Cartas sobre la educación estética del hombre PDF

Title Cartas sobre la educación estética del hombre
Course Complementos de Formación para el Aprendizaje y Enseñanza de la Lengua y la Literatura
Institution Universidad de Almería
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Summary

Resumen personal de uno de los libros que ofrece Palazón para resumir. No entregué el resumen, solo lo leí. ...


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La carta sobre la educación estética del hombre, Schiller. Resumen 2019 Carta 1 Resultado de las investigaciones sobre belleza y arte. Basadas en gran parte en principios kantianos (113). “Si se las libera de su forma técnica (a las ideas fundamentales de la parte práctica del sistema kantiano), aparecen como sentencias antiquísimas de la razón común y como hechos de aquel instinto moral que la sabia naturaleza da al hombre como tutor, hasta que un discernimiento claro lo hace mayor de edad.” (113). Esta forma técnica nos revela la verdad al entendimiento, pero la aleja del sentimiento. El filósofo tiene que destruir el sentido interior del objeto para poder apropiarse de él, para poder entenderlo y explicarlo y sistematizarlo pese a que eso nos haga perder parte de su esencia y que el sentido se aleje del objeto. Carta 2 Hay necesidad de elaborar un código para el mundo estético pese a las circunstancias políticas y sociales que parecen más relevantes en su momento. «El arte es hijo de la libertad y solo ha de regirse por la necesidad del espíritu» (117). El autor centra su atención en las artes en vez de en la política porque considera que es a través de las artes y de la belleza como se llega a la libertad y por tanto mediante el arte se podrían resolver las necesidades de la época. Carta 3 El hombre posee « la facultad de transformar la obra de la mera necesidad en obra de su libre elección y de elevar la necesidad física a necesidad moral» (121). El autor entiende que el Estado nació antes incluso de que el hombre pudiese elegirlo libremente porque aún no se reconocía plenamente como hombre y por tanto el Estado había nacido como simple curso natural. Este hombre que en cierta manera podría decirse que ha nacido ya en su madurez puede intentar transformar estos Estados naturales en Estados morales, pero esto será difícil puesto que estos se fundamentan en una idea y no en la realidad física. Carta 4 Para que un estado de carácter moral funciona la mayoría de su población debe regirse como individuos morales en los que sus impulsos coincidan con su razón. Pero aun así cada individuo posee una voluntad de juicio. El Estado debe tratar de unir la diversidad de los sujetos que tienen cabida en él. Carta 5 Nuestra sociedad niega a la naturaleza la palabra para cedérsela a un juicio moral materialista. La sociedad se divide en dos corrientes, la de las clases bajas que ceden hacia su naturaleza, pero hacia la parte impulsiva y frenética y las clases altas que se desentienden de los problemas y se convierten en seres abyectos. Carta 6

Los griegos fueron el ejemplo perfecto de sociedad en la época clásica. Ellos cultivaron el arte y la filosofía sin convertirse en sus víctimas. Además, en su época, el mundo sensible y la razón no estaban tan estrictamente delimitados. La filosofía y la poesía que hoy son tan opuestas podían intercambiar sus funciones porque en el fondo ambas representaban a la verdad. Esto se debe a que para ellos la razón iba acompañada de la materia. Schiller explica que a los griegos los formó «La naturaleza que todo lo une» mientras que la sociedad actual fue formada por «el entendimiento, que todo lo divide» (145). La sociedad actual se ha fragmentado y cada individuo ya no es un ende completo sino una unión de muchas partes. Uniones naturales como placer-trabajo o esfuerzorecompensa fueron divididas y el hombre funciono como fragmento que solo representaba su oficio o ciencia en vez de su humanidad. Esta fragmentación impuesta a los individuos causa que posean «corazones rígidos» porque su imaginación es incapaz de absorber los sentimientos como un todo que es cuando cobran sentido, es por esto, que muchos individuos son incapaces de trasladar su imaginación a otras formas de representación. Schiller, sin embargo, reconoce que al centrar todo nuestro esfuerzo en el desarrollo de una de nuestras facultades la perfeccionamos más de lo que sería posible abarcando el todo. El problema es que esta fijación que consigue que nuestra sociedad progrese eficientemente crea individuos infelices. Debemos ser capaces de «restablecer nuestra naturaleza humana mediante otra cultura más elevada» (159). Carta 7 Este cambio no podemos esperarlo por parte del Estado. Carta 8 La filosofía debe seguir luchando por mejorar la situación, pero debe centrar sus esfuerzos en la educación de lo sensible pues nos guiara hacia una inteligencia más perfecta. Carta 9 Habrá que buscar un instrumento que el Estado no nos proporciona, que es el arte. El artista se verá marcado por las circunstancias de la época a la que pertenece, pero ha de ser capaz de arrancarlo de esta época y acercarlo a los ideales que son atemporales. Si el arte llega a la verdad y la belleza quienes lo contemplen, sufrirán su efecto. Carta 10 De nuestra propia experiencia somos capaces de extraer que cuando alguien se inclina hacia un gusto elevado y puro, aun sin darse cuenta se contagia de él y afecta a sus acciones de forma positiva. El caso contrario también ocurre para quien se recrea en un gusto por lo esperpéntico. El problema que puede surgir es que el arte sea usado para fines desdeñables y es que el gusto es principalmente movido por la forma y no el contenido. Cuando, bajo Pericles y Alejandro, llegó la edad de oro de las artes y el imperio del buen gusto se difundió por doquier, uno ya deja de hallar en Grecia vigor y libertad; la elocuencia falsificaba la

verdad como tanto criticaba Socrates. El arte se desarrolló en su máxima extensión en civilizaciones como la romana, árabe o italiana cuando estos ya habían perdido gran parte de su poder militar y en muchas ocasiones veían como tenían que someterse a otros estados. El concepto racional de belleza no debe ser buscado en la experiencia sino debe buscarse en la abstracción para que luego sea inferido por la razón. Debemos mostrar y entender la belleza como condición necesaria de la humanidad y para esto es necesario entender lo que es la humanidad buscando entenderla como un abstrayendo los fragmentos individuales que encontramos en la sociedad. Carta 11 La abstracción en su máximo alcance nos permite diferenciar en el hombre su estado y su persona. La persona siempre será estética mientras que el estado será mutable. La persona, puesto que no es mudable, solo puede fundamentarse sobre sí misma y tiene un carácter absoluto que representa la libertad al no ser condicionada por factores externos. El estado, por el contrario, es susceptible a las condiciones externas del individuo y por tanto se supedita al devenir que se fundamenta en el tiempo. Su personalidad por sí misma no es mas que forma vacía. Por otro lado, su sensibilidad, sin las actividades del espíritu no es más que materia El hombre esta sometido a dos exigencias opuestas. La de la realidad absoluta que consiste en transformar en mundo todo lo que sea forma y la absoluta formalidad que consiste en eliminar lo que es únicamente mundo. Es decir, debe exteriorizar todo lo interno y dar forma a todo lo externo. Carta 12 Estas dos exigencias nos llevan a buscar un objetivo, por lo que las llamaremos impulsos. El primero de estos impulsos es el llamado “sensible” que sitúa en el tiempo al hombre como materia, entendida como variación o realidad que llena el tiempo. Este impulso encadena al espíritu en el mundo de los sentidos para anclarlo al presente. El segundo impuso que causan estas exigencias es el “formal” que busca afirmar la persona entre todos los estados mudables. El impulso sensible proporciona caos mientras que el formal proporcionar leyes que regirán nuestras actitudes. El sentimiento obra para cada situación durante un instante, pero el impulso moral marca lo que debe ser y por tanto es universal. Carta 13 Aunque estos dos conceptos parezcan opuestos son los que rigen el principio de humanidad. El motivo por el que estos impulsos no chocan es que cada uno opera en un plano del ser humano (el sensible en el estado y el formal en la persona). Para mediar entre ellos es necesaria la cultura, que cumple el papel de educar el sentimiento y la razón. Ambos impulsos deben coexistir alimentándose y marcando los límites mutuamente. Carta 14

Solo cuando ambos impulsos están en armonía el hombre comprenderá plenamente su humanidad podrá entender los objetos como representación de lo infinito. Es en estas ocasiones cuando despierta un nuevo impulso que llamara “lúdico” que se opone a los dos anteriores. Este impulso es capaz de unir los dos anteriores y hace posible que simultáneamente las sensaciones armonicen con la razón y las leyes de la razón se reconcilien con el interés de los sentidos. De esta forma conseguiríamos el cometido del que habla unas cartas atrás de aunar perfección y felicidad en un mismo individuo. Carta 15 En esta carta Schiller pasa a explicar que el objeto del impulso sensible es la vida mientras que el del impulso formal es la forma y el objeto del impulso lúdico es la forma viviente, lo que comúnmente llamamos belleza. De esta forma consideraremos que algo es bello cuando su forma tenga cavidad en nuestra sensibilidad y su vida adquiera forma en nuestro entendimiento. Algo bello no puede ser solo vida, porque solo seria bello por un momento y tampoco la forma porque no puede alejarse de la experiencia. Schiller ha llamado al impulso capaz de crear esta belleza, lúdico porque no solo se aceptan las ideas que conlleva de forma seria, sino que se desfrutan. Afirma que el hombre debe jugar y debe hacerlo con la belleza ya que solo cuando juega (con la belleza) es plenamente hombre. Carta 16 Puesto que la belleza surge de aunar dos impulsos contrarios podemos decir que dentro de ella existe a la vez una belleza relajante y una energética. El objetivo de la belleza relajante es calmar el ánimo, pero por si sola puede llegar a acallar los sentimientos, por el contrario, la belleza energética lleva a exaltar el alma y sin ser contrarrestada puede llevar a arrebatos de pasión. De nuevo vemos que la perfección, la belleza ideal, se encuentra en la unión de dos opuestos. Carta 17 En las anteriores cartas se había estado hablando de una belleza que derivaba del concepto puro de humanidad, pero ahora regresamos a la situación del hombre real en el que no suele reinar la armonía sino que se balancea ya sea hacia el exceso de relajación o al de exaltación. Aquí se usará la belleza para llegar a la armonía propiciando que se aumente el impulso en el que muestran carencias. La belleza en el mundo real no se percibirá como el modelo puro (puesto que no surge de una humanidad pura) sino que se mostrará particular y en cierta medida doblegada por quien la intuye. Carta 18 De todo lo anterior se deduce que debe haber un estado intermedio entre la materia y la forma y entre la acción y la contemplación y que a ese estadio intermedio somos capaces de llegar mediante la belleza. Durante siglos los filósofos y artistas han intentado entender como se propicia la unión de los estados opuestos que son sensibilidad y pensamiento ya que la experiencia nos muestra que se juntan en la belleza, pero la razón nos dice que son opuestos. Carta 19

En el hombre pueden distinguirse dos disposiciones y estados: el activo y el pasivo. Antes de ser capaces de percibir mediante nuestros sentidos existe un mundo infinito de posibilidades, pero en el momento en que empezamos a percibir esas posibilidades se materializan en una sola realidad, por tanto, el infinito recibe contenido pero también finitud. Por tanto, solo mediante límites llegamos a la realidad. Cundo afirmamos que la belleza conduce el sentimiento al conocimiento no afirmamos que rellena todo el infinito que hay en medio, sino que da libertad a las potencias intelectuales para que actúen como medio para llegar al pensamiento. Dentro de nuestro ánimo existen razones para la actividad y para la inactividad y aunque son dos estímulos opuestos ambos conviven en nuestro ser y es la voluntad la encargada de favorecer uno u otro pues es quien domina nuestra libertad interior. Carta 20 La libertad es otorgada por la naturaleza y por tanto imposible de quitar por manos humanas, pero lo cierto es que solo se manifiesta cuando el hombre está completo y ha desarrollado sus dos impulsos naturales. El individuo adquiere primero su impulso sensible, pero solo cuando desarrolla su racionalidad y ambos se complementan adquiere su humanidad y, por tanto, libertad. El problema es que el hombre no puede pasar directamente de la sensación al pensamiento, sino que debe volver a un estado anterior eliminando la determinación del sentimiento, como cuando aún estaba indeterminado por nunca haber sentido, para después avanzar guiado por la moralidad. Esto so significa que debamos eliminar la realidad de los sentidos, simplemente no permitir que nos determinen, al igual que tampoco podemos permitir que la razón nos determine, ambos deben existir y a la vez negarse a si mismos. De esta forma es como llegamos a una determinación real y activa que nos permite llegar a un nuevo estado, el de la estética. Carta 21 En el estado estético, el hombre no tiene ninguna determinación particular, y entrar en este estado no nos aporta conocimiento, carácter o inteligencia, sino que posibilita al hombre, por naturaleza, a hacer lo que quiera. El hombre se convierte en una especie de libro en blanco al que se le otorga la libertad de ser lo que debe ser. Se puede decir que el hombre renace por medio de la belleza que nos devuelve a este estado de libertad que teníamos antes de concretarnos con los sentidos en una sola realidad. Carta 22 Puesto que en este estado el hombre es capaz de comprender la humanidad, también debe tener la habilidad de comprender cada una de sus manifestaciones. Mientras que como decíamos al principio centrar nuestro conocimiento en un solo ámbito nos permitía perfeccionarlo, pero a la vez nos limitaba, en este estado podemos entender sin limitaciones. Un gran artista ha de ser capaz de superar las limitaciones del genero en el que se expresa y de la materia que utiliza para ello. «La música, en su nobleza suprema, ha de llegar a ser Forma, y conmovernos con la serena fuerza de la antigüedad; las artes plásticas, en su máxima perfección, han de

llegar a ser música, y conmovernos con su presencia inmediata y sensible; la poesía, en su desarrollo más perfecto, ha de captar poderosamente nuestro ánimo, como la música, pero al mismo tiempo, como la plástica, ha de envolvernos con una serena claridad» (299). Con todo esto se quiere expresar que la forma ha de primar sobre la materia ya que por muy trivial que resulte el contenido ha de ser tratado con toda la belleza de la estética. Carta 23 Sabemos que existen leyes racionales y naturales sobre lo que se debe hacer y como se debe hacer, pero la cultura estética será la que impere donde ni la naturaleza ni la racionalidad sean capaces de imponerse al libre albedrio. La cultura estética no se opone a ese albedrío, sino que se adhiere a él. Antes quienes se preguntan si no se puede llegar a la moralidad sin pasar por el estado estético, contesta Schiller que no, ya que so se puede pasar del estado sensible a una moralidad capaz de reinar en todos los supuestos sin llegar a la libertad. Carta 24 Hay por tanto tres grados de desarrollos posibles de desarrollo en la vida del hombre. «El ser humano, en su estado físico, soporta pura y simplemente el poder de la naturaleza; se libra de este poder en el estado estético, y lo domina en el estado moral. En el estado físico el hombre solo es capaz de interactuar con los objetos que le presenta la Naturaleza viéndolos como un botín del que debe adueñarse o como objetos sin más que se acumulan sin valor y causan hartazgo. En los dos casos solo hay una relación inmediata con el mundo. De este estado quedan rastros hasta en los hombres más cultos dominados por la razón, al igual que hasta en el más bajo de los hombres encontramos vestigios de razón. En el hombre siempre se encuentran los principios más altos y más bajos y hay que saber compensarlos y mediante a la cultura conservarlos en su forma más pura. La razón comienza a mostrarse también en el estado físico, pero solo le infunde miedo y cuidado, por lo que solo causa infelicidad al ser humano. Cuando el hombre es incapaz de comprender lo que le muestra la naturaleza lo califica de infundado y aun cuando la moral trata de interceder en ese estado es solo para dar ordenes y por tanto se considera ajena a nosotros mismos, pues lo que consideramos propio es el egoísmo. Es por esto por lo que debemos pasar primero al estado estético para poder llegar después la moral. Carta 25 En el estado físico el hombre no reconoce el mundo como ajeno a él y no es capaz de pararse a contemplarlo. Solo en su estado estético deja de ser uno con él mundo y deja de ver la naturaleza como poder para pasar a ser objeto sobre el que puede reflexionar. Pero para conseguir este avance ha de pasar por la belleza y el estado estético en el que somos capaces de al mismo tiempo sentir y comprender la forma de una obra. Esta obra nos llevará al mundo de las ideas y posteriormente a la libertad moral. Carta 26

La naturaleza nos ha dotado de los sentidos de la vista y el oído para ser capaces de apreciar la apariencia que nos conduce hacia el conocimiento de lo real. Con ellos somos capaces de entender más que imágenes y sonidos y a disfrutar de lo hermoso y más importante nos confieren capacidad creadora estética. Esta apariencia estética que el hombre cree tiene que ser leal y autónoma, no puede pertenecer. Schiller hace hincapié en diferenciar la belleza pura de la artificiosa pues hay quien trata de utilizar las apariencias para mostrar algo falso. La belleza pura contiene verdad en ella mientras que la segunda se utiliza para camuflar un engaño. Para diferenciar estas ideas de belleza es esencial que nos preguntemos cuál es su fin. Carta 27 En todos los animales hay una cierta libertad, pero es una libertad guiada por la necesidad. Una vez que el hombre pasa esa fase comienza a ver belleza en objetos exuberantes cargados de materia y no de forma, que tan solo lo exaltan. Es ya en el siguiente estadio cuando comienza a buscar la belleza en la calma y o habitual. El hombre comienza a adornarse a si mismo en el exterior y finalmente buscará adornar su interior. Schiller compara este paso con el del deseo al amor. Finalmente regresa a la política y afirma que la mejor forma de estado es el estado estético puesto que cumple la voluntad de la nación respetando la naturaleza de los individuos....


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