Teoría del Estado - Desde el mundo bipolar hacia un nuevo policentrismo PDF

Title Teoría del Estado - Desde el mundo bipolar hacia un nuevo policentrismo
Course Teoría del Estado
Institution Universidad Nacional de Cuyo
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Resumen Teoría del Estado y Política Comunicacional UNIDAD 1
CAPÍTULO I: DESDE EL MUNDO BIPOLAR HACIA UN NUEVO POLICENTRISMO - Universidad Nacional de Cuyo...


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Teoría del Estado y Política Comunicacional UNIDAD 1 Documento 1 Los laberintos de la crisis – Alcira Argumedo CAPÍTULO I: DESDE EL MUNDO BIPOLAR HACIA UN NUEVO POLICENTRISMO 1. Antecedentes 1.1. Breve reseña del período 1945-1973 Luego de la Segunda Guerra Mundial se reformularon las relaciones entre las grandes potencias y en las regiones de ultramar coloniales o neo-coloniales de Occidente. Desde ese momento (1945) hasta los ’70, el poder se definirá en términos bipolares, estableciéndose las hegemonías de EE.UU. y la URSS sobre sus respectivas áreas de influencia. En tanto, en América Latina, Asia y África movimientos políticos comienzan a demandar su autonomía, sus identidades culturales y nuevos valores de libertad e igualdad. Todos estos movimientos criticaban los mecanismos de expoliación nacional y social a los cuales los sometían las naciones capitalistas centrales. En este contexto, mientras en el Norte predominaban las ideas keynesianas y los Estados de bienestar, en el Tercer Mundo se desplegaban procesos políticos y económicos para revertir las condiciones de pobreza y atraso generadas por el colonialismo. La nacionalización de recursos estratégicos (petróleo, minas, transporte) más una incipiente promoción de la industria para sustituir importaciones, plantearon nuevas formas de desarrollo con márgenes de autonomía económica y social. Sin embargo, EE.UU. se encargó sistemáticamente de boicotear estos intentos de soberanía. El período entre 1945 y 1973 se caracterizó por el contraste entre un desarrollo económico sostenidos de los países del Norte (tanto en el Este como en el Oeste) y un desplazamiento de la confrontación entre ambos hacia las regiones de Asia, África y América Latina. Hobsbawn dijo que “el común denominador del Tercer Mundo es la inestabilidad social y política, lo que lo convirtió en zona de guerra indirecta entre las potencias con intervenciones, golpes de Estado, asesorías militares, presiones, etc., mientras que en el Primer y Segundo Mundo comenzaba el período de paz más largo del siglo XX”. Al comenzar los ’70, la hegemonía de las potencias centrales fue retrocediendo. Se amplía la influencia de la URSS con los regímenes comunistas de China, Corea del Norte y la ex Indochina francesa (luego se uniría Cuba y otros países africanos). Al mismo tiempo se formó el Movimiento de Países no Alineados, reforzándose las políticas terceristas. Es justamente en 1973 que suceden una serie de hechos que afectan núcleos decisivos del poder capitalista central, marcando un punto de inflexión en el escenario internacional:  EE.UU. admite la derrota en Vietnam luego de 8 años de guerra;

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 La OPEP impone un aumento en los precios del crudo y lanza embargos petroleros a los que apoyen a Israel en la guerra de Yam Kipur;  Se reúnen en Argelia los países No Alineados para promover un Nuevo Orden Mundial de la Información y las Comunicaciones que permita expresar las múltiples voces de los pueblos de ultramar;  En la Conferencia de Helsinski, las dos Europa muestran su decisión de incrementar sus relaciones horizontales para alcanzar más autonomía frente a EE.UU. y la URSS. Todos estos hechos llevarían a la creación de la Comisión Trilateral para coordinar las políticas entre los tres núcleos centrales del capitalismo: EE.UU., Japón y Europa Occidental. Además, la gestión republicana Nixon-Ford intentó a través de su Secretario de Estado Henry Kissinger una redefinición de la estrategia mundial de EE.UU. (restauración de relaciones con la China Popular, acuerdos de Camp-David para la paz entre Egipto e Israel, y agresivas intervenciones en África y América Latina a través de violentos golpes militares). Sin embargo, Vietnam y el Watergate afectan la moral del pueblo de EE.UU. y el Partido Republicano pierde consenso en la Comisión Trilateral. 1.2. La estrategia trilateral y el gobierno de James Carter El triunfo de Carter en 1976 permite a EE.UU. una redefinición de la política internacional de acuerdo con las líneas trazadas por la Comisión Trilateral, tratando de lograr una mayor unidad de criterios que frenara la creciente autonomía de líderes europeos y japoneses. Se trata de rearticular el bloque capitalista en términos más igualitarios para garantizar la unidad del mundo industrializado, y para contrarrestar los planteos del Tercer Mundo y la amenaza de una nueva etapa de intervención militar de la URSS en esas regiones. Carter enfrenta un complejo período de política internacional marcado por una persistente crisis económica y enfrentamientos en la periferia en contra de los intereses occidentales dominantes. Además, distintos hechos políticos conmocionan los intereses norteamericanos en Asia Menor, entre los que se destacan la ocupación de la embajada estadounidense en Teherán por parte de un grupo de estudiantes y la rebelión popular encabezada por el Ayatollah Jomeini en Irán. Estos dos hechos son clave en la derrota de Carter de 1980. En tanto, en Irak, Saddam Hussein sucede al líder Al Bakr y resiste los acuerdos de Camp-David, refuerza los lazos con Jordania y se aleja de la URSS para recibir ayuda francesa y alemana, para el desarrollo de una industria nuclear y, al mismo tiempo, de sus relaciones con otros países árabes. Israel también impone tensiones al proyecto de consolidación occidental en la zona al desplegar políticas propias que no tienen en cuenta a los intereses norteamericanos. Así, EE.UU. debe mantener un equilibrio entre los aliados de uno y otro campo. Por otra parte, en la segunda mitad de los ’70, se produce en el continente africano un realineamiento de fuerzas que disminuye el predominio euroamericano, con una clara

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ascendencia de la URSS. La Organización de la Unidad Africana insiste en la necesidad de implementar una creciente desconexión con los antiguos centros coloniales, propiciando la cooperación Sur-Sur. Esta reformulación del balance de poder entre las superpotencias en el Medio Oriente, África y el Asia Menor enfrentada por Carter, se compensa con la relativa estabilidad de los países de América Latina, en especial el Cono Sur donde gobiernan dictaduras pro-norteamericanas y represivas que aniquilan todo tipo de cuestionamiento. Tratando de rescatar principios de la Comisión Trilateral, EE.UU. impone restricciones en la ayuda al sector público y en la venta de armas a Chile y Argentina, lo cual no impide el creciente flujo de préstamos y capitales especulativos. En este esquema, se firma el tratado Torrijos-Carter sobre el Canal de Panamá para su total entrega del mismo a ese país y la erradicación de bases estadounidenses de la zona. Pero cuando en 1979 triunfa el Frente Sandinista de Liberación en Nicaragua derrocando a Somoza, logrando contrarrestar las presiones norteamericanas para un gobierno de recambio, se evidencia una vez más la debilidad del gobierno de Carter para imponer sus iniciativas en política internacional. Respecto del campo socialista, EE.UU. afianza las relaciones con China Popular, articulando aún más el eje Washington-Tokio-Pekín. Con la muerte de Mao en China, comienza en ese país un proceso acelerado de construcción de un estado socialista moderno y poderoso que concibe el crecimiento de la economía estrechamente ligado a la incorporación masiva de recursos tecnológicos y financieros del campo capitalista, especialmente provenientes de Japón. De esta forma, al finalizar los ’70, comienza a verse un amplio reordenamiento de los principales ejes de alianzas entre las potencias capitalistas y socialistas, dentro del cual EE.UU. conserva la posibilidad de articular las relaciones con China, Japón y Europa Occidental. Sin embargo, su capacidad de acción ante la URSS, dadas las relaciones de los soviéticos con los países de influencia norteamericana (excelentes relaciones económicas con Japón por su petróleo y sus materias primas; ventajas comerciales con la Europa Occidental; y la importación de granos latinoamericanos), va disminuyendo poco a poco. Durante la mayor parte de su existencia, la URSS fue una zona autónoma y prácticamente autosuficiente en términos políticos y económicos. A comienzos de los ’70 tenía un importante desarrollo de la industria pesada, liviana y militar, al tiempo que garantizaba a su población un mínimo de bienestar. Este desarrollo se basaba en una fuerte concentración del poder político y económico con rasgos autoritarios y de censura ideológica y cultural, lo cual contribuyó con la formación de una burocracia ineficaz y corrupta. Esto afectó el crecimiento de la economía y evidenció la necesidad de introducir cambios en la organización de la economía y modernizar los esquemas productivos. La idea de incrementar las relaciones con el área capitalista de Japón y Europa Occidental, más el aumento del petróleo, puso a la URSS en una inesperada coyuntura favorable. A esto se le suman las críticas de las naciones del Tercer Mundo hacia Occidente

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central. Estos tres factores alimentaron la decisión soviética de ampliar sus bases de poder internacional frente a EE.UU. La URSS invade con el Ejército Rojo la zona de Afganistán en 1979. EE.UU. promueve sanciones para la URSS pero Francia y Alemania no acompañan debido a sus crecientes relaciones comerciales con los soviéticos. Sin embargo, el modelo económico basado en la venta de su petróleo alcanza su techo y la integración con el área capitalista no alcanza los resultados esperados, profundizando las dificultades estructurales de la organización económica del bloque socialista. Por el contrario, Japón (duramente afectado por su dependencia energética) aceleró la aplicación de nuevas tecnologías en la producción y en los servicios generando un salto cualitativo y transformándose en un decisivo instrumento de poder en el mercado mundial que el campo soviético no controla. Hacia fines de 1980 se vuelve evidente, con relación a las dos superpotencias mundiales, que el balance de la política internacional ha sido claramente desfavorable para la estrategia trilateral del presidente James Carter. A su vez, la competencia económica de Japón adquiere dimensiones alarmantes generando críticas desde Europa y EE.UU.. Entonces, el gobierno japonés insta a sus industrias a auto-restringir las exportaciones al tiempo que promueve la instalación de fábricas niponas con empresas europeas y norteamericanas para evitar las barreras aduaneras. Nuevamente, el gobierno de Carter brinda una imagen de debilidad política y económica en lo internacional y de ineficiencia en la conducción de los asuntos internos. Esto produce un vuelco reaccionario del electorado norteamericano y el surgimiento de la nueva derecha y el neoliberalismo conservador. Cobra fuerza un proyecto estratégico que no acepta que el predominio de EE.UU. está en declinación. Este proyecto es sustentado por grandes corporaciones transnacionales enlazadas con universidades de distintas disciplinas e importantes medios de comunicación que, en el campo económico, son acompañados por los postulados de la Escuela de Chicago. Este proyecto desplaza las versiones trilaterales, democratistas y keynesianas, reemplazadas por una ideología nacionalista propia de la derecha y la extrema derecha. Esta confluencia entre poderosos intereses e ideas conservadoras impulsará una ofensiva económico-financiera, política y cultural de amplio alcance, sustentándose en el amplio dominio que EE.UU. había alcanzado en los medios de comunicación y en el cuasi monopolio de la información dentro del campo occidental. Además, las grandes corporaciones financiaron investigaciones que fundamentaron la necesidad de: desarrollar nuevas tecnologías; forzar la carrera espacial-nuclear contra la URSS; y desarticular lazos de religiosidad popular en América Latina promoviendo la presencia de sectas religiosas (esto es para contrarrestar el comunitarismo proveniente de la religión). 2. El proyecto neoliberal conservador y la Tercera Guerra Mundial 2.1. Estados Unidos en los ‘80 a) Los años de auge

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Reagan gana las elecciones convocando a recuperar la dignidad nacional y la hegemonía mundial. En el poder norteamericano se instala un grupo de empresas poderosas. En la política económica y social interna, el proyecto neoliberal es la contracara del New Deal y el Estado de Bienestar. Se prioriza la concentración de la riqueza por parte de grandes empresas económicas y financieras. Cambia el papel del Estado en cuanto a la seguridad social, la educación y la formación, que se vuelven cada vez menos accesibles para la población de menos ingresos. El Estado garantiza el libre juego de las leyes de mercado sin intervencionismos ni presiones impositivas pero también garantiza un descomunal mercado cautivo para las transnacionales duras gracias a la suma que destina al enfrentamiento con la URSS (300 mil millones de U$S al año). Uno de los ejes del proyecto consiste en promover el enfrentamiento abierto con el Este y para ello fue necesario acelerar el desarrollo de tecnología de guerra y de competencia espacial. El crecimiento económico no depende ya del consumo de masas sino de la demanda estatalmilitar y del traslado de riquezas a las corporaciones para incrementar su competitividad internacional, recuperar el mercado mundial y generar empleos, lo cual permitirá restablecer el bienestar general sobre las nuevas bases. El proyecto neoconservador plantea un doble enfrentamiento: por una parte con la URSS en lo político y militar-espacial (partiendo de la hipótesis de que, en los hechos, se ha iniciado una Tercera Guerra Mundial), y por otra parte con Japón y los competidores europeos en el mercado mundial. Frente a la recesión de 1980, EE.UU. necesita atraer capitales actuando como una aspiradora financiera a nivel mundial. Así, en 1981, la Reserva Federal de EE.UU. incrementó unilateralmente las tasas de interés, lanzando una verdadera guerra de tasas con otros países industrializados. Esto más la disminución del ritmo de inversiones externas y la repatriación de capitales hace estallar la crisis del endeudamiento externo en las regiones del Tercer Mundo y en particular en América Latina. En el marco del enfrentamiento Este-Oeste la evaluación del peligro comunista signará el carácter de las relaciones con los países del área de influencia occidental. Se plantea una nueva etapa de la guerra fría donde se establecen relaciones bilaterales con los países en función de su actitud frente a esa confrontación. Se elimina la pobre política de derechos humanos y las terceras posiciones (como la de los Países No Alineados o la Internacional Socialdemócrata) son sospechosas de integrar la conspiración comunista mundial. La concepción neoconservadora define tres fundamentos de poder que garantizan la hegemonía de EE.UU.: Europa Occidental, Japón y América Latina. Las contradicciones con la Comunidad Europea, que incrementa sus relaciones con la URSS y el bloque socialista, genera conflictos en la Alianza Atlántica. Alemania y Francia se alejan mientras que la Inglaterra de Margaret Tatcher se acerca más a EE.UU.. En mayo de 1980, el presidente francés Giscard D’Estaigne apoya la realización de los Juegos Olímpicos en Moscú

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(boicoteado por EE.UU.) y recibe como compensación el apoyo soviético al candidato de centroderecha que enfrentaba a la coalición socialista-comunista Francois Miterrand. Cuando Miterrand gana en abril de 1981 introduce nuevos elementos de tensión con EE.UU. que se expresarían en políticas hacia determinadas regiones del Tercer Mundo, y en especial de América Latina (como Nicaragua y El Salvador). Sin embargo, las naciones europeas no dudaron en estrechar filas cuando los temas cuestionaban los últimos resabios de colonialismo, como en el caso de la guerra entre Argentina e Inglaterra por las islas del Atlántico Sur. Francia se alió con Inglaterra y EE.UU., decretando sanciones económicas contra Argentina. El desarrollo de la carrera armamentista y espacial se sustenta sobre un abultado déficit fiscal y el traslado de la rentabilidad global de la economía hacia las industrias de tecnología avanzada. Además, el grueso de la tecnología de punta adquiere un carácter dual al poder ser aplicada tanto en el sector militar como en el productivo y de servicios. Se busca una reconversión tecnológica que otorgue supremacía complementaria sobre los soviéticos en el campo civil, ya que la URSS no estaba en condiciones de trasladar los adelantos en materia armamentista a los esquemas productivos, de servicios y de comunicaciones. En este contexto, en marzo de 1983 Reagan anuncia el Programa de Iniciativa de Defensa Estratégica (conocido como Guerra de las Galaxias) que consiste en la construcción de un escudo protector en la estratosfera capaz de interceptar misiles intercontinentales y la construcción de cohetes capaces de vulnerar un objetivo a 32.000 km. de distancia (por ejemplo, la ciudad de Moscú). Con todo esto se quebraría la estrategia de mutua disuasión atómica, quedando la URSS y sus satélites a merced de las decisiones políticas norteamericanas. Siempre en el contexto de la Tercera Guerra Mundial, EE.UU. decide reforzar el eje Washington-Tokio-Pekín y presiona para que Japón participe en la carrera armamentista y espacial. Este planteo mantiene una ambigua relación con Japón ya que es un aliado en la Guerra Fría pero también el principal adversario económico de los norteamericanos. Al ser la defensa estratégica una cuestión nodal, el Pentágono y la CÍA demandaban un dominio más estricto sobre la transferencia tecnológica, tratando de controlar toda producción que pudiera servir de ayuda económica o militar a la URSS. Esta concepción comienza a coartar las posibilidades comerciales de las corporaciones americanas. El éxito de la estrategia neoconservadora residirá en su capacidad de producir circuitos de altísima velocidad en integración (VHSIC) necesarios para la Guerra de las Galaxias pero al mismo tiempo debía impedir que la URSS incorporara las nuevas tecnologías en el campo de la producción civil y pudiera impulsar una reorganización global de su economía. Respecto del Tercer Mundo, EE.UU. establece relaciones bilaterales apoyadas en el enfrentamiento Este-Oeste, incrementando el apoyo a gobiernos pro-occidentales y hostigando a los regímenes socialistas o no alineados. Específicamente con América Latina, la estrategia norteamericana fuerza políticas bilaterales con cada país por separado y consolida acuerdos de seguridad para contrarrestar la

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subversión cubana-panameña-soviética que intenta extenderse a Nicaragua y El Salvador. Si bien cuando asume Reagan en el Cono Sur había dictaduras militares pro-americanas, se consideró conveniente reforzar el entrenamiento de cuadros militares y asegurar un equipamiento y una logística comunes para profundizar la coherencia de las fuerzas militares del continente. En lo económico, se eliminan los espacios de negociación multilateral. En la conferencia de Cancún realizada en octubre de 1981, dentro del Diálogo Norte-Sur, Reagan considera que “el mundo debe aprender a moverse de acuerdo con las leyes de mercado que favorecen la eficiencia y desplazan la ineficiencia”. Cualquier amenaza de rebelión era sofocada por la fuerza y la violencia (asesinatos del panameño Torrijos y del ecuatoriano Roldós, invasión a Grenada, apoyo a los contras de Nicaragua, etc.). Cuando se desata la guerra por las Islas del Atlántico Sur, EE.UU. opta por Inglaterra, deteriorando los lazos entre EE.UU. y Argentina obtenidos tras la asunción de Galtieri. La derrota argentina hace caer a la dictadura y abre un espacio a la democracia, lo cual se contagiará al resto del Cono Sur. Pero la reimplantación de la democracia se conjugará en todo el continente con la profundización del endeudamiento externo y una polarización económico-social que lleva al empobrecimiento absoluto de masas más amplias de población. Hacia 1985, la Guerra de las Galaxias estaba en pleno auge y el flujo de recursos a las industrias de alta tecnología y producción militar-espacial había producido el mayor crecimiento económico de EE.UU.. Sin embargo, el presupuesto federal no fue compensado por los recortes en los gastos sociales. Se aumentaron nuevamente las tasas de interés provocando un dólar artificialmente caro que hizo perder competitividad a los exportadores norte...


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