La poblacion indígena los pipiles PDF

Title La poblacion indígena los pipiles
Course Métodos de investigación
Institution Universidad Evangélica de El Salvador
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Capítulo 4

Los pipiles

Sitio arqueológico Tazumal. Tomado de: FOWLER JR., William R. op.cit. 1995. p. 115.

Introducción A la llegada de los españoles a El Salvador en el siglo XVI, el grupo indígena más importante era el de los pipiles. El vocablo, pipil, significa en náhuatl “Noble o Señor” y era una rama de la civilización Tolteca. Al arribo de los españoles, los pipiles ya dominaban casi la totalidad del occidente del país y gran parte de la zona central llegando hasta los márgenes del río Lempa. Existían cuatro ramas importantes de pipiles que eran las siguientes: los cuzcatlecos, que conformaban el cacicazgo más importante de ellos con su capital en Cuscatlán (actualmente Antiguo Cuscatlán) los izalcos, los nonoalcos y los mazahuas. En este capítulo se hará un estudio de esta sociedad aborigen que ha sido parte importante de la identidad salvadoreña.

4.1 La sociedad pipil Cuando los conquistadores europeos llegaron a lo que es ahora el territorio de la República de El

Salvador, encontraron a los pipiles en el área entre el río Paz y el río Lempa. Los pipiles hablaban el náhuatl, una variante del idioma nahua que se hablaba en el México central y desde donde se distribuyó al resto de Mesoamérica. Varios siglos antes de la Conquista, los antepasados de los pipiles habían emigrado del altiplano central de México y las tierras bajas del sur del Golfo de México para apoderarse de la región de Itzcuintepec (Escuintla) en el sureste de Guatemala y las zonas occidental y central de El Salvador. Aún se desconoce la cronología exacta y la dinámica de las migraciones pipiles, las cuales siguen siendo de los más complejos problemas en las investigaciones arqueológicas que se llevan a cabo en esta área. Sin embargo, es probable que hubiera varias etapas u “oleadas” de migración durante el periodo Clásico Tardío y el Postclásico, comenzando quizás alrededor del año 900 y continuando hasta aproximadamente 1250 ó 1300. Además de los pipiles de Guatemala y El Salvador, varios otros grupos de habla náhuatl llegaron a Centroamérica durante estas migraciones y se asentaron en Honduras, Nicaragua y Costa Rica. 33

Mapa de asentamientos pipiles de la epoca de la Conquista. Tomado de:FOWLER JR.,William R. op.cit.1995. p.165.

En el oriente de El Salvador (la llamada provincia de Chaparrastique), cruzando el Río Lempa, los españoles encontraron a los lencas, quienes probablemente fueron los habitantes originales de casi todo el territorio salvadoreño, pero fueron desplazados de la región occidental por los pipiles cuando estos comenzaron a llegar de México. Dominados política y económicamente por los pipiles, los lencas recibieron mucha influencia cultural y lingüística de sus vecinos más poderosos.1 Cuatro etnias más completan el panorama lingüístico-cultural al momento de la Conquista. En el norte, cerca de Chalatenango, había algunos asentamientos de un grupo de mayas que hablaban el idioma chortí. Además, se hablaba el idioma cacaopera en el extremo noreste, el ulúa en el sureste y el mangue en el extremo oriental. Dos poderosos señoríos pipiles dominaban la región al sur y al oeste del río Lempa a la llegada de los españoles. Estos señoríos eran ciudades-estado con dominio regional semejantes a muchas que existían en varias partes de Mesoamérica durante el Periodo Postclásico. Pueden mencionarse, por ejemplo, las ciudades-estado del valle de México antes del imperio mexica o las de la región mixteca del estado de Oaxaca. 34

Uno de los señoríos se centraba en Tecpan Izalco y el otro en la ciudad de Cuscatlán. El señorío de Izalco tenía bajo su dominio 15 asentamientos principales, con un territorio de cerca de 25,000 kilómetros cuadrados y controlaba algunas de las tierras agrícolas más fértiles de la vertiente del Pacífico centroamericano. Los asentamientos principales eran Izalco propiamente, Caluco, Nahulingo y Tacus-calco. Esto pueblos se conocen en los documentos del siglo XVI como “Los Izalcos”. Asimismo, se ha señalado que antes de la Conquista Izalco y Caluco formaban un solo pueblo disperso, al igual que Nahuilingo y Tacuscalco. Según datos de la Relación Marroquín de 1532, documento de suma importancia para el estudio de la época de la Conquista, el señorío de Cuscatlán consistía de 59 pueblos pipiles con un total de aproximadamente 12,000 casas indígenas. La provincia abarcaba un área de unos 7,500 kilómetros cuadrados. Los asentamientos principales eran Cojutepeque, Nonualco, Tecoluca y el propio Cuscatlán. Parece que poco antes de la Conquista los señores de Cuscatlán habían incorporado a su dominio a Nahuizalco y Santa Catarina Masahuat, dos pueblos que formaban parte del territorio del señorío de Izalco. Indudablemente, el propósito de esta expansión era controlar la producción de cacao de Izalco. A su vez, esta acción puede que haya resultado del aumento

en la demanda comercial de cacao, algodón y otros bienes de lujo en Mesoamérica. La sociedad pipil estaba dividida en tres clases: los nobles, los comuneros y los esclavos. La afiliación de clase por lo general se heredaba, pero para ocupar los puestos de alto rango el individuo tenía que haberse probado en el campo de batalla o en algún rito religioso. Cierta movilidad vertical fue posible por medio de la realización de hazañas de guerra; por ejemplo, un hombre del pueblo podía distinguirse en la guerra y lograr el estatus de noble. Los nobles tenían altos puestos políticos o religiosos, tales como jefes de gobierno, miembros del tatoque (consejo), capitanes de guerra y sacerdotes. Los comuneros eran agricultores, cazadores, pescadores, soldados, comerciantes y artesanos. Los esclavos, generalmente adquiridos como cautivos de guerra, fueron explotados por su valor como mano de obra y a menudo fueron víctimas del sacrificio en los templos. Los linajes nobles constituyeron un rasgo sobresaliente de la estructura social de los pipiles. Efectivamente, el mismo vocablo “pipil” viene del nahuat pipiltin (plural de pilli, que significa noble), debe ser entendido como una referencia a los linajes nobles). Al igual que en el México central, las familias nobles de los pipiles tenían funciones económicas y políticas que jugaban un papel esencial en la estratificación social. El jefe titular controlaba tierras del linaje como propiedad de o el conglomerado, las cuales distribuía entre sus nobles y los comuneros que dependían de él a cambio de tributo y servicio personal. Parece que en muchos casos los linajes nobles entre los pipiles correspondían a los llamados calpulli. El término calpulli tenía muchos significados entre los antiguos pueblos mexicanos; generalmente, un calpulli era una unidad político-administrativa de tamaño variable que no guardaba relación necesariamente con el parentesco de sus miembros. Pero en la región tolteca-chichimeca de Cuauhtinchan, en el valle de Puebla, México, el calpulli fue un tipo específico de unidad social que tenía tierras

en común, se estratificaba internamente en base al parentesco y estaba bajo la dirección de un señor mayor del linaje. Una situación semejante sucedió con Caluco, el cual fue dividido en el siglo XVI entre cinco calpulli, cada uno con su propio cacique o jefe titular. Casi todas las familias tenían huertas de cacao que probablemente se les habían asignado antes de la Conquista en el contexto del calpulli. Como era el caso con la estructura sociopolítica, la religión pipil muestra muchas semejanzas con la de los aztecas del valle de México. Los pipiles tenían un sacerdocio especializado que consistió de varios rangos. Según García de Palacio, los pipiles de Asunción Mita, Guatemala, tenían un sumo sacerdote que llamaban tecti (o teucti, equivalente al azteca teuctli). El teucti usaba una vestidura azul y un tocado con plumas de quetzal. El sacerdote segundo tenía el título tehua-matlini, y “era el mayor hechicero y letrado en sus libros.” Cuatro sacerdotes auxiliares que se identificaban como teupixqui ayudaban en las ceremonias; cada uno de ellos llevaba una vestidura de color distinto (negro, rojo, verde o amarillo), que se asociaba con cada uno de los puntos cardinales. Además, había un “mayordomo” que se encargaba de los sacrificios. Los sacerdotes vivían en los templos, llamados teupas (o teupan). Según García de Palacio, el templo mayor estaba junto a la residencia del sacerdote supremo.

El Tecti vestía una túnica larga de color azul y llevaba una diadema en la cabeza y una especie de mitra, labrada de diferentes colores, que tenia en las puntas un manojo de plumas de quetzal; traía también un báculo en la mano.

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Los dioses que adoraban los pipiles eran muy semejantes a los de los otros pueblos nahuas de Mesoamérica. García de Palacio mencionó a dos de ellos: Quetzalcoatl e Itzqueye. La última fue una diosa madre que tuvo su origen en la costa del Golfo de México. García de Palacio también mencionó que los pipiles de Mita tenían un “ídolo... señalado para la caza y pesca”, que probablemente fue Mixcoat. La arqueología indica que Tlaloc (o Quiateot), dios de la lluvia, y Xipe Totec también eran dioses de mucha importancia para los pipiles. Las representaciones de Tlaloc son comunes en botellasefigies de cerámica y en decoración modelada en incensarios grandes hallados en Cihuatán y otros sitios. Xipe Totec aparece en efigies de cerámica de tamaño natural encontrados en Chalchuapa, el lago de Güija y Cihuatán. Estas son casi idénticas a las efigies de Xipe Totec encontradas en el altiplano de México y fechadas en el horizonte Mazapán, o sea la época de los toltecas (900-1200). Los pipiles tenían un calendario casi idéntico al de los aztecas, con el tonal pohualli (calendario ritual) de 260 días y el xihuitl (calendario solar) de 365 días. Cada día se identificaba con un número y un símbolo. La tabla inscrita con el calendario pipil que Fuentes y Guzmán incluyó en su obra La recordación florida muestra claramente los glifos para los símbolos calli (casa), cuat (serpiente), suchit (flor) posiblemente acat (caña) y tecpat (cuchillo de pedernal). Con respecto al sacrificio humano, hay que hacer hincapié en que éste fue un rito de suprema importancia religiosa que los pipiles compartían con casi todos los pueblos indígenas de América. García de Palacio asentó que los pipiles de Mita tenían dos tipos de ritos de sacrificio, uno para cautivos de guerra y otro para los miembros del grupo. Las víctimas del grupo de la tribu eran hijos naturales, de 6 a 12 años de edad sacrificados dos veces al año, al principio del invierno y al principio del verano. Estas ceremonias probablemente coincidían con los solsticios. También se respetaban los equinoccios. Tenían un carácter sumamente secreto, pues solo las observaban los caciques y los indios principales. 36

Vasija plomiza Tohil que representa a Huehueteotl,el dios viejo. Tomado de: FOWLER JR., William R. op.cit. 1995. p. 148.

Pero los sacrificios de los cautivos de guerra se hacía en público, acompañado de ceremonias bailes que duraban de cinco a quince días.

4.2 La economía y la política de los pipiles Los Conquistadores españoles encontraron en Centro América un número de sociedades indígenas que generaban un excedente económico. En muchos casos, estas han sido caracterizadas como cacicazgos, o sea sociedades organizadas jerárquicamente en base, sobre todo, al parentesco. Los lencas, por ejemplo, tuvieron una organización política de cacicazgos. Algunos autores consideran que los cacicazgos son una etapa histórica de transición (de la sociedad sin clases a la sociedad de clases). En la terminología antropológica que permite comparar diversas formas de organización política, la sociedad de clases generalmente se denomina como “estado”. Es decir, el estado es más complejo que el cacicazgo, pero siempre hay que tener en cuenta que las diferencias entre uno y otro pueden ser bastante reducidas.

¿Cuáles son, entonces, las principales diferencias entre estado y cacicazgo? Son tres los criterios generalmente aceptados que se usan para distinguir a los estados de los cacicazgos: los estados tienen el poder de reclutar a los individuos para la guerra o las obras públicas, imponer y cobrar impuestos y decretar y hacer cumplir las leyes. Es decir, mientras los individuos deben abstenerse de practicar la violencia, el estado tiene la potestad para hacer la guerra, también puede recaudar impuestos y exigir obediencia a las leyes, cosa que no puede hacer ningún particular. En cambio, los cacicazgos organizan los ejércitos y los trabajos comunales por medio de las relaciones de parentesco, pero no pueden reclutar a los guerreros y a los trabajadores. Los caciques sí reciben el tributo, pero no tienen el poder político o militar como para exigir el pago de impuestos. Por ende, los cacicazgos no tienen leyes ni los medios de fuerza institucionalizada para ponerlas en vigencia. Principalmente en base a los datos que aporta Fuentes y Guzmán, y considerando también algunas fuentes históricas del siglo XVI (tales como Alvarado, García de Palacio y documentos de los archivos como la Relación Marroquín, las tasaciones de tributos de Alonso López de Cerrato de 1548-1551 y ciertas “probanzas de méritos y servicios” de los conquistadores del siglo XVI, todos los cuales proporcionan datos parciales muy interesantes), puede concluirse que las unidades políticas pipiles de Izalco y Cuscatlán cumplen a cabalidad los criterios para clasificarse como estados. Además de dichos criterios, cabe mencionar que la sociedad pipil poco antes de la Conquista ya se caracterizaba por la explotación intensiva de la mano de obra y la diferenciación en clases sociales. Los antiguos estados pipiles tenían un modo de producción tributario, aspecto clave para entender la dinámica de la sociedad pipil. Los datos no son claros ni abundantes, pero se puede suponer que la capacidad de pagar el tributo a los españoles a comienzos de la época colonial, o sea inmediatamente después de la Conquista, refleja una economía tri-

butaría prehispánica. El pago del tributo se hizo en productos agrícolas y en productos de hechura artesanal especializada, como cerámica, esteras, ropa y tela. Después de la pacificación de la región, los pueblos pipiles pagaron tributo a sus encomenderos españoles con cacao, algodón, mantas, maíz, chile, frijoles, miel, pescado y sal. Los mismos productos indudablemente fueron pagados en tributo antes de la Conquista a un soberano indígena. La élite gobernante controló el uso de la tierra para efectos agrícolas. Entre los pipiles, los linajes nobles (que, como se discutió antes, muchas veces eran los mismos calpulli) ejercieron el control sobre la tierra y era el privilegio del soberano asignar el uso de la tierra comunal a los jefes de linajes. Cada linaje tenía sus plebeyos y esclavos para trabajarlas. En vísperas de la Conquista, el cacao era el producto principal del comercio del sur de Mesoamérica; uno de los centros productores más importantes de toda la región era los Izalcos. Según un informe del siglo XVI, el cacique de Izalco, al momento de la Conquista, poseía “gran número de huertas de cacao, más que ningún otro pueblo de la región”. El cacao no solo se pagaba como tributo a los soberanos prehispánicos de Mesoamérica, sino que servía como dinero para comprar varios productos y servicios. El cronista Oviedo elaboró una lista de “precios” de mercancías y servicios que se podía comprar en Nicaragua con el cacao; por ejemplo, un conejo costaba 10 semillas, un esclavo 100 semillas y ocho zapotes costaban 4 semillas.

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La importancia del cacao como objeto de intercambio en El Salvador antes de la Conquista está reflejada en la existencia de unidades nativas (en náhuatl) para medir grandes cantidades de las semillas. Un zontle consistía de 400 semillas de cacao, mientras que un xiquipil equivalía a 20 zontles u 8,000 semillas. Estas unidades continuaron en uso durante la colonia, a las cuales los españoles agregaron la unidad de la “carga”, que pesaba aproximadamente 50 libras, equivalente a tres xiquipiles. El intercambio regional e interregional fue sumamente importante para los pipiles. El tianguis o el mercado se encontraba al centro de cada pueblo principal. Al tianguis llegaban mercaderes de la región y de otras regiones a vender sus productos y mercancías. A partir de los datos de documentos como la Relación Marroquín de 1532 y las tasaciones de tributos de Alonso López de Cerrato de 1548-1551, pueden observarse patrones regionales de producción especializada que habrían sido un estímulo fuerte al intercambio. Por ejemplo, algunos pueblos de la provincia de Cuscatlán, como Cojutepeque, Cuscatlán y Ateos, fueron famosos por su producción de maíz pues producían el grano para intercambiarlo por otros productos, mientras que un producto muy importante para los pueblos de Cuscatlán fue el algodón. En comparación con Cuscatlán, los pueblos de la provincia de los Izalcos producían relativamente poco maíz y algodón pero se especializaron en la producción del cacao. Es interesante notar que en 1549 los pueblos de Izalcos pagaron 3,700 xiquipiles (32,190 kilogramos) de cacao y los de

Tianguis pipil de la plaza del sitio arqueológico Tazumal. Tomado de: Historia del istmo centroamericano, tomo I. México D.F.: Editorial OffSet S.A de C.V, 2002.p. 136.

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Escuintla pagaron 1,595 xiquipiles (13,877 kilogramos), mientras que los de San Salvador pagaron solamente 739 xiquipiles (6,429 kilogramos) de cacao. Los pueblos de la provincia de Izalco que pagaron el tributo más alto de cacao fueron Izalco, Caluco, Naolingo y Tacuscalco. Con respecto al intercambio interregional, se puede especular que en la época Precolonial, justo antes de la Conquista, los pipiles de Cuscatlán producían un excedente de algodón, lo cual, junto con los productos tejidos como las mantas y los toldillos, intercambiaron con los pipiles de Izalco para conseguir el cacao. Izalco probablemente exportó el cacao a la provincia de Cuscatlán a cambio de productos de algodón, tejidos y otras mercancías que no se producían o se producían en poca cantidad en aquella provincia. Sólo Nahuizalco (uno de los dos pueblos dominados por Cuscatlán en el occidente poco antes de la Conquista española) fue notable por su producción de algodón en los inicios del siglo XVI. Izalco posiblemente también intercambió cacao por obsidiana y jade procedentes del altiplano de Guatemala, a medida que se incrementó la participación pipil en el sistema económico prehispánico de Mesoamérica. Otros productos de importancia comercial como la sal y el pescado seco también sugieren patrones de producción regional especializados, que tal vez fueron llevados por mercaderes de una provincia a otra.

Conclusión Los pipiles llegaron a El Salvador desde el actual territorio mexicano hacia el año 1000 d. de C., a una zona ocupada principalmente por grupos mayas en el centro y la costa pacífica de El Salvador. La sociedad pipil era en esencia clasista y tendiente al desarrollo de la esclavitud, en un principio como resultado de los enfrentamientos entre las distintas tribus y no por razones here-

ditarias. A la llegada de los españoles existían en el país dos principales sistemas políticos pipiles: el pequeño reino de Izalcos en el oeste y el reino más grande de Cuscatlán en la región central. Hacen falta más estudios arqueológicos para conocer mejor a los pipiles durante los periodos Postclásico Tardío y de la Conquista.

Referencias bibliográficas 1. Acerca de las costumbres y creencias religiosas que identifican a los lencas se recomienda la lectura de: HERRANZ HERRANZ, Atanasio. “El lenca de Honduras: una lengua moribunda”. “Mesoamérica”.Núm.14. Diciembre de 1987. Plumsock Mesoamerican Studies,USA. pp.429-466.

Bibliografía Libros: 1.Arqueología doméstica en Joya de Cerén. CONCULTURA. Nueva San Salvador: Impresos 2 y 2,1998. 2.DILLEHAY, Tom D. Monte Verde. Un asentamiento humano del pleistoceno tardío en el sur de Chile. Santiago de Chile: LOM ediciones,2004. 3.FONSECA ZAMORA, Oscar. Historia Antigua de Costa Rica. Surgimiento y caracterización de la primera civilización. San José: EUCR,1996. 4.FOWLER JR....


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