Cap 12 - Relaciones interpersonales. Moya PDF

Title Cap 12 - Relaciones interpersonales. Moya
Course psicología social l
Institution Universidad Siglo 21
Pages 25
File Size 586.5 KB
File Type PDF
Total Downloads 70
Total Views 199

Summary

Bibliografía Psicología Social. Cap 12 - Relaciones interpersonales. Moya...


Description

CAPITULO

12

Relaciones interpersonales: funciones e inicio Miguel Moya

Objetivos En este capítulo, y en el siguiente, el foco de interés es lo que se denominan relaciones cercanas, entendida la cercanía en su doble sentido: física y psíquica. En el mismo sentido se utiliza el término relaciones íntimas, y no para referirse a relaciones sexuales, a las que también hace referencia el adjetivo íntimo. El estudio de estas relaciones ha experimentado un gran auge en los últimos años y ha sido fruto de la convergencia de varias disciplinas, como la Antropología, la Sociología, la Psicología evolutiva, clínica y social. Lo más peculiar del enfoque psicológico ha sido estudiar las relaciones cercanas fijándose en las interacciones que en ellas se producen, independientemente de la forma que adopten (amistad, amorosas, o de otro tipo). Se comienza con una llamada de atención sobre la importancia en la vida humana de las relaciones interpersonales cercanas o íntimas, y sobre las funciones que desempeñan y los efectos que ejercen en el bienestar físico y psicológico de las personas. Se pasa luego al análisis de los factores que favorecen el inicio de relaciones de este tipo, entre los que destaca el papel del contexto social, y el de la atracción. Se consideran de forma pormenorizada los antecedentes de este último proceso psicológico: familiaridad, semejanza, reciprocidad y aspecto físico. Este segundo apartado finaliza con una descripción de las bases de la elección de una pareja estable. En el tercer gran bloque de este capítulo se analiza el amor y sus manifestaciones más frecuentes, con especial atención al amor romántico.

333

334

PSICOLOGÍA SOCIAL

12.1 Introducción Las relaciones interpersonales, que incluyen las relaciones de amistad, pareja, entre padres e hijos, entre compañeros, y otras por el estilo, forman parte esencial de la vida social. Sin ellas, los humanos no podríamos sobrevivir, en el más estricto sentido biológico. Pero las relaciones son más que eso, como señaló Ellen Berscheid, una de las principales psicólogas sociales que ha estudiado estas cuestiones, “las relaciones íntimas satisfactorias constituyen lo mejor de la vida” (Berscheid, 1999, p. 260). Baumeister y Leary (1995) defienden, tras una sólida revisión de la investigación existente, que la necesidad de pertenencia o integración es una motivación humana básica, y consiste en un fuerte impulso para formar y mantener una mínima cantidad de relaciones interpersonales duraderas, positivas y significativas. La satisfacción de este impulso implica: • Necesidad de interacciones frecuentes y afectivamente agradables con varias personas. • Estas interacciones han de ocurrir en el contexto de un marco temporalmente estable y duradero de preocupación afectiva por el bienestar de la otra persona. La falta de pertenencia produce una privación grave y, en consecuencia, numerosos trastornos. Según Baumeister y Leary, gran parte del comportamiento, cogniciones y emociones humanas están relacionadas con esta motivación.

12.2 Importancia de las relaciones En mayo de 2005, cuando el Centro de Investigaciones Sociológicas español planteó a una muestra representativa de españoles una pregunta sobre el grado de importancia de una serie de aspectos de la vida (trabajo, familia, política, dinero, tiempo libre, salud, amigos, religión), el 81% de los participantes manifestó que la familia era “muy importante” y el 17,8% “bastante importante” (CIS, barómetro de mayo de 2005). En esa misma encuesta el 54,3% dijo sentirse “muy satisfecho” con su familia y el 40,6% “bastante satisfecho”. Como puede apreciarse, una de las formas básicas de relación, la familia, parece tener una importancia crucial. ¿Por qué?

Funciones de las relaciones La asociación con otros humanos, o necesidad de compañía, conocida habitualmente como afiliación, es algo fundamental para garantizar la supervivencia del individuo y de la especie. Pensemos en lo que sería de un recién nacido si no hubiera otras personas que lo alimentaran y cuidasen. O en lo que sería de un niño o adulto si no hubiera otras personas que le enseñaran, a las que pudiera imitar, preguntar, trabajar con ellas o, sencillamente, jugar y divertirse. Los beneficios más señalados de la afiliación, no excluyentes entre sí, son (Buunk, 1996): la comparación social, la reducción de la ansiedad y la búsqueda de información. A continuación, se presentará cada una de ellas por separado.

Comparación social Cuando nos encontramos en situaciones nuevas o ambiguas, que nos hacen dudar acerca de cómo debemos sentirnos o actuar, la afiliación con otras personas que están en la misma situación nos ayuda a decidir acerca de lo adecuado de nuestros sentimientos y comportamientos. Imagínese que Vd. se apunta voluntario para participar en un experimento psicológico. Cuando llega al laboratorio, el investigador le dice que posteriormente pasará a una habitación

Relaciones interpersonales: funciones e inicio

335

en la que se le aplicarán descargas eléctricas, y le da la oportunidad de esperar, mientras llega ese momento, Vd. solo en una sala, o en compañía de otros estudiantes que están esperando lo mismo. ¿Dónde preferiría esperar Vd.? Según los resultados de Schachter (1959), lo más probable es que decida esperar en compañía, especialmente cuando la situación genere alta ansiedad. En su investigación, Schachter hizo creer a universitarias que participarían en un experimento en el que se les aplicarían descargas eléctricas, sólo que a la mitad se les dijo que esas descargas serían fuertes (produciendo, presumiblemente, alta ansiedad) y a la otra mitad les indicó que las descargas serían insignificantes (aquí, la ansiedad se suponía que sería considerablemente menor que la provocada en la otra condición). Antes de comenzar el experimento en sí, a las chicas se les dio la oportunidad de esperar solas o junto a otras estudiantes que participaban en el mismo experimento. Los resultados mostraron que, en el grupo de alta ansiedad, una mayoría prefería esperar junto a otras chicas (62,5%), mientras que este porcentaje era claramente inferior en el grupo de baja ansiedad (33%). Parece que la razón de esta elección es que, al estar junto a esas personas, tenemos a alguien con quien comparar nuestros sentimientos (¿tengo motivos para estar nervioso y preocupado?) y conductas (¿abandono el experimento o puedo participar tranquilamente en él?). El propio Schachter (1959) ratificó esta interpretación cuando en un segundo experimento les dio a elegir (todos los participantes estaban en una situación similar a la que en el otro estudio hemos denominado “alta ansiedad”) entre esperar solos, hacerlo en compañía de otros participantes que esperaban para participar en el mismo experimento, o esperar en compañía de unos estudiantes que aguardaban para hablar con sus profesores. Los resultados mostraron que la compañía que se prefiere es la de quien está en la misma situación que nosotros; ev identemente, las personas que están esperando para hablar con sus profesores no les sirven en ese caso a los participantes como criterio de comparación de sus sentimientos y conductas. Un estudio que muestra el mismo resultado, pero en una situación más cotidiana, es el realizado por Buunk, VanYperen, Taylor y Collins (1991), quienes encontraron que cuanto mayor era la incertidumbre de las personas acerca de cómo iban las cosas en su matrimonio, mayor era su disposición a hablar con otras personas que se encontraban en la misma situación.

Reducción de la ansiedad Cuando tenemos miedo o nos encontramos en situaciones estresantes, la asociación con otras personas puede servirnos de simple distracción o proporcionarnos también apoyo emocional y seguridad. En estos casos no siempre las personas que están en una situación parecida a la nuestra son las mejores para tranquilizarnos. Imaginemos, por ejemplo, que tenemos mucho miedo; en ese caso, tal como señala Rabbie (1963), quizás prefiramos a personas con niveles de miedo moderado antes que a otras tan aterrorizadas como nosotros. Molleman, Pruyn y van Knippenberg (1986) encontraron en pacientes con cáncer que el deseo de afiliación era más alto en los pacientes con niveles de estrés moderados; mientras que los poco y los muy estresados preferían estar solos (estos últimos posiblemente porque temían que hablar con otros sobre sus sentimientos aumentaría su miedo). Se ha llegado a sugerir, incluso, que las relaciones íntimas constituyen un mecanismo que ayuda a reducir la ansiedad producida por la muerte. En una serie de experimentos, Mikulincer, Florian y Hirschberger (2003) encontraron que recordar a los participantes el hecho de la muerte aumentaba su motivación para formar y mantener relaciones íntimas, que el mantenimiento de estas relaciones servía como una especie de escudo psicológico contra el terror de la muerte y que la ruptura de una relación producía un aumento en la conciencia de la muerte.

336

PSICOLOGÍA SOCIAL

Búsqueda de información En situaciones amenazantes las personas podemos buscar la compañía de otros con el fin de que nos proporcionen información que nos permita afrontar el peligro. Volviendo a los experimentos de Schachter (1956), ¿con quién preferiría Vd. esperar antes de que le dieran descargas eléctricas? ¿con alguien que espera lo mismo o con alguien que ya ha pasado por esa situación? Schachter encontró que las personas preferían esperar con quienes todavía no habían experimentado las descargas. Sin embargo, otros estudios han mostrado que las personas sometidas a amenaza buscan la compañía de quienes pueden proporcionarle más información acerca de la naturaleza exacta del peligro. Por ejemplo, Kulik y Mahler (1989) dieron la opción a unos pacientes, que esperaban en un hospital a que se les colocara un marcapasos, de instalarles en una habitación junto a otro paciente que esperaba lo mismo, o de acomodarles junto a un paciente que acababa de pasar por tal operación. De forma abrumadora los pacientes prefirieron estar junto a uno que ya había sido operado: ¿qué mejor información acerca de la levedad del peligro que la propia presencia de quien ha pasado por él y se encuentra sano y salvo? No obstante, el deseo de afiliación cumple otras funciones además de las que acabamos de mencionar, porque está claramente demostrado que las personas no sólo buscamos la compañía de los demás en situaciones de incertidumbre, estrés o amenaza. También en las situaciones agradables y de gozo, las personas preferimos estar en compañía. Por ejemplo, Gable, Reis, Impett y Asher (2004) estudiaron las consecuencias intrapersonales e interpersonales que tiene la búsqueda de compañía de los demás cuando nos ocurren cosas buenas. Encontraron que el hecho de compartir con otras personas sucesos positivos iba asociado al incremento tanto del tono afectivo positivo cotidiano como del bienestar, más allá del propio impacto de los hechos positivos. Es más, estas consecuencias positivas se incrementaban cuando los demás respondían de forma activa y constructiva (y no de forma pasiva o destructiva) a los intentos de compartir. En dos de los estudios incluidos en ese trabajo, realizados con personas que mantenían relaciones de pareja, se encontró que en aquellas relaciones en las que un miembro respondía de manera entusiasta cuando el otro compartía con él buenas noticias, los niveles de calidad de la relación (por ejemplo, intimidad, satisfacción diaria) eran mayores. En esta misma línea, la investigación de Tesser y colaboradores, siguiendo el Modelo del mantenimiento de la auto-evaluación propuesto por Beach y Tesser (1995) y por Tesser (2000), también ha mostrado que el proceso de reflejo (la capacidad para compartir el éxito de la otra persona) contribuye al bienestar emocional y a la satisfacción con la relación. Esta búsqueda de la compañía cuando nos pasa algo positivo, además de permitirnos retener durante más tiempo esa experiencia (y volver a revivirla al compartirla con otra persona), nos permite intensificar los vínculos sociales, promoviendo las interacciones sociales positivas, que son reforzantes y por tanto, fortalecen la relación (Gable y Reis, 2001). Además, el hecho de compartir las buenas noticias pone en marcha una interacción que nos permite percibir que los demás están contentos con nosotros —un proceso que incrementa la autoestima, como señalan, entre otros Beach y Tesser (1995), y Tesser, Millar y Moore (1988) y ayuda a creer que los demás nos ven positivamente (véase Baumeister, 1998; Leary y Baumeister, 2000, Shrauger y Schoeneman, 1979). Lógicamente, para que esto último ocurra es necesario que los demás respondan positivamente a nuestros deseos de compartir (por ejemplo, no quitándole importancia a la buena noticia o fijándose en la parte negativa —si la tiene—).

Relaciones y bienestar El siguiente capítulo mostrará que las relaciones interpersonales son, en ocasiones, fuente de sufrimiento y malestar. Sin embargo, lo que ha puesto de manifiesto la investigación hasta el momento

Relaciones interpersonales: funciones e inicio

337

es que las relaciones están estrechamente vinculadas con el bienestar de las personas. Como veremos también más adelante al hablar de la soledad, ésta ha aparecido relacionada con numerosos aspectos negativos, como depresión, baja autoestima y falta de habilidades sociales, entre otros. En el caso concreto del matrimonio, Wood, Rhodes y Whelan (1989) revisaron cientos de estudios y encontraron que las personas casadas eran, en general, más felices que las no casadas, aunque otras investigaciones han matizado que es la calidad del matrimonio, más que el matrimonio en sí, lo que parece incrementar la felicidad. Berscheid y Reis (1998) señalan la existencia, en este campo, de dos diferencias importantes entre hombres y mujeres. La primera es que el matrimonio parece estar relacionado con mayor felicidad general, especialmente en el caso de las mujeres; aunque el hecho de que también el matrimonio esté relacionado con mayor afecto negativo en el caso de las mujeres puede interpretarse como una mayor sensibilidad por su parte hacia los factores emocionales en las relaciones. Segundo, mientras que en el caso de los hombres la felicidad está relacionada con el hecho de estar casado o no, en las mujeres la felicidad está relacionada con la calidad de la relación, más que con el matrimonio. Otra línea de investigación ha mostrado que existe una clara relación entre los niveles de integración social de las personas, tal y como vienen indicados por el número de amigos, familiares y vecinos que tienen, o por su frecuencia de contacto social, y menor riesgo de mortalidad, mayor longevidad, y una mejor salud, tanto si se considera ésta en general (Cohen, 1988), como si se tienen en cuenta trastornos concretos —por ejemplo, cáncer y enfermedades cardiovasculares (Berscheid y Reis, 1998)—. No obstante, la relación entre integración social y tasa de mortalidad es más intensa cuando se trata de hombres que de mujeres (House, Landis y Umberson, 1988). De nuevo, más que las características objetivas de las redes sociales de las personas (tamaño, intensidad, frecuencia de contacto y similares), lo que parece mucho más importante de cara a la salud es si estas redes proporcionan o no apoyo social.

El caso del apoyo social El apoyo social se ha definido de muchas maneras (Martínez y García, 1995), pero hay cierto consenso en considerar en él cuatro dimensiones fundamentales: • Apoyo emocional (estima, afecto, confianza). • Apoyo instrumental (ayuda material). • Apoyo empático (auto-afirmación, auto-validación, recepción de retroalimentación y de comparación social para saber cómo evaluar las cosas). • Apoyo informativo (consejo, sugerencias). También suele ser habitual diferenciar entre la disponibilidad percibida de tipos específicos de apoyo y la recepción real de cada uno de esos tipos de apoyo (Stroebe y Stroebe, 1996). Por último, algunas investigaciones miden si la persona se siente querida y valorada y si percibe que dispone de gente que le puede proporcionar ayuda en caso de necesitarla; se trata, pues, de una percepción del apoyo social orientada hacia el futuro. Otros estudios, en cambio, conciben el apoyo social en relación con el pasado, analizando si la persona ha recibido apoyo emocional, instrumental, informativo y empático. Las investigaciones han mostrado que los índices basados en el primer tipo de medidas están más relacionados con la salud de las personas que el segundo. El apoyo social, especialmente el emocional que ocurre dentro de las relaciones, puede ser particularmente útil porque, quien está bajo estrés, puede hablar con alguien que lo acepta, que puede criticarlo sin sentirse rechazado y que en todo momento le confirma su valía como persona (Wills, 1991).

338

PSICOLOGÍA SOCIAL

El apoyo social tiene efectos beneficiosos sobre la salud física y psíquica de las personas. Por ejemplo, en el caso de las enfermedades cardiovasculares, hay ev idencia de que los pacientes que reciben niveles altos de apoyo social, particularmente de sus parejas, es más probable que se recuperen de un infarto de miocardio, necesiten menos tiempo de hospitalización tras cirugía cardiovascular, y es menos probable que vuelvan a tener síntomas de angina de pecho tras operaciones de este tipo (Stroebe y Stroebe, 1996). En el caso de la salud psíquica, los estudios han mostrado una clara relación entre el apoyo social y la sintomatología depresiva (Schwarzer y Leppin, 1992). Esta relación es más clara cuando se mide la disponibilidad percibida de apoyo en vez del apoyo social recibido. Cada tipo de apoyo suele tener unos efectos beneficiosos diferentes (Stroebe y Stroebe, 1996). Véase el Cuadro 12.1. Cuadro 12.1: Consecuencias beneficiosas de los distintos tipos de apoyo. Tipo de apoyo

Consecuencias beneficiosas

Apoyo social emocional

Å Æ

Apoyo social instrumental

Å Æ

De todos los tipos de apoyo, éste es el que suele estar más relacionado con la salud y el bienestar (Wills, 1991), por ser menos específico. Las expresiones de afecto y cariño, por tanto, pueden tener efectos beneficiosos sobre cualquier tipo de factor estresante. Para ser efectivo, tiene que estar estrechamente relacionado con el factor estresante. Proporciona validez y seguridad a las creencias, capacidades y otras características de la persona. Incrementa la probabilidad de que ésta afronte con realismo las demandas del medio.

Apoyo social empático

Å Æ

El éxito o fracaso en las respuestas a estas demandas no sólo depende de las capacidades reales de la persona, sino también de su habilidad para estimar adecuadamente estas capacidades y de las dificultades de la tarea. Muchos fracasos se deben a una sobrevaloración de sus propias capacidades y/o infravaloración de las dificultades de la tarea. Puede influir en las conductas relacionadas con la salud de las personas, o puede ayudarles a evitar situaciones estresantes o arriesgadas (Cohen, 1988).

Apoyo social informativo

Å Æ

Apoyo informat ivo no es igual a la información general que recibe la persona, sino más bien la información procedente de las personas con quienes se mantienen vínculos estrechos. Así, es mucho más probable que una persona fume o beba alcohol si en su círculo familiar y de amistades estas conductas están extendidas y son ampliamente aceptadas que si no lo son (Whalen y Kliewer, 1994).

12.3 El inicio de las relaciones Aunque en el mundo actual todavía hay quien durante toda su vida apenas llega a conocer a un puñado de personas, como los miembros de algunas tribus amazónicas, lo cierto es que la mayoría de nosotros a lo largo de nuestra vida llegamos a conocer a miles de ellas. ¿De qué

Relaciones interpersonales: funciones e inicio

339

depende que iniciemos, por ejemplo, relaciones de amistad con unas y no con otras? ¿Por qué nos enamoramos de alguien particular? ¿Por qué nos casamos con una determinada persona? En ...


Similar Free PDFs