Cronologia-absoluta calendarios PDF

Title Cronologia-absoluta calendarios
Author Asier Morillo
Course ARQUEOLOGíA
Institution Universidad de León España
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Cronología absoluta_Calendarios históricos: cronologías cruzadas

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3.2. MÉTODOS DE CRONOLOGÍA ABSOLUTA Datación absoluta o cronométrica: edad exacta en años, cuántos años “reales” tienen las secuencias, cuánto duran las diferentes culturas, cuándo ocurrió un determinado acontecimiento. Se trata de determinar una fecha determinada en la escala temporal específica (referido a nuestro sistema calendárico actual). Uno de los mayores problemas de la Prehistoria es acercarnos a esta edad en años, tal y como medimos hoy en día el paso del tiempo. De hecho, salvo casos excepcionales, la fecha de cronología absoluta que normalmente se obtiene en contextos arqueológicos es una horquilla o intervalo temporal, no una fecha exacta. Expresión de fechas absolutas: a. C. / d. C

Antes de Cristo / después de Cristo

a. n. e.

antes de nuestra era

a.e.c.

antes de la era común

B.C. / A. D.

Before Christ / Anno Domini

B.C.E. / C.E

Before Common Era / Common Era Before present (considerando que el “present” se refiere, por ej. en el C14 a 1950)

BP

3.2.1. CALENDARIOS “HISTÓRICOS” Y CRONOLOGÍAS CRUZADAS Hasta la aparición de de las primeras técnicas científicas de datación, en los inicios del siglo XX (y sobre todo desde la Segunda Guerra Mundial), la datación absoluta arqueológica dependía casi por completo de los métodos históricos. Para gran parte de la Prehistoria las únicas fechas absolutas con que se contaba era con las fechas históricas (referencias escritas): Tutankhamun reinó en el siglo XIV a.C., César invadió Inglaterra en el 55 a.C. Esas fechas proporcionadas por unas fuentes de unos grupos concretos se podían relacionar con otros grupos que estaban en contacto con ellas. Es decir la cronología de estos grupos prehistóricos se basaba en las conexiones arqueológicas con las cronologías y calendarios que habían desarrollado distintos grupos humanos. Evidentemente, esto implica que las posibilidades de aplicación de estas cronologías se reducen temporalmente, afectando tan sólo a los últimos 5000 años aproximadamente y sólo en las zonas donde hay desarrollo de escritura y calendarios. _ M. N. Fuertes-Prieto – Universidad de León - 2020

En el ámbito Europeo y Próximo-oriental se puede aplicar a partir de la Historia Antigua y una parte de la Prehistoria reciente (Protohistoria) de las zonas que tienen contacto con esos grupos (Edad del Bronce en ámbito griego, Edad del Hierro en otras zonas mediterráneas y de Europa continental). Calendarios y eras En el mundo antiguo, las sociedades alfabetizadas registraron su propia historia en documentos escritos, en función de calendarios que utilizan distintas formas de contar el tiempo y que comienzan en diferentes fechas (uso de eras o periodos de referencia distintos) respecto al calendario cristiano que seguimos hoy en día: 

Romanos: fundación ciudad de Roma (753 a.C.) (realmente esta referencia no se utiliza demasiado, en textos historiográficos), el modo más frecuente de fechar desde inicios de la República hasta s. VI d.C. era haciendo referencia al año de mandato de cónsules y emperadores. Este es el tipo de fecha que puede aparecer más frecuentemente en contexto arqueológico.



Griegos: primeros Juegos Olímpicos (776 a.C.).



Mayas: calendario comienza en 3114 a.C.



Musulmanes: con Hégira (salida del Profeta a la Meca) en 622 d.C.



En Egipto, Próximo Oriente y antigua China: registro de los sucesivos reyes en dinastías. Es un calendario cíclico. Problemas en el manejo de cronologías históricas Hay 3 aspectos que hay que tener en cuenta si trabajamos cronologías históricas:

1. El sistema cronológico que utilicemos exige una reconstrucción cuidadosa, cualquier lista de reyes ha de ser completa. 2. La lista de reyes, aunque registre el número de años de cada reinado de forma más o menos fidedigna, todavía tiene que ser relacionada con nuestro propio calendario, porque si no, sería sólo una “cronología flotante”. 3. Hay que encontrar alguna asociación entre los artefactos, estructuras o construcciones (el nivel o unidad estratigráfica en general) a fechar con algún elemento que permita vincularlo a la cronología histórica. Por ejemplo una inscripción, pero también se han utilizado diversos artefactos (cerámicas, elementos metálicos, etc.), monedas.

En relación con lo anterior, hay que tener mucho cuidado en la interpretación de objeto que se correlaciona, ya que se conoce la fecha de acuñación de una moneda, o el momento en que se fabrican determinadas producciones cerámicas o metálicas, pero estos objetos pueden tener una vida muy larga. Realmente, no es fácil correlacionar fechas históricas y el registro arqueológico. Las fechas que aparecen en los textos antiguos hacen referencia a un marco cronológico amplio (que tenemos que conocer) y normalmente se refieren a grandes eventos: conquistas, guerras, fechas de fundación (de ciudades, colonias,…), etc. Por ejemplo, la fundación de las colonias griegas en el proceso expansivo hacia el Mediterráneo se ha utilizado para datar los niveles “de fundación” o niveles más antiguos de dichos yacimientos. En el caso de las conquistas, podemos tener una fecha, por ej. de un asedio a una ciudad concreta, y puede pasar que dicha ciudad tenga varios niveles de incendio, lo que puede complicar la identificación en el registro arqueológico del hecho narrado en las fuentes. Y hay muchos yacimientos de los que desconocemos su denominación en la Antigüedad. Otro de los problemas que aparecen en el manejo de referencias cronológicas procedentes de los textos es la verosimilitud de dichas fechas. Es el caso de la fundación de Gadir (Cádiz) por los fenicios hace más de 3000 años (en torno a 1103-1104 a.C.) según un texto de Veleyo Patérculo (autor de época imperial romana, inicios s. I d.C.) que realmente no tiene una base histórica. Los datos arqueológicos indican una cronología del s. VIII o quizás IX a.C. para la fundación de Gadir. Cronología comparada o cruzada Para la Prehistoria Europea, las culturas que se relacionaron con Grecia, Roma, se podían correlacionar, pero eso sólo llega a unos pocos siglos a.C. Para momentos anteriores se utilizó en su momento el Egipto faraónico. La cronología egipcia se estructura en 31 dinastías (Imperio antiguo, medio y nuevo). Hoy se trabaja con síntesis basadas en varios documentos (Canon Real de Turín). Dicha síntesis proporciona una estimación del nº de años de cada reinado hasta la conquista de Egipto por Alejandro Magno (332 a.C.), a partir de la información de los historiadores griegos. Este es el punto de arranque utilizado, contando las sucesivas dinastías hacia atrás. Este sistema puede ser confirmado y concretado por las observaciones astronómicas anotadas por los

egipcios y que se pueden fechar de forma independiente. Pero esta cronología no es perfecta y su fiabilidad varía: 

Fechas posteriores a 664 a.C. suelen considerarse muy fiables.



Imperio Nuevo: margen de error de 1 ó 2 décadas



Hacia la primera dinastía (3000 a.C.) el error acumulado es de 200 años aprox. A finales del s.XIX sir Flinders Petrie descubre cerámica fabricada en Creta en

contexto egipcio fechado en el 1900 a.C. aproximadamente. Después descubre en Micenas objetos egipcios que habían sido datados (en Egipto) en 1500 a.C. aprox. Como consecuencia, Petrie fecha la cultura de Edad de Bronce de Grecia y Egeo por cronología comparada con secuencia egipcia. Cronología comparada o cruzada: si en un contexto arqueológico (yacimiento, nivel, tumba, construcción, etc.) aparece algún objeto igual o similar a otro que ya resultó fechado en otro contexto, entonces dicha fecha sirve para datar el primer contexto. Base de la cronología comparada: los objetos (tipos, estilos, etc.) que fueron fabricados en la misma fecha, son similares o idénticos. Lógicamente, no vale cualquier objeto, los distintos artefactos tienen un grado de precisión diferente, hay que tener en cuenta: 

Su especificad: su estilo, una cerámica con decoración “rara” (seguramente fabricada en un periodo corto y, por tanto, más preciso cronológicamente) frente a otra más “común”.



Su duración. Los objetos tienen su propia temporalidad. Hay artefactos que perduran mucho (por ej. cerámica común), por lo que no son precisos cronológicamente. Objetos con fecha Muchos objetos (muebles o inmuebles) contienen una datación explícita. Entre los objetos inmuebles, muchos edificios públicos, relacionados con

aspectos religiosos o bien con los grupos poderosos socialmente, muestran una fecha calendárica, una inscripción conmemorativa. Así por ej. el Templo de las Inscripciones de Palenque, que es un gran monumento funerario para un aristócrata maya contiene numerosos epígrafes que permiten datar la finalización de la obra hacia el 683 d.C. En muchas iglesias medievales se conserva una inscripción fundacional que nos informa, al

menos, de cuándo se erigió el edificio primitivo. Los sumerios del III mil. a.C. introducían conos de fundación realizados en arcilla en los cimientos de sus templos, donde se menciona el momento de su construcción. Pero los edificios con fecha requieren también análisis e interpretación (como cualquier material material aqueológico y, en general, como cualquier objeto o fuente histórica). La inscripción puede referirse a momentos anteriores del edificio, pero puede haber reformas. Así por ej. la leyenda en el pórtico de entrada del Panteón de Agripa nos dice que fue erigido durante su 3º consulado, es decir, el 27 a.C. Pero la obra actual es realmente de época de Adriano, más de 150 años posterior. Por otro lado, la fecha fundacional no dice cuánto tiempo se ha utilizado un edificio, ni permiten datar las reformas posteriores (a no ser que éstas tengan también epígrafes). Las inscripciones pueden aparecer en algún edificio de una ciudad o población, pero tampoco permiten contextualizar cronológicamente la mayor parte de los estratos y estructuras que aparecen durante una excavación. Los monumentos fúnebres romanos raramente recogen la fecha de deceso antes de época cristiana. Por el contrario, los epígrafes funerarios medievales están perfectamente datados. Los miliarios son los hitos que en época romana marcaban la distancia en las calzadas y proporcionan información sobre el emperador que mandó construir o reparar la via a cuya vera se colocan. Los emperadores se iban dotando de títulos a lo largo de su mandato y como sabemos en qué año recibió cada título, se puede averiguar cuándo se colocó un miliario y, por tanto, cuándo se construyó o reparó una vía. Así, un miliario que informe sobre el 5º año del tribunado de Adriano, se fecha en el 120 d.C. Mucho más frecuentes son las monedas, que siempre contienen algún dato que permite ubicarlas cronológicamente (por ej. el nombre de un rey, un emperador o magistrado). La principal ventaja de la numismática es su ubicuidad. No obstante, hay que ser cautos con la cronología derivada de las monedas ya que en muchos casos las emisiones se siguen utilizando decenas o incluso cientos de años después de haber sido acuñadas. Por ej. en el Tolmo de Minateda (Albacete), asentamiento que tiene una importante ocupación en la Alta Edad Media (s. VI a X d.C.), el 57% de las monedas de esa fase son romanas de los s. III y IV d.C., que es un periodo que no está representado en el yacimiento. La supervivencia del numerario tardorromano en la península se explica por la interrupción de las acuñaciones de poco valor en época visigoda.

Por tanto, hay que actuar con cautela a la hora de asignar cronología a partir de monedas y debe interpretarse teniendo en cuenta los restantes objetos asociados. Terminus ante quem / terminus post quem. Los materiales datables que aparecen en un contexto estratigráfico nos pueden indicar una fecha ante quem o post quem para un nivel determinado. Estas expresiones se utilizan solamente cuando hay dataciones precisas.  Terminus post quem: fecha más antigua, límite antes del cual no se puede haber producido el fenómeno. El objeto (y por tanto el contexto al que se asocia) es contemporáneo o posterior dicha fecha. •

Un objeto fechable (moneda, muestra datable por radiocarbono) procedente de un estrato o una estructura, sólo da la fecha en la que o después de la que el estrato o la estructura fueron depositados o construidos.



En cualquier estrato continuo en el que existen un determinado número de hallazgos con diversas fechas, la fecha del objeto más reciente es la que proporciona el terminus post quem.



Debe tenerse la seguridad de que el objeto no es intrusivo.



Cuando se utilizan monedas como fecha post quem hay que tener en cuenta que su uso puede perdurar mucho. Una moneda romana fechadas en el 260 d.C. podría indicar que se depositó en el 260 o también en el 530 (las emisiones romanas de los s. III-IV d.C. perduran mucho, hasta Alta Edad Media). Es decir, 260 d.C. es una fecha post quem, no una datación fija.



Normalmente hay que utilizar varios objetos para conseguir una datación más precisa. En el caso de las monedas, las cerámicas u otros elementos asociados ayudarán a precisar.

 Terminus ante quem: aporta la fecha más reciente posible para datar un objeto/evento. •

Cuando estructuras o estratos son cubiertos, sellados o cortados por elementos posteriores, estos elementos ofrecen un terminus ante quem (es decir, una fecha antes de la cual los elementos anteriores deben haberse depositado).



Ejemplos: la fecha convencional para la erupción del Vesubio que sepultó Pompeya es el 24 de agosto del año 79 d.C., que sería el terminus ante quem para dicho yacimiento. Por otro lado, si una serie de estratos está sellada por

un mosaico indudablemente del siglo IV d. C., entonces, todos los estratos bajo él deben ser del siglo IV o anteriores (ese es el terminus ante quem). Del mismo modo, si un muro puede fecharse por sí mismo, digamos por las características edilicias, entonces, todos los estratos que han sido cortados por la cimentación del muro reciben gracias a éste un terminus ante quem. Por tanto, si puede demostrarse que el muro es de la época romana, los estratos serán romanos o anteriores. Pero pueden ser de época prerromana (Segunda Edad del Hierro) o del Paleolítico. •

Esta expresión se utiliza sólo cuando estamos seguros de que hay un proceso de sellado o corte de algo previo.

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