4. EL Cerebro CON David Eagleman. QUÉ ES LA Realidad PDF

Title 4. EL Cerebro CON David Eagleman. QUÉ ES LA Realidad
Author Carla Marqués
Course Educación en Valores
Institution Universidad de Oviedo
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EL CEREBRO CON DAVID EAGLEMAN ¿QUÉ ES LA REALIDAD? https://www.documaniatv.com/ciencia-y-tecnologia/el-cerebro-con-david-eagleman-1-que-es-la-realidadvideo_b31fbefdf.html La cosa más compleja que hemos descubierto en el universo es el cerebro humano. Todo lo que somos, ocurre aquí dentro. El mundo que nos rodea es una ilusión que hemos construido en nuestra cabeza, el mundo real no tiene olor, sabor, ni sonido, no existe el color. Si pudiéramos percibir la realidad como es realmente ahí fuera, no la reconoceríamos. Lo que importa es lo que el cerebro capta. Nuestra percepción de la realidad tiene menos que ver con lo que pasa ahí fuera que con lo que pasa dentro. Dentro del cráneo humano, no hay forma de que luces, olores y sonidos, puedan entrar directamente. El cerebro está en una oscuridad y un silencio permanente, completamente aislado. Nuestro cerebro no ha visto nunca el mundo exterior, pero de alguna forma lo experimentemos. Lo que llega al cerebro por los sentidos son fotones de luz y ondas de aire comprimido que se convierten en lo que maneja el cerebro, señales electroquímicas, que viajan a través de nuestras redes formadas por células nerviosas llamadas neuronas. En el cerebro humano, hay 100 mil millones de neuronas, y cada segundo de nuestra vida, cada una de ellas está mandando docenas o cientos de impulsos eléctricos a miles de otras neuronas. Y, de algún modo, toda esta actividad, produce nuestra perfección de la realidad. El cerebro convierte a la realidad en algo que tenga sentido, examinando el flujo incesante de datos entrantes en busca de patrones, que a continuación combina formando una realidad. Es un proceso que representa un producto de millones de años de evolución. Es tan eficaz y poderoso que su trabajo parece simple e instantáneo. Para que podamos ver claramente, es necesario que funcionen a la vez muchos sistemas diferentes. Muchas regiones del cerebro están relacionadas con la visión, y se especializan en diferentes elementos (formas, colores, etc.) De algún modo el cerebro entreteje todo esto, lo unifica, y forma lo que experimentamos como una imagen. La visión, requiere un programa de entrenamiento intensivo. Los datos que nos envían los ojos solo significan algo si podemos hacer referencias cruzadas. Lo que tocamos afecta a lo que vemos, nuestro sentido del olfato afecta a nuestro gusto, la vista nos informa de lo que oímos. Nuestros sentidos dependen unos de otros, y nuestra realidad se construye comparando estos flujos de datos. Cuando evolucionan juntos, se forma la percepción de ese momento, es una hazaña prodigiosa, pero hay un factor que lo complica considerablemente, la sincronización. El cerebro procesa todas esas redes de datos a distintas velocidades, pero para construir nuestra realidad, deben de estar sincronizadas. Cuando se produce un sonido fuerte, parece que reaccionamos instintivamente, pero no es así, ya que transcurre cierto tiempo entre el sonido y la reacción, requiriendo alrededor de 2 décimas de segundo para que los músculos se muevan al oír el sonido. Una orden con una luz tarda 40 milisegundos más en procesar la orden que si esta la da un sonido fuerte porque el sistema visual es más complejo y grande, implicando casi 1/3 del cerebro. Sin embargo, esto no solo ocurre entre sonido y visión, sino que cada receptor sensorial tiene un tiempo de procesamiento diferente. Para formar una realidad a partir de toda esa información sensorial, el cerebro necesita aproximadamente medio segundo, un intervalo inevitable entre lo que ocurre en un determinado momento, y nuestra experiencia de este; y en ese medio segundo, tiene que pasar muchas cosas. Nuestros receptores sensoriales, reúnen la materia prime de nuestra percepción. Este material se convierte en señales eléctricas que viajan por el cerebro a través de superautopistas de neuronas, y una vez procesadas, se convierten en nuestra realidad.

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La realidad es la construcción última del cerebro y está basada en los distintos flujos de datos que aportan nuestros sentidos, pero no depende de ellos, porque, aunque nos quiten toda percepción, la realidad no cesa, solo se vuelve más extraña. Si te privan de información sensorial, comienzas a soñar despierto, imaginando y viendo cosas que no hay. El tálamo es uno de los mayores centros de comunicación del cerebro. La mayor parte de la comunicación sensorial pasa por aquí de camino a la superficie exterior del cerebro, la corteza. Los datos que recogen los ojos se paran aquí antes de pasar a la corteza visual primaria. Lo normal sería que hubiera un gran movimiento de información visual desde el tálamo a la corteza visual, y lo hay, pero el flujo de información que hay en dirección contraria es 6 veces superior, y ambos se quedan en nada comparados con la cantidad de información que viene de los ojos. Esto, da a entender que, en todo momento, todo lo que experimentamos como visión, no depende tanto de la luz que nos entre por los ojos, como de lo que ya tenemos dentro de la cabeza. Incluso cuando el cerebro ya está desconectado de la realidad del exterior, este sigue generando sus propias imágenes. El modelo interno es la realidad creada en nuestro cerebro que nosotros creemos que estamos viendo, siendo esta esencial para nuestra capacidad de funcionar. El cerebro hace suposiciones basándose en mi modelo interno, que he ido construyendo a lo largo de años de experiencia. En lugar de utilizar los sentidos para construir desde cero mi realidad de cada momento, estoy comparando la nueva información sensorial, con el modelo que he ido construyendo, de forma que lo vamos actualizando, refinándolo y corrigiéndolo. Nuestro cerebro hace esto tan bien, que normalmente no somos conscientes de ello. Pero a veces, en ciertas condiciones, podemos ver cómo es el proceso. Nuestro modelo simplemente ve, lo que espera ver. La corteza visual, envía sus expectativas internas al tálamo; y este las compara con lo que está recibiendo de los ojos. Las diferencias entre ambas informaciones son lo que el tálamo devuelve a la corteza, para que esta pueda actualizar el modelo. Gracias al modelo interno, el mundo exterior se mantiene estable, aunque yo me mueva. Tener un modelo interno, ayuda a encontrar el sentido de mi entorno, teniendo como función, ser mi mapa de navegación del mundo. El cerebro no se molesta en recoger todos los detalles, sino solo lo necesarios para evaluar la situación, pero nos engaña, nos hace creer que lo hemos visto todo. En el mundo exterior, el color realmente no existe. Cuando la radiación electromagnética choca contra un objeto, parte de ella rebota y llega hasta nuestros ojos. Podemos distinguir millones de combinaciones de longitudes de onda, pero es dentro de nuestra cabeza, donde todo esto se convierte en color. Y, por si fuera poco, las longitudes de onda que podemos detectar no son más que una pequeña parte de todas las que existen. Experimentamos la realidad como nos la presentan nuestros sentidos, pero las cosas pueden ser muy diferentes. Hasta ahora, hemos estado hablando del espectro de luz visible, un espectro de longitudes de onda que va de rojo a violeta; pero eso es solo una pequeña fracción del espectro electromagnético; de hecho, es menos que una 10 billonésima parte; de modo que el resto del espectro, incluyendo las ondas de radio, las microondas, los rayos x, los rayos gamma, todo eso está fluyendo a través de nuestro cuerpo ahora mismo, y somos incapaces de percibirlo porque no tenemos receptores biológicos especializados, lo que significa, que la parte de la realidad que podemos ver, está limitada por nuestra biología. Todos los sentidos recogen una pequeña parte de la información que hay en el exterior. Nuestra experiencia visual es igual a la olfativa de un perro. Pero nadie tiene una experiencia relativa del mundo que realmente existe, cada ser vivo percibe solo lo que ha evolucionado para percibir, sin haber variaciones de variación entre especies, sino que cada uno de nosotros experimenta una realidad construida en el interior de su cerebro. Sin embargo, las personas sinestésicas, tienen una realidad diferente a la del resto de la población; mostrando que la realidad depende de la persona. Estas experiencias se producen por que, en el interior del cerebro, toda la información sensorial, está hecha de señales electroquímicas, siendo la sinestesia el resultado de la comunicación entre áreas sensoriales del cerebro. Además, esta nos muestra que incluso cambios insignificantes en las conexiones cerebrales pueden producir realidades distintas. Hay diferentes tipos de sinestesia: relacionar los días de la semana con lugares y espacios, saborear las palabras, ver la música, etc. La realidad puede ser muy diferente y cambia de un momento a otro.

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Cuando estamos en una situación de miedo, el tiempo parece que pasa más lento de lo que verdaderamente lo hace. La explicación a esto parece encontrarse en la zona donde se construyen los recuerdos. En una situación crítica, la amígdala entre en modo turbo, asume el control de todos los recursos del resto del cerebro haciendo que todo se centre en la acción actual. Cuando la amígdala está al mando, los recuerdos se construyen con mucho más detalle que en circunstancias normales, provocando que, cuando recordemos los hechos, parece que estos han durado más tiempo. La distorsión temporal, es algo que ocurre en retrospectiva, un engaño del recuerdo que construyó la historia de la realidad. El cerebro, es el supremo narrador universal, creyendo firmemente lo que este nos muestra. La realidad que damos por supuesta exige un entrenamiento intensivo para interpretar el mundo. Y procesar la información requiere tiempo, de modo que vivimos en el pasado. Y dado que, en última instancia, toda esa información so señales electroquímicas, que hay que ordenar, comparar, reproducir y guardar, la realidad es algo que creamos dentro de nuestra cabeza. Nuestro cerebro esculpe la realidad a partir del goteo de datos que recoge a través de los sentidos, y a partir de ese goteo de datos, cuenta una historia sobre nuestro mundo. Nadie tiene la imagen completa la humanidad, cada cerebro contiene una imagen única del mundo que nos rodea, siendo la realidad lo que nuestro cerebro dice que es.

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