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Paleta de Narmer...

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Proyecto Redes de Innovación Docente. Curso 2014/15 Equipo del proyecto: Cruz Martínez de la Torre, Profesora Titular, Equipo Docente Inmaculada Vivas Sainz, Profesora Ayudante, Equipo Docente Paloma Moratinos Bernardi. Profesora Tutora, Centro Asociado Melilla David Espinosa Espinosa. Profesor Tutor, Centro Asociado La Coruña

COMENTARIO ARTÍSTICO

FIGURA A

FIGURA B

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Paleta del faraón Narmer. Dinástico Temprano. Esta paleta de pizarra con forma de escudo, que se conserva en el Museo Egipcio de El Cairo, fue elaborada para conmemorar la victoria del faraón Narmer, procede de Hieracómpolis y supone el inicio del arte figurativo faraónico, oficial, canónico y codificado. En ella se aplica de forma magistral el sistema de representación vigente a lo largo de toda la historia de Egipto: el rango de los personajes expresado a través de sus diferentes tamaños, mediante el uso del principio de proporción de jerárquica, y el modo característico de mostrar las figuras de perfil en dos dimensiones, con el ojo y hombros de frente y la cabeza y las piernas de perfil. Asimismo, esta forma de representación es novedosa porque desplaza el interés iconográfico dominante: la guerra y el caos dan paso, a partir de ahora, a la imagen del faraón que derrota a sus enemigos como símbolo del orden político. El programa iconográfico representado en ambas caras es complejo y de una inequívoca significación política: el triunfo del Sur del país (Alto Egipto) sobre el Norte (Bajo Egipto), lo que dará paso en la I dinastía al Egipto unificado. En esta paleta se exalta la figura del soberano que encarna toda la potencia necesaria para hacer frente a las fuerzas adversas. En el centro del registro superior de ambas caras aparece el nombre y el palacio del faraón encerrados en una cartela y, a ambos lados, sendas cabezas de la diosa Hathor, o de la diosa vaca Bat según algunos autores. En la parte superior del anverso de la paleta (figura A) aparece a la izquierda Narmer, de tamaño superior al resto de los personajes, como rey del Bajo Egipto, tocado con la corona roja, quien avanza descalzo, en comitiva hacia el templo de Buto. Narmer se halla precedido de un sacerdote y de cuatro portaestandartes reales con los símbolos de los nomos que representan subdivisiones territoriales en la zona central. Detrás del faraón está el portasandalias que lleva un pomo de ungüentos en una mano. El faraón inspecciona el campo de batalla y, como severo administrador de justicia, ha hecho decapitar a diez prisioneros, cuyas cabezas se encuentran a los pies de sus cadáveres maniatados, representados en la parte derecha. En el registro central, que ha dejado de ser funcional (anteriormente la oquedad circular central de las paletas servía para diluir cosméticos), vemos dos leonas, animales que en paletas más antiguas aparecían libres entre la fauna salvaje, sometidas ahora a la acción del hombre. Ambas entrelazan sus largos cuellos simbolizando posiblemente las dos mitades de Egipto, ahora unificado y domado por obra del faraón. Por último, en el registro inferior de esta cara, un toro encarna el poder arrollador del faraón. Su embestida abre una brecha en los muros de la ciudad fortificada, designada mediante un jeroglífico, mientras pisotea a un enemigo que huye, a rastras, a los pies del vencedor, tal como sucede en la paleta del Toro del Museo del Louvre. El reverso de la paleta (figura B) es la cara más conocida. En ella, Narmer aparece como soberano del Alto Egipto, con la corona blanca ocupando más de la mitad de la superficie de la parte superior. Su tamaño es mucho mayor que el resto de las figuras, como corresponde a una clara perspectiva jerárquica. Narmer está de pie y descalzo, al pisar suelo sagrado, y aparece seguido de su lavador de pies, quien lleva el pomo de ungüentos en una mano y, en la otra, las sandalias. Al faraón se le

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representa ante el dios Horus, simbolizado como un halcón, sujetando por los cabellos a un enemigo caído, al que se dispone a sacrificar con su maza. Bajo este último yacen dos enemigos vencidos. En la parte derecha, el dios supremo trae atado de la nariz al símbolo del Bajo Egipto, representado por medio de una mata de papiro con cabeza humana, el cual lleva clavado seis clavijas que simbolizan seis mil vencidos. Narmer se identifica con Horus, dios del Alto Egipto que vence al Bajo Egipto y divinidad protectora de la realeza. En el registro inferior, hay una escena que sugiere cierta sensación de mayor movimiento que la de la escena central, en la que se ven dos enemigos que huyen volviendo la cabeza hacia atrás. El de la izquierda, seguramente, es de la ciudad de Menfis, por el jeroglífico de la muralla dispuesto en la parte superior. Desde el punto de vista artístico esta paleta, a pesar de su perfección, nos revela que los principios del dibujo y de la composición que caracterizarán el arte egipcio no se han impuesto aún: los rostros son demasiado cortos, los detalles anatómicos están realizados de forma caligráfica, etc. Será durante el tránsito de la I a la II dinastía cuando las figuras no adquieran su aspecto más conocido, aunque también encontramos novedades en esta paleta, con respecto a obras anteriores, como, por ejemplo, los ojos de los personajes, que ahora se hacen en relieve.

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