Capitulo 3 Elixires DE Muerte Primavera silenciosa Libro de Rachel Carson PDF

Title Capitulo 3 Elixires DE Muerte Primavera silenciosa Libro de Rachel Carson
Author Carlos Alarcón
Course Ecologia Humana
Institution Universidad de Guayaquil
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Primavera silenciosa
Libro de Rachel Carson...


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CAPITUL CAPITULO O3 ELIXIRES DE MUER MUERTE TE

Por primera vez en la historia del mundo, todo ser humano está ahora sujeto al contacto con peligrosos productos químicos, desde su nacimiento hasta su muerte. En menos de dos décadas de uso, los plaguicidas sintéticos han sido tan ampliamente distribuidos a través del mundo animado e inanimado, que se encuentran virtualmente por todas partes. Se han hallado residuos de esos productos en la mayoría de los sistemas fluviales importantes e incluso en corrientes subterráneas que fluyen desconocidas a lo largo de la tierra; en La Tierra, donde pueden haber sida aplicados una docena de años antes; en el cuerpo de pescados, pájaros, reptiles y animales salvajes y domésticos, hasta el punto de que los hombres de ciencia que efectúan experimentos en animales han encontrado casi imposible localizar a SERES LIBRES de tal contaminación. Han sido hallados en peces de lagos situados en montañas remotas en lombrices de tierra recogidas en sembrados, en huevos de pájaros... y en el propio hombre. Porque tales productos químicos están ahora almacenados en el cuerpo de la mayoría de los humanos, sin discriminación de edades. Se encuentran en la leche de las madres y probablemente en los tejidos de los niños por nacer. Todo es lo se ha producido a causa de la súbita aparición y del prodigioso crecimiento de una industria de fabricación de materias sintéticas con propiedades insecticidas. Esta industria es hija de la segunda guerra mundial. En el curso del desarrollo de agentes químicos par para a la guerra, algunas de las materias fueron descubiertas como letales para los insectos. El hallazgo no se produjo por casualidad: los insectos fueron ampliamente usados para probar los productos químicos mortales al hombre.

El resultado fue un, al parecer, interminable rio de insecticidas sintéticos. Al ser elaborados por el hombre -por medio de 1

prácticas ingeniosas de laboratorio consistentes en manipulación de moléculas, sustitución de átomos y alteración de sus composiciones- difieren completamente de los insecticidas inorgánicos más simples de antes de la guerra. Éstos eran derivados de productos presentados naturalmente en minerales y en plantas: Compuestos de arsénico, cobre, plomo, manganeso, zinc y otros minerales: pelitre de las flores secas de una planta compuesta; sulfato de nicotina de algunos derivados del tabaco, y roteno, de plantas leguminosas de las Indias Orientales. Lo que sitúa aparte a los nuevos insecticidas sintéticos es una enorme potencia biológica. El hecho de que tengan inmenso poder, no solamente para envenenar, sino para introducirse en los más vitales procesos del organismo y desviarlos por una vía siniestra y con frecuencia mortal. Así, como veremos después, destruyen los mismos enzimas cuya función es proteger el cuerpo contra los daños, bloquean los procesos de oxidación de los cuales recibe energía el organismo, impiden el normal funcionamiento de varios órganos e inician en ciertas células el lento e irreversible cambio que conduce a la destrucción. Sin embargo, nuevos y más perjudiciales productos se añaden cada año a la lista y se discurren nuevas usos, de forma que el contacto con tales materiales se ha convertido en prácticamente universal. La producción de plaguicidas sintéticos en Estados Unidos asciende de 124. 259.000 libras en 1947 a 637.666.000 en 1960, con un aumento del quíntuplo. El valor total de tales productos supera bastante el cuarto de billón de dólares. Pero según los planes y esperanzas de la industria, esta enorme producción está sólo en los comienzos. 2

Par consiguiente, nos concierne a todos un «Quien es quien» de

los plaguicidas. Si vamos a vivir en tanta intimidad con esos productos químicos - comiéndolos y bebiéndolos y absorbiéndol absorbiéndolos os en el autentico tuétano de los huesos - mejor será que conozcamos algo acerca de su natur naturaleza aleza y poder poder..

Aunque la segunda guerra mundial marcó la desaparición de los plag plaguicidas uicidas inorg inorgánicos ánicos químicos y una introducción en el mar maravilloso avilloso mundo de las moléculas de carbono carbono, algunos de los antiguos materiales subsisten. El primero entre todos ellos es el ARSÉNICO, todavía el ingrediente básico de una variedad de destructores de malezas e insectos. El ARSÉNICO es un mineral altamente tóxico que se presenta en extensa asociación con las gangas de varios metales y en muy pequeña proporción en los volcanes, en el mar y en el agua de los manantiales. Sus relaciones con el hombre son variadas e históricas. Como muchos de sus componentes no tienen sabor ha sido un agente favorito de crímenes, desde mucho antes del tiempo de los Borgia hasta la actualidad. El ARSÉNICO fue el primer elemento reconocido como carcinógeno (o substancia provocadora del cáncer), identificado en el hollín de chimenea y enlazado con la nefasta enfermedad hace aproximadamente dos siglos por un medico Ingles. Están registradas epidemias de envenenamiento crónico de arsénico que envolvían a la totalidad de las poblaciones durante largas épocas. La contaminación de ambientes por arsénico ha causado también enfermedades y muertes en caballos; vacas; cabras; cerdos; ciervos; peces y abejas; a pesar de tales antecedentes, el riego y pulverizaciones ARSENICALES son ampliamente usados. Las pulverizaciones de arsénico en los campos de algodón del Sur de Estados Unidos han casi desaparecido actualmente; los granjeros que usaron el ARSÉNICO en pulverizaciones durante 3

largos periodos acabaron afectados de envenenamiento crónico; los ganados resultaban envenenados por los riegos de cosechas o por los destructores de malezas que contenían ARSÉNICO ARSÉNICO. El efectuar riegos de arsénico en tierras de bayas silvestres ha extendido el peligro por las granjas de la vecindad, contaminando arroyos, y envenenando fatalmente abejas y vacas y causando males a la humanidad... «Es Es difícilmente posible manejar sustancias arsenicales con más olímpico desprecio por la salud general de lo que se ha venido haciendo en nuestro país en años recientes», dijo el Doctor W. C. Hueper, del

Instituto Nacional del Cáncer, una autoridad en “Cualquiera que haya visto pulverizaciones y insecticidas arsenicales debe estar impresionado suprema indiferencia con que se emplean las sustancias.»

la materia. riegos con por la casi venenosas

Los insecticidas modernos son todavía más mortíferos. La inmensa mayoría están comprendidos en uno de los dos grandes grupos de productos químicos. Uno, representado por el DDT, es conocido como el «HIDROCARBUR «HIDROCARBURO O CLORADO». El otro grupo está compuesto por los insecticidas de fósforo orgánico y representado por los nombres, razonablemente familiares, de malatión y paratión. Todos ellos tienen una cosa en común. Como se dice más arriba, están edificados sobre una base de átomos de carbono, que son también los indispensables cimientos del mundo viviente, por lo que se clasifican como “ORGÁNICOS». Para comprenderlos, debemos ver de qué están hechos y cómo, aunque ligados con la química básica de todos los tiempos, tienden a modificaciones que los hacen agentes de la muerte. El elemento básico, el carbono, está compuesto de átomos que tienen la casi infinita capacidad de formar unos con otras 4

cadenas, anillos y varias otras configuraciones, y también de quedar unidos con átomos de otras sustancias. Realmente, la increíble diversidad de seres vivos, desde la bacteria hasta la gran ballena azul, se debe ampliamente a esta capacidad del carbono. La compleja molécula de la proteína tiene el átomo de carbono como base, igual que les pasa a las moléculas de la grasa, a los hidratos de carbono, a los enzimas y a las vitaminas. Y también lo poseen una inmensa cantidad de seres no vivientes, porque el carbono no es necesariamente un símbolo de vida. Algunos compuestos orgánicos son simples combinaciones de carbono e hidrógeno. El más simple de todos es el metano, o gas de los pantanos, formado en la naturaleza por la descomposición bacteriana de materia orgánica bajo el agua. Mezclado con el aire en proporciones adecuadas, el metano se convierte en la temible “COMBUSTIÓN HÚMEDA” de las minas de carbón. Su estructura es sencillamente simple, ya que consiste en un átomo de carbono al que se han unido cuatro átomos de hidrógeno:

H

H C

H

H

Los químicos han descubierto que es posible separar uno o todos los átomos de hidrógeno y sustituirlos por otros elementos. Por ejemplo: Sustituyendo un átomo de hidrógeno por uno de cloro, produciremos cloruro de metano:

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H

CL C

H

H

Quitando tres átomos de hidrógeno y sustituyéndolos por otros tantos de cloro, tendremos el cloroformo anestésico:

H

CL C

CL

CL

Sustituyendo por átomos de cloro todos los átomos de hidrógeno, el resultado es tetracloruro de carbono, el conocido líquido de limpieza:

CL

CL C

CL

CL

En términos lo más sencillos posible, esos cambios se sostienen sobre la molécula básica del metano esquemático que es el hidrocarburo. Pero este boceto sugiere poca cosa en la autentica complejidad del mundo químico de los hidrocarburos, o de las manipulaciones con que el químico orgánico crea sus materiales infinitamente variados. Por ejemplo: de la simple molécula de metano con su átomo simple de carbono, el químico puede trabajar con moléculas 6

de hidrocarburos consistentes en muchos átomos de carbono, dispuestos en anillos o eslabones, con sus cadenas o ramas añadidas y sujetas entre sí con enlaces químicos que no son simplemente átomos de hidrógeno o de cloro, sino también una gran variedad de otros grupos químicos. Con ligeros cambios estructurales varia el carácter total de la substancia; por ejemplo, no sólo lo que se agrega, sino el lugar de inserción o enlace en el átomo de carbono es sumamente importante. Manipulaciones ingeniosas semejantes han producido un conjunto de venenos de poder verdaderamente extraordinario. El DDT (abreviatura del dicloro-difenil-trícloro-etano) fue el primero sintetizado por un químico alemán en 1874, pero sus propiedades como insecticida no fueron descubiertas hasta 1939. Casi inmediatamente el DDT fue aclamado como el medio de liquidar las enfermedades producidas por los insectos y de ganar de la noche a la mañana la guerra de los agricultores contra los destructores de las cosechas. El descubridor, Paul Müller, de Suiza, ganó el Premio Nobel. El DDT es ahora tan universalmente utilizado, que en la mayoría de las opiniones toma el aspecto de familiar e inofensivo. Quizá el mito de la inocuidad del DDT se apoya en el hecho de que una de sus primeras aplicaciones fue durante la guerra, para combatir los piojos de millares de soldados, refugiados y prisioneros. Está ampliamente extendida la creencia, desde que tanta gente entró en contacto íntimamente directo con el DDT sin sufrir inmediatamente sus perjudiciales efectos, que tal producto debe ser de uso inocuo. Este comprensible error parte del hecho de que - al contrari contrario o de otros hidrocarburos cclor lor lorados ados – EL DD DDT T EN FORMA DE POL POLVO VO , no es absorbido rápidamente par 7

la piel. Disuelto en aceite, como está usualmente, el DDT es declaradamente venenoso. Si se traga es absorbido lentamente por el aparato digestivo y también puede ser absorbido por los pulmones. Una vez que ha penetrado en el cuerpo, se almacena largamente en órganos ricos en sustancias grasas (porque el propio DDT es liposoluble), tales como las capsulas suprarrenales, los testículos o glándula tiroides. En cantidades relativamente grandes se deposita en el hígado, en los riñones y en la grasa del grande y protector mesenterio que envuelve los intestinos. Este almacenamiento del DDT empieza por la más pequeña válvula de admisión del producto químico (que se presenta como residuos en la mayoría de los desechos de los alimentos) y continúa hasta que alcanza el más alto nivel. El depósito en las partes grasas actúa como amplificador biológico, de modo que una dosis tan pequeña como la de 1/10 de micrón en el alimento, resulta en almacenamiento de unos 10 ó 15 micrones, lo que representa un aumento de cien veces o más. Estos términos de referencia, tan familiares al químico o al farmacéutico, son extraños para la mayoría de nosotros. Un micrón a millonésima de gramo nos suena como una cosa muy pequeña... y así es. Pero tales sustancias son tan potentes, que una minúscula cantidad puede proporcionarnos enormes cambios en el organismo. En experimentos con los animales han sido encontrados 3 micrones por gramo al extraer un enzima esencial en el musculo cardíaco; sólo 5 micrones han ocasionado la necrosis o desintegración de las células hepáticas; sólo 2.5 micrones de los productos íntimamente emparentados, dieldrín y clordano, han hecho lo mismo.

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Esto, realmente, no es sorprendente. En la alquimia normal del cuerpo humano, existe tal disparidad entre causa y efecto que, por ejemplo, cierta cantidad de yodo, tan pequeña como dos diezmilésimas de gramo, representa la diferencia entre la salud y la enfermedad. Como esas pequeñas cantidades de plaguicidas se mantienen almacenadas y sólo se expulsan lentamente, la amenaza de envenenamiento crónico y cambios degenerativos del hígado y otros órganos es absolutamente real. Los científicos no están de acuerdo sobre la cantidad en que el DDT puede almacenarse en el cuerpo humano. El doctor Arnold Lehman, jefe de los servicios farmacéuticos de la Administración de Alimentos y Drogas, dice que no existe un suelo sobre el cual el DDT no sea absorbido, ni un techo bajo el que cesen la absorción y el almacenamiento. Por otra parte, el doctor Wayland Hayes, del Servicio Público de Sanidad de Estados Unidos, alega que en cada individuo se alcanza un punto de equilibrio y que el exceso de DDT que sobrepase ese punto, es excretado. Para fines prácticos no tiene particular importancia cuál de estos dos hombres este en lo cierto. El almacenamiento en los seres humanos ha sido bien investigado y sabemos que el término medio de la gente esta almacenando potencialmente cantidades peligrosas. De acuerdo con varios estudios, individuos expuestos a esa sustancia en términos no conocidos (aparte del inevitab inevitable le contacto diario ) reúnen un porcentaje de 5.3 micrones a 7.4 micrones; los trabajadores agrícolas 17.1 micrones y los obreros de fábricas de insecticidas ¡NADA MENOS que 649 micrones! Así que la escala de almacenamientos comprobados es amplia y, lo que es incluso más importante en este punto, las cifras mínimas sobrepasan el nivel en el cual empieza el peligro para el hígado y otros órganos o tejidos. 9

Una de las más siniestras car características acterísticas del DD DDT T y sus derivados químicos es la manera con que pasan de un organismo a otro a través de todas las trabazones de la cadena de alimentos. Por ejemplo, los campos de alfalfa se espolvorean con DDT; después se prepara la comida de las gallinas con esa alfalfa; las gallinas ponen huevos que contienen DDT. O el heno, conteniendo residuos de 7 a 8 micrones, sirve de alimento a las vacas. El DDT reaparecerá en la leche en proporción de unos 3 micrones, pero en la mantequilla elaborada con esa leche, la concentración puede llegar a 65 micrones. A través de tal proceso de transferencia, que arranca de una pequeñísima proporción de DDT, puede llegarse a una altísima concentración. Actualmente los agricultores encuentran difícil obtener alimentos incontaminados para sus vacas, porque la Administración de Alimentos y Drogas prohíbe la presencia de residuos insecticidas en la leche embarcada para el comercio exterior. El veneno también puede ser transmitido por la madre a su descendencia. Residuos insecticidas se han hallado en la leche humana en muestras comprobadas por científicos de la Administración de Alimentos y Drogas. Esto significa que el niño alimentado al pecho de la madre recibe pequeñas, pero regulares dosis añadidas a la carga de productos químicos tóxicos recogidos por su cuerpo. Este no es en modo alguno su primer contacto, sin embargo: hay buenas razones para creer que 􀂴éstos comienzan mientras esta en el seno materno. En experimentaciones con animales, los insecticidas de

hidrocarburos clora clorados dos atr atraviesan aviesan libremente la barrera de la placenta, el escudo tr tradicionalmente adicionalmente protector entre el embrión y las sustancias dañinas del cuerpo de la madre. Mientras que las cantidades así

recibidas por los vástagos humanos son normalmente 10

pequeñas, no son, sin embargo, menospreciables, porque el niño es más susceptible al envenenamiento que los adultos. Esta situación significa también que hoy el porcentaje individual de almacenaje empieza casi con toda seguridad can el primer depósito y va aumentando con la creciente carga de productos químicos que el cuerpo recibirá en adelante. El conjunto de estos hechos: Almacenamiento Almacenamiento,, incluso a niveles bajos, subsiguiente acumulación y dolencias del hígado que pueden fácilmente producirse en dietas normales, llevó a los científicos de la Administr Administración ación de Alimentos y Drogas, en fe fecha cha tan tempr temprana ana como 1950, a decir que es “sumamente probable que hay haya a sido subestimado el peligro potencial del DD DDT” T”. No ha existido situación semejante

en la historia de la Medicina. Nadie conoce todavía cuáles pueden ser las últimas consecuencias de la misma. El CLORDANO, otro hidrocarburo clorado, tiene, como todos, los desagradables atributos del DDT más unos cuantos que son de su peculiar propiedad. Sus residuos son largamente persistentes en la tierra, en los restos de alimentos o en las superficies de los cuerpos en que puedan ser aplicados, aunque son también completamente volátiles, y el envenenamiento por inhalación es un peligro definido para cualquiera que los maneje o se exponga a ellos. El cloro utiliza cualquier forma de entrada al cuerpo humano. Atraviesa fácilmente la piel, se respira como vapor y, desde luego, es absorbido por el aparato digestivo si se tragan sus residuos. Como cualquier otro hidrocarburo clorado sus depósitos crecen en el cuerpo en forma acumulativa. Una dieta conteniendo una proporción tan pequeña como 2.5 micrones por gramo, puede en ciertos casos crecer hasta almacenar 75 micrones en la grasa de animales de experimentación.

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Un farmacólogo tan experimentado como el doctor Lehman ha descrito el cloro co como mo «uno de los más tóxicos insecticidas ... Cualquier Cualquiera a que lo manipule puede enven envenenarse” enarse” . Juzgando por el descuido y la

liberalidad con que se utiliza el cloro en las pulverizaciones para el césped de los suburbios, esta advertencia no ha sido tomada al pie de la letra. El hecho de que los arrabales no hayan sido instantáneamente puestos en conmoción tiene poco significado, porque las toxinas pueden dormir largo tiempo en el organismo y hacerse manifiestas meses o años después en un oscuro desorden que hace casi imposible seguir la pista de sus orígenes. Por otra parte, la muerte puede presentarse rápidamente. Una víctima que accidentalmente derramó sobre su piel una solución al 25 por ciento, mostró síntomas de envenenamiento a los 40 minutos y su fallecimiento tuvo efecto antes de que pudiera conseguirse ayuda facultativa. No puede confiarse tampoco en recibir avisos que permitan obtener a tiempo tratamiento adecuado. Los percloruros derivados del cloro se expenden como fórmulas separadas. Aquellos tienen una capacidad especialmente alta para almacenarse en la grasa. Si la alimentación contiene una cantidad tan pequeña como 1/10 micrones, habrá proporciones apreciables del heptacloro en el cuerpo. Éste tiene asimismo la curiosa propiedad de transformarse en otra sustancia químicamente distinta, conocida como HEPT EPTACLORO ACLORO EPÓXIDO. Esto lo efectúa en la tierra y en los tejidos, tanto de plantas como de animales. Pruebas en pájaros han indic...


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