3. La poesía romántica. Características. Espronceda. Zorrilla. Otros poetas. PDF

Title 3. La poesía romántica. Características. Espronceda. Zorrilla. Otros poetas.
Course Literatura Española Del Siglo Xix
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Literatura española del siglo XIX

Tema 3

Profª Consolación Baranda Leturio

Tema 3. La poesía romántica. Características: fuentes, temas y formas métricas. Espronceda. Zorrilla. Otros poetas.

Tabla de contenido Ángel de Saavedra, Duque de Rivas (1791 – 1865) ............................................................................................................ 2 José de Espronceda (1808 – 1842) ..................................................................................................................................... 3 El estudiante de Salamanca ............................................................................................................................................ 3 Gustavo Adolfo Bécquer (1836 – 1870) .............................................................................................................................. 9 Comentario a las Rimas. ............................................................................................................................................... 10 Rima XV (60) .............................................................................................................................................................10 Rima LX (41) .............................................................................................................................................................. 12 Rima LXVI (67) ........................................................................................................................................................... 12

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En España, la poesía romántica no llega al nivel del resto de Europa. Se renovó y transmitió la tradición literaria a partir del gran trabajo filológico que se hizo con la recuperación del Romancero; también se incorporaron elementos como el subjetivismo lírico, la leyenda, nuevos temas y una nueva forma de ver el mundo y al hombre en él. Aparece un gusto por la experimentación métrica, buscan un lenguaje más expresivo y acoge mucha variedad de metros, además de mezclarse lo narrativo con lo lírico. Todos estos poetas están fuertemente influidos por la poesía francesa, especialmente por Víctor Hugo, aunque aparece algo de influencia inglesa, en concreto, Lord Byron.

Ángel de Saavedra, Duque de Rivas (1791 – 1865) Vivió más que otros románticos, desarrolla una importante carrera política caracterizada por su liberalismo (aunque con el paso de los años se va haciendo más moderado) y participó en la guerra civil. Políticamente destaca durante el Trienio Liberal, pero se exilia en 1823 primero a Londres, luego Malta y por último París, realiza así la ruta de la influencia inglesa y francesa. Tuvo bastantes cargos políticos y de embajador en Nápoles conoce a Juan Valera y a Estébanez de Calderón, con quienes compartirá una intensa amistad. Sus primeras obras están influidas por el Neoclasicismo, ya que tuvo una educación puramente neoclásica. Su poesía mezcla la tradición nacional -particularmente del Siglo de Oro- y el mundo árabe. Aparece en su obra con mucho peso la idea del destino escrito para los hombres y su poesía narrativa sigue la línea de Walter Scott, sobre todo con El Moro Expósito. Este es un poema narrativo ambientado en Córdoba y Burgos en el siglo X, que escribe durante su exilio en Malta, pero que se publica en 1834. En 1834, el Romanticismo se ha instalado ya en la literatura española, hasta tal punto que en este año ya se ha estrenado La conjuración de Sevilla de Martínez de la Rosa, Sancho Saldaña o El castellano de Cuéllar de Espronceda y El doncel de don Enrique el Doliente de Larra. El Moro Expósito se publica con un prólogo de Alcalá Galiano 1 , que se considera el manifiesto del Romanticismo español. El poema cuenta una leyenda donde se mezcla el verso con lo narrativo, pero también hay acción; a partir de aquí se asociará la leyenda con la poesía hasta que llegue Bécquer, que empezará a escribirla en prosa. Esta leyenda se basa en la historia de Mudarra, el hermano bastardo y vengador de los Siete Infantes de Lara. El Duque de Rivas también publica un libro de romances en 1831. Hace una poesía de colores donde aparece mucho lo exótico, destaca por su adjetivación, dan cabida a la mezcla de elementos de distinto género, a la narración, a la dramatización, etc.

1

Antonio Alcalá Galiano (1789 – 1865). Escritor, político y catedrático de universidad español.

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José de Espronceda (1808 – 1842) Estudió durante el Trienio Liberal en el colegio de Alberto Lista y asistió a la Academia del Mirto2. Al final de los años 20 se exilia a Portugal y a Londres, donde conoce a Teresa Mancha3. Comienza escribiendo poemas de estilo clásico y se identifica como poeta romántico en el 34 cuando empieza a publicar sus Canciones. En estas Canciones se cantan tipos y formas de vida libres, la rebeldía contra los valores sociales. La métrica es muy novedosa por la polimetría y son poemas que fueron capaces de crear una relación de comprensión con los lectores ya que tienen una sintaxis muy clara, tuvieron mucho éxito. Espronceda es el primer autor que canta personajes como el del Reo de muerte, donde se exalta la figura del condenado, por el que todo el mundo tiene una indiferencia general. Todos estos valores de libertad y rebeldía contra la sociedad en la que se vive aparecen en la Canción del Pirata y la Canción del Verdugo. Que es mi barco mi tesoro, que es mi dios la libertad, mi ley, la fuerza y el viento, mi única patria, la mar.

El rechazo por la sociedad explica el gusto por temas de violencia, acusaciones contra el orden establecido o la injusticia; cualquier forma de convivencia está marcada por el mal. La búsqueda por la felicidad es insatisfactoria porque es fugaz, es una incapacidad por satisfacer sus deseos. La vida del hombre está marcada por la insuficiencia; el personaje romántico se opone al mundo, el héroe es un ser solitario. Son personajes individuales que tienen una vida fuera de los márgenes de la sociedad y que no alcanzan sus deseos. Todo es fugaz, el amor, la vida, la belleza… En Espronceda, el amor es un imposible, lo que se revela como la prueba más evidente de la miseria de la condición humana. Lo único que tienen en común estos héroes es el fracaso, son espíritus románticos puros para quienes el fracaso es la medida de la superioridad, porque es dar evidencia de su rebeldía.

El estudiante de Salamanca El estudiante don Félix de Montemar abandona a doña Elvira después de seducirla, mata al hermano y después sigue a una mujer que va velada (el esqueleto de Elvira, que ha muerto de amor) que le arrastra a los infiernos. Espronceda se vale de unos materiales muy conocidos y los plasma. Estos son relatos de gran difusión oral que también se utilizan en el Siglo de Oro. Hay un protagonista con rasgos de galán de comedias del Siglo de Oro, seductor, pendenciero, atrevido, que no respeta ninguna convención social, no se enamora, etc. es un personaje 2

Institución literaria en la que se recitaban poemas líricos y se intercambiaban rimas festivas. Allí Espronceda leyó sus primeros versos y comenzó a tomar conciencia de la situación del país. 3 Mujer que inspira el Canto a Teresa

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seductor que asiste a su propio entierro; parte de la base de historias muy conocidas y presentes en la tradición, pero son historias con intención edificante como la Historia del estudiante Lisardo o la Historia de Miguel de Mañara. Cuenta la leyenda que Miguel de Mañara era una suerte de “Don Juan”, de “Bradomín” por el tipo de vida que llevaba, pero todo iba a cambiar una noche… Tenía 35 años e iba camino de un encuentro amoroso cuando al pasar por la calle del Ataúd, Miguel, fue testigo de un cortejo fúnebre, el difunto desangelado iba en su féretro descubierto, al pasar junto a Miguel de Mañara y un criado que lo acompañaba pudo ver con horror la cara de aquel pobre… Se trataba de él mismo. Miguel de Mañara fue testigo de su propio entierro… Dicen que aquella experiencia lo hizo cambiar radicalmente, pidió el ingreso en la Hermandad de la Caridad siendo un gran benefactor en lo sucesivo de los pobres y desvalidos, siendo una de las almas más caritativas de la Sevilla de la época. Llegó a ser Hermano Mayor de la Hermandad de la Caridad y en el recuerdo histórico de esta ciudad pasó a ser aquel personaje que no olvidó a Sevilla.

Todo este tipo de avisos del más allá con intención moral y edificante no aparecen así en la obra de Espronceda. Modifica las características del héroe y la obra pierde el sentido edificante: es Félix de Montemar quien decide ir a los infiernos; no tiene respeto hacia nada y es capaz de enfrentarse a lo que sea con tal de conseguir lo que quiere. El poema empieza y termina de una forma curiosa; al final afirma que esto es un cuento y empieza en una noche de cuento tradicional, donde es de noche, aparecen brujas, muertos, iglesias y todos los tópicos del tiempo del miedo y el terror. La acción transcurre en Salamanca porque el protagonista es estudiante y se desarrolla durante la noche. Sabemos que es el siglo XIX por la alusión que se hace a los talleres, pero da la impresión de ser un tiempo extraño y pretérito. Nos presenta a alguien que se está muriendo y nos sitúa en la Calle del Ataúd. La oscuridad de la noche se interrumpe con la luz de lámparas tétricas y aparece un hombre embozado. Para decirnos quién es este, nos remite al don Juan Tenorio, nos da rasgos de él y le distingue de otros donjuanes por su irreligiosidad. Además, destaca su forma de hablar sarcástica, su altiveza, su altanería, cuenta que se mofa de las mujeres a las que corteja, vive desprovisto de cautelas ni prudencia, vive en el presente.

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Segundo don Juan Tenorio,

la mujer que ha abandonado,

al atrevido estudiante

alma fiera e insolente,

ni el dinero que perdió.

le señalan entre mil;

irreligioso y valiente,

fuero le da su osadía,

altanero y reñidor:

Ni vio el fantasma entre sueños

le disculpa su riqueza,

Siempre el insulto en los ojos,

del que mató en desafío,

su generosa nobleza,

en los labios la ironía,

ni turbó jamás su brío

su hermosura varonil.

nada teme y toda fía

recelosa previsión.

Que en su arrogancia y sus vicios,

de su espada y su valor.

Siempre en lances y en amores,

caballeresca apostura,

Corazón gastado, mofa

siempre en báquicas orgías,

agilidad y bravura

de la mujer que corteja,

mezcla en palabras impías

ninguno alcanza a igualar:

y, hoy despreciándola, deja

un chiste y una maldición.

Que hasta en sus crímenes mismos,

la que ayer se le rindió.

en su impiedad y altiveza,

Ni el porvenir temió nunca,

En Salamanca famoso

pone un sello de grandeza

ni recuerda en lo pasado

por su vida y buen talante,

don Félix de Montemar.

En el verso 140 vemos que cambia la métrica de octosílabo a endecasílabo cuando aparece doña Elvira, haciendo que cambie también la luz del poema. Bella y más segura que el azul del cielo con dulces ojos lánguidos y hermosos, donde acaso el amor brilló entre el velo del pudor que los cubre candorosos; tímida estrella que refleja al suelo rayos de luz brillantes y dudosos, ángel puro de amor que amor inspira, fue la inocente y desdichada Elvira.

La segunda parte está dedicada al personaje seducido: doña Elvira. También es de noche, pero aparece la luz, la luna, etc. Describe los paisajes y el ambiente como una extensión de las características físicas y psicológicas de los personajes. En el poema, al contrario que en la mayoría de los que aparecen en la tradición, no vemos la seducción de doña Elvira, sino que ésta aparece ya abandonada. El encanto de doña Elvira está relacionado con la pureza Página 5 de 13 Andrea Carretero Sanguino

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virginal y, cuando esta desaparece, desaparece su encanto; esta idea viene unida a la idea del cristal que se asimila a la fragilidad de la mujer. Así planteado, el amor no es posible, cualquier deseo de satisfacer este amor conlleva el fracaso. Como consecuencia de este amor inalcanzable, doña Elvira ha perdido la cabeza. Sin embargo, recobra la razón antes de morir y escribe una carta a don Félix, donde le desea lo mejor, no se plantea unirse con él en el más allá ni intenta que cambie porque va por mal camino4. Ella muere de amor porque su vida no tiene sentido sin el amor de don Félix. Y tú, don Félix, si te causa enojos que te recuerde yo mi desventura; piensa están hartos de llorar mis ojos lágrimas silenciosas de amargura, y hoy, al tragar la tumba mis despojos, concede este consuelo a mi tristura; estos renglones compasivo mira; y olvida luego para siempre a Elvira.

Y jamás turbe mi infeliz memoria con amargos recuerdos tus placeres; goces te dé el vivir, triunfos la gloria, dichas el mundo, amor otras mujeres: Y si tal vez mi lamentable historia a tu memoria con dolor trajeres, llórame, sí; pero palpite exento tu pecho de roedor remordimiento.

Elvira no es una heroína vengativa como las de El burlador de Sevilla, ni intenta salvarle como en el Tenorio, el suyo no es el comportamiento habitual de las obras de donjuanes. En la parte tercera aparece la mezcla de género, donde en la poesía se incorporan escenas dramáticas con acotaciones y personajes que tienen voz propia. Aparece una escena de juego, rompiendo el hilo del relato

4

Al contrario que doña Inés en el Don Juan.

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tras la muerte de doña Elvira y es la primera escena donde aparece don Félix en acción. Se encuentran en una “estancia infernal” un grupo de hombres frente a una mesa jugando con naipes; don Félix tiene una actitud altanera, chulesca e insolente, lo apuesta todo yendo más allá de lo material. Al final de esta parte se bate en duelo con don Diego Pastrana -hermano de doña Elvira-, y recuerda al inicio de la obra, por lo que se piensa que la obra comienza in medias res y la acción continúa en la cuarta parte tal y como se había cortado en la primera. La cuarta parte es la más larga con diferencia (aproximadamente 1000 versos), lo que nos indica la importancia que tiene en la obra. Se produce una transformación y el espacio empieza a ser inconsistente, empieza a ser un espacio simbólico. Se desarrolla un proceso de intensificación gradual; todas las cosas se mueven, vemos el vértigo representado con la caída por las escaleras y empiezan a oírse ruidos que no son los comunes en la ciudad de Salamanca. La narración la realiza un narrador en tercera persona, pero con objeciones de don Félix entremezcladas, sobre todo dirigiéndose a la mujer, a quien no consigue alcanzar nunca. Se pone en evidencia el valor de don Félix porque sigue a la mujer por donde sea e independientemente de quien sea; le puede su afán de conocer lo que está vedado, y es precisamente esto lo que distingue y caracteriza al hombre romántico. Todo el camino en que se empeña en seguir a esa mujer está lleno de avisos que le aconsejan que no siga por donde va, pero don Félix está tentando a Dios por el ansia de saber más de la cuenta5. En esta parte no hay una evolución del personaje, sino una transformación; se adentra en terrenos desconocidos, un viaje que transforma al viajero, es el héroe romántico que ignora los avisos y sigue viajando. Se va adaptando la métrica del poema a los acontecimientos; se produce una descomposición del paisaje y Montemar empieza a no saber dónde está, incluso ve su propio entierro y, aun así, sigue detrás de la mujer. Hay un punto de no retorno marcado por una señal más -en este caso, una puerta-. Segundo Lucifer que se levanta del rayo vengador la frente herida, alma rebelde que el temor no espanta, hollada sí, pero jamás vencida: el hombre en fin que en su ansiedad quebranta su límite a la cárcel de la vida, y a Dios llama ante él a darle cuenta, y descubrir su inmensidad intenta.

5

Se asemeja en esto a los ángeles caídos.

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Don Félix no respeta los valores, ni el honor, ni la vida; es capaz de enfrentarse a Dios, le llama a darle cuenta e intenta descubrir su inmensidad; se asemeja a los ángeles caídos. Es el afán de la totalidad llevado al límite, pretende medirse con Dios. Nos da mediante imágenes la sensación de infierno sin los elementos simbólicos del infierno; y pese a estar en él, don Félix no pierde la insolencia en ningún momento. Se relacionan estrechamente los versos con el contenido. Termina el poema después de las bodas, rompe la metrificación y nos encontramos con endecasílabos, donde el narrador nos devuelve a Salamanca, a una mañana llena de luz y armonía donde aparecen los talleres, que reflejan la vida burguesa tradicional que nos ambienta en la Salamanca de principios del XIX. La última frase remite a las leyendas populares, es decir, un ambiente literario conocido, que termina con una moraleja que sólo es creída por el vulgo, la visión burguesa y mediocre: ha venido el diablo vestido de mujer a buscar a Montemar. Pero realmente, lo que nos cuenta el poema es que su muerte nos da la medida de su éxito, porque se enfrenta a Dios y, en la misma medida, está condenado al fracaso.

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Gustavo Adolfo Bécquer (1836 – 1870) Su nombre original es Gustavo Adolfo Claudio Domínguez Bastida, pero se cambió el apellido a “Bécquer” por mantener una herencia familiar de Flandes. Vivió y estudió en Sevilla, pero no tuvo estudios universitarios. Viajo a Madrid (viaje obligado para los provincianos de la época). No publica nada durante su vida -excepto en revistas y publicaciones periódicas-, sólo la obra Historia de los templos de España (1857); en ese momento también había escrito una comedia y cinco zarzuelas. El resto de sus obras se encontraban en periódicos y revistas. Al publicarse sus grandes obras de manera póstuma, se entiende que alcanzase su fama después de su muerte. En este momento existían dos maneras de triunfar o tener éxito en el mundo de las letras: escribiendo teatro o dedicándose a las publicaciones periódicas; en el caso de Bécquer, ésta última fue la que le dio el éxito. Consiguió el apoyo del Ministro de Gobernación, Luis González Bravo, que le abrió las páginas de un periódico del ala moderada, del cual Bécquer llegó a ser el director, era El Contemporáneo. En estos años conoce a una serie de escritores con quienes comparte ciertos puntos de vista, como Rosalía de Castro. Parece que González Bravo había pensado en ayudarle a publicar las Rimas y Bécquer le entregó un manuscrito. No conservamos este manuscrito ya que, con la revolución del 68 en la que se destrona a Isabel II, uno de los sucesos revo...


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