Vigorexia 120917 PDF

Title Vigorexia 120917
Author CARLOS MERCADO
Course Química Básica
Institution Instituto Politécnico Nacional
Pages 7
File Size 146.8 KB
File Type PDF
Total Downloads 19
Total Views 138

Summary

Download Vigorexia 120917 PDF


Description

VIGOREXIA EPIDEMIOLOGÍA

No se dispone de datos fiables sobre su prevalecía ya que se considera que está infladiagnosticada e infravalorada. Se considera que un 10% de los hombres que acuden al gimnasio pueden presentar este síndrome. En España los datos señalan que uno 20.000 pacientes se encuentran afectados. No todos los culturistas lo padecen ni es exclusivo de los hombres aunque su predisposición es mayor. La edad más frecuente de aparición es entre 18-35 años.

Se considera patológico cuando la preocupación por el cuerpo y la musculatura absorbe varias horas al día y las repercusiones en la salud son relevantes. La consecución de un cuerpo deseado se convierte en una meta imprescindible para ser feliz.

Se puede detectar por signos médicos como: acné importante, testes pequeños o infertilidad que la causan el abuso de esteroides anabolizantes androgénicos que suelen consumir y cuyo uso se ha extendido. SÍNTOMATOLOGÍA

Los síntomas más comunes de una dismorfia muscular son: Mostrar una preocupación excesiva por su propio cuerpo. Se puede objetivar que la preocupación es excesiva si la persona se dedica a pensar en ello más de una hora diaria, se pesa varias veces al día, mide constantemente el grosor de los músculos o se compara siempre con otros compañeros de gimnasio. Cualquiera de estas circunstancias nos alerta de que estamos cayendo de lleno en la vigorexia. Mostrar una imagen corporal distorsionada y nunca verse los suficientemente fuerte o en forma.

Mostrar una dependencia del ejercicio físico, es decir, sentir la necesidad de practicar deporte durante al menos tres horas diarias. Y ante la imposibilidad de realizar ejercicio, sufrir síndrome de abstinencia, es decir, irritabilidad, ansiedad o depresión.

Mostrar una excesiva atención a la dieta con conductas desadaptativas, como una alimentación inadecuada o consumo de fármacos peligrosos para la salud con el único fin del desarrollo muscular tales como:



Eliminar el consumo de grasas.



Aumentar el aporte de glúcidos como fuente de energía, así como de proteínas para ganar músculo.



Consumir suplementos proteícos extraídas del suero de la leche o del huevo en forma de polvo, barritas o batidos, así como complejos vitamínicos para compensar una dieta inadecuada.



Tomar sustancias como la creatina o la carnitina para favorecer el aumento del volumen muscular o el aprovechamiento energético.



Consumir esteroides anabolizantes para aumentar la masa muscular y perder grasa aún a pesar de que su consumo sin control sanitario esté prohibido.



Aceptar el sufrimiento y el daño físico como un camino necesario para conseguir el desarrollo muscular y seguir con el entrenamiento aún a pesar de las contraindicaciones médicas.



Mostrar una desproporción física poco acorde con su talla o complexión. La persona con vigorexia entrena según lo cree conveniente y no bajo las recomendaciones de su entrenador. Por ejemplo, es muy frecuente observar un cuerpo demasiado voluminoso con respecto a la cabeza, o unos pectorales y unos bíceps excesivamente desarrollados con respecto a las piernas.



Tener una baja autoestima. A menudo la obsesión por el músculo puede derivar en un cuadro obsesivo compulsivo. La persona que sufre de vigorexia se siente fracasada por no conseguir unas metas físicas inalcanzables, porque no son realistas. Esta frustración le causa un gran malestar que termina interfiriendo en su vida laboral, social y personal.

ANTECEDENTES Es un trastorno psicológico, también conocido como dismorfia muscular o complejo de Adonis, que se caracteriza por una obsesión enfermiza por ganar masa muscular a consecuencia de tener una imagen distorsionada del propio cuerpo. Los afectados ven su cuerpo poco desarrollado y enclenque, por lo que realizan compulsivamente ejercicios de gran intensidad en el gimnasio para hipertrofiar sus músculos, llevan un control estricto de su dieta con un aporte exagerado de proteínas y observan con mucha frecuencia y de manera minuciosa y obsesiva su musculatura frente al espejo.

Hoy en día existe, un culto excesivo a la belleza corporal y una obsesión por lograr la perfección física. La imagen se convierte en un referente de la felicidad y el afán por conseguir la figura perfecta en una necesidad que puede desencadenar en trastornos psicológicos y de alimentación tan graves como la vigorexia, la ortorexia, la bulimia o la anorexia. CAUSAS Este trastorno es una forma de trastorno dismórfico corporal y se relaciona con el trastorno obsesivo compulsivo. Hay algunos factores de riesgo posibles que contribuyen a este trastorno: la intimidación y burlas durante el período escolar, la falta de armonía de la familia, el perfeccionismo, la tensión severa, el enfoque estético y la influencia negativa de la cultura de masas que promueve un cuerpo idealizado.

Los medios de comunicación pueden tener un papel muy importante en cómo una persona se ve a sí misma. Con la cantidad de revistas, anuncios y programas de televisión de hoy en día, un hombre (o mujer) puede pensar que es escuálido y débil, cuando en realidad no lo es, probablemente. Por último, es posible que el entrenamiento obsesivo con pesas puede conducir a la dismorfia muscular. Puede ser la adrenalina al mismo tiempo de tener una dura sesión de ejercicios o la admiración que se obtiene de los demás después de hacer ejercicio. Como la

mayoría de los trastornos, no hay una sola causa que determina si alguien tiene o no vigorexia, sino más bien una combinación de factores y una mirada a sus entornos y relaciones del pasado. COMPLICACIONES Aislamiento: La gran cantidad de tiempo que el vigoréxico dedica al ejercicio (hacerlo o pensar en hacerlo) entorpece su adaptación social aislándose de su círculo de amigos, laboral, académico e incluso familiar y de pareja. La persona con vigorexia se siente cada vez más sola y no es raro que aparezcan síntomas de depresión. Lesiones: La sobrecarga de entrenamiento termina dañando los músculos, huesos y articulaciones, a veces de manera irreversible. El cuerpo se fuerza debido a la intensidad del ejercicio realizado y, por tanto, aumentan las probabilidades de sufrir una lesión. De ahí la importancia de entrenar de una manera correcta para evitar molestias, desgarros, sobrecargas, dislocaciones, roturas y esguinces. En caso de que se haya producido una lesión, es mejor mantener reposo o acudir a un médico o fisioterapeuta. Muchas personas con vigorexia no lo hacen por miedo a que les prohíban seguir entrenando y lo siguen haciendo aun a pesar del dolor. Creen que una tobillera u otro tipo de venda les protegen, lo cual no es una buena idea, ya que al final las molestias se agravan o cronifican. Fatiga crónica: Con el exceso de ejercicio se suele llegar a la fatiga, ya que se entrena más allá de las fuerzas del cuerpo hasta la extenuación. Desordenes de alimentación: El organismo se ve forzado a obtener energía a partir de proteínas, en vez de las grasas y los hidratos de carbono, como sería su funcionamiento natural. El exceso de ingesta de proteínas sobrecarga de trabajo a los riñones y el hígado, que son los órganos que se encargan de eliminar los productos de desecho que quedan tras metabolizar las proteínas (amoníaco, ácido úrico y urea).

Por otra parte, el exceso de consumo de proteínas de origen animal favorece la formación de cálculos renales. Con las proteínas, se elimina mucho calcio que debe ser depurado por los riñones. Cuando la eliminación de calcio es muy alta, debido a que se han ingerido grandes cantidades de proteínas, parte del calcio puede quedar acumulado en forma de piedras en los riñones. Bajo rendimiento laboral o académico: Es frecuente que la obsesión por el músculo y la prolongada estancia en el gimnasio vayan de la mano de una vida social inexistente, así como de bajo rendimiento laboral o académico. Problemas de salud a largo plazo: Las personas con vigorexia suelen sufrir pequeñas lesiones crónicas en zonas localizadas como la columna vertebral, hombros, codos, rodillas, tobillos o cadera. Este desgaste físico es similar al de los deportistas de élite que han dedicado gran parte de su vida a competiciones de alto rendimiento.

A menudo, la obsesión patológica por ganar músculo y que éste sea muy voluminoso lleva a las personas que sufren vigorexia al consumo de sustancias peligrosas para la salud como los esteroides y los anabolizantes. Estos productos acarrean graves efectos secundarios como problemas cardíacos, vasculares, disfunción sexual, ginecomastia o enfermedades crónicas renales. DIAGNÓSTICO

Para diagnosticar la vigorexia, se han establecido una serie de test psicológicos para evaluar el comportamiento de personas en riesgo de desarrollar esta patología, como los culturistas o deportistas. Uno de ellos es el cuestionario del complejo de adonis, que interroga acerca de conductas y pensamientos que puedan esconder algún tipo de dismorfia corporal.

Otras herramientas son el Test Básico de Vigorexia (TBV), y la Escala de Satisfacción con la Apariencia Muscular (MASS), que son métodos estandarizados específicos para diagnosticar una dismorfia muscular, y que se deben combinar con las opiniones de los expertos respecto a si existe o no la patología, o en qué nivel se encuentra.

La comunidad científica ha propuesto un criterio diagnóstico del trastorno dismórfico corporal con dismorfia muscular. Fue diseñado por el psicólogo que describió el trastorno por primera vez, H. G. Pope, y suscrito posteriormente por otros investigadores. TRATAMIENTO

El objetivo del tratamiento debe centrarse en modificar la conducta y la percepción distorsionada que el paciente con vigorexia tiene sobre su propio cuerpo. Lo esencial es lograr que el paciente reconozca que tiene un problema y que quiere hacer algo para solucionarlo. La obsesión por el músculo se trata actualmente como cualquier síndrome dependiente o adicción. Al igual que sucede con el tratamiento de otros trastornos alimentarios como la anorexia o la bulimia,

aquí

también es

necesario

emplear

un

equipo

multidisciplinar:

médicos,

fisioterapeutas, psiquiatras, psicólogos, endocrinos, nutricionistas y enfermeras. Las principales líneas de acción en el tratamiento del trastorno vigoréxico son las siguientes:



Estabilización de los parámetros médicos alterados por el abuso de esteroides anabólicos o la malnutrición. La gravedad del trastorno será lo que determine el cuadro clínico y su evolución. El consumo regular y prolongado en el tiempo de anabolizantes para incrementar el volumen de masa corporal o de esteroides derivados de la testosterona, produce daños graves a nivel hepático y renal, aumentando la tensión e incluso el riesgo de sufrir un infarto, así como problemas de infertilidad tales como atrofia testicular en los hombres y alteraciones en el ciclo menstrual en la vigorexia femenina, y mayor riesgo de padecer problemas de corazón.



Tratamiento de lesiones que se hayan producido en esta dinámica extenuante de entrenamiento. Con el fin de maximizar el tiempo de entrenamiento, se prescinde de calentamientos previos o de los estiramientos musculares posteriores. Es habitual que el cuerpo se haya trabajado con intensidad aun en contra de su constitución y mediante técnicas no adecuadas sobre todo en ejercicios de fuerza, lo que puede originar hernias o roturas de tendones con cierta facilidad.



Establecer unos parámetros saludables de nutrición y un patrón de ejercicio saludable con el que la persona disfrute. Para ello es fundamental contar con la ayuda de amigos y familiares para que el paciente se sienta apoyado por su entorno afectivo durante este ajuste de su actividad física y que al mismo tiempo estén atentos de que la persona los cumpla. Es también recomendable contar con la ayuda de un entrenador personal que reeduque a la persona con vigorexia para que respete los calentamientos previos y los estiramientos

posteriores

a

la

práctica

del

ejercicio

y,

sobre

todo, evitar

el

sobreentrenamiento. 

La atención psicológica con el fin de mejorar la autoestima y que ésta no esté mayoritariamente influenciada por la apariencia física o estética.



En algunos casos, el trastorno vigoréxico es tan grave que puede ser necesario recurrir a los fármacos.



Recurrir a la psicoterapia para que la persona con vigorexia pueda superar su tendencia al perfeccionismo obsesivo.



Ampliar el horizonte de intereses, haciéndole descubrir otras actividades igualmente gratificantes y reducir el número de horas dedicadas a la práctica de ejercicio sustituyéndolas por otras actividades de su agrado.



Mejorar las relaciones con otras personas, para que se vuelvan a sentir incluidos en la sociedad y adquieran nuevos hábitos y aficiones....


Similar Free PDFs