11. Mitologia griega y la Medicina PDF

Title 11. Mitologia griega y la Medicina
Author Jaime A. Aguirre Santibañez
Course Historia de la Medicina
Institution Universidad Autónoma de Coahuila
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Mitologia griega y la Medicina Los antiguos griegos supieron curar el cuerpo pero tambien se complacieron en contar algunos de sus muchos mitos para aplacar el dolor de la separación, son mitos que, hacen referencia a curaciones de diversa indole. Hoy puede que nos sirva de algún alivio repasar brevemente los personajes míticos dioses y héroes que tuvieron facultades curativas y los episodios en los que las desempeñaron. En el mundo clásico, hay curaciones de guerreros, salvaciones casi divinas, fármacos mágicos que devuelven el vigor y la vida, y otras menciones que acercan el mundo de la salud y de la medicina a la esfera de los dioses griegos. La medicina antigua, entrelazada con la filosofía y los saberes ocultos, fue revolucionada, como es bien sabido, por la figura de Hipócrates, que la separa del ámbito del mito y las creencias. Es importante para comprender revisar el panorama de las figuras míticas más relacionadas con el mundo de la medicina. Conocer los diversos personajes de la mitología griega, dioses y héroes, que tienen relación con el mundo de la medicina. No solo Apolo o Asclepio, más cercanos a las ciencias de la salud, tienen la exclusividad en el patrocinio de las artes curativas. También otros dioses en principio más ajenos, como Hermes o Dioniso, protegen la vida y la salud. Es importante conocer a estos héroes y dioses para curar dolores y saber que en la mitología griega la enfermedad también viene de los dioses. Es esta una interesante ambivalencia que marca la relación del hombre con la divinidad en lo que respecta a la salud. Muchos dioses ayudan a la medicina y otros tantos mitos esconden el simbolismo de alguna plaga o enfermedad. Un ejemplo de esto último es el segundo de los doce trabajos de Heracles, que le encargó Euristeo, acabar con la Hidra de Lerna, serpiente enorme de muchas cabezas y sangre venenosa, cuyos muñones sangrientos se reproducían obsesivamente, es sin duda el recuerdo lejano de alguna epidemia. la primera epidemia que narra la literatura griega con cierto detalle es la peste que se desata en el campamento griego al principio de la Ilíada. La captura de la hija de un sacerdote de Apolo, Crises, por Agamenón, es la causa del enfado del dios, que castiga a los griegos disparando sus flechas por todo el campamento, entre perros, mulas y hombres, causando una peste de rápido contagio, con fiebres y muertes fulminantes. Aasi como la leyenda de “El hijo de Leto y de Zeus, que, encolerizado contra el rey, propagó en el ejército una plaga espantosa, haciendo que perecíeran las tropas, porque el Atrida había ultrajado al sacerdote Crises”. Para erradicar la enfermedad los griegos aplacan a Apolo con sacrificios y devuelven a Criseida al sacerdote Crises y se acaba por celebrar una total catarsis, dándose los griegos un baño purificador de la peste. En estos dos casos la medicina entra aún en contacto con la divinidad... Hay fármacos que curan incluso a dioses como el que sana a Ares herido al final del canto V de la Ilíada: “Así dijo, e hizo encargo a Peón de que lo curara, y Peón, esparciéndole por encima ungüentos aniquiladores del dolor, lo sanó, ya que en absoluto había sido creado mortal”.

Medicina homérica En la Iliada y la Odisea existen muchas referencias medicas, sobro todo el primer poema épico contiene muchas descripciones anatómicas y quirúrgicas. La Iliada comienza con una epidemia de peste: “¿Qué Dios fue el que movió la discordia y la lucha entre ellos? Fue este el hijo de Leto y de Zeus. Contra el Rey irritado, una peste maligna a sus huestes mandó, y sus guerreros perecían, porque ultrajó a Crises, a su sacerdote, el Atrida” La Medicina reflejada en la Iliada es racional, natural y práctica, aunque puede tener elementos mágicos. Allí aparece Asclepio como un soldado en la guerra de Troya. Sus hijos Macaón y Podolirio actúan como soldados y médicos. A veces para curarse hay que purificarse. Leto y Artemis sanaron a Eneas. Apolo curó a Sarpedón. Menelao fue curado por Atenea. Tetis hizo incorruptible el cadáver de Patroclo. Los diferentes heridos, provocados por armas metálicas o de piedra, eran curadas en pleno campo de batalla. Poéticamente se describen todas las escenas con los traumas propios de la guerra, los heridos, las hemorragias y los dolores. El arte de curar proviene del Centauro Quirón. Tetis hizo invulnerable a su hijo Aquiles al sumergirlo en la laguna Estigia, excepto en los tendones porque lo tomó por allí. En la odisea hay referencia al uso de drogas contra el dolor. También se habla de venenos y filtros mágicos provenientes de Egipto. Mitología y Medicina La medicina griega está muy ligada a su mitología. Casi todos los dioses tienen que ver con la medicina. A Delfos, en el monte Parnaso, Apolo llegó desde niño. Se le separo de su cordón umbilical, hecho que recuerda el Onfalos, piedra cerca de templo. En Delfos vivía el oráculo que adivinaba el porvenir junto a las posibles enfermedades. Melampo curaba a las mujeres locas de Argos. Empleaba el eléboro negro, planta que produce narcosis, diuresis y facilita la catarsis. Afiarao, descendiente de Melampo, compitió con Asclepio en el arte de curar. Tronfonio vivía en las cuevas y desde allí enviaba su poder curador. Orfeo influía en el alma con la música y su poesía. Hera, mujer de Zeus, era la protectora de las parturientas. Atenea, diosa de la sabiduría, protegía la vista. Quirón, hijo de Cronos, hermano de Zeus, era protector de la salud. Era un centauro. Cirse utilizaba una poción que convertía a los maridos en cerdos. Hermes aplicaba una sustancia que actuaba como antídoto sobre la pócima de Cirse. Peón era el medico de todas las divinidades. Ilitia, hija de Zeus, era la diosa de la maternidad. Las Parcas, Cloto, Lóquesis y Átropos eran hiladoras del estambre de la vida, Hipnos era la diosa del sueño, Thanotos representaba a la muerte, Alejikakos, una de las formas de Apolo, alejaba las enfermedades, Aristeo, hijo de Apolo y Cirene, fue medico y adivino. Las tres principales deidades médicas fueron: Apolo, Quirón y Asclepio. En Egipto el culto de Asclepio se unió al de Imhotep y se le llamó Asclepio-Imhotep o Imhotep-Esculapio.

De Apolo a Asclepio En la mitología, las flechas de Apolo como las de su hermana gemela Ártemis, su compañera en el firmamento en su identificación con el sol y la luna sirven para ejecutar las venganzas divinas que decreta la asamblea de dioses ante los desmanes de los mortales. Apolo es el dios de las epidemias, como la que extiende entre los griegos en el sitio de Troya, podía castigar a una población por los pecados de su gobernante y sus flechas que se extienden simbólicamente como una enfermedad veloz causan la poderosa tristeza de la muerte. Apolo es, pues, el dios de la peste, especialmente en su advocación de Esmínteo, que alude a la relación entre la plaga apolínea y los roedores. El joven dios de belleza deslumbrante es más conocido como patrón de las artes, la poesía, la música serena y los cantos corales, siendo por su serenidad y su porte la imagen del dios griego por excelencia. También apadrina el arte de adivinar el futuro desde su gran santuario en la escarpada Delfos, donde su sacerdotisa pronunciaba los oráculos del dios. Si Apolo era el dios de la enfermedad, hay que decir que también era capaz de sanar sus males. Así se presentaba con la curativa advocación de Peán, el sanador, como se ve en Homero. En los santuarios de Delos y Delfos, de gran actividad adivinatoria, también había una gran afluencia de médicos, que acudían a estos populosos centros de peregrinación de los griegos. Gran parte de los consultantes, de hecho, preguntaban al dios acerca de sus enfermedades, pues la salud ha sido siempre una de las grandes preocupaciones del hombre. De Apolo procede también el principal dios médico de la antigüedad, Asclepio, su hijo, de quien hablaremos más tarde, pues se especializará como el curador por excelencia en la religión griega. Los símbolos de Apolo son variados, y si destaca entre ellos el trípode, que representa su arte adivinatoria, el laurel, de uso médico antiguo como tónico estomacal, entre otras aplicaciones. Los griegos, por ejemplo, lo usaban en el baño para aliviar los dolores de la artritis. Esta planta consagrada a Apolo guarda íntima relación con el dios, en el mito y en los rituales adivinatorios. Apolo tuvo amoríos con Corónide, princesa tesalia, de quien tuvo a su famoso hijo Asclepio, el que sería dios médico de la antigua mitología. Su nacimiento excepcional y heroico estuvo marcado por la muerte de su madre. Cuenta Píndaro que Corónide amó a Apolo y quedó embarazada de él, pero durante su embarazo ella se prendó de un mortal. Apolo fue advertido de ello por un cuervo y en venganza quemó viva a la joven. Mientras su cuerpo ardía en la pira arrancó de su seno a su hijo niño, vivo aún, y lo crió. El pequeño fue educado como un héroe por el sabio centauro Quirón, con un currículo en el que estaba incluido el arte de la medicina. Asclepio avanzó tanto en esta que llegó a provocar el temor de los dioses. En su soberbia, llegó a desafiar las leyes de la naturaleza y, tras avanzar en su ciencia más allá de todos los límites, resucitó a un muerto. Zeus no podía tolerar el desafío al orden natural y lo mató con su rayo. Se cuenta que Apolo, en venganza, mató a su vez a los Cíclopes, forjadores del rayo. Pero después de expiar su culpa, Apolo obtuvo un favor especial para su hijo Asclepio, que fue ascendido al Olimpo como dios de la medicina.

Es quizá el dios más benévolo de los venerados en la Grecia antigua. Se lo representa barbado y sonriente, cosa rara en los dioses griegos. Venerable, sentado en un trono y con su atributo, sostiene un báculo en torno al cual se enrosca una serpiente, símbolo de la renovación de la vida. Cuenta un mito que Asclepio visitó a un tal Glauco, que estaba desahuciado y moribundo ya. Entonces vio venir una serpiente a enroscarse en su bastón y la mató; pero apareció otra que llevaba una hierba mágica con la que volvió a la vida a la primera. Así asistió a Glauco en su maravillosa resurrección y conoció esta hierba de la vida, por lo que la serpiente se convirtió en su animal consagrado. Asclepio tuvo tres hijas, Higiea, Panacea y Yasó (la Saludable, la Remediadora de todo y la Curadora), un trío a la imagen de las Gracias de Apolo o las Horas de Zeus que acompañan a Asclepio y dispendian sus dones entre los mortales. El culto de este dios se extendió sobremanera tras la época clásica y el famoso juramento hipocrático le invocaba junto a sus hijas. Tuvo Asclepio además dos hijos, Macaón y Podalirio, que aparecen en la Ilíada como médicos del campamento griego. Son llamados los Asclepíadas. La planta de Asclepio era el ciprés, aunque es un dios que tiene el patrocinio de todas las hierbas curativas. Su animal consagrado era el gallo. Este dios tenía diversos santuarios en lugares como la isla de Cos, donde había una cofradía de médicos conocida como los asclepíadas. Pero sin duda el lugar predilecto del culto de Asclepio era Epidauro. Aún hoy se pueden visitar en este enclave arqueológico los restos del complejo de culto del dios, sus templos y recintos, junto con el impresionante teatro en el que todavía pueden verse representaciones dramáticas y musicales. Epidauro es rico en restos que atestiguan la bulliciosa actividad de la medicina sobre todo desde el siglo IV a.C.: relieves, placas votivas, inscripciones que conmemoran curaciones del dios, etc. Era, como Delos, Delfos, Eleusis, Dodona y otros santuarios griegos, un importante lugar de peregrinación para experimentar las revelaciones divinas. Un centro en torno al cual había una rica infraestructura de alojamiento, dispensarios médicos, rutas, albergues y demás servicios destinados al peregrino. La principal diferencia con los otros centros es que Epidauro se especializaba en la medicina. En Epidauro los fieles consultaban al dios médico principalmente por el procedimiento de la enkoimesis o incubación: dormían dentro del templo de Asclepio para que éste les indicara en sueños qué remedios eran los más apropiados para sus dolencias. Había ritos especiales para la consulta, baños de purificación, ayuno y sacrificios. Tras el sueño, que generalmente era un oráculo ambiguo, los sacerdotes lo interpretaban y aconsejaban los mejores remedios a los pacientes. Los tratamientos médicos eran gratuitos, pero muchos fieles dejaban como ofrenda exvotos con reproducciones de las partes sanadas por el dios y arrojaban monedas a la fuente sagrada del dios. El culto de Asclepio, bajo el nombre de Esculapio, fue también inmensamente popular en Roma desde el siglo III a.C., y se extendió por toda Italia, donde existió más de un centenar de santuarios médicos, como prueban las muchas terracotas y relieves halladas. Unos 15

kilómetros al este de Roma, destaca el santuario de Ponte di Nona, con una impresionante colección de exvotos de extremidades sanadas por el dios. Estas no difieren mucho de los exvotos posteriores de otras religiones, como la cristiana, que siguen teniendo sus santuarios curativos. El mito y la religión ocuparon un lugar principal en el mundo antiguo que luego pasó al cristianismo: los viejos santuario de Asclepio fueron sustituidos por iglesias de santos, como San Cosme y Damián ocuparon el lugar del antiguo dios de la medicina. Otras deidades curadoras La hija menor de Crono y Rea, Hera reina del Olimpo y celosa mujer de Zeus, comparte el patrocinio mítico de la obstetricia junto con Ártemis e Ilitía, Leto había concebido de Zeus, rey de dioses, a unos hermosos gemelos que ya pesaban en su vientre. La madre, sintiendo ya los dolores de parto, vagaba de uno a otro rincón del mundo antiguo, sin que ninguna tierra o ciudad se atreviera a darle cobijo, por temor a un decreto de la vengativa Hera, siempre envidiosa de las amadas de su esposo. Solo un lugar en el mundo podía servir de refugio a la desesperada parturienta: un islote móvil en medio del mar, la que luego sería llamada Delos. Allí Leto esperó el nacimiento durante nueve noches y nueve días hasta que finalmente Hera consintió el alumbramiento, pues suyo era el poder sobre los partos: nacieron primero Ártemis y después el bello Apolo. En esta servidumbre humana y semidivina de dar a luz asistía a Hera ayudaba una divinidad menor, llamada Ilitía, hija de Zeus y Hera. Este genio femenino que preside los alumbramientos, sin embargo, sirve a su madre en sus venganzas. Como en el caso de Leto, Ilitía trató de impedir también el parto de la reina Alcmena, que tuvo a Heracles de Zeus. Curiosamente, la doncella Ártemis, la diosa gemela de Apolo que nació en ese parto retenido, fue la encargada de velar por la seguridad de las embarazadas hasta el noveno mes. Ártemis es la diosa cazadora, la Diana latina, cruel y hermosa como la naturaleza. Ella es la virgen por excelencia. Sin embargo, en la antigua Grecia, estaban bajo su protección, además de las doncellas, las muchachas embarazadas hasta el momento en que daban a luz, cuando se encomendaban a Hera, diosa del matrimonio, y a su ayudante Ilitía. El centauro Quirón fue el primer cirujano, el más maestro de médicos y héroes. Su vida fue consagrada a curar a los demás y a enseñar la medicina. Y como en el caso de Asclepio, vemos que esta vocación le reportó varios peligros. Quirón pertenecía a la raza de los centauros, híbridos entre humanos y caballo. Los centauros eran una estirpe de maldad conocida, odiosa y violenta por naturaleza, que nació del malvado Ixión. Este deseó unirse con Hera, la esposa de Zeus, quien fabricó una nube con su forma: de esta unión antinatural nacieron los siniestros centauros, fieros y peligrosos. Pero Quirón, el centauro sabio, fue la una notable excepción a esa historia. Su fama se basa sobre todo en su faceta de maestro de héroes. Es famoso por haber instruido a los mejores de los griegos, como Ulises, Heracles, Eneas, Peleo, Aristeo, Acteón, Jasón o Aquiles: a ellos les enseñó todo cuanto debía saber un buen héroe helénico, el arte de la lucha con lanza, espada y arco, pero también la música, la medicina y otros saberes de gran utilidad. El propio Asclepio aprendió de él el arte de curar las enfermedades.

Pero ¿cómo se explica el carácter benévolo de Quirón frente a los otros centauros? Quiere la tradición que Quirón tenga un origen distinto: se cuenta que es hijo del Titán Crono, quien, una vez, adoptó la forma de un caballo para seducir a una mujer llamada Filira, de forma que su esposa Rea no advirtiera el engaño. Así nació Quirón, que participa de un origen divino y, por tanto, se diferencia de los centauros Ixiónidas en su enorme sabiduría, en su inmortalidad, y, además, en un cierto carácter amable y melancólico. Quirón aprendió de Apolo y Ártemis la caza, la medicina, la música y la adivinación, y de él procede la estirpe de Peleo, el que sería padre de Aquiles, la muerte de Quirón fue causada por un desgraciado error de Heracles, quien lo hirió accidentalmente con una flecha envenenada mientras combatía con otros centauros. Sin embargo, Quirón era inmortal y sufría terribles dolores a causa de la herida. Según una leyenda, le cedió su inmortalidad a Prometeo y se dejó morir voluntariamente. Otra versión sostiene que Zeus, como lo viera doliéndose y sin poder morir, se compadeció de él y lo elevó al firmamento, convirtiéndole en la constelación de Sagitario (que no en vano representa a un centauro flechador). No hay que olvidar que Prometeo es también el inventor de la ciencia y la técnica médicas. Se le relaciona con varios aspectos fundamentales para la civilización, como es el fuego, la primera mujer y el culto a los dioses. Aún hay otro mito que pone en relación a Prometeo con el propio origen de los hombres. Prometeo se perfila así como el creador del hombre y de la mujer, pues habría modelado a uno y otra a partir de un puñado de barro. Pausanias cuenta que en una aldea se podían ver aún los pedazos de arcilla sobrantes que Prometeo dejó tras su labor. Otra figura mítica íntimamente relacionada con la medicina es el dios Hermes, a quien puede considerarse el primer farmacéutico. Hermes, intermediario por excelencia, es mercader, viajero, ladrón, y astuto negociante, patrón de intérpretes, traductores y hermeneutas, y guía del alma al otro mundo. Pero también, más adelante, aparecerá a la manera de un sabio mago, como Hermes Trimegisto, “tres veces grande”, asimilado al dios egipcio Thoth. Hermes se convierte así en dios de la magia y de lo misterioso, patrón de la alquimia y de los textos esotéricos: su saber “hermético” será el inspirador de alquimistas. De ahí que se le considere dios de la magia, la alquimia y, por extensión, inventor de la farmacopea. Hermes es el inventor de la química y de los remedios curativos del cuerpo y el alma. Los atributos del dios, las sandalias aladas, el pétaso y el caduceo, báculo de viajero y varita de mago a la par, con el tiempo pasaron a ser símbolos de los comerciantes, magos y boticarios. El mágico caduceo fue regalo de Apolo, que había guardado con él sus rebaños, a cambio de la lira, que Hermes inventó, era una vara de oro, pero se dice que al encontrar Hermes dos serpientes que peleaban, arrojó en medio de ellas su bastón para separarlas y vio como sin hacerse ningún daño se enroscaban y entrelazaban alrededor de la vara, de manera que la parte más alta de sus cuerpos formaban un arco, quedando sus cabezas separadas mágicamente, frente a frente. Finalmente, hay que mencionar a Dioniso, uno de los dioses más cercanos y a la vez más ajenos como fuerza de la naturaleza cíclica, de la regeneración vegetal, también se relaciona a

Dioniso con un tipo de curación especial, más íntimamente psicológica, a través de sus cultos y danzas. Dioniso tiene carácter curativo y liberador: su gran regalo a la humanidad es el vino que libera de las penas y la danza extática, que saca fuera de sí a los danzantes, inspirados por la locura divina. Sus símbolos son la vid, el vino, la hiedra, plantas poderosas y usadas en la antigüedad como medicina para el cuerpo y el espíritu, fundamento de la religión dionisíaca. Por ello, en sus advocaciones de Lisio o Lieo, “el que libera”, o Lisiponos, “el que libera del dolor”, merece ser contado como dios relacionado con la medicina: Dioniso es, en cierto modo, el analgésico espiritual de la antigua Grecia. Evitar el dolor y la...


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