Abad Negro resumen PDF

Title Abad Negro resumen
Author Maria Vergés
Course Llengua Castellana i Literatura II
Institution Batxillerat
Pages 7
File Size 247.6 KB
File Type PDF
Total Downloads 50
Total Views 164

Summary

Abad Negro resumen...


Description

La profecía del Abad Negro

Maria Jodas Vergés 4t ESO ARCE

Prólogo Ada Boyle es una experta en literatura inglesa, una auténtica romántica que recibe la oferta de ser profesora en el Hampton College, el colegio más prestigioso del pequeño pueblo de Stoney. Ella, después de pensarlo detenidamente acepta el trabajo: cuenta con una casa de dos plantas a las afueras del pueblo y ella está cansada de vivir en la ajetreada ciudad de Londres. Además, cree que será una buena oportunidad para encontrar leyendas celtas, abundantes en el Reino Unido (más aún en los pueblos pequeños) para escribir en su libro. Y lo cierto es que no se equivoca, ya que gracias a eso pasa los peores días de su vida descubriendo la antigua leyenda del Abad Negro. Sin esperar más, se puso en contacto con Mrs Gregson, la directora del colegio. Era una mujer seria, con una manera de hablar seca y con ápices de arrogancia. Ada le informó que se dirigía al pueblo en tren, la directora intentó convencerla de que se llevara su propio coche, pero al final desistió.

Capítulo I La profesora llegó a Stoney a altas horas de la noche, se encontró un panorama que bien podía haber sido el escenario de una novela romántica de las que leía y su primer pensamiento fue que no debería de haber aceptado ese trabajo. Mientras esperaba a Richard Higgins en la estación, él era el conserje del Hampton y el encargado de llevarla a su nueva casa, se encontró con un borracho llamado Chris. Lo más extraño de todo fue que, ese hombre que sujetaba una Biblia y una botella de whisky en cada una de sus respectivas manos, le advirtió sobre el Abad Negro. Era la primera vez que Ada escuchaba esa referencia, era una leyenda totalmente desconocida para ella y le inundó la curiosidad y el miedo a partes iguales. Lo más escalofriante fue cuando una especie de conjuro emergió de la boca de ese singular individuo: -Guárdese de los lugares abandonados..., guárdese de todo lo que es viejo y blasfemos..., guárdese de los antiguos sepulcros sin lápida..., guárdese de lo que la tierra no quiere acoger en su seno. - Al escuchar esas estremecedoras palabras, Ada se quedó de una pieza mas intentó pensar que solo era habladuría. Por suerte llegó el coche que estaba esperando. El conserje del colegio la llevó a una casa vieja, que a primera vista no parecía muy acogedora. Ada le dio las gracias y se despidió. Por suerte, el colegio estaba a escasos minutos de su casa, por otro lado, la demás gente vivía en el pueblo, a unos diez minutos en coche de allí. No muy emocionada, leyó una nota de la directora informándole de que al día siguiente tendría lugar una reunión de profesores. Esto mejora por momentos, ironizó la profesora. Dio un ojo a la casa y se fue a dormir, nada de ese día había sido de su agrado. Se despertó a media noche a causa de unos golpes. Asustada fue hacia el armario del recibidor, de donde venía el sonido. No encontró nada y haciendo un esfuerzo por pensar racionalmente, volvió a la cama.

Capítulo II Por la mañana intentó poner un poco de orden a la casa: era vieja y no estaba en óptimas condiciones. Como solo iba a residir allí por unos meses, decidió que no se esforzaría demasiado en redecorarla. Ademes, no había nada para comer así que llamó al supermercado para que le trajeran los víveres que necesitaba. Antes de tiempo, partió hacia el colegio para poder desayunar en condiciones. Después, la directora le enseñó su futura aula y le presentó a los profesores. Sus compañeros, le advirtieron sobre los hermanos Fenton, unos chicos que catalogaron de ''problemáticos''. Eran un chico y una chica, huérfanos de madre que vivían con su tía. Ellos vivían

cerca de su casa, cerca a la vez del antiguo Stoney, unas casas derruidas con un tétrico cementerio. Ella se siente desde el primer momento atraída hacia allá, pero los demás profesores le dicen que no es una buena idea. Hay como un tabú entorno al antiguo Stoney. Pasó toda la tarde intentando poner orden a su casa. Por la noche, se fue a dar vuelta por los tétricos alrededores, oscuros, húmedos y rodeados de niebla.

Capítulo III Se adentró en el antiguo pueblo, incluso llegó al cementerio. Y es que no sabía porqué pero, ese lugar tenía algo que le gustaba, le atrapaba ya que ella era una apasionada de el romanticismo. No pudo evitarlo se sumergió en esa atmósfera, le vino a la mente el Abad Negro, tenía que saber más sobre aquel ser. Cuando al fin volvió a casa, no pudo descansar bien, su sueño se vio interrumpido por múltiples pesadillas. Empezó una tormenta en el exterior y vislumbró la forma de un extraño en su oscuro jardín. Asustada intentó salir de casa a ver de quién se trataba, pero la lluvia se hizo más fuerte y decidió quedarse dentro. Recobrando la cordura, se dirigió otra vez a su habitación. A la mañana siguiente empezó a trabajar en el Hampton College. Sus alumnos no parecían interesados en nada, los únicos que mostraron un ápice de interés fueron Camille y Geoffrey Fenton, los niños con los que debía tener cuidado. Al salir de clase, después de hablar con la directora, los hermanos se acercaron a ella. Le dieron que les entusiasmaba su plan de estudios y si tenía algún libro de uno de sus autores favoritos. Ella dijo que sí y que se los prestaría, se los llevaría a casa esa tarde. Además, los niños le confesaron que también les gustaban las leyendas y que la habían visto la noche anterior. Por si no fuera poco, prometieron contarle la leyenda del Abad Negro.

Capítulo IV Al atardecer cogió dos libros y partió hacia casa de los Fenton, que no estaba a más de dos minutos andando de la suya. Muy contentos aceptaron los libros y la invitaron a pasar. Ella preguntó por su tía, la única familiar con la que vivían, pero al parecer no estaba en casa. Cuando preguntó por lo que ellos llamaron ''la profecía del Abad Negro'', le prestaron un viejo cuaderno de un antepasado suyo. Debía leérselo, así sabría de que se trataba. Además, tubo que prometer que lo cuidaría bien y que lo devolvería en cuanto lo terminara. Se fue a casa con él y una vez allí empezó a leerlo: Está escrito por Stanley Fenton, en el siglo XIX. Empezaba a narrar como se murió misteriosamente el anterior abad de Stoney y un desconocido le substituyó. Rápidamente empezó a lavarle la cabeza a todo el pueblo, hablando sobretodo de temas relacionados con la inmortalidad. Al mismo tiempo, empezaron a aparecer muchos animales muertos y hubo desapariciones humanas. Llevaba guantes, la cara tapada y iba siempre de negro, nadie sabía su aspecto real. El protagonista fue a hablar con a quien todos se dirigían ya como ''el abad negro''. El abad habló sobre temas de leyendas celtas y su predilecto: la inmortalidad. El abad atraía con sus palabras pero él al fin se dio cuenta y no se dejó encandilar. Se dirigió hacia la casa de un anciano amigo suyo, Shaverin, quien afirmó que ese ser estaba intentando llegar a ser inmortal. Además, expuso lo que creía tenía que hacer para conseguirlo: tendría que matar a mucha gente, como decía un mito, para que sonara una canción que haría de todo el que lo escuche inmortal. Y, accedería a tener esa condición por medio del vampirismo, y no sería en un amplio espació de tiempo, tenía que ser ahora. Shaverin había decidido irse a vivir a otro sitio antes de que eso pasara y le recomendó a Fenton que hiciera lo mismo. Sin embargo, le prestó un libro donde se exponía todo lo que sabía sobre el vampirismo y como

erradicarlo. La manera de matarlo era: clavarle una vara de fresno mojada con agua bendita en los ojos,. También se explicaban antiguos métodos como: decapitar-lo, quemar su corazón o exponerlo a la luz del día, además de sumergirlo en agua, el agua los paralizaba y incluso llegaba a matarlos. Regresó a casa de Shaverin después de una breve estada en la suya: se encontró el cadáver inerte del hombre empapado por su propia sangre, al lado de si biblioteca con los libros desparramados por el suelo.

Capítulo V Ada Boyle está totalmente absorta por la historia y sigue con su lectura: Después de su entierro, Fenton visitaba mucho la casa de su amigo para consultar el resto de sus libros. Un día, estando allí, vio una figura que lo miraba desde la ventana, una figura que no tocaba con los pies en el suelo, levitaba. Sin saber como, logró escapar de una muerte segura. Cuando el Abad Negro se fue, pudo ver que había dejado un símbolo mefítico. Asustado, volvió a casa a ver a su mujer y a su hija. Y sí, las vio, pero no como hubiera deseado: yacían muertas. Además, el libro de Shaveryn estaba calcinado en la chimenea. Se armó de valor y decidió que debía acabar con el Abad Negro, ya no tenía a nadie en quien pensar o por el que quisiera vivir. Al día siguiente, armado con la vara de fresno y agua bendita partió en busca de ese ser que tanto daño le había causado. Lo encontró en la bodega de la abadía, en un camastro donde estaba dormido. Logro clavar-le la vara en ambas cuencas a pesar de que el mefítico ser se había despertado. Por desgracia, no acabó con él: con la prisas, se había olvidado de mojar la vara con el agua bendita, lo que lo hubiera matado totalmente. Antes de dejar de moverse, el abad sentenció: -Estúpido humano..., tus muertas estarán muertas por los siglos de los siglos, pero yo volveré a existir: la inocencia me devolverá la vida cuando ni de ti ni de ellas quede mas que polvo. No paró de darle vueltas al tema en el camino hacia su casa. Después de un largo rato de reflexión, decidió que lo más sensato sería volver a la abadía y acabar lo que había empezado. Sin embargo, jamás terminó ese diario. Al terminar de leerlo, Ada presentaba aún más interrogantes que al principio: necesitaba saber todo sobre ello. El ambiente estaba impregnado con un fétido olor que concordaba con la espesa niebla. Aún así, la profesora de literatura decidió ir al antiguo pueblo, ahora muerto, donde se encontraba la abadía: ansiaba saber si los cadáveres de Stanley Fenton y del Abad Negro estaban allí, su parte racional parecía desaparecida. Cuando estaba entrando hacia la parte más baja de la abadía escuchó unos ruidos que no traerían nada bueno.

Capítulo VI Muy asustada, le alegró encontrarse con los hermanos Fenton, los que hacían el ruido. Ambas partes se habían temido lo peor, todos tenían el miedo reflejado en sus ojos. Además, Geoffrey presentaba una herida sangrienta en un brazo a la que los dos hermanos intentaron quitarle importancia. Ada les preguntó porque estaban allí pero ninguno de los dos quiso contestar. Acompaño una parte de camino a los hermanos hacia su casa y le ordenó a Geoffrey ir al médico mañana. Ella, temerosa, se apresuró a llegar a la suya. Al día siguiente decidió ir al colegio, aunque tenía el día libre, para ver a los Fenton. Al llegar allí, le informaron de que ese día no se habían presentado, cosa habitual en ellos. También le confesaron que no sabían nada de su tía desde hacía un año aproximadamente y que su padre les mandaba cheques cada mes, pero no los veía. Decidida, al salir del colegio fue a dar una breve visita a Camille y a Geoffrey. La chica le abrió la

puerta mas no le dejó pasar. Su actitud fue muy cortante, borde incluso, así que Ada se vio obligada a marcharse de allí.

Capítulo VII Al llegar a casa, se encontró con el teléfono sonando. Era Angus Craig, un profesor de la que la habían advertido anteriormente, tenía fama de donjuán. La invitaba a cenar esa noche y ella aceptó, no porqué le gustara, sino porque así podría conseguir información sobre las leyendas de Stoney y distraerse un rato. Al cabo de unas horas, estaba cenando con el en un restaurante. Él intentó quitarle importancia a la viaja leyenda y a la actitud de los chicos: él creía que eran habladurías de pueblo y que los hermanos estaban en una situación difícil. Unas horas después, Angus la acompañó a casa. Estaba dormida cuando un crujido la despertó. Volvía a venir del armario, pero seguía si haber nada. Intentó volverse a dormir. Unos golpes en una ventana la volvieron a despertar. Delante de la puerta se encontró con una Biblia, creyó que sería de Chris, el borracho. Vio que una sombra se acercaba a la casa y rápidamente cerró de un portazo. Intentó pedir ayuda pero no había línea. La tensión se podía cortar con un cuchillo, estaba atemorizara. Sin encender la luz, se asomó a la ventana, a ver si seguía ahí. Un hedor cada vez más pestilente se manifestaba en el ambiente y ella intentaba usar la lógica pero era incapaz, no podía, en ese momento le era imposible. Unos largos minutos después escuchó un grito en su jardín. Ada se encerró en el cuarto de baño y esperó a que se hiciera de día allí encerrada. Por la mañana, salió de casa dispuesta a ir a trabajar. Durante el camino hacia el colegio vio un extraño objeto en e suelo. Se acercó un poco más y descubrió que no era un objeto, sino Chris: tenía los ojos fuera de las cuencas y ni un ápice de sangre en el cuerpo.

Capítulo VIII Corriendo, asustada y muy impactada llegó al colegio. Le contó al portero lo sucedido y después a Mrs Gregson, quien llamó a la policía. Ambos parecían más preocupados de que no lo oyeran los alumnos que de lo sucedido. Cuando la policía llegó, Ada relató lo sucedido, omitiendo que ella creía que el Abad Negro había estado alrededor de su casa la pasada noche y que era el autor del crimen. Ese día ya no fue a trabajar. Por la noche la llamó Mrs Gregson, le pedía que fuera a la escuela, quería hablar con ella. La profesora aceptó y se fue hacia allá. Subió hasta su despacho y se la encontró sentada en su sillón, muerta: con los ojos fuera de las órbitas y pálida como la nieve, igual que Chris. Bajó al piso de abajo asustada a ver si podía pedir ayuda. Se dio cuenta que la respuesta era negativa al ver a el conserje inserte en el suelo, presentaba las mismas atrocidades que su jefa. Corrió a esconderse en una aula. Cerró la puerta y puso un mueble delante de barrera. Oía como el Abad Negro iba a por ella. No aguantaría mucho tiempo: era de noche, estaba totalmente oscuro, una tormenta agitaba el colegio. Decidió arriesgarse a salir de la ventana: el Abad entró justo cuando ella estaba deslizándose por la cornisa. El Abad se disponía a atraparla cuando la lluvia se hizo mas fuerte, no podía salir, el agua lo paralizaría. Se fue de allí dejando a la profesora temblando. Volvió a dentro e intentó salir, sin embargo, ese ser había cerrado las puertas. Entró en una clase de la planta baja, rompió el cristal y saltó a la calle justo cuando tenía al Abad Negro detrás de ella. Corrió como nunca para llegar a casa con vida, mientras lloviese aún tenía alguna posibilidad.

Capítulo IX Al llegar a casa llamó a los Fenton a ver si estaban bien. Le respondió Camille, muy alterada, pidiéndole que fuera a su casa. Los dos tenían mucho miedo. La profesora accedió y en unos minutos se encontraba en la vivienda. Les preguntó si le habían visto antes. Contestaron que sí, fueron ellos quienes lo devolvieron a la vida. Esa noticia impactó contra Ada pero ahora no podía preguntar el porque de esa acción. Estaba parando de llover y el Abad negro les acecharía en cualquier momento. Llamó a un taxi pidiéndole extrema rapidez. El taxi cumplió con lo pedido pero ya había cesado la lluvia. Cuando se disponían a salir, se percató de que ese jardín era mucho más grande que el suyo, el Abad podía interceptarlos mientras estuvieran fuera. Al final, guiados por el miedo decidieron quedarse en casa: el hedor que desprendía ese mefítico ser ya inundaba el aire. Cerraron la puerta con el pestillo y bajaron las persianas: la oscuridad se apoderó de la casa. No sabían que más hacer para protegerse, pensaban ya en su muerte segura. Por suerte, a la profesora se le ocurrió la idea de inundar la casa: el Abad Negro se quedaría paralizado por el agua y no podría entrar. Los niños, obedientes, abrieron los grifos de la cocina y del baño. Aún así, la casa era bastante grande y tardaría en subir el nivel del agua; necesitaban un lugar donde esconderse. Lo más sensato sería ir bajo tierra ya que el ser que por aquel entonces intentaba forzar la puerta, podía volar. Ada les pidió si había algún lugar así en la casa; los niños, a regañadientes, contestaron que la bodega, pero que se encontraba en malas condiciones y nunca habían bajado allí. La profesora les presionó para que le digieran como entrar: había una escotilla debajo de lo que es la cocina. Casi los tubo que empujar para que entraran allí, de ninguna manera querían estar en ese lugar. Al fin entraron, Ada intentó cerrar bien la escotilla mas no pudo: la madera estaba carcomida por el tiempo y entraba una gran cantidad de agua de la que emanaba el grifo de la cocina. Pasaron unos minutos interminables oyendo como el Abad intentaba entrar en la casa: golpeaba puertas y ventanas , el hedor se magnificaba e incluso se podían oír sus rugidos guturales de rabia. Al fin logró adentrarse en la casa,donde el agua ya cubría todo el suelo. Gritó de dolor al ponerse en contacto con el agua pero igualmente consiguió ir hasta la cocina levitando. Intentó abrir la trampilla mas estaba cubierta de agua y se quemó la piel. Despúes de un rato en el que parecía que se había ido, a Mrs Boyle no le sorprendió ver que había introducido un gancho por donde la escotilla se cerraba. Ada subió por la inestable escalera por donde habían bajado previamente y, con la llama del encendedor, consiguió quemar la cuerda que sujetaba el gancho. No podían quedarse más allí, debían adentrarse en la bodega a ver si encontraban un escondite: el Abad tarde o temprano acabaría bajando. Además, no sabían la hora que era, a la profesora se le había parado el reloj allá por las tres de la madrugada a causa de algún golpe. El agua les llegaba por los tobillos. Guiados por el haz de luz del mechero, se adentraron y descubrieron una especie de cueva recóndita, estrecha y estremecedora. Los niños se opusieron a entrar nuevamente. La profesora esta vez, si que los empujó hacia dentro. Los tres cabían a duras penas. En un rincón, la llama iluminó un cuerpo tendido en el suelo. Era de una mujer, una mujer muerta en avanzado proceso de descomposición. -Es tía Catherine. Murió..., murió hace un año.- sentenció Geoffrey.

Capítulo X Ada Boyle les pidió explicaciones a los hermanos inmediatamente después de recuperarse del susto. Ellos digeron que había muerto, estaban asustados y no sabían que hacer: si lo explicaban a las autoridades posiblemente no les llegaría el cheque mensual de su padre y no podrían seguir viviendo allí. No querían vivir con su padre, el último familiar cercano que les quedaba. Por eso, se habían mostrado tan reacios a entrar en la bodega.

El agua ya les llegaba casi a las rodillas. No sabían si por suerte o por desgracia, el agua había cesado de caer. Tenían las piernas heladas y no sabían si podrían permanecer mucho más tiempo ahí. Mrs Boyle empezó a contar. Cuando hacía media hora, decidió que lo más sensato sería abandonar su escondite: si no los mataba el Abad, morirían a causa del frío y la humedad que se estaba calando en sus huesos. Muy poco a poco, salieron de la cueva y, después, de la bodega. No había señales de ese ser. Una vez arriba, miró un reloj: eran las seis y cuarenta de la mañana, el amanecer tardaría un rato en llegar. Inspeccionaron toda la casa en busca del Abad Negro, que, por suerte, ya no se encontraba allí. Tomaron una decisión: tenían que acabar con el Abad Negro. Si esperaban más, les mataría. Geoffrey fue a su dormitorio a por una vara de fresno que había tallado esa mañana, Ada les concedió cinco minutos a los niños para cambiarse. Delante de las casa se encontraba el taxi al que llamaron la noche anterior: ese ser había arrancado la puerta del conductor y lo había asesinado. Sin otra opción subieron al coche para ir a casa de la profesora, ella también debía cambiarse de ropa. Se cambió en un santiamén y volvieron a subir al coche: el Abad los perseguía. A toda prisa, Ada empezó a conducir. El ser se había subido al coche y de un golpe de volante lo hizo caer. Eso también hizo que ella se desorientara y acabaron estampados contra un árbol. Cuando parecía que todo se había acabado, el Abad se estaba aproximando, el cielo se abrió y salió el primer rayo de sol. Ese ser automáticamente huyó a refugiarse en la oscuridad...


Similar Free PDFs