Imbriano - Psicoanálisis PDF

Title Imbriano - Psicoanálisis
Course Psicoanalisis
Institution Universidad Argentina John F. Kennedy
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Psicoanálisis. Imbriano...


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Departamento de Psicología [email protected]

Asignatura: Historia de la Psicología Lectura Obligatoria: 

Imbriano, A. (2013). ¿Qué es el Psicoanálisis? (Cap. 1, pp. 37-57). En Tratamiento desde el alma. Lectura introductoria a la obra de Freud. Buenos Aires: Letra Viva.



Ilari Bonfico, A. (2013). Addenda. Sobre la formación de Freud (pp. 265-276). En A. Imbriano, Tratamiento desde el alma. Lectura introductoria a la obra de Freud. Buenos Aires: Letra Viva.

CAPITULO I ¿QUÉ ES EL PSICOANÁLISIS?

Siguiendo el método interrogativo referido en la introducción, renovaremos la pregunta de nuestro necesario punto de partida: ¿Qué es el psicoanálisis? Es la pregunta que siempre debe realizarse, no solo en el comienzo de un programa de estudio disciplinar, sino que debe ser una interrogación siempre abierta, brújula para la lectura de los textos y necesaria para el porvenir del mismo. Sigmund Freud define que es una disciplina científica, un procedimiento de indagación de los procesos psíquicos y un método de tratamiento, y consideramos que esta caracterización siempre debe estar en interrogación. Esa es la enseñanza que nos ha dejado, pues él ha trabajado permanentemente en función de sostener la pregunta abierta con el objeto de que siempre se realice una revisión teórica de sus conceptos, que su procedimiento sea articulado rigurosamente, que como tratamiento siempre sea leal a su ética, que tenga horizontes amplios con apertura al porvenir, al abordaje de nuevas presentaciones clínicas, a la diversidad de aplicaciones, a la incidencia de nuevas disciplinas y a la influencia de los cambios sociales, políticos y culturales de cada época.

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Inicialmente trabajaremos dos respuestas del autor, en dos situaciones diferentes y en dos épocas diferentes, que se encuentran en dos escritos: “Tratamiento del alma” de 1890 y “Dos artículos para enciclopedia: psicoanálisis y teoría de la libido” de 1922. La expresión freudiana de 1890 nos interesa pues muchas de sus consideraciones aluden a juicios y prejuicios que se mantienen en la actualidad. A su vez, desde una lectura retrospectiva, nos muestra las claras elucidaciones del autor en esa época de inicio y el origen de muchas concepciones que no serán abandonadas a lo largo de su obra, siendo el germen de muchos conceptos que serán objeto de importantes estudios en pos del armado del campo teórico y la práctica consecuente: el tratamiento psicoanalítico. ¿Cómo intervenir sobre lo corpóreo y lo psíquico mediante la palabra? ¿Cómo intervenir sobre lo real desde lo simbólico? Estas son cuestiones que construyen el campo freudiano. Respecto de los juicios sostenidos en el antiguo texto se destacan: la palabra como recurso del tratamiento psicoanalítico, la relación de lo corporal y lo psíquico, la diferenciación entre fenómenos patológicos y perturbaciones anímicas, el valor anímico de las expectativas, el valor de las escenas visuales en relación al acrecentamiento de los sentimientos, la función del sacrificio, la relación del individuo y su semejante, el efecto de masas y la transferencia. No es poco para 1890. TRATAMIENTO DESDE EL ALMA La palabra como recurso Uno de los juicios más importantes que sostiene en este escrito es que la palabra es un recurso, un instrumento, mediante el cual se puede intervenir sobre el alma. Podemos leer en el texto mencionado: “Un recurso de esa índole es sobre todo la palabra, y las palabras son, en efecto, el instrumento esencial del tratamiento anímico”.1 Freud tenía conocimientos de Psicología y de Lingüística, posiblemente adquiridos en las lecciones de Franz Von Brentano y de Pierre Janet. Entre otros, son la base de su investigación con pacientes afásicos en su época de estudios sobre neurología. Se encuentra 1

Freud, S. “Tratamiento del alma”. Sigmund Freud Obras completas. Amorrortu. Buenos Aires. 1976. Vol. I. Pág.115.

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testimonio de ello en la “Monografía de las afasias” (1891), una parte de ella está referida al valor de la palabra, -texto incluido en el “Apéndice C” de “Lo inconsciente” (1915). Allí podemos encontrar el modo en que a partir de las disfunciones que revelan las afasias y los modos de recuperación del lenguaje, Freud se encuentra con un “aparato del lenguaje” y su modo de funcionamiento, más allá de lo neurofisiológico, distinguiendo dos tipos de representaciones: representación-cosa y representación-palabra. “Para la psicología, la unidad de la función del lenguaje es la «palabra»: una representación compleja que se demuestra compuesta por elementos acústicos, visuales y kinestésicos. […] esta composición se muestra más compleja cuando se entra a considerar el probable proceso asociativo que sobreviene a raíz de cada operación lingüística”. 2 Este párrafo revela dos cosas: por un lado, el modo en que Freud construyó el psicoanálisis, dejándose enseñar por la clínica; por otro, el conocimiento previo que tenía respecto de Psicología, de los procesos asociativos y las operaciones lingüísticas. Freud considera que el arte de curar lo anímico a través de la palabra es posible porque la misma posee una gran capacidad de mediación del influjo entre los hombres, en tanto que habitantes del lenguaje, en tanto que parlantes. “Las palabras son, sin duda, los principales mediadores del influjo que un hombre pretende ejercer sobre los otros; las palabras son buenos medios para provocar alteraciones anímicas en aquel a quien van dirigidas y por eso ya no suena enigmático aseverar que el ensalmo de la palabra puede eliminar fenómenos patológicos, tanto más aquellos que, a su vez, tienen su raíz en estados anímicos”. 3 Un tratamiento de las perturbaciones del alma y del cuerpo Otro de los juicios importantes que trasluce el escrito de referencia, es la relación almacuerpo, de lo psíquico y lo somático. Rescatamos el uso de la palabra “alma” que alude a psique, neuma, spiritu, y no solamente a mente. ¿Qué se entiende por “alma”, “psique”, “espíritu” y “anímico”? Sintetizaremos algunas ideas advirtiendo al lector que se trata de una mínima aproximación. Los términos “alma”, 2 3

Freud, S. “Lo inconsciente”. Sigmund Freud Obras completas. Ob. Cit. Vol. XIV. Pág. 207. Freud, S. “Tratamiento del alma”. Sigmund Freud Obras completas. Ob. Cit. Pág. 123.

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“ánima” y “psique” desde la tradición judeocristiana provienen del hebreo néfesch, del griego psykhḗ, pasando al latín como anima, y se refieren a un principio o entidad inmaterial e invisible que poseen los seres vivos dotados de movimiento propio, siendo su cualidad identificatoria,

cuyas propiedades y características varían según diferentes

especies de seres y según las diferentes tradiciones y perspectivas filosóficas o religiosas. Lo importante es el pasaje de lo inerte al “moviente”. Para muchas tradiciones religiosas y filosóficas, es el componente espiritual de los seres vivos. En esas concepciones, el alma incorpora el principio vital o esencia interna de cada uno de esos seres vivos, gracias a la cual estos tienen una determinada identidad, no explicable a partir de la realidad material de sus partes. En el transcurso de la historia, el concepto "alma" pasa por diversos intentos de explicación, siempre sobre la base de la diferenciación de dos aspectos específicos: lo material y lo inmaterial. Para la religión cristiana, el hombre consta de dos partes, el cuerpo (lo físico) y el alma (lo relacionado con lo espiritual), siendo uno de los aspectos del ser humano, que lo unifica como individuo y lo "lanza" a actividades que van más allá de lo material. Gracias al alma el hombre es capaz de sentimientos, emociones, pensamientos y decisiones libres, así como de volver sobre sí mismo (auto conciencia). Desde la etimología, el verbo griego ψύχω, psycho, significa “aire frío”. A partir de este verbo se forma el sustantivo ψυχή, que alude en un primer momento al soplo, hálito o aliento que exhala al morir el ser humano. Dado que ese aliento permanece en el individuo hasta su muerte, ψυχή pasa a significar la vida. Cuando la psique escapa del cadáver, lleva una existencia autónoma: los griegos la imaginaban como una figura antropomorfa y alada, un doble o eidolon del difunto, que generalmente iba a parar al “Hades”, donde pervivía de modo sombrío y fantasmal. Platón consideraba al alma como la dimensión más importante del ser humano. A veces habla de ella como si estuviese encarcelada en un cuerpo, -idea que toma prestada del orfismo-. Según el Timeo, el alma estaba compuesta de lo idéntico y lo diverso, sustancia que el demiurgo usó para crear el alma cósmica y los demás astros; además, los dioses inferiores crearon dos almas mortales: la pasional, que reside en el tórax, y la apetitiva, que

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reside en el abdomen. Por encima de las dos estaría el alma racional, que encontraría su lugar en la cabeza. Algo parecido se narra en el Fedro, donde se expone el mito de los caballos alados: el auriga es el alma racional, el caballo blanco representa la parte pasional y el negro la parte de los apetitos. La tarea del auriga es mantener el caballo negro al mismo galope que el blanco. En el Fedón, el alma es vista como una sustancia que busca desligarse de los límites y conflictos que surgen desde su unión con el cuerpo, y considerando que podrá vivir de modo pleno tras el momento de la muerte. Aristóteles definió la Psyche como "determinada realización y comprensión de aquello que posee la posibilidad de ser realizado" y por mucho tiempo el concepto fue declarado como un enigma universal irresoluble. Según sus consideraciones, todos los seres del mundo físico tienen una materia que es pura indeterminación y una forma sustancial que es el principio determinativo. Estas dos realidades son inseparables, de modo que no tienen existencia independiente. En general, la cosmovisión de la antigua Grecia, que designaba “alma” como la fuerza vital de un individuo, unida a su cuerpo en vida y desligada de éste tras su muerte, se mantiene en varias escuelas de psicología, perdiendo en general su valor metafísico, convirtiéndose en la designación de todos los procesos y fenómenos que hacen la mente humana como una unidad. Realizaremos una brevísima alusión a otras consideraciones tales como las de Tomás de Aquino, que basándose en Aristóteles, habla de principios, - y no de realidades opuestasdescribiendo al ser humano como material por una parte -su cuerpo- ,y no material por otra -su alma espiritual-. El ser humano está inmerso en lo material y obedece a sus leyes básicas de espacio y tiempo. A la vez, muestra que no es material del todo pudiendo ir más allá del espacio y del tiempo con su razón: planificar el futuro o disponer los arreglos sobre un espacio existente en su vida diaria. Alma y cuerpo llegan a ser co-principios en la explicación de cómo es el ser humano. El ser humano es plenamente corporal pero tiene algo propio que le permite ir más allá de lo corporal: su alma espiritual. Sin embargo, es el alma la que tiene el ser en primer lugar, mientras el cuerpo existe en cuanto unido al alma. El pensamiento occidental recayó en el dualismo entre cuerpo y alma. Esta visión distorsiona la realidad y las consecuencias llegan a un desprecio de las realidades físicas,

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del cuerpo humano y de la sexualidad. Se imagina el alma como algo independiente, parte de lo divino y de lo bueno, como una hoja blanca metida en un pobre sobre material del cual urge liberarse. En forma sintética, tendremos en cuenta que Descartes define alma como cosa pensante opuesta a cosa "extensa" – res cogitans versus res extensa-; Espinoza se refiere al alma como atributo y modo de la substancia divina; Kant la califica de imposibilidad de aprehender lo absoluto; para Hegel es el auto desarrollo de la idea; Jaspers la define como "existencialidad"; Heidegger como "ser-ahí". Recomendamos seguir las consideraciones de estos autores, pero pensamos que exceden a la intención de un texto dedicado a una introducción al pensamiento freudiano. Respecto del término “espíritu”, procede del latín spiritus, del verbo spirare tomando la significación de soplo. La filosofía clásica alemana subrayaba el carácter activo del espíritu, lo veía como actividad de la autoconciencia. Así, Hegel concebía el espíritu como unidad de la autoconciencia y de la conciencia, unidad que se realizaba en la razón; como unidad entre la actividad práctica y la teórica del espíritu sobre la base de la práctica: el ser del espíritu es su hacer aunque este hacer es interpretado sólo como conocimiento. El espíritu, según Hegel, supera lo natural y se eleva hasta sí mismo en el proceso del autoconocimiento. La filosofía materialista considera al espíritu como lo secundario respecto a la naturaleza. El espíritu es la parte más racional del alma, derramada por todo el cuerpo. En los siglos XVII-XVIII (Hobbes, Locke, La Mettrie) concebían el espíritu sólo como una variedad del conocimiento sensorial. El materialismo dialéctico no reduce lo espiritual a la simple suma de sensaciones y rechaza la representación del espíritu como de algo que existe con independencia de la materia. Lo espiritual es función de la materia altamente organizada, es resultado de la actividad práctica material, histórico-social de los hombres. La vida espiritual de la sociedad –conciencia social– aparece como ser social. En la concepción moderna, el espíritu no es una sustancia, sino el modo de ser propio del ser humano, cuya esencia es la libertad, plasmando la vida y el mundo, siendo la capacidad de inter-relación que todas las cosas guardan entre sí. Conforma relaciones cada vez más complejas, considerando que cuando se forma un campo relacional, allí se genera “espíritu”. En cierto grado, todos los seres participan del espíritu y la singularidad del

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espíritu humano es ser reflexivo y autoconsciente. Por el espíritu, el ser humano se siente insertado en el Todo a partir de una parte que es el cuerpo animado y, por eso, portador de la mente. El espíritu significa subjetividad que se abre al otro, se comunica y así se autotrasciende, gestando una comunión abierta, hasta la máxima alteridad, marcada por el amor y el cuidado. El espíritu es relación y vida y su opuesto no es materia y cuerpo, sino muerte y ausencia de relación. Desde esta perspectiva, espiritualidad es toda actitud y actividad que favorece la relación, la vida, la comunión, la subjetividad y la trascendencia. ¿Cuáles son las nociones freudianas que se dejan encontrar en este texto? Su autor refiere: “«Psique» es una palabra griega que en alemán se traduce «seele» (alma). Según esto, «tratamiento psíquico» es lo mismo que «tratamiento del alma». Podría creerse, entonces, que por tal se entiende tratamiento de los fenómenos patológicos de la vida anímica. Pero no es este el significado de la expresión. «Tratamiento psíquico» quiere decir, más bien, tratamiento desde el alma -ya sea de perturbaciones anímicas o corporales- con recursos que de manera primaria e inmediata influyen sob re lo anímico del hombre”.4 Queda claro en la expresión freudiana que un “tratamiento psíquico” no está referido sólo a su aplicación a fenómenos patológicos, sino también a perturbaciones anímicas o corporales, a través de un recurso: la palabra. Es importante destacar esta diferenciación. Entre otros juicios que transmite el texto de 1890, se destaca la consideración de que la medicina, más allá de los grandes progresos científicos, tiene un gran desafío en el “arte de curar” pues muchas perturbaciones tienen su origen emocional. Los procesos psíquicos están relacionados entre sí pudiendo lo anímico influir sobre lo corporal. Leamos el texto: “los signos patológicos están muy nítidamente bajo el influjo de irritaciones, emociones, preocupaciones […] la causa inmediata de la perturbación ha de buscarse en lo anímico. […] Los afectos en sentido estricto se singularizan por una relación muy particular con los procesos corporales; pero, en rigor, todos los estados anímicos, aun los que solemos considerar «procesos de pensamiento», son en cierta medida «afectivos», y de ninguno están ausentes las exteriorizaciones corporales y la capacidad de alterar procesos físicos. Aun la tranquila actividad de pensar en «representaciones » provoca, según sea el contenido 4

Freud, S. “Tratamiento del alma”. Sigmund Freud Obras completas. Ob. Cit. Pág. 115.

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de estas, permanentes excitaciones […] Los procesos de la voluntad y de la atención son igualmente capaces de influir profundamente sobre los procesos corporales y de desempeñar un importante papel como promotores o inhibidores de enfermedades físicas […] En ciertos estados anímicos denominados «afectos», la coparticipación del cuerpo es tan grande”.5 Estas consideraciones son producto de prolijas observaciones clínicas que muestran una gran variedad de signos que se relevan y sustituyen unos a otros, siendo “expresión de las emociones”6 que alteran al cuerpo. Entre ellas Freud hace referencia a las alteraciones se producen en la circulación y en las secreciones bajo la influencia del miedo, de la ira, de las “cuitas del alma”, del arrobamiento sexual, así como los estados afectivos persistentes de naturaleza penosa, como la preocupación y el duelo, que rebajan la nutrición del cuerpo en su conjunto, causando que los cabellos encanezcan, que desaparezcan los tejidos adiposos y las paredes de los vasos sanguíneos se alteren patológicamente. También observa que, a la inversa, bajo la influencia de excitaciones jubilosas se observa que todo el cuerpo florece y la persona recupera muchos rasgos de la juventud. A su vez, señala que los afectos tienen mucho que ver con la capacidad de resistencia a las infecciones y refiere que ciertos observadores médicos comentaron que la propensión a contraer tifus y disentería es mucho mayor en los integrantes de un ejército derrotado que en los triunfadores, y que estados patológicos ya desarrollados pueden ser influidos muy considerablemente por afectos violentos, casi siempre en el sentido de un empeoramiento. Pero, también observa ejemplos de lo contrario: un fuerte susto o una cuita repentina provocan un cambio de tono en el organismo ejerciendo una influencia curativa sobre un estado patológico bien arraigado o aun suprimiéndolo. Por último, señala que no hay ninguna duda de que la duración de la vida puede ser abreviada notablemente por afectos depresivos, o que un terror violento, una

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Freud, S. Ibídem. Pág. 119-120. Freud, S. Ibídem.

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mortificación o un bochorno muy vivos pueden ponerle fin de manera repentina y que este último efecto es observado a veces también a consecuencia de un gran júbilo inesperado.7 El valor de las expectativas Freud se refiere al valor de las expectativas como una serie de fuerzas anímicas eficaces por medio de la cual pueden contraerse enfermedades o curarse,

considerando varias

modalidades. Vayamos a sus consideraciones: “La expectativa angustiada no es sin duda indiferente para el resultado; sería importante saber con certeza si su eficacia para enfermar es tan grande como la que se le atribuye: si es verdad, por ejemplo, que en el curso de una epidemia los más amenazados son los que tienen miedo de contraer la enfermedad. El estado contrario, la expectativa esperanzada y confiada es una fuerza eficaz de la que en rigor no podemos dejar de prescindir en todos nuestros ensayos de tratamiento y curación.8 Una observación que aparece entre líneas y que no queremos pasar por alto, es la referencia a la fe religiosa, que podemos generalizar respecto de lo que llama “expectativa esperanzada y confiada” y en lo concerniente a la participación de las pulsiones como fuerzas genuinas. Refiere: “el poder de la fe religiosa es reforzado en este caso por diversas fuer...


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