Monografia-Revolucion-Francesa PDF

Title Monografia-Revolucion-Francesa
Author Alfredo Subelza
Course Introducción a la historia
Institution Universidad Nacional de Jujuy
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Summary

Trabajo Completo sobre La Revolución Francesa...


Description

Historia Moderna y Contemporánea

Trabajo Práctico Sobre:

La Revolución Francesa

2020

Introducción En el presente trabajo se pretende abordar los puntos principales del capítulo III de la obra de hobsbawn, sobre el desarrollo de la Revolución Francesa y los factores económicos y políticos que afectaron la estabilidad de la creciente burguesía de la época, los cuales determinaron el proceso revolucionario desde su comienzo, su auge en 1789 y su posterior legado político, social e intelectual en el mundo actual.

Desarrollo I La base de la economía del siglo XIX se formó principalmente bajo la influencia de la Revolución industrial inglesa, Francia lo hizo en la política y la ideología. Entre 1789-1917 las políticas europeas y de todo el mundo lucharon ardorosamente en pro o en contra de los principios de 1789, o de los más radicales de 1793. Francia proporcionó el vocabulario y los programas de los partidos liberales, radicales y democráticos de la mayor parte del mundo. Proporcionó el concepto y vocabulario del nacionalismo, proporcionó los códigos legales, el modelo de organización científica y técnica, y el sistema métrico decimal. Ya entre 1776 y 1790 se produjo una serie de revoluciones democráticas, en EE.UU. Bélgica, Holanda; pero fue la revolución francesa fue mucho más fundamental que cualquiera de sus contemporáneas y sus consecuencias fueron mucho más profundas. En primer lugar, sucedió en el más poderoso y populoso estado europeo. En 1789 uno de cada cinco europeos era francés. Además, que de todas las revoluciones que la precedieron y la siguieron, fue la única revolución social de masas, y por ende, más radical que cualquier otro levantamiento. Al contrario de la Revolución en Norteamérica, la francesa influyó en ámbitos geográficos muy distantes: su pensamiento influyó en Sudamérica cuyos resultados fueron en términos generales que los países quedaran poco más o menos como antes, aunque liberados del dominio político de los ingleses, los españoles o los portugueses. Fue el primer gran movimiento de ideas de la cristiandad occidental que produjo algún efecto real sobre el mundo islámico (caso de la India y Turquía).

En las décadas anteriores a la revolución de 1789, la monarquía absoluta de Luis XVI, no aceptaba las pequeñas dosis reformistas como las propuestas de Turgot que preconizaba la eficaz explotación de la tierra, la libertad de empresa y de comercio. Estas reformas fracasaban frente a las resistencias de las aristocracias locales. Pero las fuerzas de cambio burguesas eran demasiado fuertes para caer en la inactividad, por lo que se limitaron a transferir sus

esperanzas de una monarquía ilustrada al pueblo o a “la nación”. Estos acontecimientos terminan de englobar del por qué la revolución estalló cuando lo hizo, y por qué tomó el rumbo que tomó. La revolución americana terminó con la victoria para Francia, pero el precio fue demasiado alto: una bancarrota total. Aunque muchas veces, se ha echado la culpa de la crisis a las extravagancias de Versalles, pero hay que decir que los gastos de la corte sólo suponían el 6% del presupuesto total en 1788. La guerra, la escuadra y la diplomacia consumían un 25% y la deuda existente un 50%. Guerra y deuda (la guerra norteamericana y su deuda) rompieron el espinazo de la monarquía.

La Revolución comenzó con la “Asamblea de notables” de 1787 y la convocatoria a Estados Generales de 1789. Todo comenzó como un intento aristocrático de retomar el control, pero el error fue subestimar el accionar del Tercer Estado con una crisis económica tan profunda, la crisis del trigo, que el pan duplicara su precio, el aumento del bandolerismo y los motines, hicieron de la Asamblea “del juego de pelota” algo más revolucionario y crítico de lo que cabría esperar. La toma de la Bastilla fue el símbolo del final del Antiguo Régimen en Francia.

La revolución fue burguesa y liberal-conservadora. El Tercer Estado fue liberalradical. Por momentos esta dicotomía oscilaba hasta que finalmente quebró. Algunos burgueses dieron un paso más hacia el conservadurismo, al ver que los “jacobinos” llevaron la revolución demasiado lejos para sus ideales. El Tercer Estado no quería una sociedad burguesa, que progresivamente adquiría tintes aristocráticos.

De los jacobinos, solo los sans-culottes tenían cierta iniciativa política. El resto, desarrapados y hambrientos eran incultos y seguían a líderes bien formados. Marta y Hébert defendían los intereses de la gran masa de proletarios, el trabajo, la igualdad social y la seguridad del pobre: igualdad, y libertad directa. Pero su utopía fue irrealizable y más fruto de la desesperación que de un plan

bien trazado. Su memoria queda unida al jacobinismo, del que no siempre fue partidario. II Social

Entre 1789 y 1791 se dio pocas satisfacciones a la plebe, favoreciendo tímidas mejoras. Desde el punto de vista económico, las perspectivas de la Asamblea Constituyente

eran

completamente

liberales:

su

política

respecto

al

campesinado fue el cercado de las tierras comunales y el estímulo a los empresarios rurales; respecto a la clase trabajadora, la proscripción de los gremios; respecto a los artesanos, la abolición de las corporaciones. La Constitución Civil del clero fue un mal intento, no de destruir el clero, sino de alejarlo del absolutismo romano. El rey sabía que la única opción de reconquistar el absolutismo sería con una intervención desde el exterior, pero esto sería difícil debido a la buena situación del resto de países. Pero Europa se dio cuenta de que corría peligro su derecho al trono y se pusieron en marcha. La Asamblea Legislativa pronosticaba

la

guerra

y

así

fue

en

1792,

sin

embargo

los

contrarrevolucionarios fueron derrotados y las masas se radicalizaron. Los altos mandos fueron encarcelados, incluido el rey, y la República fue instaurada. La Convención Girondina se percató de que o vencían rotundamente o eran eliminados del tablero de juego. Para ello movilizó el país como nunca se había hecho: economía de guerra, reclutamiento en masa, racionamiento, y abolición virtual de la distinción entre soldados y civiles. Por último, reclamaba sus fronteras naturales con dos propósitos: tumbar la contrarrevolución y conseguir más territorios con los que hacer la guerra económica a Gran Bretaña. En este clima, los jacobinos fueron ganando terreno palmo a palmo. Esto derivó en la toma de poder por los sans-culottes en 1793.

III

La Convención jacobina se recuerda por el almidonado Robespierre, el gigante Danton, el elegante Saint-Just, el tosco Marat y el Comité de Salud Pública, el tribunal revolucionario y la guillotina. Hubo 17.000 ejecuciones oficiales en 14 meses. Pero el caso es que tras ese tiempo de muerte, para junio de 1793 Francia se estaba desintegrando por los ataques extranjeros en todos los frentes. El resultado: la contrarrevolución vencida, un ejército mejor formado y más barato, una moneda más estable (en papel), y un gobierno estable que iba a comenzar una racha de

casi veinte años de victorias militares

ininterrumpidas. El fin del programa jacobino era un Estado fuerte y centralizado (le grande nation), las levas en masa y una Constitución radical que prometía el sufragio universal, alimento, trabajo y derecho a la rebelión. Se procuraría el bien común con unos derechos operantes para el pueblo (lo que implicaba el fin total de todo lo concerniente al sistema y los privilegios feudales). El rígido Robespierre venció al pícaro Danton, que acaudilló a numerosos delincuentes, especuladores, estraperlistas y otros elementos viciosos y amorales de la sociedad. La guillotina recordaba que nadie estaba seguro. Los procesos de descristianización disgustaron a algunos. En 1794 con la victoria en Fleurus y la ocupación de Bélgica, se dio paso a una revolución termidoriana que terminó con los andrajosos sans-culottes y los gorros frigios. Robespierre, Saint Just y Couthon, junto con otros 87 miembros, fueron guillotinados.

IV Termidor se encontraba con el problema de enfrentarse la clase media francesa para la permanencia de lo que técnicamente se llama período revolucionario (1794-1799). Tenían que lograr una estabilidad política y un progreso económico sobre las bases del programa liberal original de 1789-1791. Los sucesivos regímenes hasta 1870 (Directorio, Consulado, Imperio, monarquía borbónica restaurada, monarquía constitucional, República e Imperio de Napoleón III, no fueron más que el intento de mantener una sociedad burguesa

intermedia entre dos sistemas antagónicos: la república democrática jacobina y del antiguo régimen. El régimen civil era débil. Su constitución no fructificó como se esperaba. Precariamente, los políticos oscilaron entre la derecha y la izquierda y tenían que hacer uso frecuente del ejército tanto contra los agentes exteriores como contra las rebeliones internas. En este contexto, es normal que Napoleón brotara en este clima de ambigüedad en el que los militares tenían más poder que los gobernadores. Poco a poco el ejército fue abandonando su carácter revolucionario y adquirió tintes de ejército tradicional y nacional, propiamente bonapartista. La escala se configuraba por las dotes personales y la capacidad de mando. La rigidez castrense aún no estaba definida. El ejército no contaba con un abundante armamento, respaldado por una industria pesada efectiva. Contaba más la efectividad de actuación. Con estos Napoleón Bonaparte conquistó Europa, no solo porque pudo, sino porque tenía que hacerlo. Con él, el mundo tuvo su primer mito secular: de cónsul pasó a Emperador: estableció un código civil, un concordato con la Iglesia y hasta un Banco nacional. El nativo de Córcega hizo de la revolución liberal un régimen liberal asentado. Napoleón fue mito y realidad. Era el hombre civilizado del siglo XVIII, racionalista, curioso, ilustrado, pero lo suficientemente discípulo de Rousseau para ser también el hombre romántico del XIX. Si bien construyó las estructuras de la universidad, la legislación, el gobierno, la economía, destruyó el sueño jacobino de la libertad, igualdad y fraternidad: ascensión del pueblo para sacudir el yugo de la opresión, este mito revolucionario sobreviviría a la muerte de Napoleón.

Conclusión Cuando se habla de revolución Francesa, se habla de todo un proceso histórico que determinó un antes y un después (primero en Francia y posteriormente en el mundo) de un sistema de gobierno monárquico absolutista a un gobierno representativo, republicano y democrático en lo político. En lo económico, se da paso al liberalismo económico, al crecimiento de la industria francesa, lo que deviene en el crecimiento del poder adquisitivo burgués, y por ende, en su crecimiento en la escala social y política. Posteriormente a éste proceso, se puede hacer referencia al estudio o abordaje de las clases sociales, y del papel que les cabe dentro de una sociedad de paradigma positivista, en virtud de ser poseedores del capital, o de ser vendedores de su fuerza de trabajo....


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