Pigmalion PDF

Title Pigmalion
Author Flavia Veliz
Course Fisiologia medica
Institution Universidad Nacional de Santiago del Estero
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Summary

efecto pigmalion...


Description

El efecto Pigmalión, en psicología y pedagogía, se refiere a la potencial influencia de la creencia que tiene una persona acerca de otra ejerce en el rendimiento de esta última. Supone, por tanto, algo importante de conocer y estudiar para los profesionales del ámbito educativo, laboral, social y familiar. El efecto debe su nombre al mito griego de Pigmalión, un escultor que se enamoró de una estatua que había tallado, y, al final, ésta acabó cobrando vida. El efecto Pigmalión se puede identificar de las siguientes maneras: Suceso por el que una persona consigue lo que se proponía previamente a causa de la creencia de que puede conseguirlo.  "Las expectativas y previsiones de los profesores sobre la forma en que de alguna manera se conducirán los alumnos determinan precisamente las conductas que los profesores esperan." (Rosenthal y Jacobson).  Una profecía autocumplida es una expectativa que incita a las personas a actuar en formas que hacen que la expectativa se cumpla. Efecto Pigmalión positivo o Efecto Pigmalión propiamente dicho: produce un efecto positivo en el sujeto, de forma que 

afianza el aspecto sobre el cual se produce el efecto, provocando un aumento de la autoestima del sujeto y del aspecto en concreto. Efecto Pigmalión negativo o Efecto Golem: produce que la autoestima del sujeto disminuya y que el aspecto sobre el que se actúa disminuya o incluso desaparezca.

Origen El efecto Pigmalión tiene su origen en un mito griego, en el que un escultor llamado Pigmalión (Πυγμαλίων en griego antiguo) se enamoró de una de sus creaciones: Galatea. A tal punto llegó su pasión por la escultura que la trataba como si fuera una mujer real, como si estuviera viva. El mito continúa cuando la escultura cobra vida después de un sueño de Pigmalión, por obra de Afrodita, al ver el amor que éste sentía por la estatua, que representaba a la mujer de sus sueños. Este suceso fue nombrado como el efecto Pigmalión ya que superó lo que esperaba de sí mismo y al creer que la estatua estaba viva esta llegó efectivamente a estarlo. Igualmente el término también encuentra su origen en la obra de teatro Pigmalión de George Bernard Shaw.

Educativo Rosenthal y Jacobson estudian el efecto Pigmalión desde la perspectiva de la teoría de la profecía autorrealizada. Esta teoría la entendemos como uno de los factores que influyen en la motivación de los alumnos en el aula. Aparentemente parece que es un efecto mágico, pero no lo es, lo que ocurre es que los profesores formulan expectativas acerca del comportamiento en clase de diferentes alumnos y los van a tratar de forma distinta de acuerdo con dichas expectativas. Es posible que a los alumnos que ellos consideran más capacitados les den más y mayores estímulos, más tiempo para sus respuestas, etc. Estos alumnos, al ser tratados de un modo distinto, responden de manera diferente, confirmando así las expectativas de los profesores y proporcionando las respuestas acertadas con más frecuencia. Si esto se hace de una forma continuada a lo largo de varios meses, conseguirán mejores resultados escolares y mejores calificaciones en los exámenes.

Investigaciones Estudio de la motivación humana David C. McClelland realizó un “Estudio de la motivación humana”, en el cual se encuentra un epígrafe dedicado al efecto Pigmalión. En este apartado se explica que Rosenthal (1966) demostró como las expectativas o sesgos de un investigador influía en el comportamiento de los sujetos estudiados, independientemente del contexto o ámbito en que la investigación se llevara a cabo. Esta investigación la llevó al ámbito educativo, junto con Jacobson en el libro Pygmalion in the Classroom, donde se encuentran resumidamente, las conclusiones anteriormente expuestas en el apartado del efecto Pigmalión en el ámbito educativo. A continuación, McClelland expone un estudio sobre un caso del ámbito escolar en el que se realizaron test de capacidades a alumnos negros del casco urbano de entre 7 y 11 años y del segundo al quinto grado. Una vez evaluados dichos test se les comunicó a los profesores que una mitad de cada clase, elegida al azar, era muy brillante mientras que de la otra mitad se dieron los resultados reales. Los resultados de esta investigación fueron que la mitad de las clase que se habían considerado más capacitados obtuvieron un progreso mayor al final de curso, siendo elegidos al azar, que la otra parte de la clase cuyos resultados comunicados al profesorado eran reales. También se observaron diferencias de rendimiento de un grado a otro. Como conclusión,

McClelland defiende que, al considerar los profesores más inteligentes a ciertos estudiantes, éstos tienden a rendir más.

Críticas Una de las críticas más importantes que se le hacen a este efecto es que está basado en su ambigüedad, ya que como anteriormente se ha comentado, éste puede ser tanto negativo como positivo. Podría entenderse de varias maneras o admitir distintas interpretaciones y dar, por consiguiente, motivo a dudas, incertidumbre o confusión. Sin embargo el hecho de que los efectos puedan ser negativos o positivos no quiere decir que exista ambigüedad alguna en la descripción de dicho efecto, pues estamos hablando de dos posibilidades bien diferenciadas y que residen de forma implícita en la propia definición de éste. Siguiendo el ejemplo de la clase con alumnos de similar capacidad, los resultados académicos de algunos de ellos fueron más positivos de lo esperado y de otros fueron más negativos, sin dar por ello pie a ningún tipo de confusión, dudas o incertidumbre. Sujeto

Deseo

Consecuenci a

Pigmalión

Belleza femenina

Galatea

Henry Higgins

Hacer pasar a una violetera por duquesa

Eliza Doolittle

Geppeto

Un hijo

Pinocho

El efecto Pigmalión es un término que utilizó el psicólogo social Robert Rosenthal a raíz de unos experimentos realizados en 1965 para referirse al fenómeno mediante el cual, las expectativas y creencias de una persona influyen en el rendimiento de otra. Rosenthal bautizó este efecto con el nombre del mito griego Pigmalión. Pigmalión era un escultor que vivía en la isla de Creta y que se enamoró de una estatua que él mismo había creado: Galatea. Tan fuertes eran sus sentimientos por ella que pidió a los dioses que la convirtieran en una mujer de carne y hueso, para poder amarla como una a una mujer real. Afrodita cómo no, le concedió su deseo. Más tarde Pigmalión se casó con ella y fruto de su amor, nació Pafo, su hija. «El principio de la educación es predicar con el ejemplo». Este concepto, más allá de lo que podamos pensar puede resultar increíblemente útil. De hecho, si hay algo que sabe bien todo buen líder, es que al transmitir expectativas positivas sobre un grupo determinado impacta en el buen rendimiento de ese grupo de personas. Estamos por tanto ante un constructo psicológico de gran interés. Pigmalión y Galatea También conocido como la profecía autocumplida, la esencia del efecto Pigmalión, consiste en cómo las altas expectativas de alguien en relación a otra persona dan como resultado un alto rendimiento en esta última, o en cómo unas expectativas bajas influyen en el otro de manera negativa, afectando a su rendimiento. Cuando estas expectativas, ya sean altas o bajas, proceden de un individuo hacia sí mismo el fenómeno se conoce como efecto Galatea. Así, el proceso clave que subyace tanto al efecto Pigmalión como al efecto Galatea es el poder de las expectativas y cómo estas influyen en las conductas y rendimientos, tanto de los demás como de nosotros mismos. Por lo que si tenemos en cuenta estos efectos, nuestras creencias son más importante de lo que pensamos. Por otro lado, algo que nos explica Susan H. McLeod, de la Universidad de California en un estudio titulado «Efecto Pigmalion o efecto Golem», es que esta dimensión se da en cualquier escenario social. Lo vemos en la crianza de los niños, en la educación, en el ámbito de empresa y en cualquier lugar donde una persona o grupo de personas deban desempeñar una labor. El poder de las expectativas

Una de las investigaciones más importante sobre este efecto fue llevado a cabo por Rosenthal y Jacobson. Podemos profundizar en ella a través de publicaciones como la realizada en la Universidad de Duquesne, Pennsylania. En ese trabajo llevado a cabo en 1968, se informó a un grupo de profesores que a sus alumnos se les había realizado una prueba para evaluar sus capacidades intelectuales. Más tarde, se les indicó cuáles habían sido aquellos que habían obtenido los mejores resultados afirmando además que serían los que mejor rendimiento tendrían. Al finalizar el curso así fue, aquellos que habían sido considerados mejores tuvieron un rendimiento mayor. La cuestión estaba en que la prueba que evaluaba la capacidad intelectual de los alumnos nunca se realizó. ¿Qué sucedió entonces para que unos chicos señalados al azar como los «mejores» llegaran a convertirse en ello? La respuesta la encontramos en que los profesores se crearon altas expectativas en relación a ellos y actuaron a favor para que estas se cumplieran. Así, el clima, la actitud y la predisposición a enseñarles era diferente y más especial. Además, estudios posteriores con estudiantes de diversas edades confirman estos resultados. Visto así, parece que el efecto Pigmalión es un fenómeno positivo al que podemos sacarle mucho partido. ¿De qué manera? Mostrando a los jóvenes lo mucho que se espera de ellos. El problema es que esto es algo más complejo de lo que parece, ya que estas expectativas tienen que ser reales y estar fundamentadas y arraigadas en la mente del adulto que supervisa la educación de esos jóvenes. Es decir, el efecto Pigmalión se produce por lo que comunicamos a través de nuestros gestos, actitudes y mensajes implícitos en lo que decimos por lo que si queremos buenos resultados tenemos que creer en nuestras palabras. Efectos nocivos del efecto Pigmalión El hecho de verse reflejado en un hijo o en un alumno y querer que sea como nosotros, que consiga lo que hubiéramos querido o lo que consideramos que debe ser, puede provocar que las consecuencias del efecto Pigmalión se tornen negativas. Las expectativas sobre el otro se manipulan al pasarlas por un filtro personal. De este modo, muchos padres/profesores consiguen que su hijos/alumnos se conviertan justo en lo contrario de lo que quieren ellos mismos porque su lenguaje, sus reproches, sus mensajes se centran constantemente en ello. Cuando un niño oye constantemente cosas como “Siéntate a hacer los deberes, que así no vas a llegar a nada en la vida” o “Si sigues haciendo eso vas ser un desgraciado”, lo que está oyendo es que va a ser un desgraciado y que no va a llegar a nada en la vida. Esos mensajes que los adultos entienden como motivadores lo que hacen es mostrarle al niño unas expectativas muy poco positivas, porque no lo entiende así, puesto que no es capaz de evaluar las consecuencias de algo tan abstracto. Es mucho peor cuando un niño oye algo parecido a “¿Quieres ser tan inútil como tu padre/madre?” o “¿Quieres seguir siendo un miserable toda la vida?”. De modo que no se trata de decir constantemente al otro lo que no queremos que haga, sea o suceda, sino todo lo contrario si queremos obtener buenos resultados e influirle de manera positiva. Evitar los efectos nocivos del efecto Pigmalión Para evitar los efectos nocivos del efecto Pigmalión es fundamental que los padres, profesores o adultos que tienen influencia sobre un niño o adolescente hagan un ejercicio de autoexploración. Es lo que que les permitirá descubrir cuáles son las expectativas reales que tienen hacia el otro y por qué. En este sentido habría que analizar la realidad, aunque no sea exactamente como nos hubiera gustado. Se trata, por una parte, sacarle el máximo partido a las posibilidades reales y por otra, no imponerle creencias limitantes, sino ayudarle a superarse.

Es vital cambiar el modo de expresarse y de formular las afirmaciones, preguntas y comentarios, así como la actitud, la forma de mirar y el tono de voz al hablar para decir lo que queremos transmitir. En este sentido, reconocer al otro por lo que es, cuáles son sus habilidades y todo lo que tiene de positivo ayuda a acompañarlo y a que se sienta acompañado y sobre todo, a que mejore su autoestima y su actitud ante la vida. Asimismo, no podemos concluir este artículo sin insistir una vez más en la abundante evidencia de que el efecto Pigmalión funciona. Hace unos años, el psicólogo Ulrich Boser, creador de un centro de aprendizaje, progreso social entrenamiento de líderes, llevó a cabo un programa en un centro de educación secundaria de Boston (situado en un entorno desfavorecido). La idea era aplicar las bases del efecto Pigmalion entrenando primero al profesorado. Los resultados no pudieron ser más positivos y alentadores. La puntuación académica mejoró, sobre todo en lectura y matemáticas. A día de hoy 40 estados de Estados Unidos aplican ya este mismo programa. Un ejemplo sobre el que reflexionar y en el que todos podemos invertir esfuerzos y voluntades....


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