Traducción Holman PDF

Title Traducción Holman
Course Traducció B-A Inglés-Español
Institution Universitat Pompeu Fabra
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Summary

Traducción texto recuperación Holman (Sin corregir) "Felino"...


Description

FELINO Mi hermano y su mujer consiguieron un gato persa blanco de algún lugar, un amigo más rico supongo. Lo trajeron alrededor de la casa de mis padres cuando era un gatito, una pelusa blanca saltando entre mis puños. Su nombre era Omar. Yo tenía catorce años. Omar se volvió más esponjoso, delicado y más hermoso, y resultó ser una chica. Se quedó embarazada apenas cumplió la mayoría de edad, y tuvo problemas al dar a luz a su pequeño. Había hecho un nido debajo de un arbusto frente a la casa. Mi hermano, su mujer y yo nos quedamos de pie preguntándonos cómo ayudarla hasta que Omar, angustiada, se levantó de sus gatitos y comenzó a caminar por alrededor con el trabajo visiblemente medio hecho, un gatito colgando. Apremiada por todo el proceso del nacimiento, y harta de la pobre Omar y de ver su angustia, les dije que hicieran algo, que llamaran a un veterinario, ¿por qué no? No tenían dinero, por eso no lo hicieron. Mi hermano aceptando su responsabilidad como dueño del gato, alcanzó a Omar a la vuelta de la esquina de la casa y le dio la asistencia que necesitaba. Ese gatito nació muerto, pero los demás sobrevivieron. Omar, hermosa, orgullosa y exótica, era para mí un símbolo de su joven matrimonio. Era un matrimonio de adolescentes universitarios con brillantes expectativas, y Omar era tan grande como su promesa. Representaba lo que pensaba que era nuestra esencia extranjera y nuestro exquisito potencial. Se suponía que Omar no tenía que ser un gato que le gustara el aire libre, pero debido a que nosotros éramos niños que nos gustaba el aire libre y la esposa de mi hermano, criada en la ciudad, también era aventurera, Omar vivió una versión de nuestras vidas. Hizo lo que otros gatos hacían; luchaba, trepaba árboles y cazaba pájaros. Y le gustaba. Pero nació para otra cosa, y parecía como si lo supiera. No recuerdo qué ocurrió finalmente con ella. Mi hermano y su mujer se divorciaron. Tal vez Omar fue puesta en adopción. En cuanto a los gatos, no estaba preparado cuando la mujer a la que perseguía finalmente me dejó entrar a su casa y me presentó a su gato. Ella vivía en Raleigh y yo vivía en Durham, y la había conocido cuando enseñábamos en la universidad St.Augustine. Sin duda, ella era la presencia más brillante en el campus, en la ciudad. Tenía novio, pero se cansó de él. No era fácil de sacudir. Entré una noche cuando le amenazó con venir, a pesar de que ella le pidió que no lo hiciera. Me dijo que tenía miedo cuando la llamé. Él no estaba actuando bien. Te diré una cosa, le dije, ¿por qué no voy allí cuando él venga? Está bien, dijo ella. Pero es un veterano de Vietnam. Por supuesto, lo había visto. Era alto, grande. Aun así, me duché y conduje hasta Raleigh. Lo más probable era que no hiciera un escándalo. Siendo un asesino entrenado, probablemente era exigente respecto a quién golpeaba. Además, ya se veía casi como un tonto y apostaba a que no se arriesgaría a ser un idiota total. Tenía un auto deportivo de alto precio y le importaba lo que la gente pensaba de él, lo que él pensaba de sí mismo, razón por la cual estaba siendo tan terco en primer lugar. Entré lentamente al aparcamiento del apartamento del complejo, buscando su coche. En la puerta, pensé que él podría ya estar dentro, olvidándome ya de que no había visto su coche, entonces recordando, entonces pensando que podría ser hábil para esconderse. Pero era el rostro resplandeciente de mi propia obsesión ante mí cuando la puerta se abrió. Ella no parecía preocupada. Parecía feliz de verme. Me llevó dentro de su pequeño apartamento y se sentó a esperar a que el soldado apareciera. Escuchamos sus discos de jazz y bebimos cerveza. Tenía muebles antiguos de un mercadillo, una buena oferta, me dijo. La silla en la que me senté era grande y verde, y cuando miré de cerca pude ver lo bonita que debió ser la tela antes de que se desvaneciera; había diminutas flores doradas enhebradas en los pequeños patrones triangulares, con centros rosados. Intenté mantener la calma en la silla mientras en la cocina ella revolvía una olla de salsa para espaguetis, mi última comida, me dije, si la

servía pronto. En ese momento su gato saltó de la nada en mi regazo. No sabía que ella tenía un gato, no lo había visto, oído u olido, pero lo acepté con tanta calma como las flores amarillas en la tela de la silla. Era un gato atigrado, mi anfitriona me explicó más tarde, que era parte siamés y parte atigrado; parecía parte callejero, su cola y patas sutilmente con rayas grises y su cuerpo arena pálida. Sus ojos eran azules y su rostro estaba ligeramente rayado debajo de las orejas de un gris suave. Mientras el piano de jazz salía de los altavoces estéreo, rasque la cabeza del gato, y cuando paré empujó mi mano para pedir más. Fue así como me distraje cuando Carmen vino de la cocina con una botella de cerveza fresca para mí. Me dijo que estaba abrazando a Kitty Kat, a quien había encontrado perdida y maullando en el aparcamiento de un supermercado lleno de basura, un gatito sucio de aceite de motor y suciedad. Lo había traído a casa y limpiado. Mientras escuchaba su historia, Kitty Kat ronroneaba profundamente y brincaba hundiendo sus garras en la tela de mis pantalones de pana, un nuevo par para lucir lo mejor posible, y yo estaba tratando de cambiarme y encogerme en mi ropa para evitar las afiladas puntas de las garras. Estaba a mi favor, que le gustara lo suficiente a Kitty Kat para quedarse en la silla conmigo. Me quedé sentado así al menos una hora, el gato quedándose dormido, Carmen cambiando los discos, olvidándome de la amenaza del novio enfadado que nunca llegó. Hablamos, finalmente comimos y me fui a mi casa, solo para visitarla otra vez hasta que dos años después nos casamos. Con el matrimonio, Kitty Kat se convirtió en mía. Ella estaría a centímetros de mi cara cuando me despertara por las mañanas. El rostro de mi esposa y el de mi gato tenían una forma similar, ovalada y ambos tenían ojos fríos y brillantes con aspectos misteriosos holgazaneando y acechando profundamente de ellos. Los ojos de mi esposa son de color marrón claro, como guijarros de arroyo, y pensé en ella como una criatura del bosque. Comencé a sospechar que era un gato reencarnado en un humano, que podría haber poseído anteriormente ojos felinos que miraban brillar detrás de las hojas del bosque. Kitty Kat vivió dieciocho años muy dignos. Se mudó de Raleigh a Greensboro, a Durham, a Winston-Salem, a Tampa. Visitaba a menudo Atlanta. Caminaba por las páginas de libros que yo intentaba leer. Rozaba mi mano mientras intentaba escribir, queriendo que le rascara. Me despertaba temprano por las mañanas cuando creía que nadie excepto yo sabía mi plan de despertarme y trabajar antes del amanecer. Me despertó cuando una tubería estalló debajo del fregadero de la cocina. Trajo pájaros a casa. Cazó un murciélago y luchó con él en nuestra cama en medio de la noche, aterrorizándonos. (Una lucha de consonantes, aun así terrorífico.) Jugó con ardillas hasta que murieron, les arrancó el corazón. Ignoró las cucarachas en Misisipi, para nuestra decepción, pero le gustaban las lagartijas. Una medianoche en Misisipi, clavó una garra en la carne de mi dedo meñique cuando la saqué del techo de una tienda de equipos de sonido para coches. Durante varios desconcertantes minutos, nos unimos. La herida sanó en un día. Cuando murió, nuestros corazones se rompieron, y conseguimos otro gato, rescatándolo de una casa de perros infestada de pulgas, un gato que se parecía a Kitty Kat. Sarafina tuvo una cría cuando tenía siete meses. Temí que tuviera dificultades, como Omar, pero éramos afortunados de conocer algunos estudiantes de veterinaria a quienes mi esposa tenía que asesorar. Un buen estudiante vino y se quedó en vigilia. Cuando mis hijos se fueron a la escuela por la mañana teníamos cuatro gatitos y cuando volvieron a casa teníamos siete. También era el cumpleaños de mi hija, tenía nueve años. Su nacimiento había sido aterrador, difícil y peligroso, tal y como lo sospechaba, pero aquel día también tuvimos un buen doctor. Nos quedamos un gatito, de un gris sólido con cara ancha. Se parecía a un oso diminuto, así que nuestro hijo lo llamó Bear Cat. Sarafina fue asesinada por un coche dos semanas

antes de que nos mudáramos de Tampa. Pero para entonces Bear Cat ya había crecido. Una vez que trajo a casa un pájaro, lo dejó entrar en casa, y mientras volaba por la habitación, saltó del brazo de una silla y lo cazó. Lo más impresionante. He escrito una historia de un gato callejero sucio con heridas blancas y secas en las patas y cabeza. Ese gato podría ser para todos los gatos de mi vida. Es un animal grandioso, herido, esforzado y afortunado, un objeto detestable de gran generosidad. Ahora sospecho que fue la influencia dignificadora de Kitty Kat de Carmen lo que causó que su novio enfadado reconsiderara su amenaza años atrás. Ciertamente, Omar, Kitty Kat, Sarafina y Bear Cat me han obligado a enfrentar su asombrosa respetabilidad. Estos gatos me asombran. Son preciosos presumidos. Comen otros animales crudos. Llevan su sufrimiento con dignidad. Consiguen lo que quieren. Dejan que les quieras. Quizás todos mis personajes bípedos sean, como en mi fantasía sobre mi esposa, gatos reencarnados, criaturas admirables e inquietantes que nunca entenderé....


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