Title | La Elegida de Kiera Cass libro Completo |
---|---|
Author | Pame M |
Course | Lectura Y Redaccion A Traves Del Analisis Del Mundo Contemporaneo |
Institution | Universidad Veracruzana |
Pages | 198 |
File Size | 1.5 MB |
File Type | |
Total Downloads | 39 |
Total Views | 133 |
El final de la gran esperada tercero parte
de la aclamada saga La selección escrito por Kierra Cass. ¿El Destino de Maxon y America será el mismo?...
Solounachicasellevarálacorona. Lasituaciónenpalacioescadavezmáspeligrosa.Losrebeldesatacantanto porelnortecomoporelsuryAmerica,laschicasquesiguenenlaSelección yMaxonseencuentranenverdaderopeligro. Mientrasestasituaciónsevuelvecadavezmásacuciante,ladisyuntivaenla queseencuentraAmericatampocoesmuchomejor:debeescogerentresu primer amor, Aspen, y el príncipe Maxon, quien poco a poco ha ido conquistándola.Esosintenerencuentaqueelpríncipedebeescogerlaaella también de entre las seis seleccionadas que podrían convertirse en su esposayqueaúnpermanecenenpalacio. Luchaspolíticas,amor,violencia,dudas…Americadeberátomardecisiones quecambiaránelcursonosolodesuvida,sinodetodoaquelquelarodea.
ebookelo.com-Página2
KieraCass
LaElegida LaSelección-3 ePubr1.5 Titivillus04.02.16
ebookelo.com-Página3
Títulooriginal:TheOne KieraCass,2014 Traducción:JorgeRizzo Fotografíadeportada:GustavoMarx Diseñodeportada:ErinFitzsimmons Editordigital:Titivillus ePubbaser1.2
ebookelo.com-Página4
ParaCallaway. Elchicoquetrepóalacasadelárboldemicorazón ymeconvirtióenlacoronadelsuyo.
ebookelo.com-Página5
Capítulo1
Estábamos en el Gran Salón, soportando una nueva lección de protocolo, cuando unosladrillosatravesaronlaventana.Eliseselanzóalsueloysearrastróendirección alapuertalateral,sollozando.Celestesoltóunchillidoycorrióatodaprisahaciala parte de atrás, librándose por poco de una lluvia de cristales. Kriss me agarró de brazoytiródemí,yyosalícorriendotrasellaendirecciónalapuerta. —¡Rápido,señoritas!—gritóSilvia. Apenas unos segundos después, los guardias ya se habían apostado junto a la ventanasyhabíanempezadoadisparar;elruidoresonabaenmisoídoscomouneco Fuera con armas de fuego o con piedras, cualquier ataque en las proximidades de palaciosignificabalamuerteparalosagresores.Nohabíaclemenciaparaellos. —Odiocorrerconestoszapatos—murmuróKriss,conelvestidorecogidosobre elbrazoylamiradapuestaenelotroextremodelsalón. —Puesunadenosotrasvaatenerqueacostumbrarseahacerlo—dijoCelestecon lavozentrecortada. Levantélamiradaalcielo. —Sisoyyo,piensollevarzapatillasdeportivastodoslosdías.Yaestoyharta. —¡Menoscharlar!¡Muévanse!—NosordenóSilvia. —¿Cómovamosabajardesdeaquí?—preguntóElise. —¿YMaxon?—añadióKriss,jadeando. Silvianorespondió.Laseguimosporunlaberintodepasillos,buscandounpasaje al sótano, observando a los guardias que nos cruzábamos y que corrían en sentido contrario.Nopudeevitaradmirarlos,asombradaporsuvalor.Corríanhaciaelpeligro paraprotegeraotraspersonas. Losguardiasquepasabananuestroladomeparecíantodosiguales,hastaqueun pardeojosverdessecruzaronconlosmíos.Aspennoparecíaasustadoninervioso Habíaunproblemaysedisponíaaponerlesolución.Asíeraél,sinmás. Elcrucedemiradasfuerápido,perobastó.ConAspeneraasí.Enunadécimade segundo,sinunapalabradepormedio,podíadecirle:«Tencuidadoynotepongasen peligro».Y,sindecirnada,élrespondía:«Losé.Túpreocúpatedeponerteasalvo». Aunque no tenía grandes problemas con las cosas que no hacía falta que no dijéramos,nomeibatanbienconlascosasquesínosdecíamosenvozalta.Nuestra últimaconversaciónno habíasidoprecisamente agradable.Yohabía estadoapunto deabandonarelpalacioylehabíapedidoquemedieraalgodeespacioparasupera lo de la Selección. Sin embargo, al final me había quedado y no le había dado ebookelo.com-Página6
explicaciónalguna. Quizáseleestuvieraacabandolapacienciaconmigo,esahabilidadqueteníapara ver solo lo mejor de mí. Y yo tenía que hacer algo para arreglarlo. No podía imaginarmeunavidasinAspen.Inclusoahora,queesperabaqueMaxonmeeligiera amí,unmundosinélmeresultabainimaginable. —¡Aquíestá!—exclamóSilvia,empujandounpanelocultoenunapared. Emprendimoseldescensoporlasescaleras,conEliseySilviaalacabeza. —¡PorDios,Elise,aligera!—gritóCeleste. Mehabríagustadopoderenfadarmeconellaporsumalcarácter,perosabíaque todasestábamospensandolomismo. A medidaque nossumergíamosen laoscuridad, intentabahacerme ala idea de las horas que perderíamos, ocultas como ratones. Seguimos bajando. El ruido de nuestras pisadascubría el delos disparos, hasta queuna voz de hombresonó en lo altodelasescaleras. —¡Alto! Kriss y yo nos giramos a la vez, a la expectativa, hasta que distinguimos e uniforme. —¡Parad!—dijoella—.¡Esunguardia! Nosdetuvimos,respirandoconfuerza.Porfinllegóanuestraaltura,jadeandoé también. —Losiento,señoritas.Losrebeldeshansalidocorriendoencuantohanoídolos primerosdisparos.Supongoquehoynotendríanganasdeguerra. Silviasepasólasmanosporelvestidoparaalisárseloyhablópornosotras: —¿Hadecididoelreyqueesseguro?Sino,estáponiendoustedaestaschicasen peligro. —Eljefedelaguardiahadadolaorden.Estoysegurodequesumajestad… —Ustednohablaporelrey.Venga,señoritas,siganadelante. —¿Enserio?—pregunté—.¿Vamosabajarahíparanada? Meechóunamiradaquehabríabastadoparadejarheladosalosrebeldes,porlo quedecidícerrarlaboca.EntreSilviayyosehabíacreadociertaamistad,yaqueella sinsaberlo,mehabíaayudadoadistraermedeMaxonyAspenconsusclasesextra Pero después de mi pequeño tropiezo en el Report unos días antes, parecía que aquellohabíaquedadoennada.Segiróhaciaelguardia: —Tráigame una orden oficial del rey. Entonces volveremos. Sigan caminando señoritas. Elguardiayyointercambiamosunamiradaexasperadaycadaunosefueporsu lado. Silvia no se mostró en absoluto arrepentida cuando, veinte minutos más tarde vinootroguardiaynosanuncióquepodíamossubircuandoquisiéramos. Estaba tan furiosa con toda aquella situación que no esperé a Silvia ni a la demás.Subílasescaleras,salí alaplantabajapor laprimerapuertaqueencontréy ebookelo.com-Página7
seguíhastamihabitación,conloszapatosaúnenlamano.Misdoncellasnoestaban perohabíaunabandejitadeplatasobrelacama,conunsobreencima. Reconocí inmediatamente la escritura de May y rompí el sobre para abrirlo enseguida,devorandosuspalabras: Ames: ¡Somostías!Astraestáperfectamente.Ojaláestuvierasaquíparaverla en persona,pero todos entendemos queahora mismo tienes quequedarte enpalacio.¿CreesquepodremosvernosenNavidad? ¡Yanofaltatanto!TengoquevolverparaayudaraKennayJames. ¡Laniñaesmonísima!Aquítienesunafoto.¡Tequeremos! MAY Lafotografíaestabadetrásdelanota.Eraunaimagensatinadaenlaqueaparecía todalafamilia,salvoKotayyo.James,elmaridodeKenna,parecíaeufórico,juntoa suesposayasuhija,conlosojoshinchados.Kennaestabasentadaenlacama,con aquelbultitorosaenlosbrazos,encantadayalmismotiempoexhausta.Papáymamá estabanradiantes deorgullo,y elentusiasmo de Mayy deGerad también resultaba evidente.Porsupuesto,Kotanosehabíapresentado;noteníanadaqueganar.Peroyo deberíahaberestadoallí. Ynoestaba. Estabaaquí.Yavecesnoentendíaporqué.MaxonseguíaviéndoseconKriss, pesardetodo loquehabía hechoparaque mequedara.Los rebeldesnodejaban de lanzarataquesdesdeelexterior,poniendoenriesgonuestraseguridad,yallídentroe trato gélido que me dispensaba el rey mermaba mi confianza tanto o más que lo ataques. Además estaba Aspen, siempre presente, algo que tenía que mantener en secreto.Ytodasaquellascámarasportodaspartes,robándonospedacitosdevidapara entreteneralpueblo.Meveíapresionadaportodoslados,ymeestabaperdiendotodo loquesiempremehabíaimportado. Reprimíunaslágrimasderabia.Estabacansadadellorar. Loquehabíaquehacer eratomarmedidas.Elúnicomodode arreglarlas cosas eraquelaSelecciónllegaraasufin. Aunquedevezencuandoaúnmepreguntabasirealmentequeríaserlaprincesa noteníaningunadudadequequeríaestarconMaxon.Asípues,nopodíaquedarme sentada a esperar que ocurriera. Me puse a caminar arriba y abajo, recordando m últimaconversaciónconelrey,esperandoaquellegaranmisdoncellas. Apenaspodíarespirar, asíquesabíaquelacomidanomeentraría.Perovalíala ebookelo.com-Página8
pena el sacrificio. Necesitaba avanzar y tenía que hacerlo rápido. Según el rey, la otras chicas estaban acercándose cada vez a Maxon —físicamente—, y me había dejadoclaroqueyoerademasiadovulgarcomoparapodercompetireneseterreno. Comosi mirelación con Maxonno fueralo bastantecomplicada, sepresentaba un nuevo problema: el de recuperar su confianza. Y no estaba segura de si eso significabaque nodebía hacer preguntas.Aunque estababastante segurade que no era cierto que hubiera llegado muy lejos físicamente con las otras chicas, no podía evitar preguntármelo. Nunca había intentado usar mis armas de seducción — prácticamentetodoslosmomentosdeintimidadquehabíatenidoconMaxonhabían surgidosinproponérnoslo—,peroteníalaesperanzadeque,silohacíaapropósito dejaríaclaroquetenía,cuandomenos,elmismointerésenélquelasdemás. Respiréhondo,levantélabarbillay,decidida,medirigíalcomedor.Lleguéunoo dos minutos tarde, deliberadamente, con la esperanza de que todos estuvieran ya sentados.Calculébien.Yobtuveunareacciónmejordelaesperada. Saludéconunareverencia,echandolapiernaatrás,demodoqueseabrieralaraja delvestido,dejandoalavistacasitodoel muslo.El vestidoera deunrojointenso sintirantesyprácticamentecontodalaespaldaaldescubierto.Estabaseguradeque misdoncellashabíanusadopoderesmágicosparaconseguirquenosecayeracontan pocos apoyos. Levanté la cabeza y crucé la mirada con Maxon, que —observé— habíadejadodemasticar.Aalguienselecayóeltenedor. Bajélavistaymedirigíamiasiento,juntoaKriss. —¿Yeso,America?—mesusurróella. —¿Perdón? —respondí, inclinando la cabeza en su dirección, fingiendo no entender. Dejóloscubiertossobreelplatoyambasnosmiramosalosojos. —Estásmuyordinaria. —Bueno,puestúestáscelosa. Debí de dar casi en el blanco, porque se ruborizó un poco antes de volver a su plato. Le di algunos bocaditos al mío, sin poder tragar mucho por la presión de vestido.Cuandomecolocaronelpostredelante,decidídejardeevitaraMaxon,que talcomoesperaba,teníalosojospuestosenmí.MiréporunmomentoalreyClarkson eintenténosonreír.Estabafurioso;habíavueltoaconseguirlo. Fui la primera en excusarme y abandonar la sala; así Maxon podría admirar la partetraserademivestido.Medirigíenseguidaamihabitación.Cerrélapuertatras demíy,deinmediato,mebajélacremalleradelvestido,desesperadaporrespirar. —¿Cómohaido?—preguntóMary,acercándoseatodaprisa. —Parecíaimpresionado.Todosloparecían. Lucyreprimióunchilliditodealegría.AnneacudióaayudaraMary. —Nosotraslo sostenemos.Usted dé unpaso adelante—me indicó.Hice lo que medijo—.¿Vaavenirestanoche? —Sí.Noestoyseguradecuándo,perosindudavendrá—respondí,sentadaene ebookelo.com-Página9
borde de la cama, con los brazos cruzados sobre el vientre para evitar que se m cayeraelvestidodelasmanos. Annepusocaradetristeza. —Sientoquetengaqueestarincómodaunashorasmás.Peroestoyseguradeque valdrálapena. Sonreí, intentando dar la impresión de que soportaba bien el dolor. Les había dichoamisdoncellasque queríallamarlaatenciónde Maxon.Loquenoles había contado es que, con un poco de suerte, esperaba que aquel vestido acabara en e suelo. —¿Quiere que nos quedemos hasta que llegue? —preguntó Lucy, con un entusiasmodesbordante. —No, solo necesito que me ayudéis a enfundarme de nuevo esto. Tengo que pensarunascuantascosasafondo—respondí,poniéndomedepieparaquepudieran ayudarme. Maryagarrólacremallera. —Cojaaire,señorita. Obedecí.Sentirdenuevolapresióndelvestidomehizopensarenunsoldadoque seprepararaparalaguerra.Diferentearmadura,peroelmismofin. Y,esanoche,elenemigoalquedebíaderrotareraunsolohombre.
ebookelo.com-Página10
Capítulo2
Abrí las puertas del balcón para que el aire entrara en mi cuarto y limpiara e ambiente.Aunqueeradiciembre,soplabaunasuavebrisaquemehacíacosquillasen la piel. Ya no se nos permitía salir, ni siquiera acompañadas de guardias, así qu tendríaqueconformarmeconaquello. Me paseé nerviosa por la habitación, encendiendo velas, intentando crear un ambienteacogedor. Porfin llamaronala puerta.Apagué lacerilla. Saltéala cama cogíunlibroyextendímivestido.Porqueclaro,Maxon,asíeracomomeponía yo siempreparaleer. —Adelante—dije,levantandolavozlomínimocomoparaquemeoyera. Maxonentróyyolevantélacabezaligeramente,observandosugestodesorpresa alpasearlamiradaporlahabitaciónenpenumbra.Porfinmemiróysusojosfueron subiendodesdelapiernaqueteníaalavista. —¡Hola!—dijeyo,cerrandoellibroyponiéndomeenpieparasaludarle. Élcerrólapuertayentró,sinpoderapartarlamiradademiscurvas. —Soloqueríadecirtequehoytienesunaspectofantástico. Meechéelpeloatrásconungestodespreocupado. —Oh,¿esto?Estabaenelfondodelarmario;nosabíaniquelotenía. —Puesmealegrodequelohayassacado. Lecogídelamanoynuestrosdedosseentrecruzaron. —Venasentarte.Últimamentenonoshemosvistomucho. —Sí, lo siento —dijo él con un suspiro, siguiéndome—. La situación se ha complicadoun poco al perdera tanta gente enel último ataque rebelde,y ya sabes cómoesmipadre.Hemosenviadobastantesguardiasaprotegeravuestrasfamilias,y no tenemos suficientes hombres, así que está de peor humor que nunca. Y me presionaparaquepongafinalaSelección,peroyonoquieroceder.Necesitotiempo parapensármelobien. Nossentamosenelbordedelacama.Meacerquéaél. —Claro.Deberíassertúquienlodecidiera. —Exacto—asintió—.Séquelohedichomilveces,pero,cuandomepresionan mepongodelosnervios. —Ya—dije,frunciendoloslabios. Él hizo una pausa y puso una cara que no supe interpretar. Estaba intentando decidir cómo acelerar las cosas sin que tuviera la impresión de que le presionaba peronoestabaseguradecómocrearunasituaciónromántica,porasídecirlo. ebookelo.com-Página11
—Sé que es una tontería, pero hoy mis doncellas me han puesto un nuevo perfume. ¿Te parece demasiado intenso? —pregunté, ladeando el cuello para que pudieraacercarseyaspirarlo. Élseacercó.Sunarizrozóuntrocitodemipiel. —No,cariño;esestupendo—dijo,conlabocaaúnenlacurvaentreelcuelloye hombro.Entoncesmebesóallímismo. Traguésaliva,intentandonoperderlaconcentración.Nopodíadistraerme. —Mealegrodequeteguste.Teheechadomuchodemenos. Sentísumanorecorriéndomelaespaldaybajélacara.Ahíestaba,mirándomea losojos;nuestroslabiosestabanapenasaunosmilímetrosdedistanciaentresí. —¿Cuántomehasechadodemenos?—susurró. Aquellamiradayelsusurrodesuvozhicieronquemicorazóndieraunrespingo. —Mucho—lesusurré—.Mucho,mucho. Meechéadelante,deseandoquemebesara.Maxonparecíasegurodesímismo acercándomeaélconlamanoqueteníaenmiespaldayacariciándomeelcabellocon la otra. Mi cuerpo quería fundirse en un beso, pero el vestido me lo impedía Entonces,deprontonerviosaotravez,recordémiplan. Deslizando las manos por los brazos de Maxon, guie sus dedos hasta la cremalleraenlapartetraserademivestido,esperandoqueconesobastara. Susmanossequedaronallíunmomento;sinembargo,cuandoestabaapuntode decirlequebajaralacremallera,soltóunacarcajada. Aquellarisamehizoreaccionardepronto. —¿Quéestandivertido?—pregunté,horrorizada,intentandobuscarlamanerade recuperarelalientosinquesenotara. —¡De todo lo que has hecho en palacio, esto es sin duda lo más divertido! — respondió Maxon, encogiéndose y dándose una palmada en la rodilla, como si no pudieradominarlarisa. —¿Cómodices? Mediounbesoenlafrente,confuerza. —Siempremehabíapreguntadocómoseríacuandolointentaras—dijo,yseechó areírdenuevo—.Losiento,tengoqueirme.—Hastasuposturadenotabalobienque seloestabapasando—.Teveréporlamañana. Yentoncessefue.¡Sefue,sinmás! Me quedé allí sentada, mortificada. ¿Qué me había hecho pensar que podía conseguirlo? Vale, Maxon no lo sabía todo de mí, pero por lo menos conocía m formadeser…ydesdeluegoqueyonoeraasí. Mequedémirandoaquelvestidoridículo.Eramuyexagerado.NisiquieraCeleste habría llegado tan lejos. Llevaba el cabello demasiado arreglado, un maquillaje excesivo. Maxon había sabido lo que yo intentaba hacer desde el momento en que habíaentradoporlapuerta.Suspirando,mepaseéporlahabitación,apagandovelasy preguntándomequécaraponeraldíasiguiente,cuandoleviera. ebookelo.com-Página12
Capítulo3
Me planteé alegar una gastritis. O un dolor de cabeza insoportable. Un ataque de pánico.Loquefueraparaevitartenerquebajaradesayunar. Entonces pensé en Maxon, que siempre decía que había que afrontar lo problemas.Aquelloeraalgoquenosemedabaespecialmentebien.Perosialmeno bajabaadesayunar,siconseguíaaparecer…,bueno,quizásélapreciaraelgesto. Conlaesperanzadepoderrepararenloposiblelodeldíaanterior,lespedíami doncellas que me pusieran el vestido más comedido que tuvieran. Solo con eso tuvieronclaroquenodebíanpreguntarsobrelanocheanterior.Elcuelloeraalgomás alto de lo que solíamos llevar en Angeles con aquel tiempo cálido, y tenía mangas que me llegaban casi hasta los codos. Era una ropa alegre, con flores, justo lo contrarioqueeldelanocheanterior. Apenas pude mirar a Maxon al entrar al comedor, pero al menos mantuve la cabezaalta. Cuando por fin miré en su dirección, él me estaba observando, con una mueca divertida en el rostro. Mientras masticaba, me guiñó un ojo; yo volví a bajar la cabeza,fingiendoungraninterésenmiquiche. —Mealegrodevertehoyconturopadesiempre—meespetóKriss. —Yomealegrodevertedetanbuenhumor. —Pero¿quéesloquetepasa?—mesusurró. Abatida,merendí: —Hoynoestoydehumorparaesto,Kriss.Noinsistas. Porunmomentoparecíaqueibaareplicar,perodebiódepensarquenovalíala pena. Irguió un poco más el cuerpo y siguió comiendo. Si yo hubiera triunfado mínimamentelanocheanterior,habríapodidojustificarmisacciones;pero,talcomo estabanlascosas,nopodíasiquierafingirmeorgullosa. Corrí el riesgo y volví a mirar a Maxon. Aunque él no me miraba, seguía con aquella mueca divertida mientras comía. Aquello era demasiado. No iba a pasarme todo el día sufriendo. Decidí fingir un desvanecimiento o un dolor de estómago repentinoquemepermitierasalirdeallí,perodeprontoentróuncriado.Llevabaun sobreenunabandejadeplata,ehizounareverencia...