Bosque Gramatica Academica util pra todo PDF

Title Bosque Gramatica Academica util pra todo
Course Traducció periodística
Institution Universitat Pompeu Fabra
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Summary

las gramáticas académicas y toda la obra de Bosque son útiles para todo lo que tenga que ver con gramática y con lo académico...


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GRAMÁTICA ACADÉMICA Ignacio Bosque Publicado en J. Gutiérrez-Rexach (ed.), Enciclopedia de Lingüística Hispánica, Londres, Routledge, vol. 1, pp. 93-103.

1. INTRODUCCIÓN. TRES SIGLOS DE GRAMÁTICAS

La Real Academia Española (en adelante, RAE) fue fundada para construir un nuevo diccionario del español, tarea que llevó a cabo exitosamente entre 1713 y 1739. Los estatutos fundacionales encomendaban, además, a la institución las tareas de redactar una Gramática, una Poética y una Historia de la lengua. La primera se publicó en 1771 y ha conocido más de 30 ediciones; las otras dos obras nunca llegaron a elaborarse. La institución publicó asimismo una Ortografía (1741), que ha conocido varias revisiones y adaptaciones. Las dos más recientes son las de 1999 y 2010. La historia de la gramática académica (en adelante, GRAE) se conoce hoy bastante bien gracias al amplio conjunto de estudios historiográficos que se le han dedicado. Solo mencionaré aquí los más recientes, ya que a partir de ellos el lector puede localizar los anteriores: Gómez Asencio (2011a, b), Garrido Vílchez (2010, 2011), Sarmiento González y Hernando García-Cervigón (2011), Sánchez Lobato y Hernando García-Cervigón (2010), González Ollé (2011). Véanse también Sarmiento González (1984a,b) y Rojo (2001) y Bosque (2012, 2013). En cuanto a los textos gramaticales mismos, en el CD compilado por Gómez Asencio (2001) se incluye el texto íntegro de GRAE-1771, GRAE-1796, GRAE-1854, GRAE-1858, GRAE-1870 y GRAE-1920, junto al de otras muchas gramáticas clásicas (no académicas) de la lengua española. El proyecto que dio lugar a la primera edición se escribió en 1741. El que la redacción de esta obra, relativamente breve, exigiera 30 años a los académicos, más tiempo que la construcción de su monumental Diccionario de Autoridades, puede parecer hoy poco justificado. No lo es tanto, sin embargo, si consideramos que ante la corporación se abrían múltiples opciones, a cuál más insegura. H abía que estudiar todas o casi todas las gramáticas anteriores 1

y decidir la estructura de la obra, la forma de abordar cada una de sus partes, las unidades de análisis, las fuentes de datos y el tono expositivo, así como pensar en el lector medio al que habría que dirigirse y en otras variables que habrían de orientar todo el proyecto. En concreto, la RAE debía elegir entre abordar la disciplina en tanto que ciencia (gr. epistéme) o más bien como arte (gr. techné). Tal como hoy sucede, en el primer caso corresponde al científico formular leyes o principios que den cuenta de los usos observados y que predigan otros posibles; en el segundo no se formulan leyes, sino más bien instrucciones, ya que el hablante pasa a ser el usuario de cierto instrumento, de sutil manejo y compleja constitución, con el que habrá de familiarizarse. Si se elige esta segunda opción, se le mostrarán ciertas reglas basadas en el uso, en la costumbre y en los textos de los mejores escritores, llamados autoridades en la tradición académica. La RAE eligió la segunda opción, pero consideró en la práctica que ambas eran compatibles. Ciertamente, los académicos buscaban generalizaciones e intentaban dar cuenta de las excepciones que encontraban, pero cuando los textos de los escritores reconocidos no se ajustaban a ellas, recomendaban ceder al uso, aunque ello implicara dejar de lado la razón (se respeta en la cita la ortografía original):

«De aquí se infiere, que aunque el uso […] parezca algunas veces arbitrario, é indiferente, se funda por lo comun en alguna razon de conveniencia; y que para hablar bien es necesario seguir este uso fundado en razon y autoridad, ó á lo menos en autoridad quando no se encuentra razón» (GRAE-1771, II parte, capítulo III, artículo I).

Se hace difícil distinguir entre ediciones y reimpresiones de las gramáticas académicas, ya que la propia RAE nunca estuvo demasiado interesada en separar unas de otras. Contando las versiones que incluyen cambios menores, son 36, según los cómputos de Gómez Asencio y Garrido Vílchez (2005) y Gómez Asencio (2011a), las ediciones que la RAE ha publicado desde la primera edición (1771), a las que hay que añadir la última (NGLE-2009), escrita en coautoría con las demás academias de la lengua. Aun así, explican estos autores que los modelos, o textos fundamentales, son solo 7: los correspondientes a las ediciones de 1771, 1796, 1854, 1870, 1880, 1917 y 2009. Quiere esto decir que (exceptuada la última edición, todavía no reimpresa) cada una de estas ediciones da lugar a versiones en las que se

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perciben modificaciones menores, que pueden llegar a la adición o la supresión de un capítulo, pero no a un cambio de estructura (planta en el lenguaje académico) o a una renovación sustancial de contenidos o de principios. Aunque los historiadores de la gramática académica no lo suelen hacer, a estos modelos debería en realidad añadirse el Esbozo de una nueva gramática de la lengua española (GRAE-1973, en adelante, Esbozo), aunque solo fuera porque, a pesar de su carácter de obra provisional (véase más adelante), tuvo mayor influencia en la enseñanza y en la investigación que muchas de las ediciones anteriores. Los autores de la GRAE-1771 tardaron, pues, en tomar sus decisiones, pero las tomaron, y —según se piensa hoy generalmente— unas fueron más acertadas que otras. Así, la GRAE-1771 dividía la gramática en dos partes, Analogía y Sintaxis, pero se corrigió en GRAE-1796 y la RAE adujo que las partes de la gramática son cuatro: Ortografía, Analogía, Sintaxis y Prosodia. Aun así, dejó la Ortografía para un libro aparte, y pospuso la redacción de la Prosodia, término que abarcaba todo lo que hoy corresponde a la Fonética y la Fonología. El término analogía no cubre en las gramáticas académicas el contenido que corresponde hoy a la morfología, ya que a lo abordado por esta añade el estudio de los criterios sintácticos que permiten obtener las clases y las subclases de palabras. Este desajuste no se soluciona con el simple cambio de nombre. La GRAE-1973 denominaba, en efecto, morfología a lo que era analogía en las obras anteriores. Los lectores atentos del Esbozo (y probablemente algunos de los muchos millares de alumnos que, con mayor o menor atención, hubieron de estudiarlo como libro de texto) se sorprendían, pues, de que en las casi 200 páginas que esta obra dedicaba a la morfología fueran tan abundantes las informaciones sintácticas. Los primeros gramáticos de la RAE no siempre respetaron en todos sus extremos los acuerdos a los que la corporación había llegado, lo que tuvo, paradójicamente, algunas consecuencias positivas. Como se ha explicado, la RAE entendía que la gramática es arte (el «arte de hablar bien»: GRAE-1771, p. 1), en lugar de ciencia, pero en algunas ediciones de los siglos XIX y XX (notablemente, GRAE-1870 y GRAE-1917, pero también ocasionalmente en GRAE-1854) no se percibe exactamente la actitud esperable en un instructor para con los discípulos a los que adoctrina, sino más bien la disposición indagadora propia del científico que sabe plantearse las preguntas naturales que los datos suscitan. Como contrapartida, no es menos cierto que la RAE dedica a menudo considerable espacio a cuestiones especulativas,

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luego de anunciar que se va a centrar en las más prácticas, tal como señala Borrego Nieto (2008). En cuanto al destinatario, la RAE aseguraba dirigir la GRAE-1771 casi exclusivamente a los jóvenes. No sabemos cuánto aprendieron de ella los jóvenes de aquella época, pero sí sabemos que fue examinada con atención por muchos adultos, y que, junto con las ediciones posteriores, tuvo notables repercusiones en las obras de otros gramáticos.

2. ESPÍRITU INDAGADOR JUNTO A VENERABLE RUTINA

Con matices que no son ahora esenciales, los historiadores de la lingüística parecen coincidir en que en las primeras gramáticas académicas influyen dos corrientes de pensamiento racionalista, a su vez parcialmente solapadas en algunos de sus principios. Corresponde a la primera el conjunto de autores que, sin remontarse necesariamente a los modistae, incluye en nuestra tradición nombres como El Brocense, Gonzalo Correas o Benito de San Pedro, a los que siguieron otros muchos, años después, como Gómez Hermosilla en el siglo XIX. Tal vez sea demasiado duro González Ollé cuando sostiene (2011: 721) que la GRAE-1771 es una obra «carente de cualquier novedad metodológica», pero entiendo que acierta plenamente cuando explica que esta gramática se inserta en la tradición «especulativa, basada en la interpretación del mundo extralingüístico y de las categorías establecidas para él. De esta forma se desvelan las supuestas conexiones entre los conceptos naturales y lógicos, por una parte, y, por otra, los gramaticales, forjados como reflejos de aquellos». En lo fundamental, los principios que subyacen a esa forma de mirar la lengua no están en contradicción con los que se proponen en la segunda de las corrientes racionalistas a las que he hecho referencia: el conjunto de gramáticas herederas de la Grammaire générale et raisonnée publicada por A. Arnauld y C. Lancelot en 1660, poderosamente influida por la filosofía cartesiana. Esta obra se caracteriza, en concreto, por la búsqueda de sustentos racionales —cognitivos diríamos hoy— para cada distinción que la lengua pone de manifiesto. Pero la búsqueda de un fundamento cognoscitivo para cada estructura, y de un correlato extralingüístico para cada distinción gramatical, puede ser loable o aventurada en función de múltiples factores. Lo cierto es que el texto de la GRAE-1771 contiene muestras de 4

este principio rector que resultan notablemente ingenuas, vistas desde la actualidad. Nadie defendería hoy, por ejemplos, que «hay un orden natural de colocar las palabras, que se funda en la naturaleza misma de las cosas» (GRAE-1771, parte II, cap. 1). De hecho, sorprende que RAE mantenga a lo largo de no pocas ediciones algunas de las consecuencias sintácticas que extrae de esta discutible afirmación. Si fuera cierto que el orden natural «pide que el sustantivo se anteponga al adjetivo, porque antes es la cosa que su calidad» (GRAE-1821, p. 243), ¿habríamos de concluir que en las numerosas lenguas en las que el adjetivo precede siempre al sustantivo, la calidad es «antes que la cosa»? A la vista de estos supuestos, no sorprende demasiado el que las primeras gramáticas académicas dediquen especial atención a analizar los sustantivos que no deberían tener plural, ya que designan cosas únicas. Si solo hay un mundo, se preguntaban sus autores, ¿por qué tiene plural el sustantivo mundo? Y respondían: «Pudiera darse razon de este uso diciendo, por exemplo, que el plural mundos se usa despues del descubrimiento de la América, llamada por su gran extension, nuevo mundo» (GRAE1781, p. 19).

Como se ve, ha de ser la realidad la que proporcione el referente adecuado de nuestras denominaciones, ya que —a diferencia de lo que hoy haríamos — no parecía entonces suficiente la simple suposición de que con la lengua no solo describimos la realidad, sino que creamos cuantas realidades seamos capaces de imaginar, sean o no compatibles entre sí ante nuestros ojos. Aunque de manera más indirecta, el marcado interés por determinar el número de «partes de la oración» es consecuencia de la estricta correspondencia que se desea entre las categorías lingüísticas (sustantivos, adjetivos, verbos, etc.) y las categorías del pensamiento (personas, cosas, cualidades, acciones, procesos, etc.). Como cabría esperar, los académicos se veían forzados en ocasiones a establecer tales correspondencias de manera no poco alambicada: «El verbo es una parte principal de la oracion que sirve para significar la esencia, la exîstencia, la accion, pasion, y afirmacion de todas las cosas animadas, é inanimadas, y el exercicio de qualquiera facultad que tienen estas cosas, ó se les atribuye.» GRAE-1771, Parte I, cap. VI, artículo 1).

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Vista desde la actualidad, la polémica clásica sobre el número de «partes de la oración», en la que intervinieron un gran número de gramáticos occidentales dentro y fuera de las academias, posee un interés menor. Por un lado, entre los miembros de algunas clases de palabras, notablemente los adverbios y los adjetivos, se establecen diferencias tan marcadas como las que oponen las clases mayores entre sí. Por otro lado, los primeros académicos, al igual que otros gramáticos, mostraban escaso interés por analizar las numerosas analogías transcategoriales que entre ciertas clases de palabras se pueden establecer, como hoy sabemos. Junto a las consecuencias forzadas que se siguen de aplicar a rajatabla principios discutibles, las gramáticas académicas contienen aciertos notables, especialmente cuando se percibe en sus redactores mayor interés en comprender los usos comunes que en censurar los que se tienen por inapropiados. Con escasas excepciones, el tono didáctico que ponen de manifiesto las gramáticas académicas suele ser siempre cercano al lector. Las descripciones de las propiedades morfológicas de las palabras fueron sumamente precisas desde las primeras ediciones. Asimismo, la extensa lista de voces que introducen complementos preposicionales, suprimida injustificadamente en GRAE-1973, estaba confeccionada meticulosamente, y era revisada edición tras edición. En esa misma línea, son sumamente interesantes las páginas que la GRAE-1870 y las ediciones basadas en ella consagran al concepto de régimen, estudiadas por Rojo (2001) y Garrido Vílchez (2010). Los párrafos que se dedican en GRAE-1854 (pp. 36 y ss.) a la alternancia entre él y sí en contextos preposicionales desaparecieron de las ediciones que siguen el modelo de GRAE-1917, pero planteaban en sus justos términos un problema gramatical auténtico, aun cuando la solución que ofrecían fuera insatisfactoria, vista con ojos actuales. La GRAE-1973 es, por otra parte, la primera edición que rompe con la distinción académica clásica entre sintaxis natural y sintaxis figurada, heredera directa de las gramáticas generales (Chevalier 1968, 1986; véanse también Domínguez Caparrós 1976, Rojo 2001 y Sarmiento González y Hernando García-Cervigón 2011 en relación con este punto). Aunque la distinción no sea aceptable actualmente en los términos en que allí se planteaba, no está de más recordar que la idea de que existen procesos sintácticos básicos, a los que se agregan otros más complejos

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de desplazamiento o supresión, es uno de los fundamentos de las teorías gramaticales actuales de base formal. Existen otros muchos aciertos en las gramáticas académicas, que, al igual que los anteriores, deben ser juzgados a la luz de los conocimientos gramaticales de cada período. A la vez, no deja de llamar la atención del lector actual el que la GRAE mantuviera en ciertos casos —edición tras edición, año tras año— análisis y distinciones que hoy percibimos como errados al examinarlos a primera vista. Así, todavía en GRAE-1962 se considera (p. 12) que los géneros del español son seis: masculino, femenino, neutro, epiceno, común y ambiguo. Tuvieron que transcurrir once años más (GRAE-1973) para que la RAE comprendiera que los términos epiceno, común y ambiguo designan clases de sustantivos, no variedades del género. Aunque es posible encontrar otros ejemplos similares, habrá que conceder, en cualquier caso, que no siempre es fácil deslindar los análisis que, según entendemos hoy, la tradición arrastra por venerable rutina, de los juicios que podemos avanzar desde la posición privilegiada que la investigación actual nos otorga. Es más que probable que, siguiendo esta misma lógica, en los años venideros se detecten errores gruesos en algunos de los planteamientos comúnmente aceptados en la gramática contemporánea.

3. RENOVACIÓN DE LA GRAMÁTICA ACADÉMICA. LA NUEVA GRAMÁTICA (2009)

La Nueva gramática de la lengua española es la última de las gramáticas académicas. Como las anteriores, también esta es una obra colectiva, pero lo es en un sentido diferente, ya que no fue elaborada exclusivamente por la RAE, sino por las comisiones designadas por las 22 academias que constituyen hoy la ASALE (Asociación de Academias de la Lengua Española), y que corresponden a otros tantos países hispanohablantes. No usaré, en consecuencia, la abreviatura “GRAE-2009” para referirme a esta edición, sino la que proporcionan sus siglas: NGLE-2009. Exceptuadas las reimpresiones, entre la GRAE-1931 y la GRAE-1973 transcurrió un periodo de largo silencio académico en lo relativo a la renovación de la GRAE, pero también 7

transcurrió la guerra civil española, además de una dilatada posguerra. En 1951 se fundó ASALE, pero la cooperación entre academias que se inició entonces no fructificó en obras de autoría común. En 1961, la RAE encomendó a S. Fernández Ramírez y a S. Gili Gaya el primer borrador de la edición que habría de sustituir a la GRAE-1931, que mientras tanto seguía reimprimiéndose. Estos dos gramáticos presentaron su borrador en el VI congreso de la ASALE (1972). A la espera de que las academias lo estudiaran con detalle y enviaran sus observaciones, lo que hicieron en los años siguientes, la RAE lo publicó bajo la autoría de su Comisión de Gramática y con la reserva que sugiere el término Esbozo (= GRAE-1973). Lo hacía en la seguridad de que pronto estaría en condiciones de sacar a la luz la nueva edición que este texto anticipaba. Pero, como ocurre con ciertas obras de ingeniería que se levantan provisionalmente a la espera de otras definitivas que tardan decenios en culminarse, el Esbozo permaneció durante 36 años en los estantes de las librerías y en los pupitres de los alumnos. La RAE comprobó pronto que su texto quedaba anticuado desde el punto de vista teórico o doctrinal, especialmente en los años en los que las investigaciones gramaticales sobre el español conocieron una verdadera eclosión (décadas de 1970 y 1980), y también constató que la escasa presencia que en el Esbozo tenía el español americano constituía una de sus más notables carencias. La corporación optó por encargar a otro académico, E. Alarcos, un nuevo borrador de su más que demorada obra. Estudió el texto que Alarcos le presentó a principios de los años noventa y juzgó que constituía una gramática demasiado personal, por lo que decidió que se publicara como obra de autor (por tanto, no como obra de la corporación), en lugar de enviarla a las academias americanas para ser estudiada y revisada. El proyecto de la gramática académica no fue retomado por la ASALE hasta 1998. En el XI congreso de la Asociación, se acordó que la gramática académica debería ser elaborada conjuntamente por todas las academias de la lengua, en función de las comisiones de especialistas que se establecieran. Se decidió también que la obra habría de prestar particular atención a la variación geográfica y social del español en todas las áreas en las que se habla. Así pues, en lugar de proseguir la vía de la GRAE-1973, o las continuaciones de la GRAE1917 que culminan en la GRAE-1962, la ASALE optó por volver al principio y redactar un nuevo texto en el que el español de América estuviera justamente representado.

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El primer resultado de ese acuerdo fueron los dos primeros volúmenes (Morfología y Sintaxis) de la NGLE, publicados en 2009. Su contenido íntegro es hoy de libre acceso en la página web de la RAE (www.rae.es). En 2011 se publicó el tercer volumen (Fonética y Fonología), junto con un DVD que recoge las numerosas variedades de la pronunciación española en todas las áreas lingüísticas. En 2010 se publicó una versión compendiada de los dos primeros volúmenes en un solo tomo (Manual), y en el año siguiente apareció una versión escolar muy sucinta (Gramática básica) de ese mismo material en formato de bolsillo. Al igual que en GRAE-1973, pero a diferencia de las ediciones anteriores, la RAE y la ASALE hicieron públicos los nombres de los coordinadores de cada una de estas obras: I. Bosque (volúmenes de Morfología y Sintaxis), J. M. Blecua (volumen de Fonética y Fonología), A. Di Tullio y J. Borrego (versión compendiada de los dos primeros volúmenes) y S. Gutiérrez Ordóñez (versión escolar de esos mismos textos). La sección de Fonética y Fonología no ha sido todavía compe...


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