Médula ósea (¿Qué es la Médula Ósea?, Función, Composición, médula ósea amarilla, Enfermedades) PDF

Title Médula ósea (¿Qué es la Médula Ósea?, Función, Composición, médula ósea amarilla, Enfermedades)
Course Histología y Embriologia
Institution Universidad Nacional Experimental de los Llanos Centrales Rómulo Gallegos
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Summary

La médula ósea es una estructura que se encuentra localizada en la diáfisis o cuerpo de los huesos, se origina a partir de un crecimiento endoconjuntivo o intramembranoso, el cual va a partir de las células mesenquimáticas indiferenciadas....


Description

Médula ósea

¿Qué es la Médula Ósea?

La médula ósea es una estructura que se encuentra localizada en la diáfisis o cuerpo de los huesos, se origina a partir de un crecimiento endoconjuntivo o intramembranoso, el cual va a partir de las células mesenquimáticas indiferenciadas. En un principio, el lugar en donde se sitúa la médula ósea se encontraba compuesto por tejido óseo esponjoso, el cual está conformado por trabéculas óseas, este hueso posteriormente es reemplazado por medio de los osteoclastos, las cuales son células de origen hematopoyético y en un proceso de maduración van a ir reemplazando o reabsorbiendo este hueso esponjoso formando la cavidad medular. Es importante señalar que la Médula Ósea puede encontrarse tanto en la cavidad medular de la diáfisis de los huesos largos como en las epífisis del hueso esponjoso. En ocasiones se le confunde con la médula espinal, aunque no presentan relación alguna, pues sus funciones son absolutamente diferentes. La médula espinal se ubica en la columna vertebral y transporta los impulsos nerviosos del cerebro a todo el cuerpo y recíprocamente. Por su parte, en la médula ósea se forman las células sanguíneas, las cuales empiezan como células madre que se transforman en glóbulos rojos, blancos y plaquetas y luego éstos ingresan a la sangre. La médula ósea posee células inmaduras nombradas células madre hematopoyéticas que conforman la sangre. Éstas se reparten para producir más células que darán lugar a todas las células de la sangre, y se convierten en una de las tres clases de células sanguíneas. Estas poseen una distribución diferentes en los adultos y niños esto se debe al desarrollo de los huesos donde los niños todavía no los han desarrollado por eso ellos poseen una cantidad superior a los adultos en la cual la medula ósea se encuentra en todos sus huesos pero ya a partir de los 4-5 años esta se va reduciendo, en los adultos se encuentra un kilo de medula ósea distribuida entre la pelvis las vértebras la mandíbula las

epífisis del fémur, y entre las

humero, del costillas.

Función de la médula ósea Su misión es generar células sanguíneas y mandarlas por el flujo sanguíneo para que transiten por todo el cuerpo. Allí se produce la hematopoyesis. La médula ósea labora como una “fábrica” que genera todas las células que se hallan en la misma médula ósea y en el torrente sanguíneo. La médula ósea posee dos tipos de células madre: mesenquemiales y hematopoyéticas. El procedimiento de la creación de las diversas células de la sangre, desde las células progenitoras pluripotentes es conocido como hematopoyesis. Las células hematopoyéticas pluripotentes pueden transformarse en cualquier tipo de célula del sistema sanguíneo. Estas células, una vez distinguidas y maduras son las células que observamos en el flujo sanguíneo. Las células sanguíneas se dividen en tres series: Serie roja: Conformada por los eritrositos que son los encargados de trasladar el oxígeno de los pulmones a todas las células del cuerpo. Serie plaquetaria: Conformada por las plaquetas que están implicadas en la coagulación de la sangre y son segmentos del citoplasma de los megacariocitos.

Serie blanca: Está compuesta por cinco células siendo tres granulocitos (Neutrófilos, eosinófilos y basófilos) y dos agranulocitos (Monocito y linfocito) y estos enfrentan las infecciones combatiendo y eliminando las bacterias, y participan también en los procedimientos inmunes.

Composición de la médula ósea

La médula ósea es un tejido gelatinoso que ocupa el interior de los huesos. La médula ósea produce los componentes de la sangre: los eritrocitos (glóbulos rojos), los leucocitos (glóbulos blancos) y las plaquetas. Los eritrocitos son las células encargadas de llevar el oxígeno de los pulmones a las células de todo el organismo, y de transportar el gas carbónico de las células a los pulmones para ser expulsado del cuerpo. Los leucocitos son los agentes más importantes del sistema de defensa del organismo; y las plaquetas son parte del sistema de coagulación de la sangre. Estos componentes de la sangre son renovados constantemente, y la médula ósea es quien se encarga de esta renovación. Las células plasmáticas forman igualmente parte del sistema inmunológico del cuerpo; también son producidas por la médula ósea y entran a la sangre; normalmente constituyen una parte muy pequeña (menos del 5%) de las células de la médula ósea. La médula ósea roja es aquella que es activa en la hematopoyesis, ya que los cordones hematopoyéticos están en su mayoría compuestas por células sanguíneas en desarrollo y megacariocitos. Está compuesta por: sinusoides, células adventicias, islotes eritroblásticos, megacariocitos y adipocitos. Los sinusoides: Los sinusoides son unidades vasculares especializadas de vasos sanguíneos localizados en la médula ósea. Poseen una pared formada Por un revestimiento endotelial, una lámina basal discontinua y un recubrimiento de células adventicias. Los sinusoides posen una circulación cerrada por ello los elementos formes nuevos tienen que atravesar el endotelio para entrar en la circulación. Células adventicias: son células ricas en colágeno que dan sostén a la célula. Islotes eritroblásticos: Es un nido de células donde se producen los eritrocitos, poseen un macrófago en su centro que se encarga de eliminar los eritrositos dañados y se encuentran cerca de la pared de un sinusoide para arrojar eritrocitos a la circulación.

Megacariocitos: Son precursores de las plaquetas, se encuentran pegados a la pared sinusoidal y emiten sus plaquetas en este a través de las aberturas en el endotelio. Adipocitos: Son células de grasa las cuales aumentan conforme a la edad.

Médula ósea roja y médula ósea amarilla

La médula ósea es un tipo de tejido que se encuentra en el interior de los huesos. Puede ser de dos clases: roja y amarilla. En la médula ósea roja se fabrican las células de la sangre. Este proceso de fabricación se denomina hematopoyesis o hemopoyesis. La médula amarilla se compone de grasa y no participa en la formación de la sangre. Durante la niñez, la mayor parte de la médula es roja, pero con el paso de los años, se convierte en amarilla, aunque puede volverse a convertir en médula roja si fuese necesario. La médula ósea roja, en los adultos, está ubicada en las costillas, el esternón, la columna vertebral, el cráneo, la escápula y la pelvis. La médula ósea roja (en adelante, médula ósea) contiene las células madre (o hemoblastos) que originan los tres tipos de células sanguíneas:



Los hematíes, eritrocitos o glóbulos rojos: encargados de llevar el oxígeno a las células.



Los leucocitos o glóbulos blancos: defienden de las infecciones.



Las plaquetas: evitan la hemorragia formando un coágulo cuando existe una herida.

La médula ósea mantiene el número normal de los tres tipos de células sanguíneas, sustituyendo a las antiguas, que sufren muerte natural. Además, si necesitara aumentar el número de ellas, por cualquier motivo, la médula formaría con rapidez nuevas células. Por ejemplo, cuando hay una infección, la médula estimula la formación de leucocitos para combatirla y su número aumentará con rapidez. Cómo se ha mencionado en el apartado anterior, existen 3 tipos de células diferentes en la médula ósea, generadas a partir de las células madre: o Los glóbulos rojos o Los glóbulos blancos o Las plaquetas Los glóbulos rojos son discos bicóncavos (como una esfera hueca) compuestos de hemoglobina, una sustancia rica en hierro. Su función es transportar el oxígeno (al unirse el oxígeno a la hemoglobina) desde los pulmones a todas partes del cuerpo, ya que por su tamaño, forma y flexibilidad se pueden introducir entre pequeños espacios. Los glóbulos rojos derivan de las células madre de la médula ósea y son, en origen, células con núcleo cuya maduración en la médula se lleva a cabo con la síntesis de la hemoglobina y la pérdida de función del núcleo, que finalmente es expulsado. En este momento, esa célula nueva se llama reticulocito, que se transforma en glóbulo rojo o hematíe cuando pierde material y se hace más pequeño. El glóbulo rojo ya maduro pasa al torrente sanguíneo. El recuento normal de glóbulos rojos es de 4,5 a 6 millones por milímetro cúbico para los hombres y de 4 a 5,5 millones por milímetro cúbico para las mujeres. Los glóbulos blancos son los encargados de defender al organismo de las infecciones. Se producen a partir de la célula madre en la médula ósea, donde se almacenan, y se liberan al torrente sanguíneo cuando el organismo los necesita. Los glóbulos blancos viven en la sangre unas doce horas.

Se diferencian de los glóbulos rojos porque poseen núcleo y son más grandes. El recuento total de leucocitos es de 5.000 a 10.000/mm3 y hay cinco tipos distintos: Los neutrófilos, eosinófilos y basófilos, que forman el grupo llamado granulocitos, los linfocitos y los plasmocitos. Las plaquetas (o trombocitos) son las células que previenen la hemorragia con la formación de coágulos. Se producen en la médula ósea a partir de una célula llamada megacariocito que proviene de las células madre. Las cifras normales de plaquetas en sangre son de 150.000 a 450.000/mm3 en sangre. La trombopoyetina es una hormona que estimula a la médula para la formación de plaquetas. Las plaquetas se acumulan en las heridas, provocando una contracción del vaso sanguíneo y, tras una serie de reacciones químicas y junto con los factores de coagulación que intervienen, se unen entre sí y forman un coágulo de fibrina que detiene definitivamente la hemorragia. Las plaquetas viven unos diez días en la sangre. La producción de todas las células sanguíneas está muy regulada: tener demasiadas es tan malo como no tener suficientes. Como se explica anteriormente, las células sanguíneas son descendientes de las denominadas células madre que residen en la médula ósea. Estas células madre son precursoras que tienen el potencial de crear cualquiera de los tipos de células sanguíneas. La formación de nuevas células sanguíneas depende de un cierto código, de manera muy parecida a los complicados mapas de construcción necesarios para producir un ordenador, un avión o un gran edificio. Cada célula de nuestro organismo lleva este mapa en su interior: es el denominado código genético o ADN.

Enfermedades de la Medula Ósea. La medula ósea funciona con normalidad cuando, las células madres viejas se reemplazan por células nuevas, que maduran dando lugar a los glóbulos blancos, glóbulos o plaquetas. Pero cuando existe algún trastorno en la medula ya sea genético o producido por factores ambientales, este proceso puede verse alterado y provocar diferentes patologías hematológicas. Las más comunes de estas patologías son: a) Leucemia. La leucemia es el cáncer de los tejidos que forman la sangre en el organismo, incluso la médula ósea y el sistema linfático. La leucemia, por lo general, involucra a los glóbulos blancos. Los glóbulos blancos son poderosos combatientes de infecciones; por lo general, crecen y se dividen de manera organizada, a medida que el cuerpo los necesita. Pero en las personas que tienen leucemia, la médula ósea produce una cantidad excesiva de

glóbulos blancos anormales que no funcionan correctamente. El tratamiento para la leucemia puede ser complejo, según el tipo de leucemia y según otros factores. Pero existen estrategias y recursos que pueden ayudar a hacer que el tratamiento sea exitoso. Los científicos no comprenden las causas exactas de la leucemia. Parece desarrollarse a partir de una combinación de factores genéticos y ambientales. . Síntomas Los síntomas de la leucemia varían según el tipo de leucemia. Los signos y síntomas comunes incluyen los siguientes: 

Fiebre o escalofríos.



Fatiga persistente, debilidad.



Infecciones frecuentes o graves.



Pérdida de peso sin intentarlo.



Ganglios linfáticos inflamados, agrandamiento del hígado o del bazo.



Sangrado y formación de hematomas con facilidad.



Sangrados nasales recurrentes.



Pequeñas manchas rojas en la piel (petequia).



Hiperhidrosis, sobre todo por la noche.



Dolor o sensibilidad en los huesos. ¿Cómo se forma la leucemia?

En general, se cree que la leucemia aparece cuando algunas células sanguíneas adquieren cambios (mutaciones) en el ADN. El ADN de una célula contiene instrucciones que le dicen lo que debe hacer. Habitualmente, el ADN le indica a la célula que crezca a cierto ritmo y que se muera en determinado momento. En la leucemia, las mutaciones indican a las células sanguíneas que continúen creciendo y dividiéndose. Cuando esto sucede, la producción de células sanguíneas se descontrola. Con el tiempo, esas células anormales pueden desplazar a las células sanguíneas sanas de la médula ósea, lo que disminuye la cantidad de plaquetas, glóbulos blancos y glóbulos rojos sanos, y causa los signos y síntomas de la leucemia.

¿Cómo se clasifica la leucemia? La leucemia se clasifica en función de la velocidad de evolución y de los tipos de células involucrados. El primer tipo de clasificación se centra en la velocidad de evolución de la leucemia: 

Leucemia aguda. En la leucemia aguda, las células sanguíneas anormales son células sanguíneas inmaduras (blastos). No pueden cumplir sus funciones normales y se multiplican rápido; por lo tanto, la enfermedad empeora con rapidez. La leucemia aguda exige un tratamiento oportuno y agresivo.



Leucemia crónica. Existen muchos tipos de leucemias crónicas. Algunas producen demasiadas células y otras, muy pocas. La leucemia crónica comprende células sanguíneas más maduras. Esas células sanguíneas se replican y acumulan muy lentamente, y pueden funcionar con normalidad durante un tiempo. Algunas formas de leucemia crónica, al principio, no producen síntomas tempranos, por lo que pueden pasar desapercibidas o no diagnosticarse durante años. El segundo tipo de clasificación tiene en cuenta el tipo de glóbulo blanco afectado:



Leucemia linfocítica. Este tipo de leucemia afecta las células linfoides (linfocitos) que forman el tejido linfoide o linfático. El tejido linfático forma el sistema inmunitario.



Leucemia mielógena. Este tipo de leucemia afecta las células mieloides. Estas originan los glóbulos rojos, los glóbulos blancos y las células que producen plaquetas. Factores de riesgo

Los factores que pueden aumentar los riesgos de manifestar algunos tipos de leucemia son los siguientes:

. Tratamientos oncológicos previos. Las personas que se sometieron a determinados métodos de quimioterapia y radioterapia por otros tipos de cáncer corren un mayor riesgo de manifestar ciertos tipos de leucemia. . Trastornos genéticos. Las anomalías genéticas parecen influir en el desarrollo de la leucemia. Ciertos trastornos genéticos, como el síndrome de Down, están asociados con un mayor riesgo de padecer leucemia. . Exposición a ciertas sustancias químicas. La exposición a ciertas sustancias químicas, como el benceno (el cual se encuentra en la gasolina y se utiliza en la industria química), está relacionada con un mayor riesgo de padecer algunos tipos de leucemia. . Tabaquismo. Fumar cigarrillos aumenta el riesgo de padecer leucemia mielógena aguda. . Antecedentes familiares de leucemia. Si a algún miembro de tu familia se le ha diagnosticado leucemia, tu riesgo de padecer la enfermedad puede aumentar.

b) Anemia aplásica. La anemia aplásica es una afección que ocurre cuando el cuerpo deja de producir la cantidad necesaria de células sanguíneas nuevas. La afección hace que sientas fatiga y aumenta la propensión a infecciones y sangrados descontrolados. La anemia aplásica puede durar poco o volverse crónica. Puede ser grave e incluso mortal. Síntomas La anemia aplásica puede no presentar síntomas. Cuando se presentan, los signos y síntomas pueden comprender los siguientes: 

Fatiga.



Falta de aire.



Frecuencia cardiaca rápida o irregular.



Piel pálida.



Infecciones frecuentes o prolongadas.



Hematomas sin causa aparente o que aparecen con facilidad.



Sangrados nasales o de encías.



Sangrado prolongado por cortes.



Erupción cutánea.



Mareos.



Dolor de cabeza.



Fiebre. Causas.

Como ya se sabe las células madre de la médula ósea producen células sanguíneas: glóbulos rojos, glóbulos blancos y plaquetas. En la anemia aplásica, las células madre están dañadas. Como resultado, la médula ósea está vacía (aplásica) o contiene pocas células sanguíneas (hipoplásica). La causa más común de la anemia aplásica es cuando el sistema inmunitario ataca a las células madre de la médula ósea. Estos son otros factores que pueden dañar la médula ósea y afectar la producción de células sanguíneas: . Tratamientos de radiación y quimioterapia. Si bien estas terapias contra el cáncer matan las células cancerosas, también pueden dañar las células sanas, entre ellas, las células madre de la médula ósea. La anemia aplásica puede ser un efecto secundario temporal de esos tratamientos. . Exposición a sustancias químicas tóxicas. . Uso de ciertos medicamentos. . Trastornos autoinmunitarios. . Una infección viral. Las infecciones virales que afectan la médula ósea pueden tener un rol en el desarrollo de la anemia aplásica. Los virus que se han vinculado con la anemia aplásica comprenden los virus de la hepatitis, de Epstein-Bar, el citomegalovirus, el parvovirus B19 y el VIH.

. El sistema inmunitario puede atacar la médula ósea durante el embarazo. Prevención No existe prevención para la mayoría de los casos de anemia aplásica. Sin embargo, evitar la exposición a insecticidas, herbicidas, solventes orgánicos, removedores de pintura y otras sustancias químicas tóxicas puede disminuir el riesgo de la enfermedad.

c) Trastornos mieloproliferativos. Se trata de un conjunto heterogéneo de patologías caracterizadas por la generación desproporcionada de uno o diversos tipos de células sanguíneas (glóbulos rojos, blancos o plaquetas). Los pacientes que padecen este tipo de alteración presentan una mayor posibilidad de padecer trombos y hemorragias. También, pueden terminar desencadenando una leucemia aguda por la enfermedad subyacente y el mismo tratamiento.

Clasificación. En función del núcleo de células afectadas estos síndromes se clasifican en cuatro: 

La policitemia vera: Esto hace que la médula ósea produzca demasiada cantidad de glóbulos rojos. Este exceso de células espesa la sangre y reduce el flujo, lo que puede causar graves problemas, como coágulos sanguíneos. La policitemia vera es poco frecuente.



La trombocitemia esencial: es un trastorno poco frecuente en el que el cuerpo produce demasiadas plaquetas. Las plaquetas son la parte de la sangre que se adhiere para formar coágulos. Esta enfermedad hace que te sientas fatigado y aturdido, y que tengas dolores de cabeza y cambios en la visión.



La mielofibrosis primaria: se caracteriza por la presencia de un tejido fibroso en la médula ósea y por un desplazamiento de células madre de la médula ósea a la sangre, donde colonizan órganos a distancia (fundamentalmente, el bazo y el hígado). Es una enfermedad muy poco frecuente.



La leucemia mieloide crónica: afecta a las células precursoras o hemocitoblastos de la sangre. Se caracteriza por una proliferación de los glóbulos blancos de la serie granulocítica, esplenomegalia, trombocitosis y anemia.

d) Síndromes mielodisplásicos.

Los síndromes mielodisplásticos (SMD) abarcan una serie de pat...


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