Del putting-out system al factory system PDF

Title Del putting-out system al factory system
Author TAYISIYA DOLOSHYTSKA
Course Historia de la Empresa
Institution Universitat Pompeu Fabra
Pages 2
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Summary

Lectura Seminari...


Description

El ascenso de la fábrica Los historiadores económicos habitualmente atribuyen el crecimiento de la fábrica a la superioridad tecnológica de la maquinaria a gran escala, que requiere la concentración del esfuerzo productivo alrededor de fuentes de energía de nueva utilización – agua y vapor. Las primeras fábricas, según T.S Ashton, surgieron a principios del siglo XVIII cuando “por razones tecnológicas, se juntaron a pequeños grupos de hombres en talleres y pequeños molinos agua.” […] No obstante, según la perspectiva convencional, las ventajas de la disciplina y la supervisión siguieron siendo consideradas secundarias para explicar el éxito del sistema fabril, o, al menos, la motivación que había tras él. Mantoux, al tiempo que advierte las ventajas organizativas de la fábrica, concluye que “el sistema fabril […] era el resultado necesario del uso de maquinaria.” De forma similar, a pesar de que identifica la disciplina como la esencia de la fábrica, Landes atribuye su éxito a razones tecnológicas: “el triunfo de la manufactura concentrada sobre la dispersa fue, de hecho, posible gracias a las ventajas económicas del equipamiento movido con energía inanimada. La fábrica tenía que vencer a la industria del campo en el mercado, y no era una victoria fácil.” Aquí se presentará la postura de que la concentración de los trabajadores en fábricas era el resultado natural del sistema del putting-out system (un resultado, si se quiere, de sus contradicciones internas) cuyo éxito tiene poco o nada que ver con la superioridad tecnológica de la maquinaria a gran escala. La clave del éxito de la fábrica, así como su de inspiración, fue la sustitución de los trabajadores por los capitalistas como grupo que controlaba el proceso productivo; la disciplina y la supervisión podían y, de hecho lo hicieron, reducir los costes sin ser tecnológicamente superiores. […] Nada de esto pretende negar la importancia de los cambios tecnológicos que tuvieron lugar desde el siglo XVIII. Pero estos cambios no fueron causas independientes de la fábrica. Al contrario, la forma concreta que adoptó el cambio tecnológico estuvo condicionada y determinada por la organización fabril. […] La indisciplina de las clases trabajadores, o más claramente, su pereza, fue ampliamente percibida por los observadores del siglo XVIII. […] La indisciplina, en otras palabras, implicaba que, a medida que los salarios subían, los trabajadores elegían trabajar menos. En un lenguaje más neutral, la pereza era simplemente una preferencia por el ocio. Así, el éxito real del capitalismo preindustrial contenía dentro de sí la semilla de su propia transformación. A medida que se expandieron el comercio interno y el comercio de exportaciones de Gran Bretaña, los salarios subieron y los trabajadores insistieron en tomar una porción de sus ganancias en forma de más ocio. Por muy sensata que esta respuesta pudiera haber sido desde su propio punto de vista, no era una forma en que las empresas capitalistas pudieran avanzar. Los capitalistas tampoco aceptaron dócilmente el funcionamiento de la mano invisible. […] La salvación de los capitalistas residía en tomar inmediatamente el control de las proporciones de trabajo y ocio. Los intereses de los capitalistas requerían que la elección de los trabajadores fuera o bien trabajar o bien no trabajar nada – la única opción que tendrían en factory system. En gran medida, la supervisión y la disciplina significaban lo mismo en la fábrica. Bajo el ojo atento del capataz, el trabajador ya no era libre para regular su ritmo según sus propios estándares. [… ]Es importante enfatizar que la disciplina y la supervisión que la fábrica permitía no tenía nada que ver con la eficiencia, al menos en el sentido que los economistas utilizan el término. Disciplinar la fuerza de trabajo significaba un mayor output a cambio de un mayor input de trabajo, no más output con el mismo input. Stephen Marglin, “What Do Bosses Do?” The Origins and Functions of Hierarchy in Capitalist Production”, in Victor D., Lippit, Radical Political Economy. Explorations in Alternative Economic Analysis.

El ascenso del factory system Los historiadores y los economistas han buscado durante mucho tiempo las causas y los efectos de la transición al factory system como forma predominante de organización de la producción. […] El debate sobre esta cuestión ha llevado a los economistas a distinguir entre las características técnicas y organizativas de la fábrica, y a separar los problemas del incremento de la eficiencia y el del aumento de la rentabilidad. [...] Las ganancias del factory system y las causas de su éxito se debieron, según Marglin, no a la maquinaria de gran escala, sino a un mejor control por parte de los capitalistas de su proceso de producción. En el centro de esta explicación estaba el control del poder por parte de los capitalistas, por delante la organización del trabajo y la producción. La organización manufacturera ha sido analizada en general en términos de escala de producción. Y en ese sentido ha habido muchos argumentos a favor de la idea de que cuanto más grande mejor. Una mayor escala se ha asociado con una mayor eficiencia, costes relativos más bajos, y una mayor capacidad para desarrollar y emplear tecnología. Las empresas con una mayor escala se han asociado con la emergencia de formas jerárquicas de organización, mayor división del trabajo y una división entre trabajadores cualificados y trabajadores no cualificados. Las empresas más grandes también estaban más dispuestas a la difusión de la mecanización y al uso de tecnología que empleara energía inanimada. Según la opinión de Landes, las fábricas y las máquinas avanzaron de la mano. […] Las empresas más grandes, además, podían suministrar bienes de precio bajo, y en un mercado de masas con elasticidades altas de la demanda, las diferencias de precios eran importantes. La gran innovación técnica, la máquina, tenía una lógica interna que iba en la dirección de la uniformidad y la estandarización. Por tanto, la producción a gran escala, que implicaba la máquina y la fábrica, parece históricamente inevitable. Las economías de escala atribuibles a las indivisibilidades asociadas con el uso de ciertos tipos de maquinaria eran mayores que aquellos debidos a la división de las tareas realizadas de forma manual. Después están todas las economías de la producción a gran escala identificadas por Alfred Marshall: las habilidades, la maquinaria y el ahorro de materiales. La gran empresa puede obtener ahorros de la compra y la venta altamente organizadas. Puede permitirse no tan sólo maquinaria altamente especializada, sino también habilidades altamente especializadas. Puede obtener economías de empresariado, confiando al empresario el análisis y la planificación de la producción. Según la visión de Marshall, el pequeño productor 'debe dedicar mucho de su tiempo en aquello que está por debajo de él; si quiere tener éxito, su mente tiene que ser en algunos aspectos de una alta calidad, debe tener mucha capacidad de iniciativa y organización; y además tiene que hacer mucho trabajo rutinario'. Estas explicaciones relacionando la innovación organizativa del factory system con las innovaciones tecnológicas han culminado en lo que se ha llamado la tesis chandleriana del control a la organización a gran escala, 'la lógica de la empresa gerencial’. Maxine Berg, The Age of Manufactures. Industry, innovation and work in Britain, Routledge...


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