5º Instrucciones de Carlos V a Felipe II PDF

Title 5º Instrucciones de Carlos V a Felipe II
Author Manuel ALFONSO LARIOS
Course Historia de Europa en la Edad Moderna
Institution Universidad de Alcalá
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El ejemplo es el mejor consejo Texto: Instrucciones de Carlos V a Felipe II (Augsburgo, 1548)

Introducción Tras alcanzar la cima de su éxito en la Dieta de Augsburgo de 1548, Carlos se concentró en el asunto más importante que quedaba por dirimir, su sucesión. No se trataba simplemente de entregar el poder, pues él nunca lo había ejercido por sí solo, dada la vasta extensión de sus territorios, había gobernado a través de algunos miembros de su familia, concretamente María en los Países Bajos, Fernando y Maximiliano en Alemania, y Felipe en España y se preguntaba si sería deseable, tras su muerte, reunir tanta responsabilidad en una sola persona. Llevaba varios años fuera de España, y ahora era el momento de consultar con su presumible heredero y único hijo legítimo, Felipe. Por otro lado, a Carlos le preocupaba su propio estado de salud. La gota, que afectaba a casi todos los personajes de su época, estaba haciendo estragos en su cuerpo. Deseaba tomar las disposiciones para llevar a cabo la sucesión segura en Felipe y prepararlo para el nuevo escenario de la política europea. Afortunadamente, Occidente estaba ahora en paz. La victoria en la batalla de Mühlberg en abril de 1547 había conseguido restaurar cierta tranquilidad en Europa central y, por tanto, consideraba que era el momento adecuado para que el príncipe pudiera viajar al extranjero sin correr riesgos. A principios de 1548, Carlos envió al Duque de Alba a España con instrucciones de reformar el ceremonial de la corte española y traer a Felipe a su lado. En enero, estando en Augsburgo redactó una larga serie de Instrucciones y entre ellas ésta dirigida a su hijo en la que le ponía al corriente de la situación en el Imperio y le daba diferentes consejos para que se mantuviera alerta. En el primer punto le solicita que en los reinos, estados y señoríos que va a heredar procure que se siga observando y manteniendo la fe católica. Que imparta justicia de forma ecuánime sin distinción de la persona, evitando siempre, con la ley por delante, cualquier herejía y sectas que sean contrarias a la religión católica. En el segundo punto de las instrucciones, Carlos V le pide encarecidamente a su hijo que haga todo lo posible, apoyándose en su hermano Fernando I, rey de los romanos y otros reyes y nobles, para que se celebre el Concilio que él había propuesto como solución contra la Reforma protestante de Lutero. En el tercero le conmina a que sea y se muestre dócil a los mandatos de la Santa Sede y que los defienda en caso de que sean agredidos y que si este fuera el caso se limite a la defensa y reparación del daño que se les haya causado. Seguidamente, en el octavo punto le indica que tendrá sus mejores y más fieles aliados en su hermano Fernando I y sus sobrinos Isabel de Habsburgo y Maximiliano II a los que deberá apoyar porque eso redundará en su propio beneficio. También deberá respaldarle en mantener su autoridad imperial por ser una obligación moral y además de parentesco y porque, además, servirá para que sus enemigos se guarden de hacerles algo a uno u otro habida cuenta de esa unión. También, con toda la confianza y el respeto que como sobrino le debe, podrá tenerle como soporte para consultarle cualquier asunto e igualmente darle su opinión en el caso de que se la pidiera. En el punto noveno hace una reflexión sobre su labor por mantener el orden y la paz en la Germania y con los turcos, esperando que su hermano lo mantenga en la misma situación por su propio bien y el de su gobernación porque será la única forma de poderles administrarles con autoridad y sometimiento. 1

En el punto décimo le hace participe de su idea de deshacerse de algunos territorios y emplear el dinero obtenido en la lucha contra los turcos u otras guerras en favor de la paz en la Germania y la tranquilidad de su hermano Fernando I, ya que ni él ni su hijo Felipe podrán obtenerlo de otra manera y además le subraya que no espere ningún apoyo de los otros estados y de los que deberá recelar y tener precaución. En el punto décimo primero le indica que, ante la imposibilidad de poder soportar más el coste de las guerras, que exija a todos los demás reinos su aportación para luchar contra el turco y otras necesidades que pudiera necesitar el Imperio quedando así Felipe liberado de gran parte de la carga. Por último, en el punto decimo segundo le aconseja que mantenga todas las alianzas que pueda tener y además que procure estar informado de todo lo que ocurre en los demás reinos. De esa manera poder estar advertido de cualquier posible maniobra contra él y sus reinos y será la única forma de vivir de forma tranquila.

Contexto histórico Este fue un periodo en el que Carlos V hubo de luchar en varios frentes: frenar el empuje de los turcos en el Danubio, intentar solucionar el problema protestante en Alemania, proteger Italia y mantener la paz con el monarca francés tan beligerante con la monarquía hispana. Los turcos, en 1529, habían protagonizado un primer asedio a Viena, que repitieron de nuevo en l532, mientras tanto Francia como sus aliados berberiscos desarrollaban una fuerte campaña de hostigamiento contra los dominios hispánicos en el Mediterráneo. Cuando, en 1532, los turcos volvieron a amenazar Viena, llegaron a España noticias procedentes de Venecia sobre las buenas relaciones amistosas del turco con Francia y de los preparativos que estaba llevando a cabo contra los Estados del Emperador. Los otomanos no llegaron a atacar Viena en esta ocasión y después de sitiar la fortaleza de Güns, se desviaron hacia el sur y asolaron la región de Estiria al sureste de Austria. Fernando, rey de Bohemia y Hungría, firmó treguas con los turcos a partir de 1533 y el Emperador pudo desentenderse durante un tiempo del frente terrestre con Turquía. En estos años, Carlos intentó también zanjar el problema religioso alemán, suscitado por la difusión del luteranismo, mediante una solución de compromiso en la Dieta de Augsburgo de 1530, dieta que se convocó con idea de pacificar la situación. Esta iniciativa de Carlos V se debía a que consideraba, en esos momentos, más importante otras cuestiones políticas que le ocupaban. Se llevaron a cabo importantes esfuerzos para conseguir una avenencia, pero los protestantes más radicales, apoyados por algunos príncipes germánicos se opusieron y anteponían sus libertades por encima de las pretensiones de Carlos V de transformar el Sacro Imperio Germánico en una monarquía dominante. La resistencia de los príncipes germánicos se concretó en la creación de la liga de la Smalkalda, instigada por el elector de Sajonia y el landgrave de Hesse, principales líderes protestantes para defenderse de una posible ofensiva armada imperial. Se intentaba solucionar los problemas religiosos no ya con el diálogo sino con las armas. La liga selló en 1532 una alianza con Francisco de Francia, mientras los turcos asediaban Viena por segunda vez. Entre ambos asedios había tenido lugar, en 1531, la elección de Fernando, hermano de Carlos V, como Rey de Romanos, futurible emperador del Sacro imperio, a falta de la coronación papal, durante las ausencias de Carlos. Fernando era partidario de iniciar negociaciones con los protestantes para conseguir un arreglo tanto político como religioso. La acción política del emperador se encaminó ahora hacia el Mediterráneo, en defensa del cristianismo y en lucha contra los infieles, donde ciudades y barcos eran hostigados constantemente desde África por los musulmanes. Fue una política de contención en la que en alguna ocasión hubo de ceder alguna posesión, como la isla de Malta y las ciudad de Trípoli a la Orden de san Juan del Hospital de Jerusalén La conquista de Túnez por parte de 2

Barbarroja, aliado de Solimán II, en 1534, motivó la correspondiente réplica y una fuerte expedición salió de Génova, a la que se unió Carlos V y tropas portuguesas. En el verano de 1535 conquistaron La Goleta y Túnez liberando a miles de cautivos y restableciendo en el trono a su aliado Mule y Hassan. La expedición a Túnez fue criticada algunos de sus consejeros quienes opinaban que mejor hubiese sido dirigirla contra Argel centro de operaciones de donde salían los piratas para saquear tanto ciudades como navíos españoles en el Mediterráneo, y porque además podía ampliar sus territorios en esta parte del mundo. En 1535 murió sin descendencia el duque de Milán Francisco María Sforza, Francisco II, casado con la sobrina de Carlos V, Cristina de Dinamarca. Inmediatamente Francisco I de Francia reclamo el ducado para su hijo quien tenía previsto casarse con la viuda. Esto implicaba, para el emperador, perder los beneficios obtenidos durante las guerras que se sucedieron entre los años 1521 y 1529, el ducado de Milán, a lo que definitivamente se negó. Ante el rechazo de Carlos a permitir el tránsito a las tropas francesas hacia el Milanesado, Francisco I invadió Saboya y el norte del Piamonte en 1536. Durante largo tiempo Carlos V había intentado no romper relaciones con Francia a pesar de tener conocimiento de su alianza con los turcos y antagonistas dentro del Imperio Carlos V. Carlos V exasperado con esta acción acusó a Francisco, ante el Papa, de haber roto la paz y seguidamente como respuesta, invadió la Provenza en el sureste francés. El enemigo evitó la confrontación y decidió retirarse devastando la región lo que ocasionó dificultades en el suministro de las tropas imperiales que tuvieron que replegarse. Este tercer conflicto hispanofrancés concluyó con la tregua de Niza de 1538 gracias a la mediación del papa Paulo III, quien volvió todo a la situación anterior, si bien los franceses mantuvieron sus conquistas de Saboya y el Piamonte. Con esta tregua se consiguió además el compromiso de ambos monarcas de aunar sus fuerzas contra los turcos y luchar contra el avance del luteranismo. Las relaciones españoles y franceses se fueron empeorando a lo largo del tiempo. En julio de 1542, Francisco I de Francia rompió de nuevo la tregua, atacando a los Países Bajos con la excusa de que sus delegados habían sido asesinados cuando cruzaban el Milanesado. Los franceses derrotaron a los españoles en la batalla que tuvo lugar en Ceresole d’Alba, en el Piamonte, mientras un ejército anglo-español, nuevos aliados, avanzaba desde los Países Bajos hacia París. El conflicto acabó con la firma de la paz de Crepy-Meudon en el año 1544, paz que vino muy bien a Carlos V, por un lado, podía dedicarse enteramente a solucionar los problemas que tenía en Alemania y, por otro, dejaba descansar a la hacienda castellana cuyas arcas se encontraban en situación crítica. Además, en esta paz se logró el compromiso de Francisco I para solicitar al papa el concilio que todos querían para acabar con las discrepancias entre luteranos y católicos. El Emperador tenía muy claro que de una forma u otra iba a acabar con el protestantismo alemán, por medio del dialogo o por la fuerza de las armas, para él era necesaria una reforma de la iglesia a la vez que una lucha contra la Reforma con la idea de conseguir la unidad religiosa del imperio. Delegados de las diferentes partes se reunieron en Haguenau en 1540 y en Worms en enero de 1541, pero la última sesión de la Dieta Imperial fue pospuesta por el Emperador Carlos V cuando la Dieta se preparaba para reunirse en Ratisbona. El tema de debate iba a ser las Confesiones de Augsburgo, la declaración principal del movimiento protestante, y la Disculpa de la Confesión de Augsburgo. En mayo de 1543 se había llegado a un acuerdo sobre un texto de 23 artículos, pero Lutero por un lado y Roma por el otro rechazaron el compromiso. Al darse cuenta de que por aquella vía no se progresaba, el Emperador, cansado de diálogos inútiles, se decantó por el empleo de la fuerza contra los luteranos alemanes y con ayuda del papa se lanzó a la guerra, guerra que planteo como un conflicto entre el Emperador y algunos vasallos rebeldes y no como una pugna entre católicos y protestantes. Ésta se desarrolló en dos fases: en la primera, a orillas de Danubio, en 1546, doblegando a los rebeldes y obteniendo la sumisión del sur de Alemania y una segunda, en 1547, donde los ejércitos del Emperador derrotaron a los de la Smalkalda en la batalla de 3

Mühlberg en Sajonia. La liga Smalkalda quedó rota y sus líderes, el príncipe elector Juan Federico de Sajonia y el landgrave Felipe de Hesse fueron hechos prisioneros. Tras su victoria en Mühlberg, Carlos V quiso reformar la constitución del Imperio que incluía, el fortalecimiento del poder central que implicaba una reducción de los derechos de los Estados y la solución religiosa al conflicto protestante, que suponía la implantación del catolicismo en toda Alemania otorgando algunas concesiones a los protestantes como la comunión bajo las dos especies, el matrimonio de los sacerdotes y la definición de la misa como un recordatorio y no como un sacrificio, cosa que no agrado ni a católicos ni a protestantes situados en posiciones más radicales. A finales de la década los cuarenta, Carlos V planteó una reforma en la sucesión al Imperio, acto que no estaba previsto hasta entonces. Su sucesor debía ser su hermano Fernando, como estaba estipulado desde que fue elegido Rey de Romanos. Su hijo Felipe el futuro Felipe II, sería el heredero del resto de sus dominios. En 1548, Carlos V decidió desligar del Imperio a los Países Bajos lo que supuso un contratiempo para su sobrino Maximiliano que esperaba la entrega de esos territorios. Otro cambio que realizó fue el de nombra a su hijo Felipe como segundo rey de los Romanos intentando convencer a su hermano Fernando de la alternancia en el gobierno del Imperio de tal manera que a su muerte le sucedería él (Fernando) y después sería Felipe y por último Maximiliano. Esta opción no gusto ni en su familia ni entre los príncipes del Imperio y supuso el principio del fin del fracaso de la lucha contra el protestantismo y la división de la familia de los Austrias. La sucesión de Carlos V constituyó un lento proceso cuyos primeros síntomas se notaron a partir de 1547. Su testamento político en enero de 1548, la conclusión de la configuración político-territorial de los Países Bajos, el viaje del príncipe Felipe por Europa, la reunión con su hermano Fernando en Augsburgo, así como los intentos para que el Concilio de Trento continuase, fueron los aspectos más destacados de una reordenación dinástica que habría de realizarse y cuyo resultado fue la separación de la Casa de Habsburgo en dos ramas (austriaca e hispana).

Conclusión Después de tantas guerras y conflictos, Carlos se centró en reflexionar sobre sí mismo, su vida y sus vivencias y sobre la situación en que quedaba Europa. Los que con él habían diseñado esa Europa de mediados del siglo XVI ya habían fallecido: Enrique VIII de Inglaterra, Francisco I de Francia, Lutero Erasmo de Róterdam y también el papa Paulo III. El balance de su vida y de aquello que había completado no era del todo positivo, sobre todo en relación con los objetivos que se había fijado. Ser dueño de un Imperio universal había fracasado, así como su objetivo de reconquistar Borgoña y él mismo, el más ferviente defensor de la Iglesia Romana no había conseguido impedir el asentamiento de la doctrina luterana.

Manuel ALFONSO LARIOS Seminario 1

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