Capitulo 5 Italia - Resúmenes PDF

Title Capitulo 5 Italia - Resúmenes
Author Lorena Viejo
Course Trabajo Social en Perspectiva Comparada
Institution UNED
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CAPÍTULO 5: ITALIA 1. PRESENTACIÓN DE CONTENIDOS El modelo de Bienestar italiano ha pasado por diferentes fases procurando dar respuestas a la demanda social de cada momento. Este modelo se ha caracterizado por aspectos propios que definen a la beneficencia, la asistencia social, la seguridad social, hasta llegar al fin a los derechos constitucionalmente garantizados. El plan Beverage despertó en los años 50 especial interés en Italia, pero el recorrido seguido por las reformas de la postguerra fue directamente respecto alas ideas que venía de Gran Bretaña. El nuevo sistema político democrático no fue acompañado por ningún cambio en las estructuras institucionales y organizativas heredadas por el estado liberal y posterior régimen fascista. Hasta los años 70, con la institucionalización de las regiones, se dio comienzo a todo un proceso de descentralización administrativa que impulsó el intento de construir el sistema de Bienestar redistributivo que hoy conocemos. La Constitución italiana de 1948 reconoce, además de los derechos civiles y políticos también los derechos sociales. Desde entonces el camino para alcanzar los objetivos de igualdad sustancial entre los ciudadanos y de equidad y justicia social ha sido largo y difícil y este proceso aún no está alcanzado del todo. Las repercusiones del proceso de globalización sobre la sociedad italiana y la política comunitaria de Europa desde hace algunos años, ha influido en este proceso. La política social en Europa ha asumido en el último periodo una gran relevancia, y es reconocido expresamente su papel como factor productivo, ya que los fastos en sanidad, formación, protección del os trabajadores, lucha contra la pobreza y la exclusión social, son considerados una inversión en recursos humanos que puede producir efectos económicos positivos. Hacia esta dirección estaba orientado el programa de acción 2000-2005, contenido en la Agenda para la política social 2000, que establece los objetivos de alcanzar la plena ocupación, una mejor calidad en el trabajo y la integración de la vida laboral y familiar. Una fase decisiva en el desarrollo de una Europa Social lo representa la aprobación de la Carta de los Derechos Fundamentales de la UE en el 2000, que ratifica el derecho a la instrucción, al trabajo, a la no discriminación, e insiste sobre el derecho a la protección de los niños, ancianos, personas con discapacidad y la familia, debiéndose garantizar el derecho al acceso a las prestaciones asistenciales, servicios sociales y vivienda, según lo sancionado ya en la Carta europea de 1996. Con este fin se instituyó en julio de 2000 un Comité para la protección social con la tarea de analizar la evolución del a protección social en Europa a largo plazo y de definir objetivos e indicadores para promover la inclusión social. El problema de la pobreza y de la inclusión social ha representado para la Comunidad Europea una prioridad y esto condujo al Parlamento Europeo a tomar la decisión en diciembre del 2000 de dar vida a un programa de acción comunitaria destinado a incentivar a los Estados miembros para combatir la marginación social para el periodo 2002-2006. 2. HISTORIA DEL TRABAJO SOCIAL COMO DISCIPLINA Y COMO PROFESIÓN Nacimiento y Desarrollo del Trabajo Social El concepto “servizio sociale” ya se tradujo del francés en 1931, pero en Italia se comenzó a hablar de Trabajo Social tras la IIGM, en referencia a las primeras escuelas de formación que surgieron en ese periodo y que se hicieron promotoras de la profesión. Con la posguerra, la miseria y la necesidad de reconstrucción del país, la asistencia social se convirtió en un tema político central, pero el sistema asistencial heredado, reglamentado por la Ley Crispi de 1890 y caracterizado por la presencia de numerosas entidades públicas, muchas de las cuales eran producto del

fascismo, se presentaba inadecuado para afrontar el enorme desafío al que tenía que hacer frente el país, especialmente a la luz de los nuevos valores democráticos recogidos en la recién aprobada Constitución republicana de 1948. Es importante tener en cuenta que la profesión recibió un fuerte impulso con la constitucionalización del derecho a la asistencia social, responsabilizando a los poderes públicos para atender las necesidades sociales de sus ciudadanos. Por tanto, el Estado, asume la tarea de garantizar a sus ciudadanos toda una serie de servicios, que deberán ser gestionados por profesionales, entre los cuales se encuentran los trabajadores sociales. Muchos de los padres fundadores de la profesión, vieron en ello una ocasión propicia para el Trabajo Social como motor en la defensa de los derechos de las minorías y en la promoción de un modelo social más justo e igualitario. La estrecha relación entre Trabajo Social y democracia ha sido puesta de manifiesto por la “Sociedad para la Historia del Trabajo Social” (SOSTOSS), la cual ha destacado cómo la profesión es producto del nuevo ordenamiento democrático republicano. Así mismo ha venido a reforzar el objetivo, que el Trabajo Social persigue desde sus inicios: intervenir para favorecer la participación en la vida social de todos los ciudadanos, especialmente de los más vulnerables, contribuyendo a desarrollar la democracia, entendida como “gobierno” para todos. La Inserción de los asistentes sociales en el sistema Sin embargo, la realidad del sistema asistencial italiano de los años 50 y 60 estaba muy lejos de responder a las expectativas tanto de la profesión como del propio ordenamiento republicano. La mayoría de la acción social se encontraba en manos de las entidades asistenciales y de previsión que se limitaban a proveer prestaciones dinerarias e institucionalizaciones en centros, cuyas estructuras burocráticas y prácticas administrativas distaban de responder a los principios y valores del servicio social. A comienzos de los 60 aparecieron los primeros síntomas de una profunda crisis, y se tomó conciencia de que la actividad profesional dispensada no era adecuada para incidir realmente en los problemas sociales. Se dio comienzo a la reflexión y al debate sobre la dimensión política del rol del trabajador social como promotor del cambio en las instituciones y en la promoción de las personas, grupos y comunidad, lo que contribuyó en la formación de nuevas propuestas para modernizar los servicios sociales. Los profundos cambios de los años 70 La superación de este modelo se inicia con la creación de las Regiones en 1970 a través de una serie de decretos-leyes que transfieren a las corporaciones locales toda una serie de competencias, entre ellas, la gestión de los servicios sociales. Por medio de decreto se crea la figura administrativa-territorial del Distrito (sociosanitario), considerado como el ámbito territorial más adecuada, para garantizar una mejor calidad de los servicios y hacer posible una mayor participación ciudadana. El nuevo modelo organizativo de los servicios sociales estará por fin en condiciones para dar una respuesta más acorde con el procedimiento metodológico y el sistema de valores, principios, objetivos y funciones de la profesión. La referencia de una comunidad territorial sustituirá al modelo anterior, basado en la clasificación de los usuarios y no en las peculiaridades de las zonas, lo cual hará posible una intervención más unitaria y global que promueve la acción preventiva dirigida a la comunidad en su totalidad. Esta nueva orientación global y unitaria, influida por las nuevas contribuciones teóricas (perspectiva ecológico-sistémica y cognitivo-humanística), conducirá a la profesión a una nueva reflexión y reelaboración significativa que llevará al reconocimiento de la unidad del método de intervención del servicio social. Si hasta el momento, se había hablado de “métodos”, ahora se llegará a comprender que el método es unitario, no importa la dimensión de la intervención del asistente social (individuo, grupo o comunidad), sino que la diferencia se produce a través del uso de instrumentos y técnicas diferentes.

El Reconocimiento de la profesión Tras el cambio de los años 70, en los 80 sobrevendrán una serie de problemas derivados de la falta de reconocimiento jurídico del Título de formación, lo que conducía a que muchos trabajadores sociales aceptaran puestos que no respondían a las funciones propias de Trabajo Social. Además, en los nuevos equipos multidisciplinares de los servicios sociales, el trabajador social tenía situación de inseguridad, que hizo germinar una verdadera crisis de identidad. Como reacción a la crisis, se produjo una amplia movilización a favor del reconocimiento jurídico del Título, que se produjo en 1987 con el decreto denominado “Valor Habilitante del Diploma de Asistente Social”. Otra etapa importante para el reconocimiento de la profesión fue la aprobación de la Ley 84/1993 sobre “Ordenamiento del a profesión de Trabajo Social e institución de la Orden Profesional” que establece: 1º: El asistente social tiene autonomía técnico profesional en todas las fases de la intervención para la prevención, sostén y rehabilitación de personas, familias, grupos y comunidades en situación de vulnerabilidad y puede desarrollar actividades didáctico-formativas. Lleva a cabo tareas de gestión, organización, programación y puede ejercer actividades de coordinación y dirección de los servicios sociales”. 2º. Para ejercer la profesión de trabajo social es necesario poseer el correspondiente diploma universitario, haber conseguido la habilitación para ejercer mediante el examen especial y estar inscrito en el Colegio Profesional. Posteriormente, en 1996, se creó el Consejo Nacional de los Trabajadores Sociales y en 1998 aprobó su primer Código Deontológico, revisado y actualizado en 2002 y 2009. La formación del Asistente Social En Italia, la formación en Trabajo Social ha estado tradicionalmente en manos privadas, de inclinaciones culturales e ideológicas muy diferentes, y fuera de control estatal hasta 1987. Las Escuelas pueden dividirse en 2 grandes grupos: - Las escuelas de inspiración católica: ONARMO (Obra Nacional para la Asistencia Religiosa y Moral de los Obreros), declaradamente confesional, y ENSISS (Entidad Nacional de Escuelas Italianas de rabajo Social) que, si bien fueron constituidas por la vanguardia católica de la época, tenía un espíritu más laico. - Las escuelas de carácter laico: UNSAS (Unión nacional de Escuelas de Trabajadores Sociales) y CEPAS (Centro de Educación para Trabajadores Sociales), sostenida por la Fundación Olivetti. El hecho de haber sido estructuras privadas desprovistas de reglamentación estatal sobre los planes de estudio permitió a estas escuelas disfrutar de una mayor autonomía y libertad para el diseño de los programas didácticos, haciendo posible la inserción de materias nuevas, como la Investigación Social, Antropología o Psicología, y sobre todo, las prácticas externas efectuadas durante el periodo de estudios. Sin embargo, la tardía incorporación en el mundo universitarios perpetuó la fragilidad formativa durante todo el periodo. Finalmente, completada la reforma universitaria de 1999 y tras el Decreto Ministerial del año 2000, Trabajo Social es ya una titulación universitaria formal más. Gracias a ello, hoy se ofrece el Grado, el Máster y el Doctorado. El Servicio Social como Disciplina Hoy hay un importante desafío para el servicio social: su reconocimiento como disciplina científica, mediante la profundización de su base teórica y la formación de su conocimiento. Este desafío es especialmente importante en Italia debido a que los servicios sociales nacieron en el ámbito del voluntariado, por lo tanto, el fundamento científico no fue considerado importante desde el principio para desarrollar una correcta aplicación de sus técnicas. A diferencia de otros países europeos, en Italia, durante los primeros años del desarrollo de la profesión de trabajado social, fueron impartidas una serie de técnicas sin dar formación alguna sobre las teorías en las

que se basaban. En las décadas siguientes, también en los servicios sociales italianos, se desarrolló un intenso debate sobre si los servicios sociales debían ser considerados como un arte o una ciencia. Las transformaciones del sistema del welfare italiano desde los años 70 del S.XX, y el posicionamiento del trabajador social en servicios locales administrados por el servicios mancomunado local, llevarán la teoría y la práctica profesional a caracterizar la especificidad de los servicios sociales en Italia en un funcionamiento tridimensional: persona/familia, el sistema de servicios y la comunidad, con la necesidad de renovar los conocimientos teóricos al ritmo de los cabios en cada una de estas tres dimensiones. Hoy en día, las profundas transformaciones en la profesión, con el reconocimiento legal y la constitución de un orden profesional, y especialmente la plena inclusión de la formación en el espacio académico, requieren una mayor claridad acerca de la posibilidad de considerar el servicio social como una disciplina científica, con una base teórica identificable. Las más recientes reflexiones resaltan la importancia que los estudios teóricos permiten a los trabajadores sociales para comprender y actuar sobre las cada vez más complejas realidades a las que se enfrentan, tanto en relación con el malestar individual como en el ámbito de los nuevos fenómenos sociales y contextos comunitarios. Por esta razón, se cree que los servicios sociales, frente al debate teórico sobre el conocimiento, y debido a su finalidad operativa y sus objetivos de análisis e intervención, tenga que hacer propias ahora la conducta, ya sea de aquellas elaboraciones teóricas que desarrollan características cognoscitivas de tipo inductivo o bien de la orientación del realismo crítico y del constructivismo. 3. HISTORIA DE LOS SERVICIOS SOCIALES DEL ESTADO DEL BIENESTAR Los años 50 y 60 Para intentar entender toda la transformación que el sistema asistencia italiano atravesó desde la posguerra hasta finales de los 90, es necesario considerar la realidad política, social y económica que aquellos años. Con el nacimiento de una Italia republicana, sostenida por una Constitución democrática, las esperanzas de cambio se extendieron entre los ciudadanos, independientemente de sus orientaciones políticas. Así como era presente la voluntad de una recuperación material y económica, esta voluntad se expresaba en su aspecto moral y cultural, y se abrió la esperanza de construir una sociedad más justa, en la que también la atención al ciudadano se encontraba en condiciones de llevar a cabo realmente la redistribución de la renta en favor de las clases más necesitadas. Esta esperanza se formalizó en la Constitución, ya que en ella se establecieron las bases de un sistema de seguridad social moderno y se reconocieron los derechos del ciudadano: civiles, políticos, y también sociales, entro los cuales se encuentra en primer lugar el de la asistencia social. Se hizo posible gracias a que en la Constitución los derechos sociales fueron agrupados con los derechos civiles y políticos sobre la base de un único fundamento constituido por la supremacía de la persona humana. Esta supremacía establecía un principio de igualdad no meramente formal, por lo que atribuye un rol “activo” al Estado en su deber de garantizar dicho principio a través de la institucionalización de servicios con el objeto de salvaguardar la tutela de los derechos de los ciudadanos. La Constitución reconocía también el principio de la descentralización administrativa en material de beneficencia pública y asistencia sanitaria y hospitalaria. Con este fin remite a las regiones el papel de constituirse en entidades territoriales descentralizadas, con las funciones de legislar y organizar los servicios que garantizan los derechos sociales, correspondiendo a los Ayuntamientos la función de gestión. Sin embargo, este precepto quedó en papel mojado y todo el sistema asistencial anterior permaneció inalterado. De este modo, mientras la recuperación económica obtuvo importantes resultados a lo largo de la década, superando la grave situación de destrucción y pobreza provocada por la guerra, el desarrollo social no siguió la misma velocidad. Tampoco la edificación de un nuevo sistema de protección social tal y como lo garantizaba la propia Constitución.

La asistencia social se garantizó, por medio de las numerosísimas instituciones de beneficencia de todo el país, de las que casi 40mil eran públicas. Esta “asistencia” estaba dirigida a “grupos específicos sociales” (personas con discapacidad, huérfanos, madres solteras, etc.) Los tiempos de grandes reformas y cambios A finales de los 60, se vivió en Italia un periodo de gran agitación social. Fueron tiempos de luchas estudiantiles, huelgas y manifestaciones obreras que en 1969 recibieron el nombre de “otoño caliente”. Esta fuerte agitación social también afectó a la práctica asistencial de la época, siendo objeto de crítica la segregación institucional, la sectorización de las prestaciones y el centralismo burocrático. Fue el inicio de un proceso de transformación cultural, social y política que promovieron un conjunto de importantes reformas. Producto de esta transformación fueron una serie de Leyes aprobadas por el Estado en aras de reconocer más ampliamente los derechos sociales. Salió adelante un conjunto normativo con el firme propósito de reordenar el sistema sanitario y asistencial, concretamente, se sentaron las bases del sistema de bienestar social actual a través del Decreto de 1977 y la Ley 833/1978. Los años 80 y 90 A lo largo de los años 80, el nuevo sistema institucional fue extendido y reforzado. Ante la ausencia de una Ley Estatal Marco, las regiones italianas procedieron a reorganizar en sus propios territorios la asistencia social y sanitaria. Sin embargo, el proceso no fue homogéneo, dando lugar a claras diferencias territoriales entre zonas y territorios, configurándose lo que se ha definido en Italia como macchia di leopardo (manchas de leopardo). La emergencia de nuevas necesidades sociales, de nuevas formas de pobreza, derivada de múltiples factores y no sólo económicos, pudo en evidencia que la capacidad de respuesta del sistema había permanecido demasiado rígido, demasiado estandarizados en sus intervenciones. Por otro lado, el alto costo financiero de la expansión del sistema, junto con una elevadísima deuda pública, determinaron el primer freno al carácter universal del sistema con la introducción, a partir de 1986 de la fórmula del copago por parte de los usuarios, así como el proceso de control de cuentas públicas introducido con el Tratado de Maastricht conducirá a la adopción de mayores medidas de recortes y a la introducción de lógicas empresariales en el ámbito de los servicios sanitarios. Sobre la organización del os servicios sociosanitarios serán introducidas leyes que conferirán a los Ayuntamientos una mayor autonomía y la posibilidad de administrar los servicios sociales no sólo directamente, sino también en concesión a terceros a través de sociedades anónimas con empresa especial. La necesidad de limitar los costes conduce a la llamada “empresalización”. La USL de estructura operativa de los Ayuntamientos, se convierte en Empresa Sanitaria local ASL, con personalidad jurídica pública, dotada de autonomía organizativa, patrimonial, contable, administrativa y técnica. Se introduce la figura del director general, nombrado por la Región, como administrador único, responsable del balance. Esto ha llevado a una mayor separación entre el sistema de los servicios sociales administrados por los Ayuntamientos y el sanitario que depende de la ASL.

El sistema actual de los servicios sociales ORGANIZACIÓN: La historia del desarrollo de los servicios sociales de Italia está marcada por la producción normativa a nivel estatal. Ha sido una producción rica y compleja, pero, a pesar de las iniciativas autónomas de las Regiones y Corporaciones Locales, no ha conseguido la superación de la marcada disparidad entre los diferentes sistemas locales, no sólo respecto a la cantidad y características de las prestaciones, sino también a los criterios de modalidad de acceso para el disfrute de las mismas. A éstas y otras exigencias ha tratado de responder la Ley 328/2000, Ley Marco para la realización de un sistema integrado de intervenciones y servicios sociales, promulgada tras un tr...


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