Cosmología nórdica PDF

Title Cosmología nórdica
Author Ainhoa Navarro Abril
Course Cultura i pensament
Institution Universitat de Girona
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Cosmología nórdica...


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INTRODUCCIÓN A LA MITOLOGÍA NÓRDICA

El mito de la creación Fue en tiempos remotos, cuando nada había, ni arena ni mar ni frías olas, ni tierra ni altos cielos, sólo un gran vacío y nada crecía En los albor del tiempo, cuando nada había y la oscuridad reinaba en todas partes, existía un poderoso ser llamado Allfather (Padre de Todo). Allfather era una especie de ser invisible que había existido desde siempre. En el centro del espacio se encontraba un gran abismo llamado Ginnungagap, la grieta de entre las grietas, la sima grandiosa, cuya profundidad no alcanzaba a ver ningún ojo y que estaba cubierto en una constante penumbra. Al norte de este lugar se encontraba un espacio o mundo conocido como Niflheim (el mundo de la niebla y la oscuridad) en el centro del cual burbujeaba el inagotable manantial Hvergelmir (la caldera hirviente), cuyas aguas abastecían doce grandes corrientes conocidas como las Elivagar. Como las aguas de estas corrientes fluían velozmente desde su origen hasta encontrarse con las frías ráfagas de la sima grandiosa (Ginnungagap), se solidificaban pronto en enormes bloques de hielo, que rodaban hacia las inconmensurables profundidades del gran abismo con un continuo y atronador estruendo. Al sur de esta oscura fosa, en dirección opuesta al Niflheim, el reino de la niebla, se localiza otro mundo conocido como Muspellsheim (el hogar del fuego elemental), donde todo era calor y luz y cuyas fronteras eran guardadas continuamente por Surtr, el gigante de la llama. Este gigante blandía ferozmente su reluciente espada, lanzando continuamente grandes cantidades de chispas, que caían con un silbido sobre los bloques de hielo en el fondo del abismo, derritiéndolos parcialmente con su calor incandescente.

Ymir y los tres Æsir Las nubes de vapor se elevaban y, al encontrarse de nuevo con el frío, se transformaban en escarcha, la cual, capa a capa, rellenaba el espacio central. De esta manera, por la continua 1

acción del frío y el calor, y también debido probablemente a la voluntad de Allfather, una gigantesca criatura llamada Ymir u Olgelmir (arcilla hirviente), la personificación del océano congelado, nació entre los bloques de hielo del Ginnungagap y, como fue creado a partir de la escarcha, se le llamó Hrimthurs o el Gigante de Hielo. Andando a tientas en la oscuridad en busca de alimento, Ymir se encontró con una vaca gigantesca llamada Audhumla (la alimentadora), que había sido creada de la misma manera y con los mismos materiales con los que el gigante había sido concebido. Corriendo hasta ella, Ymir observó con placer que de sus ubres fluían cuatro grandes arroyos de leche, que le proporcionarían alimento más que suficiente. Todas sus necesidades fueron satisfechas de esta manera. Sin embargo, la vaca, buscando comida a su alrededor, comenzó a lamer la sal de un bloque de hielo cercano con su áspera lengua. Los lametones de la vaca destaparon pronto unos cabellos. Audhumla siguió lamiendo y, tras los cabellos, la cabeza entera de un dios emergió de su helada envoltura y, finalmente, Buri (el productor), se vio completamente liberado. Este, al mismo tiempo, tuvo un hijo llamado Börr (nacido).

Ymir se alimenta de la leche de la vaca Audumla mientras ésta descongela a Buri. Por Nicolai Abraham Abildgaard, 1790

Mientras la vaca se encontraba ocupada lamiendo bloques de hielo, Ymir, el gigante, se había quedado dormido y, mientras dormía, un hijo y una hija nacieron de la transpiración bajo sus axilas, dos nuevos poderosos gigantes de la escarcha. A su vez, una de las piernas del gigante se apareó con la otra, acto que dio a luz un gigante de seis cabezas, Thrudgelmir ("el que grita fuertemente"). Thrungelmir, poco después de nacer, dio a luz a su vez al gigante Bergelmir, del cual descienden todos los gigantes malignos helados. Cuando los gigantes se dieron cuenta de la existencia del dios Buri y de su hijo Börr, se enemistaron profundamente, puesto que dioses y gigantes representaban las fuerzas opuestas del bien y del mal, y, por lo tanto, no cabía la posibilidad de que pudieran vivir juntos en paz. Naturalmente, una cruel guerra surgió entre ellos y la lucha se prolongó durante años sin que ningún bando lograra aventajar a su adversario. Enfrentados sin tregua como estaban, una alianza desequilibró las fuerzas entre ambos contrincantes, el dios Börr contrajo matrimonio con la giganta Bestla, hija de Bolthjorn (la espina del mal) y de la pareja nacieron tres poderosos hijos, los tres Æsir: Odín (espíritu), Hœnir o Vili (voluntad) y Lodur o Ve (sagrado). Estos tres hijos se unieron inmediatamente a su padre en su lucha contra los gigantes de hielo y finalmente lograron matar a su rival más devastador, el gran Ymir. Cuando tuvieron ocasión, los tres hermanos se abalanzaron sobre el colosal gigante, sujetándolo con fuerza y tirando de sus extremidades hasta desgarrar su musculatura y quebrar sus huesos. Mientras el exánime cuerpo de Ymir caía sin vida, la sangre manó de sus heridas en cantidades tan grandes que terminó produciendo un gran diluvio en el que pereció toda su raza, a excepción de Bergelmir ("el que grita en la montaña"), hijo de Thrudgelmir, el cual logró escapar con su esposa en Odín Vili y Ve descuartizando a Ymir un bote hasta los confines del mundo. 2

Yggdrasil y los primeros mundos Tras haber triunfado sobre sus enemigos y haber terminado de esta manera con la guerra, Odín y sus hermanos, comenzaron entonces a mirar a su alrededor, con la intención de mejorar el aspecto del cosmos. Después de una larga deliberación, decidieron organizar y gobernar el universo en nueve mundos, todos ellos conectados por el gigantesco fresno Yggdrasil, creado por Allfather en los albores de los tiempos. Yggdrasil o árbol del tiempo o de la vida, era un fresno descomunal, de altura inconmensurable y capaz de conectar los distintos mundos. Su rama más elevada fue llamada Lerald, y en ella, los dioses situaron un águila que, a su vez, asentó entre sus ojos el halcón Vedfolnir, el cual observaba con su mirada penetrante el movimiento del cosmos. Además, ya que el árbol Yggdrassil se mantenía siempre verde y sus hojas nunca se marchitaban, servía de pasto no sólo para el chivo de Odín, Heidrun, el cual suministraba el aguamiel celestial, la bebida de los dioses, sino también para los venados Dain, Dvalin, Duneyr y Durathor. Correteando continuamente arriba y abajo por las ramas y el tronco del árbol, también se encuentra la ardilla Ratatosk (el portador de la rama), la típica criatura entrometida y chismosa que causa confusión siempre que puede.

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El primero de esos mundos sería el Niflheim ("hogar de la niebla"), más antiguo que los propios dioses. El Niflheim quedaría consagrado como el reino de la oscuridad y de las tinieblas, envuelto por una niebla constante y sería el hogar del dragón Níðhöggr. La hirviente caldera Hvergelmir, hogar del dragón, andaba cercana al gran árbol Yggdrasil, así que cuando Nidhung no disponía de cadáveres con los que alimentarse (y no era perturbado por la ardilla Ratatosk), se dedicaba a mordisquear las raíces del gran fresno mientras era asistido en su tarea de destrucción por innumerables gusanos. El objetivo de tan infame propósito era acabar con la vida del árbol, pues su caída sería la señal de la perdición de los dioses. El segundo de los mundos, fue Muspellsheim ("la casa de Muspel"), el reino primordial del fuego, gobernado por el rey de los gigantes de fuego, Surtur. En él se encuentra también el vasto abismo Ginnungagap, tan profundo que ningún ojo mortal alcanza a ver el fondo. Mientras los dioses permanecían ocupados deliberando sobre el orden del cosmos, una horda de criaturas con aspecto de las larvas crecía en el cuerpo inerte de Ymir. Odín y sus hermanos, convocaron a estas horrendas huestes para darles primero forma y posteriormente los dotaron de una inteligencia sobrehumana. Tras aquel acto divino, tuvieron que dividirlos en dos clases. Los primeros, aquellos cuya naturaleza era oscura, traicionera y taimada, fueron desterrados a Svartalfheim ("hogar de los elfos o enanos negros"), el cual estaba situado bajo tierra, y de donde no se les permitía salir durante el día, bajo pena de ser transformados en piedra. Se les llamaba enanos, trolls, gnomos o kobolds, y empleaban toda su energía y tiempo en explorar los escondrijos secretos de la Tierra. Coleccionaban oro, plata y piedras preciosas, que guardaban en grietas secretas de donde podían sacarlas según su deseo Para los segundos, criaturas hermosas y benignas, fue creado el Alfaheim ("hogar de los elfos"), donde habitarían los álfar (blancos) o elfos de luz. Los elfos de la luz eran criaturas originalmente considerabas como una raza menor de dioses de la fertilidad y situados a caballo entre el cielo y la tierra, podían descender siempre que quisieran, para cuidar de las plantas y las flores, jugar con los pájaros y las mariposas, o bailar en la hierba a la luz de la Luna. A pesar de su frágil y delicada apariencia, pues eran hermosos, amantes de la cultura, vestían telas muy finas y transparentes… sin embargo, eran muy poderosos, así como unos excelentes guerreros.

Reinos de la oscuridad Aprovechando que los dioses parecían muy ocupados y sin muchas alternativas, Bergelmir, que había logrado escapar con su esposa del diluvio causado por la sangre de Ymir, construyó en los confines del cosmos su morada, Utgard, ciudad principal del Jötunheim. El Jotunheim ("hogar de los Jotun") es el mundo de los gigantes de roca y hielo, los Jotuns. Allí, Bergelmir engendró una nueva raza de gigantes de hielo, los cuales heredaron sus aversiones y continuaron su odio de sangre, estando siempre dispuestos a salir resueltamente de su desolado país para atacar el territorio de los dioses y los hombres. En una oscura cueva del Jötunheim, precisamente, nacerían tres hijos de Loki, un gigante que llegó a ser considerado un Æsir y hasta hermano de Odín, pero por su naturaleza malvada acabó traicionando a los dioses y encadenado a una roca hasta el final de los tiempos. Loki y su esposa Angurboda, entonces, tuvieron el lobo Fenris, la serpiente de Midgard Jörmungadr y la diosa Hel, criaturas que fueron reconocidas por los dioses como símbolos de la destrucción y la

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muerte. Los Æsir temían hasta tal punto el poder de los tres hijos de Loki que encadenaron a Fenris, arrojaron a Jörmungadr al gran océano y desterraron a Hel al inframundo. El inframundo, Helheim ("hogar de Hel"), se encuentra en la parte más profunda, oscura y lúgubre del cosmos y es conocido como el reino de la muerte. Hel, la monstruosa hija de Loki, gobierna ese terrorífico mundo mientras la entrada queda custodiada por un perro gigantesco, Garm. Aquellos que habían sido bondadosos y justos en vida eran tratados con cierta amabilidad en Helheim. En cuanto a los muertos tachados de malicia e injusticia, como los que quebrantaban sus juramentos, sus espíritus eran desterrados al Náströnd (playa de los Hel y el perro guardián Garm cadáveres). Ésta era una tenebrosa cueva surcada por ríos fríos como el hielo y habitada con innumerables serpientes venenosas. Desde aquí, el manantial Hvergelmir arrastraba a los muertos hasta Niflheim, donde el dragón Nídhöggr masticaba los cuerpos de los condenados.

Los Vanir Además de los Æsir, los hermanos de Odín y sus descendientes, existía una raza primigenia de dioses llamados Vanir que, en tiempos remotos habitaron el Vanaheim ("hogar de los Vanir"). Los Vanir fueron un pueblo guerrero, pero tras ser sometidos por los Æsir, se dedicaron a ser dioses pacíficos y promotores de la fertilidad, dispensadores de bienes, de placeres que se relacionan con la tierra, el agua, la magia, la paz, el amor… Los principales son Njöror, el padre de los dioses Vanir y dios del mar, y sus hijos, Frey el dios de la fertilidad y Freyja la diosa del amor y de la sexualidad. En el seno de la familia de los Vanir creció una bruja llamada Gullveig. Gullveig sentía una pasión irrefrenable por el oro y las riquezas y, pronto, fue repudiada por los Æsir. Pero la codicia y la avaricia de Gullveig no parecía tener límite y la repudia se convirtió en odio y el odio en sed de sangre. Así, unidos en contra de la avaricia de Gullveig, los Aesir dieron muerte a la bruja e incinerando su cuerpo en una pira levantada en Gladsheim. Pero Gullveig era poderosa, y resucitó tras el martirio acometido por los Æsir. Viendo que la bruja había vuelto a la vida, los dioses volvieron a darle muerte, pero Gullveig volvió a levantarse. Hasta tres veces asesinaron a la bruja, pero se dieron cuenta entonces que su destrucción era imposible, la bruja volvería a alzarse tantas veces como ellos la mataran. Así que, ante esta disyuntiva, cuando renació por tercera vez, decidieron cambiarle el nombre por Heith (brillante) y la dejaron vivir, ahora convertida en diosa de las brujas.

Ejecución de Gullvei. Ilustración de Lorenz Frølich

Cuando esta noticia llegó a Vanaheim, todos los Vanir se mostraron furiosos por la poca consideración que los Æsir habían tenido con su pariente Gullveig. De modo que declararon la guerra a los Aesir. El conflicto se prolongó por 5

un largo periodo de tiempo, pues ningún bando estaba más aventajado que el otro, los Æsir eran diestros en el manejo de las armas y la lucha, pero los Vanir conocían la magia. La guerra parecía que no iba a tener fin, hasta que, finalmente, las familias de dioses decidieron una tregua que pusiera paz entre ambos. Para asegurar el cumplimiento de este tratado se intercambiaron rehenes entre ellos. Los Æsir ofrecieron al hermano de Odín, Vili y al sabio dios Mimir. Los Vanir a cambio debían dejar a cargo de los Aesir al dios Njörd y sus mellizos Freyr y Freya. Por último, sellaron estas decisiones escupiendo todos en un cubo como signo de amistad; esta saliva se mezcló con hidromiel y de ella surgió Kvasir, el dios de la sabiduría y los consejos, mitad Æsir y mitad Vanir, que conocía la respuesta a todo.

Midgard, hogar de los hombres Mientras sucedían todos estos acontecimientos, Odín y sus hermanos también habían estado ocupados deshaciéndose del descomunal cuerpo de Ymir. De la carne de Ymir se hizo el mundo, y de su sangre, el mar. De sus huesos, peñascos; de sus cabellos, árboles; y de su cráneo, la bóveda celeste. Y de sus cejas, los dioses geniales hicieron Midgard para la humanidad. Y de sus sesos se crearon todas esas crueles nubes de tormenta. Midgard ("recinto medio"), también conocido como Mannaheim ("hogar de los hombres"), es la residencia de los hombres. Odín y sus hermanos, Hœnir y Lodur (o Vili y Ve), lo crearon con los despojos del cadáver de Ymir: con su carne crearon la tierra, con su sangre y sudor los océanos, con sus huesos las rocas y las montañas, con su vello la vegetación, con sus dientes los acantilados, donde también colocaron las cejas del gigante para hacer de frontera con el mar. Para concluir la obra los dioses elevaron el cráneo de Ymir sobre la tierra y con él crearon el cielo azul. Colocaron, entonces, un enano en cada una de las esquinas para que lo sostuvieran, estos enanos son Norðri, Suðri, Austri and Vestri (sus nombres corresponden a los de los cuatro puntos cardinales). Al colocar la bóveda del cielo con el cráneo del vencido, sus sesos se esparcieron por el aire dando lugar a las nubes. Sin embargo, aún este nuevo territorio estaba oscuro, así que los dioses decidieron ir a Muspellsheim para robar las centellas de la espada de Surtur. Con las dos más grandes crearon el sol (Sunna) y la luna (Mane) y con el resto las estrellas. Sunna y Mane fueron colocadas sobre dos carros tirados por bellos y veloces equinos. Los dioses dispusieron para Sunna los corceles Arvakr (el despertador temprano) y Alsvin (el marchador veloz), los cuales se tuvieron que proteger del calor de Sunna con el escudo Svalin (el refrigerante). A Mane, se le proporcionó un ágil caballo llamado Alsvider (el más veloz). La voluntad de los dioses fue, entonces, que estas dos estrellas giran sin parar sobre Midgard, turnándose en el firmamento para crear el día y la noche. Los carros, con sus respectivas estrellas, estaban preparados, los corceles enganchados e impacientes para comenzar lo que iba a ser su recorrido diario, pero ¿quién iba a guiarles por el camino correcto? Los dioses empezaron su búsqueda. Al poco sucedió que el gigante Mundilfari 6

tenía dos hijos de extraordinaria belleza, tan sublimes que los consideraba superiores en belleza a cualquier otra criatura viva. Al ver resplandecer a los nuevos astros, Mundilfari, decidió ponerles sus nombres, llamando Sol a su hija y Mani a su hermano. A los dioses, obviamente, esto no les cayó en gracia, pues lo consideraron una muestra de orgullo excesivo. Así que los dioses decidieron que había que castigar al gigante, y que la mejor forma de hacerlo era uniendo de por vida el destino de los jóvenes a los de los astros que les habían dado nombre. Los dos hermanos, pues, fueron nombrados los encargados de conducir los relucientes carros a través de los senderos celestiales. Después, los dioses convocaron a Nott (noche), una de las hijas de Norvi, uno de los gigantes, y le confiaron el cuidado de un oscuro carro tirado por un corcel negro, Hrimfaxi (crines de hielo), de cuyas crines ondeantes caía el rocío y la escarcha hasta la tierra. Nott, además se casó con Delliger (amanecer), matrimonio que alumbró un ser de belleza sublime y al cual se le dio el nombre de Dag (día). Al hermoso Dag, los dioses le proporcionaron también un carro, tirado por el resplandeciente corcel blanco Skinfaxi (crines brillantes), de cuyas crines resplandecientes brotaban rayos de luz que brillaban en todas direcciones, iluminando el mundo y trayendo consigo luz y alegría para todos. Los dioses no sólo nombraron al Sol, la Luna, el Día y la Noche para señalar el transcurso del día, pues también asignaron al Atardecer, la Medianoche, la Mañana, el Amanecer, el Mediodía y la Tarde para que compartieran sus tareas, así como al Verano y al Invierno serían los gobernadores de las estaciones. Todo en el Mundo Medio o Migrad parecía adquirir orden y armonía. Sin embargo, el mal nunca deja de acechar al bien, y los dioses no se habían ganado pocos enemigos y, además, de entre ellos no eran pocos los que deseaban que la oscuridad volviera a reinar en el mundo. Así que, poco tiempo después aparecieron como de la nada dos gigantescos lobos, hijos de Fenrir, llamados Sköll (repulsión) y Hati (odio) cuyo único objetivo es alcanzar y tragarse a los objetos brillantes que iluminan el mundo, Mani y Sol, para Los lobos persiguiendo a Sol y Mani, por John Charles Dollman volverlo a subsumir en las tinieblas.

A pesar de no ser un mundo ajeno a todo mal, Migrad, el hogar de los hombres, finalmente estaba listo, aunque aún faltaba crear a la criatura que lo poblaría. Un día que Odín y sus hermanos caminaban por la playa contemplando lo que habían creado, se toparon con dos troncos arrastrados por la marea. Estos troncos, que al parecer habían crecido del cabello de Ymir, sirvieron como materia prima para dar forma a un hombre y a una mujer, la primera pareja de seres humanos que poblaría el mundo de los hombres. Odín sopló sobre ellos el aliento de vida. Hœnir les dotó de conciencia, ingenio y sentimientos. Lodur les concedió los sentidos de la vista y el oído. Una vez tallados e insuflados de vida, el primer hombre fue llamado Ask ("fresno") y su mujer fue Embla ("olmo"), y a ellos se les entregó Midgard para que allí vivieran. 7

Finalmente, los Æsir se asentaron en sus dominios, Asgard, estableciendo a Odín como el mayor y más grande de todos los dioses. Asgard cuenta con una poderosa fortaleza de verdes planicies y brillantes palacios, rodeada por una muralla incompleta construida por un gigante a petición de los dioses. Dentro de Asgard, se encuentran los distintos palacios de los dioses y el Valhalla, el gran salón. Los Æsir, guardianes de los hombres, construyeron también el puente Bifrost (Asatru, el aro iris), hecho de fuego, agua y aire, sobre el cual viajaban los dioses de Asgard a Midgrad. El dios Heimdall guardaba custodia y vigilancia allí día y noche. Estaba pertrechado con una espada mordaz y portaba una trompeta de nombre Gj...


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