Unidad 3. Lo que la idea de progreso nos legó PDF

Title Unidad 3. Lo que la idea de progreso nos legó
Author Nadia Lorenzo
Course Filosofía
Institution Universidad de Buenos Aires
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Material para el segundo parcial de filosofia en la UBA XXI cbc...


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Unidad 3. La filosofía hoy.

Lo que la idea de progreso nos legó… Apunte de Cátedra Gastón G. Beraldi (Comp.) La finalidad de este texto es poner de relieve las consecuencias que ha traído para el siglo XX y lo que va del nuestro esa idea de “progreso” desarrollada en el correr de la modernidad. Se entiende el progreso de la humanidad como un avance hacia lo mejor, entendiendo que la historia es lineal y que entre el siglo XVIII y XIX se había llegado al esplendor de la vida humana. Que mejor que en ese momento no se había vivido, y que ampararse en el progreso implicaba que todo en adelante sería aún mejor. Pero hacia fines del siglo XIX esa idea comenzó a tambalear y el siglo XX no sólo fue un siglo de guerras, sino EL siglo de las guerras, entre estas, una de las peores que ha sufrido la humanidad: la Segunda Guerra Mundial. El progreso científico tecnológico que tenía como objetivo dominar la naturaleza en beneficio de la humanidad culminó dominando al hombre en beneficio de otros hombres. Así, el concepto de “progreso” se vincula con el dominio/poder en la historia. La Segunda Guerra Mundial nos muestra la “fabricación”, en términos industriales, de la muerte. Toda una maquinaria ideada, creada y construida para eliminar personas lo más eficientemente posible. La razón se vuelve un “instrumento” para la muerte. Lo mismo ocurre con la fabricación de bombas atómicas. Pero no sólo las guerras muestran esta crisis con la idea de razón y de progreso. Ocurre ya con las distintas disciplinas: psiquiatría, medicina, educación, derecho, parece que tienen por función “normalizar”. Hacer entrar al hombre dentro de un marco, de un canon, estandarizarlo, para ser una pieza más de la maquinaria de producción: el/la locx, la histérica, el/la enfermx, el/la homosexual, el/la trans, el/la petisx, el/la gordx, “el/la burrx”, el/la delincuente, son piezas disfuncionales de la máquina que hay que encauzar. Son los anormales que hay que normalizar. Esa misma noción de progreso recorre los cambios en las ciudades, el consumo e incluso las democracias actuales, tendiendo hacia una uniformidad del pensamiento y de la vida, y como siempre al “normalizar”, excluyendo a quienes no sienten ese modo de vida como propio.

UBA XXI – Filosofía – Apunte de Cátedra: Lo que la idea del progreso nos legó

1. Filosofía, historia y dominio: sobre la noción de progreso […] Si la historia está dotada de este sentido progresivo es evidente que tendrá más valor lo más «avanzado» en el camino hacia la conclusión, aquello que esté más cerca del término del proceso.

Sólo si la historia es entendida en sentido lineal, se puede hablar de progreso.

Ahora bien, la condición para concebir la historia como realización progresiva de la humanidad autentica estriba en que pueda ser vista como un proceso unitario. Solo si existe la historia se puede hablar de progreso.1

Pues bien, la modernidad, de acuerdo con la hipótesis que propongo, se acaba cuando –debido a múltiples razones– deja de ser posible hablar de la historia como de algo unitario. En efecto, tal visión de la historia

La noción de progreso lleva a establecer una diferencia entre “civilizados” y “atrasados”.

implicaba la existencia de un centro alrededor del cual se reunieran y ordenaran los acontecimientos. Nosotros pensamos la historia ordenándola en torno al año cero del nacimiento de Cristo, y, más concretamente, como el concatenarse de las vicisitudes protagonizadas por los pueblos de la zona «central»: el Occidente, que representa el lugar de la civilización, fuera del cual quedan los «primitivos», los pueblos «en vías de desarrollo». La “muerte de Dios” pone en tela de juicio el sentido lineal de la historia.

La filosofía, a lo largo del XIX y el XX, ha sometido a una crítica radical la idea de una historia unitaria, justo viniendo a desvelar el carácter ideológico de tales representaciones. Así, Walter Benjamín, en un breve escrito de 1938 (Tesis sobre la filosofía de la historia), sostiene que la historia como

curso unitario es una representación del pasado construida por los grupos y clases sociales dominantes. ¿Qué es, en La historia en su realidad, lo que se transmite del pasado? No todo aquello que carácter unitario y progresivo es la ha ocurrido, sino sólo lo que parece ser relevante. En la escuela, por ejemplo, hemos estudiado mil fechas de batallas, de tratados de paz, o de revoluciones, pero nunca se nos ha hablado de las transformaciones relativas al modo de alimentarse, al modo de vivir la sexualidad, o a cosas parecidas. Lo que narra la historia son los avatares de la gente que cuenta, de los nobles, de los monarcas o de la burguesía cuando s e convierte en clase de poder: los pobres, sin embargo, o aquellos aspectos de la vida que se consideran «bajos» no «hacen historia».

Los “vencedores” también “redactan” los programas escolares. El criterio es “lo canónico”, lo estatuido por ellos como “lo mejor”.

historia escrita por los vencedores, los colonizadores, los opresores, que son quienes establecieron las diferencias entre “civilizados” y “bárbaros”, siendo ellos los civilizados.

En cuanto se desarrollan observaciones como estas (según una vía iniciada, antes que por Benjamín, ya por Marx y Nietzsche), se desemboca en la disolución de la idea de historia como curso unitario; no hay una historia única, hay imágenes del pasado propuestas desde diversos puntos de vista, y es ilusorio pensar que haya un punto de vista supremo, comprensivo, capaz de unificar todos los restantes (tal sería el de «la historia» que englobaría a la historia del arte, de la literatura, de las

guerras, de la sexualidad, etc.). La crisis de la idea de historia entraña la de la idea de progreso: si no hay un curso unitario de las vicisitudes humanas no podrá sostenerse tampoco que estas avancen hacia un fin, que efectúen un plan racional de mejoras, educación y emancipación. Por otro lado, el fin que según la modernidad regía el curso de los acontecimientos, era representado, también él, a 2

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partir del punto de vista de un determinado ideal del hombre. Los ilustrados, Hegel , Marx, los positivistas, y los historicistas de todo tipo pensaban, más o menos de la misma manera, que el sentido de la historia estaba en la realización de la civilización, esto es: de la figura del hombre europeo moderno. Igual que la historia se piensa unitariamente sólo desde un determinado punto de vista que se coloca en el centro (sea éste la venida de Cristo o el Imperio Sacro Romano) el progreso se concibe sólo asumiendo como criterio un determinado ideal del hombre, que, en la modernidad, coincide siempre con el del hombre moderno europeo —es algo así como decir: nosotros los europeos somos la

El objetivo de la historia: civilizar. ¿Por qué este es el mejor fin? Porque los “vencedores” lo creían.

forma mejor de humanidad, todo el curso de la historia se ordena en función La “muerte de Dios” revela que el progreso, la verdad, la civilización y la racionalidad, eran sólo unos valores, entre otros muchos.

de realizar, más o menos acabadamente, este ideal. Si se tiene en cuenta todo esto, se entiende también que la crisis actual de la concepción unitaria de la historia, la consiguiente crisis de la idea del progreso, y el fin de la modernidad, no son sólo eventos determinados por transformaciones teóricas —por las críticas de que ha sido objeto el historicismo decimonónico (idealista, positivista, marxista, etc.) en el plano de las ideas. Han ocurrido muchas más cosas y muy

diferentes: los llamados pueblos «primitivos», colonizados por los europeos en nombre del recto derecho de la civilización «superior» y más evolucionada, se han rebelado, volviendo problemática, de facto, una historia unitaria, centralizada. El ideal europeo de humanidad se ha ido desvelando como un ideal más entre otros, no necesariamente peores, que no puede, sin violencia, pretender erigirse en la verdadera esencia del hombre, de todo hombre. (Vattimo, 1990, 74-77)

2. La ciencia: sus producciones y sus prácticas en el siglo XX y XXI Crítica de la razón instrumental

Feimann, J.P., “Auschwitz y la filosofía”

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El supremo imperativo del día es definir las fronteras entre la razón y el simple funcionalismo que conduce a la deshumanización. (Kokoschka, 1988, 245)

Para la concepción instrumentalista: lo útil es lo racional.

Racionalidad vs. Racionalidad instrumental (subjetiva)

Urgido a dar una respuesta, el hombre medio dirá que, evidentemente, las cosas razonables son las cosas útiles y que todo hombre razonable

debe estar en condiciones de discernir lo que le es útil. Desde luego, habría que tomar en consideración las circunstancias de cualquier situación dada, como, asimismo, leyes, costumbres y tradiciones. Pero el poder que, en última instancia, posibilita los actos razonables, es la capacidad de clasificación, de conclusión y deducción sin reparar en qué consiste en cada caso el contenido específico, o sea el funcionamiento abstracto del mecanismo pensante. Esta especie de razón puede designarse como razón subjetiva. Ella tiene que habérselas esencialmente con medios y fines, con la adecuación de modos de procedimiento a fines que son más o menos aceptados y que presuntamente se sobreentienden. […] Por más ingenua o superficial que pueda parecer esta definición de la Para la racionalidad razón [instrumental], ella constituye un importante síntoma de un cambio de profundos alcances en el modo de concebir, que se produjo en el pensamiento occidental a lo largo de los últimos siglos. Durante mucho tiempo predominó una visión de la razón diametralmente

abarcadora, el énfasis está puesto en los fines. Para la instrumental, en los medios.

opuesta. […] Tal concepto de la razón no excluía jamás a la razón subjetiva, sino que la consideraba una expresión limitada y parcial de una

racionalidad abarcadora […] El énfasis recaía más en los fines que en los medios. La razón instrumental (subjetiva) es una razón calculadora.

[…]

Hay una diferencia fundamental entre esta teoría, […] y la enseñanza que nos dice que [la razón] es una capacidad subjetiva del intelecto. Según esta última, únicamente el sujeto puede poseer razón en un sentido genuino; […] En última instancia la razón subjetiva resulta ser la capacidad de calcular probabilidades y de adecuar así los medios correctos a un fin dado. (Horkheimer, 1969, 15 y 17) Nosotros preguntamos por la técnica cuando preguntamos por lo que ella sea. Todo el mundo ha oído las dos frases con las que se responde a nuestra pregunta. Una dice: la técnica es un medio para un fin. La otra dice: técnica es un hacer del hombre. Ambas La técnica es determinaciones de la técnica se co pertenecen. Pues poner fines, que Técnica= elabora instrumentos, dispositivos para realizar fines.

utiliza y dispone medios para ellos, es un hacer del hombre. A lo que la técnica es pertenece el elaborar y utilizar instrumentos, aparatos y

un medio y es una producción humana.

máquinas, pertenece este elaborar y utilizar mismo, pertenecen las necesidades y fines a los que sirven. El total de estos dispositivos es la técnica. Ella

misma es un dispositivo; dicho en latín: un instrumentum. La concepción corriente de la técnica, según la cual la técnica es un medio y un hacer el hombre, puede, por eso, llamarse la determinación instrumental y antropológica de la técnica. Tarea: dominar la técnica antes que la técnica termine dominando al hombre.

[…] La determinación instrumental de la técnica es tan desazonadoramente correcta, que también es verdad para la técnica moderna, aunque se afirme, además, con cierto derecho, que, frente a la vieja técnica artesana, ella es algo completamente distinto y, por eso, nueva.

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[…] Es correcto: también la técnica moderna es un medio para un fin. Por eso, la concepción instrumental de la técnica determina todos los esfuerzos para llevar al hombre a la recta relación con la técnica. Todo estriba en manejar la técnica, en cuanto medio, de la manera adecuada. […] Se la quiere dominar. El querer dominarla se hace tanto más urgente, cuanto más amenaza la técnica con escapar al control del hombre. (Heidegger, 1997, 114-115) […] Jamás un instrumento ha sido un mero «instrumento» (cf. G. Seubold, Heideggers Analyse der neuzeitlichen Technik; Friburgo/Munich 1986, 35-38). El instrumento «deja ver» el mundo circundante, lo configura y canaliza. Y a su vez, ejerce un influjo retroactivo sobre los hábitos sociales, creencias y actitudes, e incluso sobre los órganos sensoriales de quienes los utilizan, o al menos experimentan las consecuencias de su uso. El instrumento no es algo externo al hombre o al mundo, sino la frontera móvil de ambos: la relación que a ambos da sentido, de consumo […]. (Duque, 1995, 38) La noche del 9 al 10 de noviembre de [1938] quedó registrada para siempre, en la memoria de la humanidad, como “la noche de los cristales rotos”. Fue, sin duda, una noche de las más terribles desde que el hombre pudo llamarse tal y conocerse sobre la superficie del planeta. Su carácter particularmente ominoso y repudiable deriva, precisamente, de que La irracionalidad mucho se había transitado ya por el camino de la civilización, el conocimiento científico, la creación artística, el desarrollo económico y la

de la razón.

organización política de los seres humanos. Alemania, una de las sociedades nacionales que más había contribuido a esa marcha, tuvo el terrible papel de ser escenario del drama. La casi totalidad de las sinagogas y miles de negocios, talleres y domicilios de los judíos del país, […] fueron destruidos esa noche, en un macabro ritual de odio y fanatismo. (Clarín, 1988) En el fascismo moderno la racionalidad ha alcanzado una etapa en la que ya no le basta oprimir sencillamente a la naturaleza; la racionalidad explota ahora a la naturaleza, incorporando a su propio sistema las potencialidades de Las víctimas de la razón instrumental rebelión de la naturaleza. Los nazis manejaban los deseos reprimidos del como instrumento del fascismo moderno.

pueblo alemán. Cuando los nazis y los industriales y militares que los respaldaban lanzaron su movimiento tuvieron que ganar para sí a las masas cuyos intereses materiales no eran los de ellos. Apelaron a las capas atrasadas, sentenciadas por el desarrollo industrial, es decir, los que eran explotados en grado sumo por las técnicas de la producción en masa. Ahí, entre los Auschwitz: la campesinos, el arte de clase media, los mercaderes sueltos, las amas de producción en casa y los pequeños empresarios, podían hallarse los pioneros de la serie de la muerte (mediante la naturaleza reprimida, las víctimas de la razón instrumental. Sin el apoyo ciencia y la activo de estos grupos los nazis jamás hubiesen podido asumir el poder. (Horkheimer, 1969, 131)

técnica).

[…] Auschwitz demostró irrefutablemente el fracaso de la cultura. El hecho de que Auschwitz haya podido ocurrir en medio de una tradición filosófica, artística y científico-ilustradora encierra más contenido que el de que ella, el espíritu, no llegara a prender en los hombres y cambiarlos. (Adorno, 1975, 366)

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La técnica como factor del nihilismo Entre los principales factores de aceleración del nihilismo, o bien entre las causas que han contribuido mayormente a la consunción de ¿Es posible La técnica: controlar a los valores y los ordenamientos tradicionales, no pocos analistas elemento la técnica? ponen hoy la técnica. Juntamente con la difusa conciencia de dominante de nuestra época y factor principal de la globalización.

que ella se ha convertido en uno de los elementos dominantes de nuestra época, en el factor principal de globalización, ha emergido también la preocupación en torno de su verdadera naturaleza, su desarrollo y la posibilidad de controlar su dinámica.

[…] En realidad, en muchos aspectos las consecuencias que iba a provocar la transformación científico-tecnológica del mundo se habían anunciado ya con la primera y la segunda Revolución Industrial. Sin embargo, más que una actitud vigilante,

En un principio, hay una actitud confiada ante la ciencia y la técnica. Muy optimista.

prevalece en ese momento el optimismo del progreso, una filosofía confiada que asignaba sin más a la ciencia y la técnica una función impulsora del desarrollo del hombre, juntamente con la convicció n de que gracias a ellas éste iba a poder resolver finalmente sus problemas presentes y futuros. La ciencia y la técnica fueron saludadas como factores de progreso, [y] de emancipación […]

[…] De este modo, la ciencia y la técnica fueron entendidas desde siempre como un componente esencial de la cultura humana, como instrumentos indispensables de los que ésta se sirve en la lucha contra el oscurantismo y la alienación, en favor del progreso y la emancipación. Ellas aseguran al hombre la buena vida o, cuando menos, una calidad de vida superior. (Volpi, 2005, 145 y 147) Las imágenes sobre la ciencia y sus producciones […] Si hay algo que hace a nuestra época realmente distinta de las épocas anteriores, ese La ciencia y la técnica como productos propios de nuestra época.

algo es la ciencia y las técnicas que ha sido producto suyo. En ninguna otra civilización ha representado la ciencia un papel constitutivo y tan fundamental como en la nuestra, hasta el punto de que se puede decir, como afirmaba Ortega y Gasset, que los hombres de hoy día “viven de la fe en la ciencia”, por lo que viene a ser considerada como la medida de la

Hoy: ciencia = verdad

verdad. Ni siquiera los pensadores más audaces y revolucionarios parecen atreverse a discutir su reinado. Y es que, como dice Fayerabend, “la imagen de la ciencia del siglo XX en las mentes de legos y científicos está determinada por milagros tecnológicos tales como la televisión en color, las fotografías lunares, el horno de infrarrojos, así como por un rumor o El éxito de la cuento de hadas, un tanto indefinido pero pese a ello muy influyente, que concierne a la manera en la cual se han producido esos milagros.” Sin entrar ahora en otras consideraciones, conviene reconocer De la esperanza ingenua de la modernidad al llamado a la cautela.

ciencia está fuera de discusión, pero también ésta se convirtió en un modo de vivir y de pensar.

que su éxito está fuera de toda duda, hasta el punto de que el siglo XX es inconcebible sin ella. La ciencia, y las invenciones mecánicas y técnicas que la acompañan, han dejado de ser algo complementario en nuestras vidas, afectando no

sólo

a nuestra forma de vivir, sino también a nuestra forma de ser y de pensar. Hoy no podemos prescindir de ellas hasta el punto de que parecen haberse convertido en el nuevo “dios” de la actual existencia, pero, no está todavía muy claro si se trata de un dios benéfico o maléfico. 6

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Para bien o para mal, la gran esperanza del hombre de nuestros días está en la ciencia y en la tecnología. Sin embargo, hoy esta esperanza ya no puede ser tan ingenua como lo fue en los albores de la Edad Moderna cuando los hombres que entrevieron sus posibilidades pensaron en ellas como instrumentos de la gran liberación de la humanidad, que iban a permitirles ser dueños y señores de su propio destino, abriéndose ante ellos una etapa de necesaria prosperidad y bienestar para todos. (González, 1987, 234) […] De hecho la humanidad alcanz...


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