El gobierno de las emociones PDF

Title El gobierno de las emociones
Course Derecho Sociedad y Estado
Institution Universidad Panamericana México
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El gobierno de las emociones Victoria Camps

Profesor: Lic. Alejandro Bernal Rubalcava Ana Isabel Sánchez Herrera Derecho, Sociedad y Estado ID: 0233022 16/10/2020

Introducción El libro comienza con una introducción sobre lo que son las emociones, o más bien, lo que entendemos por ellas, y como estas son obra de lo social, significando que no somos solo seres racionales, sino sociales. Estas emociones nos pueden llevar a actuar o no actuar, a decir o no decir; en esta introducción, se habla de la premisa de que no hay razón práctica sin sentimientos, dicha premisa nos lleva a entender este conducto del obrar mediante los sentimientos, explicando la importancia de ellos en todas las áreas, gobierno, política, derecho, y todo lo relacionado con las interacciones humanas. Como decía Aristóteles, lo que se comprende por ética es la formación del carácter de la persona, y si nos metemos más, este carácter puede ser incluso del gobierno, para crear leyes razonables y justas, y, asimismo, que estas leyes se aplicaran correctamente, siendo seguidas por la sociedad, y, una persona con carácter o sensibilidad moral reacciona afectivamente ante las inmoralidades y la vulneración de las reglas morales básicas. Son las emociones o los sentimientos las que marcan y proporcionan la base necesaria al conocimiento del bien y del mal para que el ser humano se movilice y actúe en consecuencia con ello. La raíz de la moral es la simpatía o la empatía con los sentimientos ajenos, y actuando mediante los propios, es posible crear esta conexión entre personas, se crean nuevas mentalidades a través de este cambio de pensamientos, y estas nuevas mentalidades van conforme a las emociones de una persona y de toda una sociedad.

Desarrollo La autora se propone analizar cuál es el lugar de las emociones en la ética. Nos adelanta como premisa que las emociones son los móviles de la acción, pero también pueden paralizarla. Por lo tanto, el gobierno de las emociones será el cometido de la ética. Estas páginas analizan la vinculación estrecha que debe darse entre razón y emoción; Son las emociones o los sentimientos las que proporcionan la base necesaria al conocimiento del bien y del mal para que el ser humano se movilice y actúe en consecuencia con ello. La raíz de la moral es la simpatía o la empatía con los sentimientos ajenos. Lo evitable es lo que debe provocar en el ser humano sentimientos de ofensa, de rabia, de vergüenza o de desesperación. Reaccionamos con enojo o frustración cuando nuestro sentido de justicia es atacado u ofendido, pues para responder razonablemente -ante una tragedia insoportable- uno debe sentirse afectado, y lo opuesto a lo emocional no es lo racional, sino más bien la incapacidad de sentirse afectado, habitualmente un fenómeno patológico, por ejemplo -la no muy sonada o conocida- alextimia (o síndrome de Dexter)- la cual es la total incapacidad de sentir emociones propias de cada quién, o en casos más conocidos, las personas que cuentan con un perfil completo de trastorno psicopático. Todas las ciencias sociales parten del supuesto, a veces exagerado, de que somos seres emotivos y no racionales. Se ha pasado del reduccionismo racionalista al reduccionismo emocional. La consigna –nos dice Victoria Camps- viene a ser: “puesto que las emociones son tan importantes, no las toquemos, dejemos que se expandan y que se manifiesten en su

pureza. ¡Vivan las emociones!”.1 Y esta importancia de dejar a las emociones tomar su parte en nuestra toma de decisiones y en nuestra vida en general, nos permite tener un alcance más racional a la hora de actuar. Las emociones y la razón han de ir de la mano en el razonamiento práctico: las emociones por sí solas no razonan, las razones contribuyen a modificarlas y reconducirlas, entendiendo esto como el equilibrio y la evidente relación que hay entre ambos elementos, pues comúnmente se llega a pensar que lo más importante. El ser humano debe aprender a admirar lo admirar lo admirable y a rechazar lo que no lo es, para lo cual debe tener razones que le indiquen qué es digno de admiración y qué no es admirable bajo ningún aspecto. Ha de aprender a sentirse afectado por los objetos nobles y valiosos, por los comportamientos íntegros y justos, esta información aprendida sobre las emociones nos permite pensar, nos lleva al razonamiento. La autora se propone analizar cuál es el lugar de las emociones en la ética. Nos adelanta como premisa que las emociones son los móviles de la acción, pero también pueden paralizarla. Por lo tanto, el gobierno de las emociones será el cometido de la ética. En el encauzamiento de las emociones tiene una parte importante la facultad racional, pero no para eliminar el afecto, sino para darle el sentido que conviene más a la vida, tanto individual como colectiva. Se trata, en definitiva, en conseguir que el bien y los deseos coincidan hasta el punto de que no haya diferencias entre ambos. Siendo así, que una emoción es buena si va dirigida o corresponde a algo bueno o relacionado con el desarrollo o progreso humano. Este

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https://moodle.up.edu.mx/pluginfile.php/2147770/mod_resource/content/2/victoria-camps-el-gobierno-delas-emociones.pdf

desarrollo del humano, tanto a nivel personal como grupal, significa la transformación de ideas y mentalidades, indicando un progreso que marca las pautas sobre lo bueno y lo malo. Es de importancia moral tener emociones apropiadas en el grado apropiado y en las situaciones apropiadas. Las emociones adquieren significado por la conciencia que el sujeto tiene de las mismas y que irradia en su forma de ver y valorar el mundo. Si las emociones producen una modificación del mundo aprehendido por la conciencia y, al mismo tiempo, nos hacen cautivos de esa nueva magia creada por nosotros mismos, la reflexión puede liberarnos del cautiverio, enseñarnos a tomar como nuestro el mundo de modo inteligente. Ese es, en gran parte el cometido de la ética. La confianza No es un estado de ánimo que pueda buscarse ni perseguirse directamente. Las estrategias por las que una persona se gana la confianza de los demás son variadas, pero todas ellas tienen un común denominador: el cumplimiento de las expectativas puestas en uno o, dicho de otra forma, el sentido de la responsabilidad. Existen distintas virtudes necesarias para así no defraudar, por ejemplo, dos de ellas son sin duda la coherencia y la integridad. Otra virtud necesaria para no defraudar es la sinceridad. Victoria Camps selecciona la autoestima para hablar de las emociones porque, en primer, lugar considera que ésta es la síntesis de todas las emociones, es la expresión de equilibrio de todas las emociones adecuadas. De igual forma, aunque nos dice que de la autoestima no se ha hablado mucho a lo largo de la filosofía, autores distintos y varios se han referido a conceptos parecidos al de la autoestima. Como Aristóteles de la magnanimidad, Spinoza del contento de sí, Hume, del orgullo, etc.

Camps habla sobre la autoestima, considerando que una persona que tiene autoestima es quien se siente a gusto consigo mismo y por ser como es. La identidad individual hay que forjarla y no dejar que se confunda con una identidad colectiva. La autoestima está relacionada con la construcción de una identidad propia. Victoria trae a reflexión y debate en este apartado como el pensamiento masculino ha centrado la ética en el valor de la ley y de la justicia. Desde el feminismo se ha puesto de relieve el valor del cuidado, complementario a la justicia, y que procede de sentimientos como la compasión, la solidaridad o incluso la responsabilidad. Para Victoria Camps, hay dos aspectos importantes en el concepto de autoestima, uno político y otro estrictamente moral, pues no toda forma de autoestima es moralmente correcta. Hoy en día, tiende a confundirse la autoestima con el mero éxito o el triunfo, aún a costa de los demás. La persona tiene que ser capaz de adquirir una manera de ser, un carácter, que hemos de poder calificar como carácter moral. Por lo tanto, desde el punto de vista moral, no solo hay que plantearse cómo garantizar las condiciones básicas para la autoestima sino también cómo conseguir que las personas cultiven una autoestima moralmente aceptable, lo que nos lleva a plantearnos de nuevo el tema de la motivación moral y la formación del carácter. La principal industria del hombre es inventarse a sí mismo. Y es esa voluntad de elegir por uno mismo la auténtica libertad moral a la que llamamos “autonomía”. Hay que tener el valor de elegir para ser verdaderamente autónomo. Educar las emociones tiene que ver con la responsabilidad consigo mismo y con hacernos responsables de nuestras acciones. Victoria Camps sostiene que para analizar las emociones hay que poner de manifiesto dos características importantes de las mismas: En

primer lugar, el aspecto de ambivalencia que presenta cualquier emoción, ninguna es de por sí buena o mala, pueden ser ambas cosas. Incluso, la autora nos propone hablar no de emociones buenas o malas, sino de emociones adecuadas o inadecuadas; Adecuadas para conseguir los objetivos que la ética se propone, como la justicia, que los derechos humanos sean garantizados, la felicidad, el desarrollo progresivo de la humanidad; se trata de desarrollar emociones adecuadas para conseguir que esos fines se cumplan. Por lo tanto, las emociones serán inadecuadas si entorpecen el cumplimiento de esos fines éticos.

Para la autora, esta característica es relevante, puesto que su aceptación es la que nos permite mantener que las emociones son gobernables. La segunda característica pone de manifiesto que las emociones reflejan lo más débil y vulnerable del ser humano. Se han llamado pasiones porque se trata de algo que padecemos, es algo que el ser humano sufre, que en principio no controla pero que puede llegar a hacerlo cuando toma conciencia de estas. Victoria Camps se ha guiado por los filósofos que nos enseñaron que el deber ser o el ideal no se sustentan solo en razonamientos intelectuales, sino en afectos y emociones. Solo desde esta perspectiva, concluye, la ley moral se muestra como algo digno de ser admirado y las inmoralidades y las bajezas como algo indeseable.

Conclusión Hemos visto a lo largo de este trabajo que Victoria Camps defiende que la ética no puede prescindir de la parte emotiva del ser humano porque su tarea principal es, precisamente, poner orden y dotar de sentido a lo que nos afecta, con la finalidad de vivir y convivir mejor, para conseguir una sociedad con seres autónomos desde el punto de vista moral. A lo largo de estas páginas, Victoria Camps se ha guiado por los filósofos que nos enseñaron que el deber ser o el ideal no se sustentan solo en razonamientos intelectuales, sino en afectos y emociones. Solo desde esta perspectiva, concluye, la ley moral se muestra como algo digno de ser admirado y las inmoralidades y las vilezas como algo indeseable. Escoger es parte de la libertad humana. Lo menciona la autora para esclarecer una vez más la importancia que tiene en el gobierno de las emociones saber que las pasiones tristes no nos convienen pero que es posible luchar contra ellas y superarlas. Los sentimientos son educables, pero tenemos que buscar el clima propicio para ello, y no abandonar la tarea de la ética. Si bien es cierto que se puede vehicular el aprender a vivir, no es menos cierta la afirmación de que es una tarea de cada uno consigo mismo, de conocerse a uno mismo y de la voluntad de querer llevar a cabo un proyecto de vida digno, virtuoso. Asimismo, Camps lleva a cabo un estudio de las emociones para descubrirnos que los afectos no son contrarios a la racionalidad, sino que, por el contrario, sólo desde ellos se explica la motivación para actuar racionalmente. Sólo un conocimiento que armonice razón y sentimiento incita a asumir responsabilidades morales.

Bibliografía •

https://libroayudate.files.wordpress.com/2015/07/victoria-camps-elgobierno-de-las-emociones.pdf...


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