Apuntes Consenso PDF

Title Apuntes Consenso
Course Teoría e Ideologías Políticas I
Institution Universidad Carlos III de Madrid
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Consenso ideológico de posguerra...


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TEMA 7: EL CONSENSO IDEOLÓGICO DE POSGUERRA  INTRODUCCIÓN La política exterior de Breznev imponía que, “cuando hay fuerzas hostiles al socialismo y que tratan de convertir algún país hacia el Capitalismo, se convierten en un problema, no solo para el país concerniente, sino un problema común que involucra a todos los países comunistas”. Esta posición le permitió ocupar “legítimamente” Hungría (1954) y Checoslovaquia (1868) a través de la alianza militar del Pacto de Varsovia. Solo la URSS podía determinar lo que era una “fuerza hostil al socialismo” o en qué momento “un país pasaría del socialismo al capitalismo”. La llegada de Mijaíl Gorbachov supuso un cambio en la política exterior. Estableció la llamada “doctrina Sinatra”, por la cual cada país satélite de la URSS tenía plena capacidad para solucionar sus propios problemas internos, sin necesidad de que interviniese el Pacto de Varsovia. Al no contar con el respaldo militar de la URSS, los gobiernos de los países satélites tuvieron que ceder ante las demandas que exigían democracia y libertad (“revoluciones de terciopelo”, sin violencia y sin buscar una utopía, sino la democracia). El artículo de Francis Fukuyama titulado “¿El fín de la historia”? señala el fin de un proceso de pugna ideológica, que nos retrotraía al nacimiento mismo del combate ideológico: empezaba y acababa en el liberalismo, que había derrotado a sus rivales ideológicos (Comunismo y Fascismo) tras casi 200 años de conflicto. Defiende una inquebrantable victoria del liberalismo económico y político. La concepción marxista de ideología responde a que esta es un conjunto de ideas cuya función es legitimar un orden económico particularmente independiente de la validez intrínseca de tales ideas, naturalizar el “statu quo” (“Si es natural, no se puede cambiar”), presentar como características inmutables de la naturaleza humana las condiciones sociales particulares que existen en cada momento. Obviamente, esta visión responderá a las ideas de la clase dominante. Para Fukuyama, el sentido es opuesto, son las ideas las que determinan la realidad, y el triunfo del Liberalismo se consuma al ser el único sistema que se va a implantar en todo el mundo. La concepción liberal-conservadora de ideología la define como: “cualquier doctrina sistemática y omniabarcante que pretenda ofrecer una teoría total, y universalmente aplicable, del hombre y de la sociedad, y que deriva de la misma un programa de acción política”. Los conservadores critican la ideología alegando que las doctrinas filosóficas son inseparables de las circunstancias particulares en que son concebidas, por lo que carecen de carácter universal y omniabarcante. Las ideologías se corresponderían con “religiones” y las teorías políticas se encuentran en un contraste permanente con la experiencia concreta.

Michael Oakeshott explica el “racionalismo en política” como una pretensión consustancial de que toda la vida humana puede ser organizada con unos patrones racionales, suposición consagrada por la Revolución Francesa, que instala la idea de un nuevo orden como valor en política. Considera que la política ideológica es para los inexpertos, la política de aquellos que, al carecer de experiencia política recurren a un libro como guía de orientación y hacen que el libro se imponga sobre los hechos y las personas concretas. Fukuyama afirmará que el liberalismo carece de rivales ideológicos, pero que las personas buscarán el consuelo en aspectos que les otorguen un sentimiento de comunidad (fundamentalismo religioso/ nacionalismos), pero que al ser particulares no podrán disputar al liberalismo su universalidad y su hegemonía al liberalismo como única ideología. Discierne entre política ideológica (realización de un programa de transformación social bajo la dirección de una ideología, perseguir la transformación completa de una forma de vida utilizando el boceto de una ideología total) y política constitucional (que parte del pluralismo y entiende la política como acomodación pacífica del conflicto, con respeto de la libertad individual y buscando la integración social).

 APUNTES DE CLASE Muchos de los pensadores políticos de la posguerra se sentían responsables de la reciente masacre acontecida, ya fuera por acción o por omisión. Julien Brenda se refería a la “traición de los intelectuales” a la omisión, inacción y distanciamiento de las preocupaciones políticas que habían permitido que la guerra ocurriese. En lugar de promover un debate público, sustentado en el análisis y la crítica, habían enarbolado la bandera de la sinrazón e intentado justificar las bondades de los fines idelistas para disculpar el terror cotidiano de su realidad. Se había santificado la creencia religiosa de que la verdad es una y el error es múltiple. Los pensadores políticos de la posguerra no tuvieron la función de mostrar el camino de redención de la humanidad, sino de señalar el precio terrible de las propuestas de cambio radical, de la existencia de una teoría omnicomprensiva capaz de reorganizar la realidad por completo, la negación de las teorías monistas y omniabarcantes. Este consenso se conoció en Occidente como “el final de la ideología”, entendida esta como la muerte de una ideología política que alimentaba el extremismo y el fundamentalismo ideológico. Mientras que la “política” es la actividad que busca articular el pluralismo a través de instituciones de la democracia y protegiendo los derechos humanos; la”ideología” es un credo político abstracto que presenta un cuadro de cómo sería la sociedad ideal, imponiéndolo con una violencia que viene justificada por la santidad del fin propuesto. El Congreso sobre el Futuro de la Libertad que tuvo lugar en Milán en 1955 tenía el objetivo de responder al desafío soviético con una respuesta intelectual articulada que reforzase doctrinalmente las democracias occidentales. Sin embargo, en lugar de

las habituales discrepancias entre conservadores, socialistas y liberales, apareció un gran consenso respecto a que en Europa, el oxígeno del extremismo había sido la exacerbación del conflicto social derivado de la crisis económica, y que la intervención del Estado en la reconstrucción de la sociedad permitiría una democracia estable. Los 3 sociólogos americanos encargados de llevar las conclusiones del Congreso fueron tachados de preservadores del statu quo, conservadores y enemigos de toda transformación de la sociedad; y aludían a que “el fín de la ideología” se presentaba como una ideología desde la concepción marxista. Edward Shils defendía que todas las intervenciones y materias tratadas encontraban un punto de encuentro en la crítica del doctrinarismo, el fanatismo y la posesión ideológica, la adhesión apasionada a fórmulas instantáneas llevaba inexorablemente al crimen. Ya no se trataba de elegir entre el liberalismo del “laissez faire” o el socialismo del Estado omnipotente, existía un término medio entre estas posturas radicales. El final de la ideología significaba la renuncia a grandes teorías unificadoras bajo un único principio, y la aceptación del pragmatismo y las soluciones parciales en función de la coyuntura. Lipset pensaba que la democracia no es un medio para alcanzar una sociedad ideal, sino un fin en sí misma, y que las democracias occidentales se encontraban en un proceso de cambio por el que los grupos que representaban posiciones radicales estaban declinando. El consenso al que llegaron fue que aumentar el control del Estado no daría como resultado la decadencia de la libertad democrática. Los socialistas estaban tan preocupados como los conservadores por el peligro de un Estado omnipotente, y los conservadores habían aceptado el Estado de Bienestar. Sin embargo, se mantuvo una exigua minoría (Hayek) defensora de que las tradicionales cuestiones que dividían a “izquierda y derecha” se habían marchitado hasta la insignificancia. Aron explicaba que “no solo el fascismo y el comunismo han decaído, sino también la radical oposición entre la izquierda y la derecha democráticas”. Shils lo resumiría de esta forma: “La conciencia generalizada de que las nacionalizaciones no son solución universal para los problemas económicos y de que el socialismo británico no ha conducido a la tiranía han debilitado materialmente las ideologías del socialismo ortodoxo y del neoliberalismo ortodoxo”. Por último, Daniel Bell afirmaba que la política ya no se guiaba por la fe, sino por un consenso basado en la experiencia y que proclamaba como valores prevalentes de Occidente el Estado de Bienestar, la descentralización política, un sistema económico mixto y el pluralismo político. “El fascismo y el comunismo han desaparecido en tanto que doctrinas respetables, mientras que reina un consenso en lo esencial entre los partidos que respetan las reglas del juego, entre el socialismo (parlamentario) y el conservadurismo (ilustrado). Las diferencias entre ellos tienen un carácter secundario.”

Isaiah Berlin va a plantear que la teoría política no debía formular utopías, sino bloquear la aparición de nuevos mitos atendiendo a las terribles consecuencias que estos ocasionaban . Berlin tratará el monismo y el pluralismo, entendiendo el primero como un borrador abstracto de una sociedad perfecta que, en defensa de una formulación ideal, conduce irremediablemente al totalitarismo. El pluralismo implica la libertad negativa, reconoce que los fines humanos son múltiples, inconmensurables y que se hallan en un constante conflicto....


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