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Title Lenguaje-musical-lenguaje-verbal-en-la-etapa-de-educacion-infantil
Course Sociologia de l'Educació
Institution Universitat de Girona
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Teresa Malagarriga Rovira, Isabel Gómez Alemany, Mercè Parés Miquel. (1999). Eufonía. [Versión electrónica]. Revista Eufonía 14

Lenguaje musical, lenguaje verbal en la etapa de educación infantil Teresa Malagarriga Rovira Isabel Gómez Alemany Mercè Parés Miquel

En la etapa 0-6, el lenguaje verbal y el musical -a los cuales se reconoce un ámbito particular de forma y de contenido- se apoyan y refuerzan mutuamente, recorriendo en algunos momentos un camino en común que seria difícil recorrer separadamente. Las autoras partiendo de su experiencia, nos muestran como a partir de planteamientos y actividades concretas se hace posible el incremento de competencias en ambos lenguajes.

Palabras clave: Música, Lenguaje musical, Educación, Educación musical, Educación infantil, Psicología, Lenguaje, Escuela Musical language, verbal language in Infant Education In the 0-6 stage, verbal and musical language, to which a special environment of form and content is recognised, mutually support each other. At times they follow the same path that would be difficult to follow separately. The authors using their experience show us how it is possible to increase competence in both languages basing their work on specific proposals and activities.

Uno de los objetivos básicos en la educación infantil es el desarrollo de las capacidades y posibilidades comunicativas, de expresión y comprensión. Esas capacidades permitirán al niño interaccionar con el medio facilitando simultáneamente su desarrollo personal y social como miembro activo e integrado de su comunidad. Para ello deberá conocer y usar unos lenguajes que lo hagan posible. Lenguaje es lo que sirve para representar el mundo: los objetos y su funcionamiento, los fenómenos, las personas, sus acciones, ideas y sentimientos y las múltiples relaciones que se dan entre ellos. Nos permite, además, pensar; es decir, planificar, analizar con ayuda de los objetos simbólicos de que cada lenguaje dispone. Son múltiples los lenguajes de que disponemos: verbal, plástico, musical, corporal, matemático, etc. que se crean y recrean culturalmente. Cada uno de ellos opera con contenidos y en contextos diferenciados ofreciendo recursos variados para el crecimiento en la comunicación. El desarrollo personal se puede explicar como la progresiva apropiación de los lenguajes presentes en la propia cultura con la finalidad de usarlos para la representación y comunicación (con uno mismo, con y para los otros). Los procesos de apropiación consisten en el uso facilitado por otros primero, en el contexto de actividades compartidas (que suelen ser de juego, de satisfacción de necesidades, de enseñanza-aprendizaje, de solución de problemas, etc.), y en el progresivo dominio del código correspondiente que deviene autónomo a lo largo del proceso así como expresivo y eficaz para la comunicación. Los seres humanos inician el desarrollo de sus competencias en este ámbito desde el principio de la vida. Este artículo no pretende hacer un estudio exhaustivo de las relaciones teóricas entre los diversos lenguajes sino explicar, desde la práctica cotidiana en la etapa de 0 a 6 años, cómo el lenguaje oral y la música -a los cuales reconocemos un ámbito particular de forma y de contenido- se apoyan y refuerzan mutuamente haciendo en algunos momentos un camino en común que sería difícil recorrer para uno sin el otro. Pretendemos reflexionar analizando la zona de actuación común entre los dos lenguajes.

Lenguaje musical-lenguaje verbal Ambos lenguajes se producen a partir de sonidos, y los sonidos se hacen en el tiempo creando estructuras, frases, repeticiones a partir de las cuales se expresan sentimientos, ambientes e ideas. Ambos están presentes en todas las culturas facilitando la expresión de las cosas más cotidianas y de las más cultas. Los lenguajes se aprenden utilizándolos; en el momento en que una niña o niño nace y toma contacto con el mundo, los adultos empiezan a relacionarse a partir de distintos recursos marcando ya desde ese momento la prioridad de algunos lenguajes e inhibiendo otros. Lógicamente, cuando empieza a expresarse utilizará los que mejor le han comunicado con el mundo exterior y lo hará imitando la forma en que ha estado expuesto a ellos, repitiendo elementos para poder asimilarlos y expresando lo que ha captado de ellos. En los inicios de ese proceso el lenguaje musical y el verbal han de llegarle como

dos formas de expresión que se complementan entre sí cuando la persona adulta provoca, con su voz, intercambios comunicativos a los que el pequeño da respuesta. Los miembros de nuestra cultura utilizan constantemente el lenguaje verbal en su función comunicativa, pero no ocurre lo mismo con el lenguaje musical. Éste se siente más lejano y se ha llegado a crear una distancia que hace que no se perciba como un medio de comunicación, sino como un producto elaborado y culto destinado a grupos reducidos. Cuando hablamos de la formación de los más pequeños nos parece imprescindible recuperar aquella forma de utilización de ambos lenguajes en los que en un primer momento la voz humana era la principal protagonista. Porque la voz es el instrumento sonoro (musical y verbal) por excelencia que todos tenemos a nuestra disposición para exteriorizar lo que sentimos o deseamos expresar. De hecho, en la expresión verbal la voz se modula constantemente en función del sentido de lo que se quiere expresar y esta modulación está cerca de la melodía. La entonación refuerza el contenido del texto verbal proporcionando belleza y expresividad. Desde este breve artículo quisiéramos mostrar recursos variados que, en nuestra opinión, facilitan la adquisición de ambos lenguajes. Las propuestas, por el hecho de enmarcarse siempre en actividades compartidas adulto-niños, poseen un importante componente de comunicación y sensibilidad. Ambos elementos provocan vivencias lúdicas que son positivas tanto para unos como para otros, permitiéndoles vivir las sensaciones que los seres humanos somos capaces de experimentar cuando nos implicamos a partir de formas personales de expresión en situaciones comunicativas. Para los pequeños, que están en proceso de descubrir el mundo en el que recientemente se han incorporado, estas vivencias crean hábitos y actitudes de participación, deseos de conocer que marcan profundamente sus primeras formas de conectar con el mundo exterior, a la vez que los lenguajes que van adquiriendo son para ellos una fuente de expresión y exteriorización de toda la riqueza que se va creando en su interior. Para los adultos, constituyen también una forma de comunicación personal y un medio para implicar o incorporar a los niños de forma agradable.

Primer año de vida: balbucear, cantar, hablar Para hablar del primer año de vida del niño, quisiéramos ayudar al lector a observar aquello que de forma natural sucede con relación al tema que nos ocupa. El sentido común y la sensibilidad de los adultos que aprecian a los pequeños hace que adopten unas formas de actuar de las que los educadores a buen seguro podemos aprender. El instinto de las personas que cuidan a los niños, la cultura tradicional... crean una forma de comunicación en la que ambos lenguajes se mezclan haciendo difícil saber dónde empieza uno o termina el otro. Inspirados por su sensibilidad y con el deseo de emprender la comunicación se expresan modulando la voz, creando o reproduciendo ritmos y pequeñas entonaciones que provocan en los pequeños sensaciones de placer, juego, risa, etc. que más adelante ellos intentarán imitar. Estas conductas o expresiones, muy comunes a personas de distinta formación y cultura, nos hacen intuir hasta qué punto la voz es para las personas un medio de expresión natural capaz por sí sola de comunicar estados de ánimo, de crear ambientes que el lenguaje verbal concreta y el musical deja intuir o refuerza. En estas situaciones, la entonación cantada y hablada, las variaciones de timbre, el ritmo, la intensidad, etc. son elementos expresivos que se utilizan espontáneamente para expresar el momento que se está viviendo exteriorizando distintas y variadas sensaciones. Cada persona expresa su sentido musical con unos rasgos únicos a los que dan forma aspectos tan personales como el timbre, la entonación y matices muy sutiles que hacen que cada voz sea única. De hecho, llega a ser uno de los elementos que nos puede acercar o alejar de alguien, no por el contenido de las palabras sino por el conjunto de elementos que las acompañan y nos permiten intuir su interior, su sentir, su forma de aproximarse al mundo y a nosotros. Coadyuvando a las intenciones que provocan ese comportamiento espontáneo, la cultura popular pone a nuestra disposición una gran variedad de materiales que los educadores debemos conocer, utilizar y enseñar. Nos referimos a todos los juegos de falda o de regazo, canciones de cuna, juegos de corro, canciones mágicas, eliminativas, etc. Cada uno de estos tipos de canciones son adecuados para una edad determinada pero, según nuestra experiencia, tienen un lugar insustituible en toda la etapa de los 0 a los 6 años. Empezaremos hablando de los juegos de falda, juegos que los adultos realizan con los niños en su regazo jugando con su cuerpo y el movimiento rítmico que imprimen en él. En esta etapa no podemos dejar de puntualizar que uno de los lenguajes prioritarios es el lenguaje corporal a través del cual se establece un diálogo tónico comunicando, contagiando, compartiendo sensaciones y estados de ánimo. Los otros lenguajes juegan un papel de apoyo y van poco a poco ganando importancia en el conjunto de recursos comunicativos. Es interesante observar que cada cultura tiene sus propios juegos, aunque los temas acostumbran a ser los mismos e incluso las propuestas de juego y movimiento que se hacen al niño. En cambio, varían las melodías y, evidentemente, el texto. Analizando las melodías de cada cultura observamos que contienen los giros melódicos más propios de su música tradicional soportados en los ritmos que más favorecen la expresión oral de las palabras, respetando los acentos y las maneras de decir. Además, las propuestas de movimiento se hacen sincronizando el ritmo musical y verbal de la cantinela con el movimiento que acostumbran a realizar conjuntamente niño y adulto. Este hecho es de un valor incalculable para el inicio de la formación musical del bebé, pues a partir de estas pequeñas actividades vive unas experiencias musicales en las que las

frases melódicas y las estructuras rítmicas dirigen, ordenan, conducen las pequeñas acciones que se realizan con el cuerpo. En cuanto el niño o niña va creciendo y puede realizar independientemente estos pequeños juegos, lo hace intentado afinar y pronunciar las palabras de la canción. Aparecen además unas conductas musicales ya mínimamente estructuradas puesto que tienen un principio y un final, y unas acciones intermedias sincronizadas a la cantinela. Así mismo, muchos aspectos musicales que favorecen la expresividad de la música son utilizados imitando las conductas observadas: retardar un final, cantar legato o stacatto, exagerar la entonación de los finales de frase, cantar más rápido o más lento, variar la intensidad, dar distintos caracteres a la música en función de la acción que la acompaña. Éstas, en nuestra opinión, son las primeras estructuras musicales que el niño capta y expresa a las que deberíamos otorgar el valor que se merecen. Estos juegos y situaciones comunicativas también les aportan recursos para mejorar sus competencias en el lenguaje verbal. En ellos son capaces de encontrar modelos estables de estructura, fonética y semántica que son fácilmente compartidos con varios adultos u otros niños. Ello permite incorporarlos poco a poco debido a las numerosas veces que con satisfacción por ambas partes se repite la situación. Además, mantienen formas de decir y de expresarse propias de la lengua llenas de gracia y belleza. En nuestra opinión, estos aprendizajes no sólo se expresan por medio de los lenguajes a los que nos estamos refiriendo, llegan a ser conductas, hábitos, maneras de actuar y reaccionar que nos informan sobre la intensidad de las vivencias. Nos referimos a actitudes de escucha, alegría, atención, motivación, sensibilidad, deseo de compartir, expresividad, memoria, movimiento con relación a la música. Todas estas reacciones nos parecen naturales dado que las actividades vividas han proporcionado muchos momentos de atención individual, contacto corporal, diversión, sensaciones muy diversas con ambientes muy variados que van desde la suavidad o relajación, hasta la sorpresa, el juego y la diversión.

Desarrollo de la actividad conjunta (lenguajes verbal y musical) en la etapa de 0 a 6 años Hemos querido referirnos al primer año por considerarlo el punto de partida de estos aprendizajes, un punto de partida básico que ha de tener continuidad en toda la etapa 0-6, y que si es debidamente atendido desde el nacimiento facilita en gran manera los futuros aprendizajes. En toda la etapa es preciso dar continuidad a lo iniciado. Nuestra propuesta incluye actividades en las que los dos lenguajes están presentes en toda su globalidad y actividades en las que se experimenta produciendo sonidos que dan lugar a estructuras con su correspondiente representación gráfica. Todas ellas se complementan con un determinado uso del lenguaje verbal como elemento indispensable para la regulación y toma de conciencia del progreso en los aprendizajes. En primer término, nos referimos a actividades en las que el discurso musical y el verbal mantienen una presencia absoluta. Al realizarlas nos servimos de estos dos lenguajes expresados en su forma ya completa: la canción, y los refranes, trabalenguas y poesías con su correspondiente representación gráfica, constituyen los recursos principales.

La canción Sin duda alguna, la canción es el elemento musical por excelencia para aproximar al niño a la música. Nos hemos referido a ella al hablar del primer año de vida y es imposible resumir en un espacio breve su valor estético y pedagógico. Quim Maideu(1)habla así de la canción tradicional: El cant és la nostra primera i mes personal manifestació musical, i el qual, quan porta text, pot a més a més incorporar en una simbiosi perfecta, el món de les paraules, l'àmbit dels conceptes. ...Ens cal conèixer i potenciar de nou i decididament el llenguatge de la nostra vida interior, aquell que compromet harmònicament, amb proporció i equilibri, la intel.ligència, la imaginació, la voluntat, la sensibilitat i l'emotivitat. El canto es nuestra primera y más personal manifestación musical, y éste cuando va acompañado de texto puede, además, incorporar en una simbiosis perfecta el mundo de las palabras, el ámbito de los conceptos. Nos es necesario conocer y potenciar de nuevo, y decididamente, el lenguaje de nuestra vida interior, aquel que compromete armónicamente, con proporción y equilibrio, la inteligencia, la imaginación, la voluntad, la sensibilización y la emotividad. Podríamos afirmar que la canción es el campo musical más próximo a la mayoría de la población, el que más permite participar activamente en la música, quizás porque la letra la llena de contenido y le da apoyo para su ejecución, quizás también porque se puede interpretar con un instrumento que todo el mundo tiene a su alcance. El canto representa para las personas que lo practican una profunda vivencia que llena muchos momentos vividos, creando unos espacios interiores dispuestos a disfrutar de la audición o interpretación de la música. A modo de reflexión apuntaremos algunos de los aspectos que aporta a la adquisición de los dos lenguajes, pero tal vez lo más importante a afirmar es que la experiencia individual y colectiva del hecho de cantar tiene para las personas un valor muy grande, difícil de medir y concretar con palabras.

Al cantar hacemos una melodía con un texto determinado. Ambos aspectos suenan juntos creando un discurso ordenado. El texto sin la melodía podría ser una poesía, un trabalenguas, etc.; la melodía sin texto podría ser una obra musical; pero la canción precisa de los dos elementos. Tanto la melodía como el texto están formados por frases ya hechas que incorporan distintos giros melódicos, palabras, maneras de decir que ejercitan modelos melódicos y fonéticos, estructuras que fuera de este contexto difícilmente se acostumbran a plantear. Su repetición permite asimilarlos, creando modelos y pautas. El equilibrio entre las frases educa el sentido de la proporción básico para la creación de estructuras musicales. A su vez, las frases crean distintas estructuras: diálogos, repeticiones, que dan a la melodía consistencia y a la frase verbal sentido y expresividad. Hemos podido observar cómo niños y niñas adaptan nuevas letras a melodías conocidas o inventadas. La repetición de melodías les ha facilitado modelos sobre el largo de las frases, los acentos, los pareados que podrán utilizar después con corrección. Cada melodía tiene sus combinaciones de sonidos propios, su forma de resolver los enlaces entre frases, su propia estructura interna que la conduce desde el inicio hasta el final, apareciendo ante el auditor como una pequeña obra de arte completa, acabada en ella misma. De igual modo, el texto se entrelaza con ella creando una unidad; cada canción es vivida por el niño como una pieza única que cada vez que interpreta, recrea, aportando su matiz personal. Para interpretar la melodía nos servimos de los sonidos concretos de las palabras interpretados a una altura determinada y con un ritmo preestablecido. Esta práctica educa la dicción, el ritmo, la altura y crea un sentido de orden y belleza. La canción colabora a ordenar las ideas (melódicas, verbales) puesto que en una canción de cualidad las ideas están expuestas de forma lógica y estética. El trabajo con la canción tradicional ofrece un bagaje lingüístico que pocas veces facilita el educador en sus conversaciones cotidianas y un bagaje musical que sin la canción sería muy difícil de aproximar al niño. Todo ello se puede realizar a nivel individual o con el soporte del grupo; cantar colectivamente proporciona gozo y facilita el aprendizaje, la fijación de la melodía y el ritmo, la posibilidad de escuchar otras voces adaptando la propia, etc.

La escritura musical En esta etapa educativa el niño descubre una vertiente más del mundo de la comunicación: sabe y experimenta con placer que las representaciones gráficas están llenas de contenidos y, si el contexto lo facilita, se siente deseoso de explorarlo y conocerlo. Los educadores de esta etapa hemos visto con satisfacción evolucionar a nuestros alumnos en el proceso de construcción de la lengua escrita desde los primeros trazos indiferenciados hasta la escritura convencional y desde la libre interpretación, hasta la lectura real. Es posible que no sean tantos los que hayan visto crecer a sus alumnos y alumnas en el proceso de representación gráfica de la música y en general del mundo sonoro. La canción es un buen punto de partida para la iniciación a la lectura musical, puesto que cada canción es vivida por el niño como una unidad. Se la representa entera y distinta de todas las demás incluso cuando las melodías son parecidas o los textos repetitivos. Esto nos permite presentar la representación gráfica de cada canción dándole identidad y sentido a aquello que está escrito: es algo que el niño conoce, identifica, sabe hacer, aprecia, le sirve para disfrutar, etc. Por otra parte, la canción contiene la grafía de todos los elementos básicos de la escritura musical: pentagrama, clave, compás, divisorias, figuras rítmico-melódicas... En ese sentido, valoramos los resultados positivos de nuestra experiencia.(2)A continuación explicaremos de forma muy resumida nuestro planteamiento práctico y las estrategias utilizadas. A partir de los 3 años empezamos a ampliar la representación gráfica de algunas canciones que los niños conocen exponiéndolas en sus clases (el pentagrama tiene 7 cm de altura) y los educadores las cantan con el nombre de las notas, interesando a los pequeños en la actividad. Al leerlas, señalamos la pulsación haciendo avanzar el dedo sobre la partitura (actividad que muy pronto son capaces de llevar a cabo ellos mismos ayudados por unos distintivos de colores que se adhieren a la parti...


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