U6 Davis - --- PDF

Title U6 Davis - ---
Course Prehistoria General
Institution Universidad Nacional del Sur
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¿Por qué domesticar animales de consumo? Algunas evidencias zooarqueológicasdel Levante 1Simon J. M. Davis 2Traducido por la cátedra de Prehistoria General, Profesorado y Licenciatura en Historia Departamento de Humanidades, Universidad Nacional del SurResumenLos restos zooarqueológicos del Levante ...


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¿Por qué domesticar animales de consumo? Algunas evidencias zooarqueológicas del Levante1 Simon J. M. Davis 2

Traducido por la cátedra de Prehistoria General, Profesorado y Licenciatura en Historia Departamento de Humanidades, Universidad Nacional del Sur

Resumen Los restos zooarqueológicos del Levante meridional indican dos cambios en el patrón de explotación animal desde el Paleolítico al Neolítico precerámico. Estos cambios fueron especialmente marcados hacia fines de este lapso de tiempo. Uno es el incremento en el consumo de pequeños animales y el otro es un incremento en la caza de gacelas juveniles a comparación de las adultas. Ambos son interpretados en términos de un incremento en la intensidad de explotación de los recursos ambientales debido, se sugiere, al incremento poblacional que subsecuentemente llevó a las personas a la cría de animales. Palabras clave: Domesticación; Población; Neolítico; Demografía; Levante; Cercano Oriente.

“…la verdadera causa que puso en marcha la gran corriente de emigración del norte y que continuó impulsándola hasta que se deslizó en diferentes períodos hacia China, Persia, Italia e incluso Egipto, fue la escasez de comida, una población que se expandió más allá de los medios de sustento.” [33]

1. Introducción ¿Por qué nuestros ancestros domesticaron animales de consumo? Durante mucho tiempo, se creyó que la transición de la caza a la ganadería era un pasaje desde una existencia precaria hacia una que proveía mayor seguridad. La noción de que la caza requiere un alto gasto de energía y que un gran ahorro de esfuerzo puede ganarse cambiando hacia la ganadería, es probablemente errónea. El trabajo pionero de Richard Lee [30], que estudió cazadoresrecolectores modernos en el sur de África, descubrió que éstos disfrutan de una dieta abundante y balanceada, dedicándole sólo 2-3 días por semana a la búsqueda de comida. La cría de animales es, al parecer, más ardua que simplemente salir y cazarlos. La visión considerada aquí es más gradualista, según la cual ocurrió un lento cambio en el equilibrio entre las personas y su fuente de comida. Claramente, para tratar de entender el trasfondo de la domesticación en el registro arqueológico, necesitamos esclarecer que sucedió durante el milenio que precedió a este cambio. Uno de los primeros estudios que intentó contestar la pregunta de por qué la gente comenzó a domesticar plantas y animales fue La crisis alimentaria de la prehistoria de Mark Cohen [6]. Cohen sugirió que el período previo a la domesticación se caracterizaba por una creciente tensión en el medio ambiente debido a la creciente presión demográfica. Entre la evidencia que cita se encuentra un incremento en la presencia de

1 2

Publicado en Journal of Archaeological Science 32 (2005), pp: 1408-1416 Instituto Portugueˆs de Arqueologia, Avenida da I´ndia 136, P -1300-300 Lisbon, Portugal

condiciones patológicas sobre los restos esqueletarios humanos de los sitios arqueológicos, probablemente reflejando una nutrición cada vez más pobre. Sugirió que un aumento en la población humana en ese momento había “forzado” a las personas a cambiar su relación con el mundo natural y a asumir un mayor grado de control sobre este. Otros también vincularon la domesticación directa o indirectamente a la presión demográfica y a la capacidad de sustentación del ambiente [21, 43], y estos factores se combinaron con un disparador, el deterioro climático hacia fines de la última Edad de Hielo [17]. Pero no todos están de acuerdo en que el crecimiento poblacional fue un factor (ver, por ejemplo, [41]), de hecho es bastante probable que las causas variaran dependiendo del lugar del mundo que se considere. Hayden [25] sugirió una explicación “socio-económica” para el origen de la domesticación: los recursos domésticos eran inicialmente usados como bienes de prestigio. Éstos sirvieron para “elevar el poder individual o de grupos corporativos”3 en las comunidades cazadoras-recolectoras complejas. Otros como Isaac [27] y Cauvin [5] buscaron una explicación más religiosa/psicológica para los inicios de la domesticación. Antes de tratar el tema de por qué los animales fueron domesticados, necesitamos considerar brevemente cuándo y dónde comenzó la cría de animales. Actualmente conocemos al menos nueve áreas independientes donde comenzó la producción de comida. La Media Luna Fértil del Cercano Oriente, fue sin duda el hogar más temprano de la domesticación de plantas y animales del Viejo Mundo, aunque aun no es claro dónde exactamente dentro de ésta área comenzó [2, 17, 23, 24, 49, 50]. Evidencias de Chipre y el Levante meridional indican que los bóvidos (ganado, ovejas y cabras) y los cerdos fueron domesticados primero hacia fines del 9no milenio cal AC en la parte norte del Cercano Oriente y que durante el 8vo milenio AC, estos animales fueron domesticados (o introducidos como ganado doméstico) en el Levante Meridional [8, 22]. Evidentemente, el 9no y 8vo milenios, durante el 3

N. T: “enhance the individual or corporate group power”

llamado Neolítico precerámico, fueron tiempos cruciales para el advenimiento de la ganadería; por lo tanto, necesitamos examinar las relaciones entre la gente y los animales en el período anterior a esos milenios para poder contestar por qué las personas comenzaron a criar animales. Una posible respuesta zooarqueológica a esta gran pregunta, se me hizo evidente al estudiar la fauna del sitio Hatoula, del Natufiense-Neolítico acerámico, en Israel durante mediados de 1980. Es especialmente gratificante notar que en las dos últimas décadas otros zooarqueólogos interpretaron sus datos de una forma similar: las mediciones de huesos y valvas y las consideraciones sobre las frecuencias de las especies, pueden reflejar presiones en el ambiente, vinculadas a su vez con la presión demográfica. Más valioso para el Levante es el nuevo estudio faunístico de Hayonim y otros sitios cercanos por Natalie Munro [36, 37]. Ella también sugiere que la población aumentó marcadamente durante el Natufiense. El presente trabajo, al igual que informes anteriores [11, 12, 14, 15], considera otros estudios, así como varios de otras regiones. Estos fueron y aun son interpretados de manera similar. Al incluir la evidencia faunística de períodos subsiguientes, espero presentar una visión más amplia de este gran evento. Presentaré dos líneas de evidencia del registro zooarqueológico desde el Musteriense al Neolítico precerámico del Levante, que corroboran la tesis de la presión demográfica. La primera es un cambio a través del tiempo en las presas de caza, desde la caza mayor hacia pequeños mamíferos y finalmente peces y aves, lo que Flannery [19] reconoció como un cambio desde un espectro reducido de los recursos ambientales a uno más amplio. En efecto, este “cambio de espectro” se encuentra bien certificado en muchas regiones donde las personas “fueron forzadas a volverse más eclécticos en la recolección de comida, a comer comida cada vez menos apetitosa y particularmente, a concentrarse en alimentos de bajo nivel trófico y alta densidad” [6]. La segunda línea de evidencia no ha sido muy considerada, hasta donde conozco, por los zooarqueólogos y se trata del incremento en la proporción de presas juveniles - aquí gacelas – en estos conjuntos faunísticos. A esto lo denomino el “cambio

etario”4. (Legge [31] observó un incremento en el número de gacelas juveniles en Monte Carmelo. Sugirió que esto podía indicar su estatus doméstico, una propuesta que más tarde rechazó; com pers. La gacela no es considerada susceptible a la domesticación.) Ambos cambios ocurrieron durante un largo período de tiempo, desde el Musteriense, hace unos 50,000 años, hasta el Neolítico precerámico A del 9no milenio AC. Más aun, estos cambios fueron todavía más rápidos durante los dos o tres milenios previos a la aparición de los animales domésticos en el 8vo milenio AC [11, 15]. Y, como voy a discutir, la interpretación de estos cambios ayuda a explicar por qué las personas tuvieron que abandonar en gran medida, la caza a favor de la ganadería.

pequeño en varios casos. Dado que las aves carecen de dientes y los peces de miembros y para comparar las frecuencias de mamíferos con aquellas de las aves y los peces en uno de los sitios claves considerados aquí (Hatoula), el número de mandíbulas de mamíferos fue comparado con el número mínimo de individuos de aves y peces (Esto no es del todo satisfactorio y probablemente llevó a una sub-representación de los peces).

2. Materiales y métodos Este artículo discute dos tipos de datos zooarqueológicos del Pleistoceno tardío y el Holoceno temprano. La mayoría provienen de Israel. Se trata del conteo de: (a) (b)

Huesos de diferentes especies animales Número de gacelas juveniles vs. adultas

Los datos aquí presentados, derivan de sitios cuyos conjuntos faunísticos fueron recuperados por tamizado (Figura 1). Por lo tanto, el sesgo en contra de los huesos más pequeños como las epífisis sin fusionar pertenecientes a animales jóvenes, probablemente sea menos serio que en el caso de los materiales recolectados a mano [38]. Otro problema con el que muchas veces se topa la zooarqueología es la variación entre observadores. Los zooarqueólogos pueden contar los huesos y deducir la edad de muerte de los animales de distintas maneras. Una sola persona estudió todos los conjuntos discutidos aquí utilizando los mismos métodos [15]. Brevemente, las mandíbulas y un juego restringido de “partes del esqueleto registradas siempre” fueron contabilizadas. Consisten en un juego predeterminado de extremos articulares/epífisis de las cinturas, miembros y huesos de las patas. Esto explica en parte por qué el tamaño de las muestras parece 4

N. T: age shift

Figura 1. Mapa del Levante meridional mostrando los lugares mencionados en el texto. La línea punteada representa la isohieta actual de 200 mm

El extremo de crecimiento de los huesos de los miembros de los mamíferos es la epífisis, que a la madurez se fusiona con su respectiva diáfisis. Para grandes conjuntos de una determinada especie, una estimación aproximada de la proporción de juveniles seleccionados (es decir, osteológicamente inmaduros) puede ser calculada contando separadamente las epífisis fusionadas y aquellas sin fusionar. Una aproximación similar fue adoptada con las mandíbulas. Los pre-molares reemplazan a sus predecesores de leche a una edad determinada. En el caso de las gacelas, esto ocurre entre los 12-13 meses, que es también la edad en que hace erupción el tercer molar y también es muy aproximadamente la edad en que varios de los

huesos de los miembros se fusionan [7]. Por lo tanto, es posible calcular la proporción de juveniles a través del número de mandíbulas con dientes de leche o que no tienen la erupción del tercer molar.

3. El “cambio de espectro” (Figuras 2 y 3)

En la secuencia de los sitios a cielo abierto, que se extiende desde el Musteriense en Golan Heights (Biqat Quneitra) hasta el Natufiense tardío en el lado este del Mar de Galilea (Nahal Ein Gev II), observamos [14] un cambio de la caza mayor hacia las gacelas, liebres y zorros. Muchos de los animales cazados en Biqat Quneitra eran muy grandes e incluían especies como rinocerontes, uros, ciervo y caballo. A medida que avanza el tiempo, los restos de estos grandes animales se vuelven raros en los sitios arqueológicos y los gamos y las gacelas son claramente los animales más importantes explotados en tiempos Auriñasienses y Kebarienses (i.e: entre aproximadamente 30,000 y 15,000 AC). El gamo parece haberse vuelto aun más escaso a medida que nos aproximamos al Natufiense tardío, cuando el mamífero mediano más comúnmente representado es la gacela. Más o menos en este momento, durante el Epipaleolítico, crecientes números de pequeños mamíferos como zorros y liebres también aparecen representados. Veamos ahora que pasa en un sitio ubicado en otra parte de esta región -Hatoula, en Israel central- con su secuencia desde el Natufiense al PPNA (el último subdividido en los niveles Khiamiense y Sultaniense). Hatoula está ubicado en la ladera oeste de las Montañas de Judea casi a medio camino entre Jerusalén y Tel Aviv. Las muestras de huesos animales recuperadas en este sitio son bastante grandes, con 2540 huesos registrados en los niveles natufienses y 1016 en los niveles del PPNA. Aquí, la continua reducción de tamaño de los animales representados es bastante notable. Nótese el cambio entre los niveles natufienses y PPNA, desde gacelas a pequeños mamíferos a peces y aves. Es tentador considerar este cambio en Hatoula como la culminación de un movimiento prolongado y más gradual hacia taxa más

pequeños, que se venía dando desde el Musteriense. Es difícil determinar si este cambio refleja una degradación en el hábitat local o un cambio en las técnicas de caza (o ambos). Sin embargo, hay que resaltar que, aunque se tornen cada vez más escasos en los conjuntos arqueofaunísticos, la presencia continuada de grandes animales en el Levante mucho después de su desaparición en Ein Gev, hace improbable un cambio ambiental marcado. Por ejemplo, se registraron rinocerontes y ciervos en el Kebariense (en Hayonim), hipopótamos en la Edad de Hierro (en Tel Qassile) y los uros sobrevivieron hasta la Edad de Bronce temprana (en Tel Yarmouth; [8, 13]). Un cambio en un énfasis en grandes mamíferos hacia pequeños mamíferos, peces y aves, debe haber requerido la invención y desarrollo de nuevas técnica de caza, pero esto seguramente fue ocasionado por la creciente necesidad de depender de recursos de subsistencia pequeños.

Figura 2. El cambio de espectro según la serie de sitios a cielo abierto desde el Musteriense en Biqat Quneitra al Natufiense en Nahal Ein Gev. Nótese el cambio gradual con el tiempo desde la caza mayor a las gacelas. Ref: BQ, Biqat Quneitra (Musteriense, c. 54,000 AP); NEG I, Nahal Ein Gev I (Paleolítico Superior final c. 25-20,000 AP); EG I, Ein Gev I (Kebariense c. 16,000 AP); EG III, Ein Gev III (Kebariense geométrico c. 16,500-14,500 AP); EG IV, Ein Gev IV (Kebariense geométrico tardío c. 14,500-12,750 AP); NEG II, Nahal Ein Gev II (Natufiense tardío/Khiamiense c. 10,500-10,000 AP).

Cohen [6], al igual que Flannery [19], acumuló un amplio rango de evidencia que muestra que en muchas regiones, justo antes del advenimiento de la agricultura y la ganadería, las personas comenzaron a expandir su base de recursos. Estos incluían muchas especies más pequeñas de animales cuya captura requería un mayor gasto de energía por una unidad dada de carne conseguida. En la estepa calcárea en Jordania, Martin [34] estudió una sucesión de pequeños sitios a cielo abierto, donde notó que la presencia de liebres aumentó dramáticamente en los niveles tempranos y medios del PPNB (en Jilat). En el valle del Jordán, Tchernov [48] también informó grandes cantidades de liebres y huesos de aves en el sitio PPNA de Netiv Hagdud. En otras partes del mediterráneo, distintos investigadores observaron un cambio hacia especies animales más pequeñas. Por ejemplo, en las cuevas de Franchthi en Grecia y Nerja en Andalucía, Payne [39] y Morales et al. [35] llaman a este cambio hacia la explotación de recursos marinos el “Paradigma tardiglaciar”. El incremento en la explotación de recursos marinos y la presencia de concheros en el registro arqueológico, pueden deberse hasta cierto punto a la erosión de las costas a medida que aumentaba nivel del mar luego del Pleistoceno [1]. Además de caza menor, aves y recursos marinos, Lubell [32] señaló recientemente que los restos de caracoles terrestres también se tornaron más abundantes justo antes del advenimiento de la agricultura en la región circum mediterránea. Los ejemplos más espectaculares son las “caracoleras” Capsianas de Argelia y Túnez. Sugirió que “la presencia de abundantes caracoles terrestres representa parte de una firma para la Revolución de Amplio Espectro”. Stiner [44] brindó aun más evidencias para la ampliación del espectro de especies explotadas en la cuenca del Mediterráneo. Supuestamente la caza mayor se tornó escasa, pero ¿por qué? Una explicación y la ofrecida aquí, es simplemente que había más bocas que alimentar; las personas se vieron forzadas a explotar presas pequeñas, aves y peces para sobrevivir.

4. El “cambio etario” (Figura 4 y Tabla 1) El número de epífisis de los miembros sin fusionar (juveniles), comparado con los fusionados (adultos) en la secuencia de los conjuntos arqueofaunísticos de Israel, indican que cerca del 20-25% de las gacelas cazadas antes del Neolítico eran osteológicamente inmaduras. Posteriormente, en el PPNA, este porcentaje incrementa notablemente hasta un 30-40%. La cantidad de mandíbulas sin erupción del tercer molar y con ella indican una tendencia similar a través del tiempo (Tabla 1). En Hatoula, la presencia de dientes de leche o permanentes en la parte anterior de las mandíbulas de gacela muestran que la proporción de juveniles se incrementó de un 39% en el Natufiense (13 con dP 4 s y 20 con P 4 s) a un 59% en el PPNA (19 con dP 4 s pero sólo 13 con P 4 s). En resumen, tanto los huesos de los miembros como las mandíbulas indican una importante tendencia cronológica hacia un incremento en la matanza selectiva de gacelas juveniles. Tabla 1 Edad de muerte de gacelas del Pleistoceno-Holoceno Israelí según la erupción de los dientes Período

Sitio

PPNA Natufiense tardío Natufiense

Hatoula Hatoula

Auriñaciense Musteriense

Terraza de Hayonim Hayonim Cueva D Cueva de Kebara

Mandíbulas con M 3 sin erupción 14 8

Mandíbulas con M 3 con erupción 27 41

% de juveni les 34 16

27

135

17

13

115

10

7

251

3

Número de mandíbulas sin erupción del tercer molar (i.e. menos de 13 meses de edad) y con erupción M 3s de varios conjuntos arqueofaunísticos (ver ref. [9, 15]).

Existen varios ejemplos paralelos interesantes de sucesiones arqueofaunísticas de otros lugares. Tal vez de cierta relevancia aquí y, ciertamente, una inspiración para mi interpretación de los datos israelíes, es el estudio de Elder [18] sobre las mandíbulas de ciervo de tres sitios indígenas ‘prehistóricos’ (i.e. asentamientos preeuropeos) e ‘históricos’ en Missouri, EEUU. En los sitios ‘prehistóricos’ la distribución de edades de los ciervos seleccionados muestra números moderados tanto de animales viejos y seniles como jóvenes.

Figura 3. El cambio de espectro según lo observado en la secuencia Natufiense-PPNA (Khiamiense y Sultaniense) en Hatoula. Los porcentajes de distintos grupos de animales fueron computados a partir de la cantidad de mandíbulas de mamíferos y del número mínimo de individuos de peces y aves. Los pequeños mamíferos incluyen erizo, liebre, zorrino, marta, tejón, zorro y gato. Obsérvese el incremento de pequeños mamíferos, aves y peces en el PPNA.

%U = sin fusionar(radio+metapodio+fémur+tibia+calcáneo) x 100 total

Figura 4. Cambio etario en la selección de gacelas en Israel entre el Musteriense y el PPN. Este es un ploteo de los porcentajes de epífisis sin fusionar de los huesos de los miembros (radio distal, metacarpo distal, metatarso distal, fémur distal, tibia distal, tubérculo calcáneo) a través del tiempo. El total incluye estas epífisis sin fusionar más especímenes de las mismas partes óseas con epífisis fusionadas. Los datos provienen de los siguientes sitios, de izquierda a derecha: Musteriense: Cueva de Kebara; Musteriense: Cueva de Hayonim nivel E; Paleolítico superior: cueva de Kebara; Auriñaciense: Cueva de Hayonim nivel D; Kebariense: Ein Gev I; Kebariense: Cueva de Hayonim nivel C; Natufiense: Cueva de Hayonim nivel B; Natufiense: Terraza de Hayonim; Natufiense: Hatoula; Khiamiense (PPNA): Hatoula; Sultaniense (PPNA): Hatoula. Los datos de Hatoula se encuentran en las ref. [10, 15]. Los datos del resto se encuentran en ref. [9].

Elder sugirió que este patrón es similar al observado en las poblaciones estables de ung...


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