Moradiellos: “Las caras de Clío. Una introducción a la historia.” PDF

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El hombre es, por naturaleza, un ser gregario y todos los grupos humanos son siempre heterogéneos. Así, en calidad de grupo colectivo, toda sociedad tiene un pasado que excede al pasado biográfico individual de cada uno de sus miembros....

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U1 Moradiellos: “Las caras de Clío. Una introducción a la historia.” El hombre es, por naturaleza, un ser gregario y todos los grupos humanos son siempre heterogéneos. Así, en calidad de grupo colectivo, toda sociedad tiene un pasado que excede al pasado biográfico individual de cada uno de sus miembros. El conocimiento, recuerdo y valoración de ese pasado colectivo y comunitario, constituye la conciencia histórica de las distintas sociedades, un componente imprescindible e inevitable del presente. Pensar históricamente constituye una de las facultades inherentes a las sociedades humanas por su misma condición de grupos finitos de individuos heterogéneos. Esa necesidad social de contar con una concepción del pasado comunitario, con una conciencia histórica propia, puede satisfacerse con formas de conocimiento y de recuerdo muy diversas, como mitos o leyendas. La Historia científica no puede predecir fenómenos, pero sí permite explicar los orígenes del presente. Polibio, historiador grecorromano, decía “ninguna educación es más apta para los hombres que el conocimiento de las acciones pasadas”. Así, uno de los rasgos característicos de los Estados contemporáneos es el volumen, densidad y eficacia organizativa de sus archivos históricos y la cuantía formación de los investigadores y analistas que trabajan en ellos. Las disciplinas históricas contribuyen a la explicación y entendimiento de la génesis, estructura y evolución de las formas de sociedad humanas pretéritas y presentes; proporcionan un sentido crítico de la identidad operativa de los individuos y grupos sociales; y promueven la comprensión de las tradiciones y legados culturales que conforman las complejas sociedades actuales. La razón histórica, impone límites críticos y purgativos infranqueables a la credulidad y fantasía sobre el pasado de los hombres y sus sociedades. Las ciencias históricas ejercitan una labor esencial de pedagogía, ilustración y filtro crítico en nuestras sociedades. El conocimiento de la historia constituye la precondición de la inteligencia política. Sin ella, una sociedad carece de memoria compartida sobre lo que ha sido, sobre lo que son sus valores fundamentales o sobre las decisiones del pasado que dan cuenta de las circunstancias presentes. Bajo el amplio paraguas del vocablo “Historia” siempre se han colado productos de muy diversa entidad, valor y calidad. La prueba de la vitalidad funcional de la Historia científica y de su misma importancia socio-cultural reside en la atención que se presta a sus temas en la vida pública de las sociedades contemporáneas. El pasado puede ser conjurado, pero lo que no se puede nunca es anularlo. La racionalidad histórica tiene capacidad para discriminar objetivamente la verdad del mito histórico, y su imprescindible practicidad social y ética para nuestros tiempos y nuestras sociedades....