Análisis Jurídico de la Película EL Abogado DEL Diablo PDF

Title Análisis Jurídico de la Película EL Abogado DEL Diablo
Author Eduardo Acosta F IslandCoast
Course Derecho Civil
Institution Universidad Nacional Autónoma de México
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Analisi de La Película EL ABOGADO DEL DIABLO...


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INSTITUTO PAKAL

ANÁLISIS JURÍDICO DE LA PELICULA: “El Abogado del Diablo”.

Licenciatura en Derecho

Alumno: Eduardo Acosta Fernández Profesor: Lic. Aldo Enrique Zamudio Materia: Derecho Civil II 1 de Febrero de 2020

Análisis Jurídico de la Película EL ABOGADO DEL DIABLO

Esta película es del tipo que nos hace pensar, meditar. Si somos estudiantes de la carrera de derecho, como es el caso, más allá de la atractiva trama que la película desarrollo ya que toca el tema del diablo, su poder y el glamour de la vida de lujos y riquezas que lleva, nos llama la atención como abogados la serie de dilemas de tipo ético y moral que podemos encontrar en la película. La película comienza con una escena de un juicio en una corte de los Estados Unidos, en donde un maestro es juzgado por abuso sexual en contra de una de sus alumnas adolescentes, el personaje principal, Kevin Lomax (Keanu Reeves) es el abogado defensor, el cual sabe perfectamente que su cliente, el maestro, no solamente es culpable, sino que además es un degenerado sexual incontrolable y que de quedar absuelto representa un peligro para la sociedad. Aun así, Lomax nunca ha perdido un caso como abogado, ya que tiene los conocimientos suficientes en la materia penal, además de una especie de intuición un tanto inexplicable que lo hace sacar adelante en su favor hasta los casos más difíciles. Empleándose a fondo, y sometiendo a la adolescente a un interrogatorio terrible, Lomax logra que el maestro sea declarado inocente, manteniendo su record impecable. Aquí se presenta el primero, y quizá el más importante de los dilemas desde el punto de vista del abogado. Defender y lograr que la corte emita una sentencia de inocencia a nuestro cliente al que sabemos que es culpable, dilema que comienza quizá desde el momento de aceptar defender a esta persona, claro que en el caso de saber acerca de su culpabilidad, y sobre todo en un caso grave como el que plantea la película. Este dilema es casi tan antiguo como la profesión del abogado misma. La sociedad en general tiende a condenar la profesión de abogado por esta misma razón. Es un dilema moral en donde la premisa es que si ayudas a un culpable a evadir un castigo o pena, entonces estas causando un daño a toda la sociedad, no solamente el afectado o la víctima. Dese el punto de vista de los abogados, nos pude parecer algo que forma parte de la normalidad de la profesión, aunque las opiniones se van a dividir entre todos los matices de condena a quien hace esto.

En lo personal, creo que el abogado, por una parte, tiene que hacer un compromiso profesional con su representado, analizando desde antes de tomar el caso si la defensa del inculpado se encuadra en su marco conceptual de valores, es decir, si esta persona y su defensa no le causa un conflicto moral por cualquiera que sea la razón, que lo hará sentir remordimiento que le afecte en su vida, o más aun renunciar a la defensa de su cliente, o incluso cometer errores voluntarios, queriendo encarnar a una especie de juez divino, lo que significaría una traición tanto a sus valores como a su profesión. Si el abogado no tiene conflicto para representar a su cliente a sabiendas de su culpabilidad una vez analizados todos estos criterios, es entonces valido desde el ´punto de vista del abogado que represente a esta persona. Que opinan conocedores del caso acerca de este tema: “El “abogado del Diablo” se percibe a sí mismo como alguien que debe estoicamente soportar el componente inmoral de su profesión, en aras de promover un valor moral mayor”. (Seleme, 2012) Haciendo referencia a esta experiencia, Ben Brafman, un famoso “abogado del Diablo” neoyorquino, confesaba en un reportaje: “Quizás cien clientes me han dicho, ‘tal vez mi familia estaría mejor si me suicido’. Tienes que contenerte de decirles, ‘Puede que estés en lo correcto’. En lugar de responderles eso regreso a casa y digo, ‘Hoy ha sido uno de esos días, así que déjenme sólo por unos minutos’” (Hoffman, 2004). “Por otro lado, se requiere que el abogado suspenda o al menos desestime sus juicios morales a la hora de ejercitar su profesión. Después de todo, aunque su sensibilidad moral le diga que la acción de procurar la absolución de quien sabe que merece la condena es moralmente incorrecta, existen consecuencias beneficiosas a largo plazo, no perceptibles por él, que la justifican. Esto provoca un tipo de fractura moral entre su vida profesional — donde no debe realizar o no debe prestar atención a sus juicios morales— y su vida personal —donde su propio juicio moral debe tener plena vigencia”. (Seleme, 2012) El mismo Brafman agregaba en una entrevista en la que se le preguntaba acerca de su defensa de miembros de la mafia: “Y aun si son miembros de la mafia, ¿qué importancia tiene? ‘Si una persona como yo comienza a dictar juicios morales… no debería dedicarse a esta profesión’” (Gordon, 1998). La película continúa con muchos otros dilemas, ya que Lomax acepta una oferta de trabajo para representar a una firma de abogados en donde el socio mayoritario es Jhon Milton (Al Pacino), que en la trama es el mismo Diablo, que le ofrece un trabajo con las condiciones económicas con las que cualquier persona podría soñar. Al seguir desarrollándose la trama, nos damos cuenta que realmente Milton es el padre de Lomax, engendrado por su madre en un viaje a Nueva York muchos años atrás, y

observamos diferentes dilemas que van desde el escoger el trabajo sobre las demandas de regresar a su antigua vida por parte de su mujer, e inclusive la misma salud de su esposa, así como verse tentado por todo tipo de vicios carnales, dinero, mujeres, poder, etc. Al final, Lomax demuestra que sus valores triunfaran sobre su codicia y su peor parte heredada por su padre, el Diablo, cuando toma la decisión de quitarse la vida para poder abandonar todo lo que ahora tanto daño le provoca, aparte de vengar de esa manera el suicidio que su esposa había cometido por no haber accedido a alejarse de todo ese mundo que además de codicioso y vicioso, a llegado ya a lo demoniaco, por obvias razones. Al final ahí queda en el aire la vieja discusión de siempre, con el dilema moral de siempre de los abogados, que siendo tan antiguo como la profesión misma, continuara durante el tiempo que la profesión exista.

Bibliografia Gordon, Meryl Little Big Man, New York Magazine, (12 de enero de 1998)

Hoffman, Jan, Public Lives; A Savvy, Scrappy New York Lawyer for Jackson, The New York Times, (12 de febrero de 2004) . Seleme, Hugo Omar LA DEFENSA DE UN CULPABLE: UNA JUSTIFICACIÓN MORAL Universidad Nacional de Córdoba Argentina, (2012)...


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