ético. De forma más concreta, se creó la figura del eticista, entendiéndose por tal al experto que puede proporcionar el esclarecimiento ético y el consejo orientador para el diagnóstico y la resolución de aquellos conflictos que los cambios van generando en las prácticas sociales y políticas, particularmente en las decisiones acerca de la vida y de la muerte . Como se alejan mucho de los objetivos del artículo, no se mostrarán las consecuencias del applied turn en campos tales como la estética, la epistemología o la filosofía de la ciencia. Con respecto a la ética, tal giro no parece encontrarse libre de dificultades, tanto para el pensamiento como para la acción. La ética aplicada hace referencia a una práctica actual del saber que, cada vez más, compromete varias ramas del conocimiento y de las prácticas profesionales, así como también se vincula con las restantes prácticas sociales. Pero la noción habitual de tal ética aplicada, generalmente entendida como "aplicación sistemática y práctica de criterios ético-filosóficos a las decisiones humanas de importancia", se basa sobre algunos supuestos que han de esclarecerse. Dichos supuestos comienzan por la confusión generada por los términos. Inicialmente, cabría una referencia sobre los alcances del adjetivo aplicada. En su primera acepción, según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua, aplicado-da es el participio pasivo del verbo aplicar. Este significa: "poner una cosa en contacto con otra o sobre otra". Tanto para el español, como en las lenguas romances y en inglés, el verbo proviene del verbo latino applicare, equivalente, en la época clásica, a "abordar, dir igirse hacia, apoyar" y, más tardíamente, "añadir" . Una consideración superficial de esta etimología puede conducir a la idea -generalizada, aunque er r ónea- de que la ética aplicada es mera aplicación de principios generales, normas, valores y/ o modelos de conducta ya conocidos a situaciones o casos particulares. Según esta visión esquemática de la ética aplicada, se trataría de un procedimiento un tanto mecánico de puesta al día de tal o cual ética filosófica (deontologismo kantiano, utilitarismo, pragmatismo, eudemonismo aristotélico, axiología), logrado con el simple gesto del "acercamiento" del pr incipio o norma más general a los casos (particulares y concretos), como comprendiéndolos debajo de sí. Con esta des:

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cripción, un tanto irónica, se quiere poner en relieve el carácter rutinario y estéril, cuando no ideológico y dogmático, de ciertas formas de ética aplicada de uso extendido. El recurso que, en primera instancia, pareció más eficaz contra este tipo de simplificaciones fue el del cambio de denominación. Con ello, empero, se ha .logrado el efecto contrario. Así, por ejemplo, Peter Singer tituló su libro de 1979 Practical Ethics. Dejando de lado las dificultades que encierra el título mismo, que se derivan del carácter prácticamente redundante de los términos, la definición que adjunta no resuelve tampoco los problemas n i aclara el panorama: "El tema de este libro es la ética práctica, es decir, la aplicación de la ética o la moralidad -dos palabras que usaré indiferentemente- a problemas prácticos" . Y a continuación, en lugar de discutir las diversas maneras en las cuales contemporáneamente se puede entender este propósito, esboza una lista de tales problemas prácticos: el tratamiento de las minorías raciales, la igualdad para las mujeres, el uso de animales para diversos fines, el aborto, la eutanasia, las obligaciones de los ricos para con los pobres. Para distinguir esta ética aplicada de otras ramas de la ética, Jean-Louis Baudouin, de la Universidad de Montreal, la denomina ética de la situación . La denominación presenta igualmente problemas, ante todo porque coloca a la ética aplicada en la pendiente resbaladiza del situacionismo y del casuismo y porque no se aleja demasiado de la confusión inicial a la que se hizo referencia. Esta definición también parece conservar una huella de las propuestas del Sartre existencialista de la in mediata posguerra, propuestas que el filósofo francés revisó hasta el final de su vida. Con el objeto de zanjar estas dificultades, Marie-Héléne Parizeau prefiere el rótulo de ética sectorial, cuya neutralidad elogia, pues "indica, simplemente, que el análisis ético tiene un campo preciso de investigación, un ámbito concreto" . Con esta denominación, la mirada prescriptiva constituye el lazo entre'la bioética, la Business Ethics o la ética ambiental, pero nada dice acerca de los problemas epistemológicos, metodológicos y de fundamentación o justificación más sustantivos. '" Sea lo que fuere de estas discusiones, en la práctica académica 'de>4pi6vest^í¥ Jéñ" y en-los comités de ética se mantiene la denominación, popularizada desde los Estados Unidos, de ética aplicada. En atención a este uso generalizado, t oda innovación parecería acarrear más inconve9

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nientes que soluciones. Por consiguiente, resulta aconsejable seguir empleando la denominación usual, si bien poniendo cuidado en eludir el riesgo epistemológico que ella encierra y que tiene que ver con una confusión proveniente del ámbito de la física. Al menos en la forma más tradicional de concebir la física, se distingue entre un ámbito de principios y un ámbito de aplicación. Un cierto fisicalismo algo caduco parece animar el argumento básico que subyace a este modo extendido de explicar las relaciones de la ética aplicada con la ética fundamental. Esquematizando el argumento: si en el campo de la física se distingue entre la física pura o teórica y la física aplicada o técnica, trasladando estas distinciones al dominio de la ética, parecería legítimo distinguir igualmente entre un ámbito de los principios constituido por los principios morales o las teorías éticas generales, del tipo que fuere, que son de competencia del filósofo práctico, y un ámbito de aplicación consistente en la aproximación de estos principios a situaciones y/ o casos cuya conflictividad fuera evidente mediante el recurso a normas y reglas de aplicación . Esta práctica no siempre estaría necesitada de la intervención de un filósofo, puesto que podría estandarizarse y, por consiguiente, tal estilo de ética aplicada tampoco serviría de estímulo al trabajo del pensador. Una vez fijados los principios en la forma que se estime más conveniente y derivadas las normas más importantes, podría quedar confiada a un eticista -concebido como mero t écnico- la tarea de proponer las reglas de aplicación inmediata y la resolución de casos particulares. Retomando críticas de Antón Leist, hay que subrayar que de esta forma queda franqueado el paso a versiones un tanto cuestionables de la ética aplicada, tales como la ética del libro de recetas, calificativo que da en particular a los Principies of Biomedical Ethics de T.L. Beauchamp y J.F. Childress . En este libro exitoso se intenta hacer caso omiso de las disputas de principio entre las dos posiciones más extendidas de la ética contemporánea, utilitarismo y deontólogismo, y mostrar a modo de mantra los aspectos coincidentes: los principios de autonomía, no maleficencia, beneficencia y justicia, aplicando los cuales se resuelven los casos particulares en los que la obra abunda. El modelo así obtenido, de gran aceptación en el campo de la bioética -e n especial, en la práctica de los comités hospitalarios-, ha sido trasladado sin modificaciones mayores a otros sectores de la ética aplicada. El mérito de Leist consiste no sólo en mostrar las dificultades prácticas de este inten12

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to, que se ponen de manifiesto cuando ciertos ca4) El carácter dialógica adhieran o no los sos más complejos se resisten a su pregonada in investigadores a las variedades de la ética discurfalibilidad, sino en haber señalado que los princisiva propiamente dicha, en la mayor parte de las pios sólo en apariencia resultan comunes; tal' coninvestigaciones se observa una preponderancia cordancia de las teorías lo es nada más que en un metodológica de las hoy denominadas éticas del sentido superficial y pragmático . Por otra parte, a diálogo, denominación que es apta para designar este modelo de ética aplicada y a otros similares, una amplia gama de teorías de raíz hermenéuticabe la crítica de que en nada contribuirían al es- . ca, liberal, discursiva, comunitarista, etcétera . tablecimiento de la ética aplicada como un campo Investigaciones de este tenor, que abarcan del saber realmente novedoso. En tales prácticas, un espectro amplio que va desde la bioética, con efectivamente, la pretendida interdisciplina quedasu especialización y complejidad crecientes, hasría reducida a pluridisciplina, dada ésta por una ta la ética de las finanzas, la ética de la educaconjunción de los principios -ético-filosóficos- y ción, la ética de las profesiones, la ética emprela presentación del caso -clínico, ambiental, farsarial y la ética ambiental, pueden responder, en macológico, u otr os-. cierta medida, a los requerimientos de una socieEn relación con estas críticas, algunos audad global y pluralista que necesita un esclarecitores comienzan a subrayar el abismo existente miento racional de los conflictos emergentes y la entre la teoría y la práctica de la ética aplicada, generación de normas y de valores que posibilien general y, sobre todo, en cada uno de los secten y optimicen la convivencia. tores más desarrollados (bioética, ética ambienHaber destacado los rasgos comunes y potal, ética y ámbito público, ética empresarial, sitivos de la ética aplicada no significa incurrir en etc.). Barry Hoffmaster, por ejemplo, muestras las el olvido de las dificultades y riesgos que encierra: falencias de los dos modelos más empleados de 1) El problema de los criterios: A. Leist ha una ética aplicada entendida como mecánica visto este problema con agudeza y muestra cómo aplicación de principios a problemas reales: el la omnipresencia de hecho de la ética aplicada modelo proveniente de la filosofía de la ciencia en las sociedades más desarrolladas (la profusión positivista y el modelo del cálculo de riesgo para de éticas profesionales y sectoriales) conlleva el la toma de decisiones. Hoffmaster señala que amriesgo de una trivialización teórica y práctica de bos modelos caen en el defecto de plantearse los la misma . Para evaluar la pertinencia del trataproblemas de manera estática y que a ambos, miento desde el punto de vista ético de una cuesademás, subyace un modelo de racionalidad detión, Leist propone los criterios de relevancia somasiado formal. A causa de esto, la imprevisibilicial y claridad moral. La aplicación de estos cridad de los contextos en los que aparecen los terios al campo íntegro de los conflictos contemproblemas morales deja a las teorías sin posibiliporáneos determina áreas temáticas de singular dad alguna de respuesta . interés escasamente reflejadas por las investigaMás allá de estas críticas, se pueden exhiciones de la ética tradicional que, en términos bir algunos rasgos distintivos de las investigaciogenerales, pensó siempre en el obrar tempones actuales en este campo de la ética aplicada, ral y espacialmente acotado de un ser huevaluables en sentido positivo, que, si bien de mano adulto, varón y normal -concebido, enmodo parcial, también pueden ser atribuidos a tonces, como sujeto y objeto de la ética -. las actividades de docencia, comités, consultoría, 2) El problema de su universalidad: con etc., relacionadas: ello se hace referencia a la vinculación de la éti1) El establecimiento de un continuum teóca aplicada con las discusiones acerca de una étirico-práctico, vale decir, la mutua iluminación del ca global o con la posible adopción de pr inciámbito de la teoría y del ámbito de la práctica. pios, normas o imperativos de alcance universal. 2) El carácter interdisciplinario y no meraEl límite de la ética aplicada en este sentido se mente multidisplinario de las investigaciones. hace evidente en las diferencias en las cuestio3) La orientación social; o sea: la ética aplines de fundamentación y/ o legitimación cada se encamina hacia el esclarecimiento y soque se plantean entre las éticas predolución de los problemas que se presentan en el minantes en Occidente y en el Extreseno de la sociedad contemporánea, afecten ésmo Oriente. En términos muy amtos a la sociedad global o a grupos particulares plios, parece tratarse de la diferende la misma, pretendiendo la participación y/ o el cia entre un ethos individualista, anconsenso de todos los afectados . tropocéntrico, que pone la clave de 14

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bóveda de la ética en la autonomía de la persona y en el respeto por sus derechos, y un ethos holístico, predominantemente biocéntrico ". El carácter global de los problemas actuales muestra a las claras la importancia de la discusión y la necesidad de encontrar posibilidades de armonización entre perspectivas diversas, posibilidades que quizá deban ir más allá del carácter formal de un modelo de argumentación que de manera harto difícil puede ser compartido por todos los afectados . 3) El problema de si la especificidad de las éticas sectoriales -variedad de temas, metodología...


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