El Juez de uchuraccay PDF

Title El Juez de uchuraccay
Author J. Gargurevich Regal
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FALSA CARAT CONTENIDO Historias que deben ser contadas pág 7 ¡Coche a la vista! 11 Janet, la última periodista de Sendero 23 “La Voz” de Efraín Ruiz Caro 45 Luis Jaime, el periodista 64 Vargas Llosa y el Juez de Uchuraccay 74 El retablista que derrotó a los artistas “cultos” 103 Cuando los periodis...


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FALSA CARAT

CONTENIDO Historias que deben ser contadas

pág 7

¡Coche a la vista!

11

Janet, la última periodista de Sendero

23

“La Voz” de Efraín Ruiz Caro

45

Luis Jaime, el periodista

64

Vargas Llosa y el Juez de Uchuraccay

74

El retablista que derrotó a los artistas “cultos”

103

Cuando los periodistas se disfrazan

121

El nefasto “Efecto Rouskaya”

141

Amelia, la heroína de “El Sexto”

164

La Guerra Fría llegó a Tacna

176

y otras historias

Historias que deben ser contadas

“¡Coche a la vista!” pareciera nada más que la crónica de un fugaz episodio deportivo ya irrepetible pero es la historia de un puñado de automovilistas esforzados que debieron superar la incertidumbre provocada por el golpe militar del general Manuel Odría, en octubre de 1948. Habían sorteado muchos obstáculos desde su partida de Buenos Aires y los aguardaban en Caracas, pero nadie jamás imaginó que al llegar a Lima estarían en el medio de una tormenta política que por poco acaba con la gran carrera. “Sendero Luminoso” llegó a poseer un periódico, “El Diario”, heredero lejano no deseado del “Diario de Marka”, una insólita aventura empresarial de unidad de la izquierda y que terminó en manos subversivas. Fue finalmente clausurado en 1989 y sus redactores perseguidos y algunos huyeron, como el director Arce Borja que estaba en Europa cuando la directora encargada, Janet Talavera, fue arrestada, juzgada y condenada. En abril de 1992 el presidente Alberto Fujimori ordenó el asalto de la cárcel de Lurigancho donde cumplían condena decenas de senderistas, hombres y mujeres. La policía desató una matanza irresponsable y desmedida asesinando a líderes y entre ella a la periodista Janet Talavera. Efraín Ruiz Caro era político y periodista; había sido uno de los fundadores del vespertino “Ultima Hora” en 1950, luego diputado, militante destacado del Partido Social Progresista y en 1986 decidió volcar su enorme experiencia en un nuevo diario, “La Voz”. Pero debió enfrentar a enemigos importantes como la 7

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desunión e incomprensión de las izquierdas y el boicot publicitario del gobierno de Alan García además de su desastrosa política económica. Batalló dos años. Fue el último diario de izquierda de la historia de nuestro periodismo. La familia Cisneros ha tenido y tiene en sus filas a destacados periodistas, literatos y académicos. Es difícil decidir quién fue mejor o más influyente pero quien destacó en su porfía por manejar un diario que fuera serio y responsable fue Luis Jaime Cisneros. Lo que lo diferenciaba era su preparación académica pues era profesor importante de la Pontificia Universidad Católica del Perú y no vaciló en dirigir “La Prensa” expropiada por los militares para luego asumir con audacia la experiencia del diario “El Observador”. Uchuraccay es el nombre de un lejano poblado ayacuchano que los periodistas nunca olvidarán porque allí fueron masacrados ocho colegas por campesinos azuzados por las fuerzas del orden en 1983, durante dura campaña contra “Sendero Luminoso”. El caso alcanzó niveles de escándalo nacional y el presidente nombró una comisión investigadora presidida por el ya renombrado Mario Vargas Llosa. Un año más tarde, un agresivo juez lo acusó de ayudar a ocultar la verdad. En 1976 los militares revolucionarios dieron un nuevo verdadero golpe de estado, pero esta vez a la cultura cuando se concedió el importante Premio Nacional en la categoría de Arte a un gran artesano, el célebre retablista ayacuchano Joaquín López Antay. La decisión dividió al mundo del arte y se cruzaron múltiples quejas y hasta diatribas de quienes consideraban la artesanía como un arte menor. El afán de conocer desde dentro mundos urbanos que suelen permanecer ocultos ha sido siempre un deseo de importantes periodistas. Y en nuestro medio recogimos tres experiencias tan inolvidables como enriquecedoras para los aspirantes a reporteros. Isaac Felipe Montoro pidió limosna en el centro de Lima, José María Salcedo simuló locura para introducirse en el manicomio y 8

y otras historias

la intrépida Consuelo Chirre hizo de prostituta en la avenida Arequipa. Siempre ha sido difícil reunir a los periodistas en una sola institución pero en 1917 el joven y talentoso reportero José Carlos Mariátegui, Abraham Valdelomar, César Falcón y otros lograron fundar el Círculo de Periodistas granjeándose de inmediato la ojeriza de los dueños del influyente diario “El Comercio”. Cuando un grupo de periodistas acompañaron a la bailarina Norka Rouskaya a danzar en el cementerio, se desató una avalancha de insultos y desavenencias que condujeron finalmente a la disolución de la experiencia gremial. Nunca más se unirían los periodistas en una sola institución. Los motines en las cárceles se han repetido con cierta frecuencia. No son novedad. Pero esta vez la psicóloga Amelia Ríos y sus compañeros de trabajo debieron soportar una experiencia distinta porque la televisión logró instalarse frente al penal El Sexto transmitiendo “en vivo y directo” escenas espeluznantes, que los propios reclusos también veían en un televisor de la cárcel. Un feroz asalto policial puso fin a la aventura, pero las heridas persiguieron a la psicóloga hasta su muerte. En la sureña Tacna donde el magnate pesquero Banchero Rossi había fundado en 1962 el diario “Sur”, el primero de su gran cadena, no pasaba nada, no había interesante que noticiar pero un día llegó al aeropuerto un gigantesco avión del que salieron soldados norteamericanos que armaron un helicóptero que se elevó hacia las cumbres andinas. Y es que se había estrellado un avión boliviano que llevaba, entre decenas de pasajeros, a dos diplomáticos cubanos que quizá portaban secretos en un maletín que la CIA quería descubrir. Un apreciado periodista dividía en dos tipos las historias periodísticas: las que se contaban solas por la importancia o rareza del suceso, y las que según el cronicante merecían ser contadas para que se conocieran. 9

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¿Ejemplos de historias imbatibles que siempre serán contadas? Citemos un puñado: el naufragio del insumergible Titanic, el asesinato del presidente Kennedy, la supervivencia de los jóvenes uruguayos en los Andes, la sorprendente salvación de la joven Koepcke, la captura de Abimael Guzmán, el rescate inverosímil de los mineros chilenos, las Torres Gemelas y un largo etcétera. De historias así se han ocupado periodistas famosos que desplegaron sus mejores herramientas literarias para contarlas. Nosotros preferimos las segundas porque son episodios breves de historias mayores que cuando un especialista las aborde no podrá ignorarlos. Así entonces, lo que proponemos en este conjunto de narraciones son instantes decisivos que forman parte de un proceso histórico que conduce de manera inevitable hacia un final dramático. Creemos que cada una de estas historias serviría para nutrir una narración mayor, un libro. Serán los lectores finalmente quienes juzgarán su valor. Nos alegraría mucho si cumplieran tal propósito. Algo más. La mayoría de estas historias no han conocido la tinta porque fueron publicadas en forma de capítulos breves en mi blog y a lo largo de varios años, como puede comprobarse si lo visitan: Juan Gargurevich … cosas del periodismo: https://tiojuan.wordpress.com Juan Gargurevich Regal Lima, 2019

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y otras historias

¡Coche a la vista!

“¡Coche a la vista!” aulló el locutor de Radio Nacional y todos saltamos hacia el Telefunken que estaba prendido desde la hora del almuerzo de aquel memorable 27 de Octubre de 1948. Lo que escuchamos fue el ulular de la sirena de la poderosa moto de Enrique Pontolillo, que hacía de “liebre”. Aguardaba pocos kilómetros antes avizorando hacia el sur cuando divisó el primer auto y entonces enrumbó hacia Lima a toda velocidad anunciando que ya venían los coches. Pontolillo, limeño, era ya para entonces un famoso deportista que había recorrido casi toda América conduciendo con gran habilidad sus motocicletas. En los años 40 consiguió la representación de la famosa marca “Harley Davison” que exhibía en el centro de Lima. Entusiasta de cualquier deporte, no vacilaba en colaborar en las carreras de automóviles y aguardaba ver al primero para lanzarse, luciendo su pericia. Era un espectáculo admirarlo, agazapado en la poderosa máquina vistiendo como aviador de la Primera Guerra, con casco y chaquetón de cuero, botas altas, chalina libre al viento y gruesos anteojos. Los diarios dirían después que se habían juntado no menos de 25 mil limeños que pugnaban por una primera fila frente al cartel de “Llegada” colocado casi frente al novísimo Terminal del Aeropuerto de Limatambo inaugurado apenas un mes antes por el presidente Bustamante y Rivero.

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Para los radioyentes no era novedad el orden de los autos que llegaban del sur porque Radio Nacional tenía apostados a sus corresponsales en “Puestos de Control” que telefoneaban constantemente dando aviso del avance de la carrera. Con lápiz y papel mis hermanos mayores confrontaban los cambios, los que se quedaban, los que pasaban… Era la sexta etapa del Gran Premio Automovilístico América del Sur y la partida se había dado a las seis de la mañana en Arequipa y por carreras anteriores se calculaba que los autos estarían en Lima en unas diez horas. ¡Ya viene Alvarado! Oscar Gálvez estaba decidido a batir el récord en recorrer los 1 043 kms. y en algunos tramos llegaba a los 150 km, por hora, superando a rivales como el gran Juan Manuel Fangio, su hermano Juan, Domingo Marimón y otros, la mayoría argentinos. Pero la atención nacional estaba puesta en el crédito peruano, el gran Arnaldo Alvarado, el Rey de las Curvas, que conducía un flamante y bien preparado Ford 48 al que había retirado parachoques y guardafangos para hacerlo más liviano. La multitud rugía cuando se corría la voz de que Alvarado y su célebre “Ladrillo” ganaban terreno y se acercaba cada vez más al líder Gálvez quien ya en la pista asfaltada no tenía rivales. “¡¡Oscar Gálvez cruzó la meta!!” rugió el locutor… y a los pocos minutos volvió a gritar “!!Coche a la vista… es Arnaldo Alvarado!!”. Efectivamente, en su mejor actuación en la gran carrera el piloto había logrado superar a los argentinos y entrar triunfal en Lima detrás del mejor de aquellos. En sucesión fueron llegando los autos hasta que finalmente todos fueron llevados al Parque Cerrado. Se descansaría todo el día 28, la partida (falsa) sería en la mañana del 29 y desde la avenida. Wilson, con presencia del Presidente José Luis Bustamante y Rivero. 12

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¿Quién recuerda al gran Cholo Huasaquiche? Cuando en las carreras de automóviles los locutores anunciaban “¡Ya viene el cholo Huasaquiche!” la emoción era nacional, todos salían a la calle para verlo, alzarlo en hombros aunque no hubiera ganado. Era el corredor de autos más popular y querido en el Perú en los años 30 porque significaba el esfuerzo de un camionero y mecánico andino, pobre, que con su casi destartalado Chevrolet se igualaba con los poderosos limeños y argentinos de carros modernos y costosos. Huasasquiche estuvo en la carrera previa a la gran justa que llamaban “La Caracas” y que tuvo características de ensayo pues recogió valiosas experiencias. Se llamó Gran Premio Internacional del Norte y fue Buenos Aires – Lima – Buenos Aires, del 27 de setiembre al 12 de octubre de 1940, y ganada por Juan Manuel Fangio quien iniciaba su camino hacia la fama mundial. Partieron 92 pilotos y llegaron al final solo 32 y entre ellos el gran Huasaquiche, en el puesto 14, con su copiloto Avelino Corzo, empleando casi 122 horas para más de 9 mil kilómetros (Fangio hizo 20 horas menos). Cuando regresó a Lima fue recibido en triunfo y Abelardo Carmona le compuso una polquita que estrenó Jesús Vásquez. Y así, entre agasajos, entrevistas, se preparó para la siguiente carrera, el reto mayor. Un poeta popular le compuso una Décima de pie forzado titulada “Ha demostrado condición”: “Ha demostrado condición/y honra para el Perú:/corriendo con actitud/Huasasquiche es el campeón”. Y termina diciendo: “En Córdoba se volcó/en una curva cerrada;/por suerte no pasó nada/su carro tampoco sufrió./Décimo cuarto llegó,/lo que causó admiración./Fue una gran ovación/con muchísimo entusiasmo:/¡De los choferes peruanos/Huasasquiche es el campeón!” (Décima recogida por Nicomedes Santa Cruz en “La Décima en el Perú”. Instituto de Estudios Peruanos. Lima, 1982). 13

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La partida hacia Venezuela La gran carrera Buenos Aires – Caracas comenzó el 20 de octubre y culminó el 8 de noviembre de aquel citado 1948. Fue un esfuerzo enorme de organización y coordinación internacional porque se atravesaba varios países, además de un gran costo para todos, organizadores, patrocinadores y pilotos. Cuando los argentinos hicieron la convocatoria se sorprendieron de la cantidad de inscritos, 141 en total, así que decidieron armar tres grupos o categorías que iban desde los ganadores de grandes premios hasta los novatos. Se anotaron por el Perú Arnaldo Alvarado con G. Rivadenera (Ford), Henry Bradley Benner con Roberto Gómez (Nash) , Luis Astengo con J. Salinas Vera I(Ford), Román Balta con su hijo Román (Chevrolet), su hermano Manuel Balta con R. Gutiérrez (Ford), Enrique Forno con Víctor Cornejo (Ford), Alberto Provera con Pablo Arata (Chevrolet) y Herminio Magarassi con José Rachumí (Chevrolet). ¿Y el gran Cholo Julio Huasaquiche, nuestro ídolo popular? Resentido porque no consiguió el auspicio de que gozaban sus colegas, logró colarse en la lista de argentinos y así partió aquel día, con A. Samaniego con el número 90 en su veterano Chevrolet. Era notable la cobertura que hacía la radio. Las emisoras principales de todos los países involucrados, Argentina, Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia, Venezuela, enviaron reporteros que seguían en caravana a los autos. Se instalaban los famosos Puestos de Control para avisar el paso y los programas regulares se interrumpían cuando llegaban novedades de choques, volcaduras, abandonos y llegadas. Pronto fue claro que los mejores eran los argentinos tanto en máquinas como en experiencia. Juan Carlos Fangio, los hermanos Oscar y Juan Gálvez, Domingo Marimón (que era español pero corría con los colores argentinos) y otros, marcaban el paso y estaban 14

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siempre entre los primeros. Era un duelo entre ellos aunque a veces se llevaban sorpresas como la arremetida de Arnaldo Alvarado en la etapa Arequipa Lima y en la que por poco no sobrepasa a la estrella máxima, Oscar Galvez. Huasasquiche no llegó siquiera al Perú. En la etapa Potosí-La Paz fundió el motor y quedó abandonado en un paraje desolado sin posibilidad de ayuda. Llegaron Astengo, Román Balta y Henry Bradley que conducía un veterano Nash que solo él comprendía. Los otros, poco conocidos, quedaron en alguna etapa. Cuando los supervivientes partieron hacia Tumbes, en la Sétima Etapa, la atención peruana estaba puesta en Arnaldo Alvarado, número 11, y su imbatible Ford color ladrillo. En pleno golpe de Estado… Nadie ignoraba que eran malos tiempos para el Perú, y hasta peligrosos pero la carrera había sido planificada con tanta anticipación, entusiasmo y gasto de dinero que los directivos del Automóvil Club Argentino decidieron no variar las fechas. Cuando el grupo, ya reducido, emprendió la sexta etapa de Arequipa a Lima, justo ese mismo miércoles 27 de octubre, según lo acordado entre el general Odría y los jefes de la III Región Militar, un grupo de soldados tomaron la Prefectura y la Radio Continental anunció que la guarnición de Arequipa se había levantado en armas. En Lima se conoció inmediatamente la noticia y surgieron dudas sobre la adhesión de otras Regiones Militares importantes. Así, aquel día, cuando los pilotos se lanzaban hacia Lima el país entero se volvía inseguro porque los militares se aprestaban al enfrentamiento armado si es que no se ponían de acuerdo. El clima político se había enrarecido de tal modo que a pocos sorprendió la noticia de la insurrección. Bustamante había sido elegido en 1945 con apoyo del Partido Aprista pero pronto surgie15

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ron diferencias que llegarían al rompimiento. Semanas antes, el 3 de octubre, se había levantado parte de la marina de guerra y del ejército del Callao en una aventura que terminó en fracaso y que obligó a Bustamante a declarar fuera de la ley al Partido Aprista, con había cogobernado. Cuánto odiamos a esos burros… La guarnición de Lima no se había plegado todavía al alzamiento de Arequipa del día anterior y sus soldados tomaban posiciones estratégicas para defender el orden. Por eso apresuraron la salida y partieron de Puente Piedra a las dos de la mañana del día 29 sin respetar los tiempos de partida, aunque sí el orden. Todos se lanzaron a la carretera buscando llegar primeros a la frontera norteña para cumplir la sétima etapa Lima-Tumbes y huir de la amenaza de guerra civil que nunca se concretó pues pronto las Fuerzas Armadas en pleno se plegaron al general Manuel A. Odría, que iniciaría así un gobierno de ocho años. Las esperanzas criollas estaban puestas en Arnaldo Alvarado el Rey de las Curvas. También en Henry Bradley el Avispón Verde y en Luis Astengo, Flecha de Oro. Pero todos miraban al primero porque casi había logrado alcanzar a los argentinos, los hermanos Gálvez y al gran Fangio. Fue una etapa dramática que siguieron por horas los radioyentes peruanos. Juan Sedó, líder de Deportes de Radio Colonial, había colocado corresponsales en toda la ruta y así el grito de ¡Coche a la vista! pasaba de un control a otro. Fueron gritando los números y nombres de los corredores desde Chancay, Huacho, Supe, Barranca, Pativilca, Huarmey… “!Viene un auto, parece.. ¡es Alvarado, con su ladrillo.., como un bólido!”, Y efectivamente el Rey de las Curvas pasó por el Control de Casma a más de 140 kms. por hora, a escasos cientos de metros de los punteros argentinos. 16

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El siguiente puesto era Chimbote y el “coche a la vista” se escuchó muchas veces pero nunca el que anunciaba el paso de Alvarado. Toda una desilusión. Nuestro crédito, la posibilidad de ganarles a los engominados rioplatenses había terminado. Desde el hospital de Paramonga el propio Alvarado contó lo sucedido: “Ibamos bien, marcábamos 148 km. por hora, yo conocía bien el camino cuando de pronto de unos pastizales salieron dos burros… hice una maniobra para esquivarlos pero apareció otro borrico, más pequeño, y no recuerdo más... nos volcamos”. La Crónica dedicó una central al tema, titulándola: “Alvarado herido, al cruzarse con un burro”. Pocas semanas después, Alvarado fue entrevistado: “-La cosa fue muy dura tanto para nosotros como para el carro. Pero yo me preocupo de su reparación desde la mañana hasta la noche. El motor lo están arreglando en la casa Velo y las otras partes en este taller. -Y pensar que todo fue por un burro… -No fue un burro… -¿Qué no fue un burro? -Fueron dos. Después de Huacho, ya había pasado a todos los que antes me precedían, iba punteando la carrera pero como Gálvez y Fangio me seguían muy de cerca, en la oscuridad sus fuertes luces hacían que mi carro proyectara una gran sombra hacia adelante, lo que dificultaba la visión. Entonces yo los dejé pasar, pensando en que apenas aclarara haría lo posible por recuperar la punta. Pero al salir de una curva me encontré con dos burros que seguramente se espantaron por el paso de quienes me precedían. Frené un poco el coche pero fue inevitable el accidente, siempre dí con los burros, el carro se plantó de cabeza, dio no sé cuantas vueltas y de allí no recuerdo más” (“Equipo”. Viernes 12 de noviembre de 1948.p. 21). 17

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Alvarado añadió que se preparaba para la Lima-Buenos Aires lamentando que no lo acompañaría su copiloto Rivadeneira por las múltiples fracturas sufridas en el a...


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