Trabajo El Gran Inquisidor PDF

Title Trabajo El Gran Inquisidor
Author Víctor Muñoz
Course Teoría Del Derecho
Institution Universidad Complutense de Madrid
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TRABAJO DE “EL GRAN INQUISIDOR”

Nombre: Víctor Muñoz Márquez 1º Derecho-ADE Grupo B Correo institucional: [email protected]

Palabras clave: poder, obispo, Gran Inquisidor, Maquiavelo, Dostoievski

ÍNDICE

Título del trabajo e información relevante del alumno…….1

Introducción………………………………………………………….…………2 Vida de Dostoyevski………………………………………………………..2 Poder y libertad en El Gran Inquisidor……………………………….4

Reseña………………………….………………………………………………….5

El Gran Inquisidor y Nicolas Maquiavelo…………………………..8

Análisis del comportamiento y de la figura del obispo…….10

Conclusión……………………………………………………….………………11

Bibliografía………………………………………………………………………12

INTRODUCCIÓN

VIDA DE DOSTOYEVSKI Fiódor Dostoyevski fue uno de los principales escritores de la Rusia zarista del siglo XIX. Nació el 30 de octubre de 1821 y murió el 28 de enero de 1881. Su literatura intenta, en una compleja coyuntura histórica, explorar la psicología de los hombres. Junto con Iván Turgueniev y León Tolstói, es el más apreciado representante de la literatura realista en su país y uno de los grandes genios de la narrativa europea decimonónica. Educado por su padre, un médico de carácter despótico y brutal, encontró protección y cariño en su madre, que murió prematuramente. Al quedar viudo, el padre se entregó al alcohol, y envió finalmente a su hijo a la Escuela de Ingenieros de San Petersburgo, lo que no impidió que el joven Dostoievski se apasionara por la literatura y empezara a desarrollar sus cualidades de escritor. A los dieciocho años, la noticia de la muerte de su padre, torturado y asesinado por un grupo de campesinos, estuvo cerca de hacerle perder la razón. Ese acontecimiento lo marcó como una revelación, ya que sintió ese crimen como suyo, por haber llegado a desearlo inconscientemente. Al terminar sus estudios, tenía veinte años; decidió entonces permanecer en San Petersburgo, donde ganó algún dinero realizando traducciones. La publicación, en 1846, de su novela epistolar Pobres gentes, que estaba avalada por el poeta Nekrásov y por el crítico literario Belinski, le valió una fama ruidosa y efímera,

ya que sus siguientes obras, escritas entre ese mismo año y 1849, no tuvieron ninguna repercusión, de modo que su autor cayó en un olvido total. En 1849 fue condenado a muerte por su colaboración con determinados grupos liberales y revolucionarios. Fue indultado momentos antes de la hora fijada para su ejecución y estuvo cuatro años en un presidio de Siberia, experiencia que relataría más adelante en Recuerdos de la casa de los muertos. Ya en libertad, fue incorporado a un regimiento de tiradores siberianos y contrajo matrimonio con una viuda con pocos recursos, Maria Dmítrievna Isáieva. Tras largo tiempo en Tver, recibió autorización para regresar a San Petersburgo, donde no encontró a ninguno de sus antiguos amigos, ni eco alguno de su fama. La publicación de Recuerdos de la casa de los muertos (1861) le devolvió la celebridad. Para la redacción de su siguiente obra, Memorias del subsuelo (1864), también se inspiró en su experiencia siberiana. Soportó la muerte de su mujer y de su hermano como una fatalidad ineludible. En 1866 publicó El jugador, y la primera obra de la serie de grandes novelas que lo consagraron definitivamente como uno de los mayores genios de su época, Crimen y castigo. La presión de sus acreedores lo llevó a abandonar Rusia y a viajar indefinidamente por Europa junto a su nueva y joven esposa, Ana Grigorievna. Durante uno de esos viajes su esposa dio a luz una niña que moriría pocos días después, lo cual sumió al escritor en un profundo dolor. A partir de ese momento sucumbió a la tentación del juego y sufrió frecuentes ataques epilépticos.

Tras nacer su segundo hijo, estableció un elevado ritmo de trabajo que le permitió publicar obras como El idiota (1868) o Los endemoniados (1870), que le proporcionaron una gran fama y la posibilidad de volver a su país, en el que fue recibido con entusiasmo. En ese contexto emprendió la redacción de Diario de un escritor, obra en la que se erige como guía espiritual de Rusia y reivindica un nacionalismo ruso articulado en torno a la fe ortodoxa y opuesto al decadentismo de Europa occidental, por cuya cultura no dejó, sin embargo, de sentir una profunda admiración. En 1880 apareció la que el propio escritor consideró su obra maestra, Los hermanos Karamazov, que condensa los temas más característicos de su literatura: agudos análisis

psicológicos, la relación del hombre con Dios, la angustia moral del hombre moderno y las aporías de la libertad humana. Máximo representante, según el tópico, de la «novela de ideas», en sus obras aparecen evidentes rasgos de modernidad, sobre todo en el tratamiento del detalle y de lo cotidiano, en el tono vívido y real de los diálogos y en el sentido irónico que apunta en ocasiones junto a la tragedia moral de sus personajes. Dostoyevski murió en su casa de San Petersburgo, el 9 de febrero de 1881, de una hemorragia pulmonar asociada a un enfisema y a un ataque epiléptico. Fue enterrado en el cementerio Tijvin, dentro del Monasterio de Alejandro Nevski, en San Petersburgo. El vizconde E. M. de Vogüé, diplomático francés, describió el funeral como una especie de apoteosis. En su libro Le Roman russe, señala que entre los miles de jóvenes que seguían el cortejo, se podía distinguir incluso a los nihilistas, que se encontraban en las antípodas de las creencias del escritor.45 Anna Grigórievna señaló que “los diferentes partidos se reconciliaron en el dolor común y en el deseo de rendir el último homenaje al célebre escritor”. En su lápida sepulcral puede leerse el siguiente versículo de San Juan, que sirvió también como epígrafe de su última novela, Los hermanos Karamázov: “En verdad, en verdad os digo que, si el grano de trigo que cae en la tierra no muere, queda solo; pero si muere produce mucho fruto”. Evangelio de San Juan 12:24

PODER Y LIBERTAD EN EL GRAN INQUISIDOR

El poder y la libertad pueden considerarse como los elementos principales del relato de El Gran Inquisidor. Por un lado, el poder se observa como feudal y abusivo e impregna todo el relato. Lo podemos ver más claramente en la figura del Inquisidor, cuyo poder es obvio y el uso que hace de él también. La figura del Inquisidor sevillano es muy profunda y requiere de un análisis extenso. Él no odia al ser humano, y sobre sus

creencias y sobre su idea de bien se desarrolla toda su conducta. Entiende que la libertad del ser humano otorgada por Dios ofrece al individuo el poder utilizarla en vano, es decir, pecando. Por ello él debe limitar esta libertad para que el ser humano obre bien. Esto parte de una concepción maquiavélica, a mi modo de ver, de la Iglesia sobre su labor en el mundo terrenal (en términos de San Agustín). Entrando más a fondo en esta cuestión, el anciano obispo asegura que son la paz y la unidad los elementos que se han de buscar para que el hombre no sufra. Todo esto se circunscribe perfectamente en el carácter anti rousseniano de la Biblia, pues los hombres tienen en su naturaleza intrínsicamente el pecado original. La idea del absolutismo católico satisface la idea de la Iglesia como única institución legítima para dirigir con rectitud la vida de los hombres, así como la de dueña espiritual de todas las almas. Es lo que Dostoyevski denomina el rasgo esencial del catolicismo romano. Por lo tanto, se puede decir que el relato tiene dos planos muy bien diferenciados. Por un lado, el analítico de la sociedad católica de Sevilla del siglo XV, y otro meramente novelesco que trata de relatar unos hechos ocurridos a unos personajes determinados. La forma en la que Dostoyevski dibuja la situación, en este caso en Sevilla en el siglo XV, es digna de encomio por eso, porque pone de relieve al lector medio la existencia de dos enfoques o matices simultáneos que permiten ver la dimensión de la obra. Profundamente crítica y analizadora por un lado y completamente romanceresco por otro.

RESEÑA

El poema “El gran Inquisidor” que encontramos en Los hermanos Karamazov de Fiodor Dostoyevski es una crítica fuerte a la iglesia como institución, a la deformación que ha tenido la doctrina original de Cristo frente a lo que la Iglesia Católica testimoniaba en el tiempo de la inquisición. Este poema nos relata el momento en el que Jesús regresa a la tierra para estar con su pueblo, no se trata del juicio final sino una visita que consuele a las personas. El lugar es la plaza principal en Sevilla; Jesús camina y la gente lo reconoce inmediatamente, él con ojos de misericordia la escucha y pasa haciendo

milagros. Pero esto no dura mucho, el Obispo dándose cuenta de quién era y qué estaba haciendo, lo manda apresar. El obispo Inquisidor habla con firmeza a Jesús ya en la prisión. El diálogo, o mejor, monólogo que se desarrolla es impactante, el Inquisidor condena a Jesús a morir en la hoguera al siguiente día. ¡es totalmente irónico! ¡Es la Iglesia fundada por Cristo mismo la que lo condena otra vez! ¿Por qué sucede esto? ¿por qué molesta tanto a un jerarca la presencia de quien él mismo predica como el salvador del mundo?. La explicación se va desarrollando, el Inquisidor argumenta que Jesús se ha equivocado, porque la libertad por la renuncia a las tentaciones es una libertad elitista que sólo llegan a comprender unos pocos, pero, a decir verdad, ésta no la consigue la mayoría de la gente. El gran error de Cristo fue haber tenido la arrogancia de no aceptar lo que le ofrecía el demonio cuando le tentó. Fue un gran error porque la humanidad en primera instancia necesita pan y no lo quiso aceptar. Pero este tropiezo ya está resuelto desde que la iglesia tiene este poder, Jesús no aprovechó la oportunidad de tener el acceso a salvar a su gente quitándoles el hambre, el Inquisidor dice: “Pero, en fin, hemos cumplido esa misión en nombre tuyo. El establecimiento de la libertad nos ha costado quince siglos de incesante y penoso trabajo; pero ya es un hecho, un hecho evidente”. El pan que necesita la humanidad “se lo daremos en tu nombre. Nosotros sabemos mentir, hablaremos en nombre tuyo. Si no fuese por nosotros, ¿No se morirían de hambre? ¿Será su ciencia lo que les nutrirá? ¡No tendrán pan hasta que consigan su libertad…!” En el relato este obispo reconoce la verdad en la intención de Jesús “en esto tenías tú razón: el hombre no se explica claramente porqué debe vivir, se destruirá a sí mismo, antes que continuar una vida inexplicable, aunque tuviese el pan a montones. Pero, ¿qué provecho has obtenido de esa verdad que te era conocida? En vez de confiscar la libertad de los hombres, la has acrecentado”. Aquí es donde radica el dolor, la libertad así ofrecida provoca en las mayorías más angustia que felicidad. Cristo sobreestimó, por amor, al ser humano y así predicó “el amor del hombre espontáneo, bien meditado, y no la humillación servil de un esclavo aterrorizado” por eso le reclama: “le consideras demasiado y tienes poca piedad de él; amándole tanto le exiges más de lo que puede dar”.

De esta manera la iglesia en su jerarquía ha corregido el camino, y, a partir del momento de hacerla imperial se ha trazado un camino que trata de compadecerse de las mayorías que no logran madurar en el discernimiento de qué es lo que tienen que hacer con su libertad. El inquisidor dice a Jesús con respecto al poder que tampoco aceptó “Hemos corregido tu obra, fundándola sobre el milagro, el misterio, sobre la autoridad” “la tierra ha de sufrir todavía mucho, pero lograremos nuestro objetivo, llegaremos a ser Césares y entonces pensaremos en la felicidad universal. ¡Y pensar que pudiste tú empuñar ese cetro!”. Así es como justifica la distancia entre lo que predicó Jesús y la manera de institucionalización del catolicismo en el momento de la Santa Inquisición. No es ni siquiera un relajamiento de los ideales de Cristo, es una expresa guerra contra aquello, para democratizar la salvación librando de la libertad a la humanidad. El milagro, el misterio y la autoridad han de sostener a la iglesia que es como una madre que da de comer a sus hijos y decide por ellos lo bueno de lo malo ya que el pequeño no es capaz de esto. He aquí la confesión y el perdón de los pecados como una muestra de un clero que asume las culpas de aquellos “que no son dignos de gozar de libertad los seres débiles, viciosos, idiotas y rebeldes como ellos”. El anciano Obispo Inquisidor asegura que el la paz y la unidad las que se han de buscar para que el hombre no sufra, el poder de la iglesia, que se ha de adquirir por los medios que sean es la garantía de la unidad, un solo reino con su soberana cabeza: el Papa; y unos súbditos obedientes y bien alimentados, por tanto, “¿Quién ha espantado el rebaño dispersándolo por lugares desconocidos? Las ovejas se reunirán nuevamente, el rebaño tornará ya a la obediencia y será para siempre; entonces daremos a nosotros la felicidad hecha de pan y humildad” este es el proyecto del Jesuita según Dostoyevski.

EL GRAN INQUISIDOR Y NICOLAS MAQUIAVELO

“ En el mismo momento en que se detiene el cortejo, aparece en la plaza el cardenal gran inquisidor. Es un viejo de noventa años, alto, erguido, de una ascética delgadez. En sus ojos hundidos fulgura una llama que los años no han apagado. Ahora no luce los aparatosos ropajes de la víspera; el magnífico traje con que asistió a la cremación de los enemigos de la Iglesia ha sido reemplazado por un tosco hábito de fraile. Sus siniestros

colaboradores y los esbirros del Santo Oficio le siguen a respetuosa distancia. El cortejo fúnebre detenido, la muchedumbre agolpada ante la catedral le inquietan, y espía desde lejos. Lo ve todo: el ataúd a los pies del desconocido, la resurrección de la muerta... Sus espesas cejas blancas se fruncen, se aviva, fatídico, el brillo de sus ojos. –¡Prendedle!– les ordena a sus esbirros, señalando a Cristo. Y es tal su poder, tal la medrosa sumisión del pueblo ante él, que la multitud se aparta, al punto, silenciosa, y los esbirros prenden a Cristo y se lo llevan. Como un solo hombre, el pueblo se inclina al paso del anciano y recibe su bendición.” ¹ Podemos encontrar una cierta similitud en como Dostoyevski presenta el personaje del obispo con la obra de Maquiavelo: Maquiavelo comenzó a escribir “El Príncipe” en 1513. Este libro, Maquiavelo muestra cómo deben gobernar los príncipes sus Estados, según las circunstancias, y cómo han de actuar para conservar el poder y para garantizar el orden público, utilizando ejemplos de la historia antigua y moderna. Sostiene que el gobernante, para gobernar eficazmente, ha de rechazar las utopías y ocuparse de examinar el comportamiento real de los seres humanos y de los pueblos. Para ello, y esto es fundamental en el obispo de El Gran Inquisidor, se tiene que aceptar que la práctica de la política es muchas veces contradictoria con la religión y con la moral. Otro de punto de similitud entre El Gran Inquisidor y Maquiavelo es el contenido en los capítulos del XV al XIX. Maquiavelo expone lo que se denomina la moralidad maquiavélica. Afirma que, para gobernar eficazmente, el príncipe no debe asumir que en la praxis política la virtud supone un error y el vicio un acierto, por lo que el príncipe (el obispo en este caso) no debe tener escrúpulos morales ni religiosos. La famosa frase de Maquiavelo: “ Es mejor ser temido que ser amado”, se encuentra muy presente en el relato, pues explica a la perfección el comportamiento del obispo. Él ama a los seres humanos, pero rechaza el vicio y el pecado intrínseco en ellos absolutamente. Por lo que la forma de “gobernar eficazmente” es asumir la moralidad maquiavélica, de tal forma que sea un gobernante alejado de la moral y la religión. Su misión es ser eficaz con sus objetivos, y en este caso la moralidad cristiana entendida de cierta forma, podría imposibilitar el ejercicio de impedir los vicios y evitar el pecado en los seres humanos.

Para poder entender la dimensión de la obra de Maquiavelo, y por lo tanto su similitud con la figura del obispo, es importante entender bien la figura del príncipe y el concepto de virtud. Para Maquiavelo el príncipe es el término que designa al gobernante, el cual, para conservar el poder y mantener el orden y la estabilidad del Estado debe poseer, ante todo, virtud, aunque no entendida como respeto a los preceptos morales o religiosos, sino como capacidad para enfrentarse a los caprichos de la fortuna y dominarla, sirviéndose de las circunstancias y de las ocasiones propicias, para afianzarse en el poder. El príncipe debe reunir todo tipo de virtudes, o aparentar que las posee, para lograr que sus súbditos lo amen o lo teman, o ambas cosas, pero también ha de estar dispuesto a hacer el mal cuando convenga a los intereses del Estado, ya que, para Maquiavelo, la política es una ciencia independiente de la moral y de la religión. Por otro lado, el otro término importante es el de virtud. Maquiavelo entiende por virtud las cualidades que debe poseer un buen gobernante para serlo, como la prudencia, la valentía, la fuerza de ánimo… no obstante, para Maquiavelo la virtud no es solo una cualidad moral, sino, ante todo, política, que tiene que ver con la acción eficaz de un gobierno, de manera que, en muchas ocasiones, en política, lo que moralmente es un vicio, como la crueldad, la capacidad de engaño o la ambición, puede convertirse en una virtud. Y viceversa. Lo que importa, en todo caso, es que la virtud del príncipe garantice la estabilidad y el orden dentro del Estado, aunque para ello tenga que acudir a medios juzgados habitualmente como “ilícitos” o “inmorales”.

ANÁLISIS DE LA FIGURA Y DEL COMPORTAMIENTO DEL OBISPO

Como ya hemos señalado en la sección anterior, el obispo guarda una similitud tremenda, a mi modo de ver, con el filósofo Maquiavelo. “ Que el hecho le acuse y el resultado le excuse”, “El fin Justifica los medios”, “No obstante ha de ser circunspecto en el creer y en el actuar, no temerse a sí mismo y proceder moderadamente con prudencia y humanidad, para que el exceso de confianza no le haga incauto y la excesiva desconfianza no le vuelva intolerable”, “ Por lo tanto,

es más sabio ganarse el nombre de mísero que genera una infamia sin odio, que por pretender la fama de liberal, verse obligado a incurrir en la de rapaz, que produce infamia con odio”. ²

Todas estas frases, que bien podrían ser de una reseña sobre la figura del obispo, son citas bibliográficas de la obra de El príncipe, de nuestro autor italiano. Sin embargo, pone claramente de relieve como la figura del El Gran Inquisidor debe su actuar a su amor por el pueblo. Su posición de gobernante le exonera de cualquier ápice de moralidad. Y esto es tan evidente, que el pueblo lo sabe perfectamente. Por ello, digamos que el obispo “se aprovecha” de su mala imagen para actuar eficazmente. No puede ni debe estar limitado por la moralidad ni la religión, y si gozase de buena reputación, seguramente sería más difícil actuar así. Sin embargo, como no es que precisamente sea popular, tiene más facilidad para actuar maquiavélicamente. Personalmente, la figura del obispo es la más interesante del relato, pues está llena de sustancia que analizar y permite comparaciones con grandes pensadores de la historia de la filosofía.

CONCLUSIÓN

Por todo ello, y para finalizar, el relato de El Gran Inquisidor es, en todo momento, una crítica desde una visión ortodoxa a la institución de la iglesia católica, lo que Dostoievski denomina el catolicismo romano. Refleja, obviando claro la reaparición de cristo, con gran verosimilitud la realidad de la época. Es, seguramente una de las narraciones más interesantes del autor ruso. A mi juicio, no se puede tratar a la obra como una crítica desde un punto de vista parcial, o tan siquiera como constructiva. Va más allá de eso. No se centra en ser parcial o criticar constructivamente la iglesia católica, ya que no es un ensayo. El tratamiento de la obra como novela adquiere que la crítica tenga una naturaleza sutil en cualquier punto del relato.

BIBLIOGRAFÍA ¹Dostoyevsky, F. (1880). El Gran Inquisidor. San ...


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