Ensayo el crisantemo y la espada PDF

Title Ensayo el crisantemo y la espada
Author maurer
Course Antropología cultural
Institution Universidad de Burgos
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Ensayo sobre el libro de Ruth Benedict "El crisantemo y la espada"...


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Ensayo sobre

“El crisantemo y la espada” Adrián Maurer 22/12/2020 Asignatura de Antropología Profesor: Ignacio Fernández de Mata 2º curso de Comunicación Audiovisual en la Universidad de Burgos

Contexto de la autora Ruth Benedict, de soltera Ruth Fulton, nació en Nueva York el 5 de junio de 1887. Se dedicó a la escritura a la par que la antropología. Es famosa por la creación de teorías que tendrían un profundo impacto en la antropología cultural. Eso sucedería especialmente en las áreas de la cultura y la personalidad. Sus comienzos se basan en la escritura de textos más poéticos y literarios para más adelante adentrarse en diferentes proyectos que perdurarían en el tiempo.

Fue graduada de Vassar College en 1909. Posteriormente se trasladó a Europa para pasar allí un año de su vida y luego se asentó en California, para ser profesora infantil. Más tarde, en 1914 regresó a Nueva York. Se pasó algunos años de su vida sin tener un rumbo muy claro pero, en 1919, se inscribió en la New School for Social Research donde obtendría influencias de grandes figuras como Elsie Clews Parsons o Alexander Goldenweiser. Estableció una relación de mentoría con Franz Boas, quien, poco después, ejercería como su maestro. Posteriormente, consideraría a Benedict como apta para ocupar el puesto de asistente de antropología, pero no lo pudo llevar a cabo hasta que pidió el divorcio a Stanley Benedict ese mismo año. Estudió algunas culturas aborígenes norteamericanas de las cuales reflejó sus conclusiones en la obra Esquemas de cultura en el año 1934. Sus trabajos de campo se extendieron hasta el año 1939. Ruth sintió especial cariño por una de sus alumnas, Ruth Landes. Esta, mostraba un gran aprecio por la manera en la que impartía sus clases ya que hacía a los alumnos reflexionar y pensar de maneras menos comunes a las que estaban habituados. En su jubilación en el año 1937 la represión hacia las mujeres seguía siendo algo común en la sociedad por lo que, aún siendo la candidata perfecta para sustituir el puesto de jefa en el departamento antropólogo, no le fue concedido. En su lugar, se le concedió a Raph Linton, uno de los rivales directos de Benedict que también criticó algunos de sus trabajos. Es por ello que el departamento de Columbia fue dividido en dos “equipos” rivales, cada uno apoyando a un candidato ya que ambos habían publicado obras influyentes y eran figuras importantes dentro del mundo de la antropología. Algunas otras obras que pueden considerarse como significativas en la carrera de Benedict son: La mitología de los zuñi (1935). En este libro se dedica a hacer un análisis y estudiar las convicciones de los zuñi, los cuales eran una raza de Nuevo México y “Raza: Ciencia y política” (1940) en el que Ruth plasma la evidencia de las manipulaciones que hacía el gobierno europeo sobre el material antropológico para sus propios intereses.

Fuentes usadas para la escritura del libro

Ruth hizo un gran uso de fuentes escritas que le aportarían información valiosa, aunque a veces, esta también se encontraba sesgada ya que Ruth no sabía japonés y por consecuencia debía leer transcripciones, las cuales muchas no eran fiables o tenían una antigüedad considerable. También había libros que no eran de primera mano y que habían traducido prisioneros por lo que todo se sumaba a la diferencia entre la información original y la información que Ruth realmente leía. Esto es notado por el cuestionamiento que se hace de conceptos extremadamente complicados para los que no existe una traducción completamente precisa siendo muy difícil mencionarlos con exactitud plena. Ruth no sólo se abasteció de documentos escritos. También intentó plasmar un acercamiento más personal mediante la realización de entrevistas a japoneses que vivían en los Estados Unidos. Es cierto que Japón y Estados Unidos se encontraban en un punto ciertamente desafortunado entre sí ya que estaban en guerra, por lo que para construir este trabajo, Ruth tuvo que obtener su información sin realizar el trabajo de campo correspondiente en el lugar de los hechos. Realizó entrevistas de inmigrantes llegados a Estados Unidos previamente al conflicto, de los que se encontraban la mayoría en campos de concentración, o prisioneros reclutados en la pugna, por lo cual encontramos situaciones en las que el sujeto no se encontraba realmente cómodo aportando información. Lo que acabó enseñando Ruth, y por lo que recibió muchas críticas no era el ejemplo de un ciudadano japonés ideal, sino el de un militar japonés ideal, lo cual aporta una perspectiva muy distinta y ciertamente criticable. Los ciudadanos japoneses que no tenían nada en común con el conflicto fueron forzados a erradicar cualquier tipo de conexión con Japón, y viviendo tan lejos de su país e intentando olvidar los hábitos de este, la idea de que la imagen que estos dan es sobre alguien japonés, está bastante alejada de la realidad.

Enfoque de la obra La motivación para la escritura de este libro realmente no reside en una motivación personal, sino que El crisantemo y la espada se trata de un trabajo encomendado por el gobierno estadounidense. El objetivo que el ejército le encomendó a Ruth residía en conseguir material de utilidad que usarían políticos y militares en establecer un plan y estrategia para el periodo

que vendría después de la guerra. Se estaba preparando el bloqueo japonés por lo que se necesitaba mucha información para construir un esqueleto firme sobre el que sentar las bases de un plan. Resulta muy difícil para los americanos entender la manera de pensar japonesa ya que según ellos está llena de contradicciones y esto suponía un problema, Estados Unidos tenía más de quinientos mil soldados desplegados en el país. Los americanos se sorprendían por la manera de actuar que tenían los japoneses, pero estaban convencidos de que acabarían por entrar y conquistar el territorio de estos. Este libro rápidamente se consideró como una referencia ya que no existía ningún documento ni libro que relatara de forma destacable (aunque también mejorable) la mentalidad japonesa. Ambos países se diferían enormemente de manera cultural, por lo que Estados Unidos trató de hacer un análisis exhaustivo de su oponente y así poseer más ventaja. Poco después de la publicación del libro, Japón ya lo había traducido y se estaban vendiendo copias por toda la capital. Esto, realmente fue un punto a favor de Estados Unidos ya que los japoneses lo recibieron de muy buena manera y esto permitió a los americanos establecer de mejor manera un gobierno en Japón, que había perdido la guerra. Plantea cuestiones muy interesantes en forma de preguntas: ¿Debería abolirse el sistema imperial en los tratados de postguerra? o ¿es necesario que Estados Unidos ocupe totalmente Japón? ¿Se puede producir una toma de territorio sin invasiones? ¿Tienen las fuerzas armadas estadounidenses que estar preparadas para posibles emboscadas por parte de la resistencia japonesa? Antes de que se llegue a un tratado de paz, ¿no se producirá una revolución por el pueblo japonés? La obra El crisantemo y la espada es titulada así por que refleja la doble cara e ironías que se encuentran instaurados en la forma de ser japonesa y en su forma de vivir. Al comienzo del libro nos habla de la gran lealtad que pueden poseer a la vez que traicioneros. De una agresividad latente pero a la vez pacíficos y valerosos. También reservados y tradicionales pero sin perder cierto liberalismo. Relata un factor importante, siendo este el hecho de cómo los japoneses son en el conflicto bélico, siendo perfectamente capaces de morir por una causa.

Análisis

Benedict abarca una gran cantidad de información. En el enfoque que da no hay espacio para opiniones personales que puedan crear una estructura propia de cómo se constituyen culturalmente las sociedades. Esto se debe observar desde un prisma objetivo e igualitario. Está claro que no puede haber un conformismo con frases típicas como: “Qué extraños son los japoneses”, algo que incluso hoy sigue siendo un problema en algunas esferas del mundo occidental, pero sin duda esta frase donde más fuerza cobró fue en la guerra, donde se intentaba dar una imagen lo menos humana posible del enemigo, para así pintarlo como una máquina de guerra y que los únicos sentimientos que se tuviera hacia el mismo fueran hostiles y agresivos. Esto es algo que ambos bandos hacían, pero es algo que Ruth intenta evitar. Puede ser por el respeto con el que Ruth trata la información que el libro fuera tan bien acogido en Japón. Se trata de definir un esquema con sentido de la forma japonesa, que es muy distinta a la occidental poseyendo una racionalidad y cualidades muy suyas. Aunque, por objetiva que sea la información que nos quiere dar Ruth, a veces tiene giros un poco exagerados, o teatrales, si se le puede llamar así. Ya que refleja una contrariedad constante entre Estados Unidos y Japón. No podemos perder de vista el concepto de que las informaciones con las que se realizó este trabajo no son completamente fiables y que puede que exista un cierto riesgo de falsa información que pueda causar este tipo de consecuencias. Para intentar comprender al otro bando Ruth Benedict echa un vistazo a los empujes que los japoneses pueden tener para llevar a cabo sus acciones. Como ya he mencionado antes, Ruth plasma las diferencias en una completa contraposición entre sí. Es por ello que al pueblo americano le puede parecer que no existe ningún tipo de coherencia entre las formas de pensar japonesas pero realmente sí que existe un modelo coherente si se ve desde el prisma japonés. Está claro, que si nos encontramos en mitad del conflicto bélico y nos hablan de las maneras de pensar que tiene el enemigo vamos a decir que no existe lógica alguna sólo con tal de desmoralizarlo, pero visto objetivamente puede no ser así. Algo completamente baneado de las mentes japonesas es la idea de hacer cualquier tipo de crítica al káiser. Esto, como algo prohibido, no sale de la nada. Es el reflejo de una larga tradición, pero Ruth defiende que, aún habiendo mucho autoritarismo y respeto impuesto a ciertas figuras militares, existe cierto liberalismo a la hora de expresar opiniones y que no se

trata de sistemas completamente represivos como podría serlo la Unión Soviética. Lo importante de esto, es que aunque se les permitiera a los soldados poseer distintos tipos de ideas, al final del día estaban dispuestos a morir por una causa o una persona (por muchos juramentos o ideas contrarias a las ordenadas que tuvieran), en este caso el emperador. Esto ha llegado a convertirse en un estereotipo de los japoneses a lo largo de los años y también se traduce en ciertos comportamientos ante distintas situaciones. El estándar idealizado de un soldado japonés mostraba alguien que prefería morir antes que ayudar al enemigo o traicionar al emperador. La rendición no cabe dentro de sus mentes, por eso cuando un soldado aliado opta por rendirse, el japonés no lo concibe y cree que (el americano en este caso) debería sentirse avergonzado por ello. Es un poco irónico ya que los japoneses también aceptan más a los soldados que si por algún casual incumplen las normas, lo llevan en secreto, incluso cuando son atrapados, frente a los que violan las normas abiertamente. Existen dos conceptos que dan mucha forma al modo de ver la vida japonesa y esto tiene que ver con una construcción de la cultura basada en la vergüenza y la deuda o responsabilidad. Algo que también sorprendió gratamente al mundo occidental y especialmente a los americanos es cuando después de la rendición, tras las dos bombas nucleares, el ejército y pueblo japoneses recibieron casi con los brazos abiertos a las tropas estadounidenses ya que, ciertamente, esto supondría un nivel de vida más relajado y bueno para todo el mundo. Aunque, cabe remarcar una estrategia que llevaba a cabo Japón antes de su derrota, no militar pero sí a nivel social, y es que solían decir a la población que tanto las victorias como las derrotas forman parte de un plan, por lo que el pueblo japonés siempre creía que se “tenía un as debajo de la manga” o que el suceso de por sí entraba dentro de algo preestablecido y habría una respuesta que también está escrita desde hace tiempo.

La cultura japonesa ha vivido durante mucho tiempo en una sociedad que se caracteriza por una jerarquía muy distinguida. Es curioso como dos ideas tan opuestas entre sí pueden funcionar tan bien y armoniosamente, lo que demuestra una vez más la gran diferencia que hay en la personalidad de los habitantes de cada sitio y que lo que parece que está bien en un sitio

puede ser completamente inconcebible en el otro. El modo japonés describe uno donde todo el mundo tiene claro su sitio y el lugar que ocupa. Esto para los habitantes de Estados Unidos, no es muy comprensible ya que desde pequeños se inculca un sentimiento mucho más ambicioso (a nivel material) pero también un sentimiento igualitario mucho más fuerte. Es muy famosa la meta del “sueño americano” donde comienzas en un punto de partida, pero conseguirás sacar el máximo partido a lo que tu quieras hacer y acabarás convirtiéndote en un hombre de éxito con todos los lujos occidentales posibles. Esta organización social fundamentada por el hecho de que cada uno tenga su lugar se expresa con fiereza durante el shougunato Togukawa, tercer y último de estos, que dividía a la población estratificándola, pero no se trataba necesariamente de una jerarquización de más a menos (que entre ciertos grupos sí) pero también había un componente diferenciativo entre las clases que simplemente otorgaba tareas o “virtudes” distintas a cada grupo. Los samuráis por ejemplo, eran considerados como algo distinto y se los clasificaba de una manera. También había diferencias entre profesiones, un artesano no era igual visto que un campesino. Esto tenía una gran ventaja y es que, como cada uno sabía donde estaba y lo aceptaba, no intentaba pisarle el territorio al otro, por lo que se ahorraban conflictos. El único que sería potencialmente capaz de crear conflictos podría ser el Daimio, término que significa literalmente “gran hombre”. Eran soberanos feudales que ejercían como figuras de liderazgo de los clanes. Como en la mayoría de sistemas en cualquiera de los ámbitos, existían algunos cabos sueltos que provocaba el desenvolvimiento de una economía monetaria, por lo que existían ciertos intereses entre las diferentes clases. Probablemente un samurái pudiera hacer algo por un pobre, y al revés. También la gente que se dedicaba al comercio probablemente intentase encontrar una posición que entrase dentro de los círculos nobles y poder así cambiar su estatus social. Esto desarrolló un movimiento que se llamó el movimiento Meiji. No fue algo que supusiera realmente un problema ya que ocurría dentro de esa organización que suponía la división de cada grupo, manteniendo así una organización ero a la vez compartiendo ciertos intereses, lo cual desarrollaba ciertos aspectos de cada uno de manera mucho más rápida. Un samurái que no poseía mucho dinero con un comerciante que sí lo poseía podría suponer un estatus diferente para cada uno de ellos. Esto provoca que, en cuanto a una organización de valores comunes para territorios grandes, existiera mucha

organización. Pero estos pequeños sesgos en ciudades pequeñas y pueblos hacen que estos intercambios de intereses supongan un crecimiento. Esto es algo en lo que Ruth hace hincapié ya que al final este movimiento se trata de una búsqueda de intereses individualistas, algo que podemos ver en muchas otras sociedades del mundo, acabando con ese purismo tan divisivo que se plantea como sociedad en Japón. En una de las partes centrales del libro explica la forma japonesa que tiene que ver con la deuda y la obligación. Este modelo, explica Ruth, está descrito mediante un lenguaje muy cuidado y preciso que realmente costaría mucho traducir a un idioma occidental. En un intento de explicarlo, Ruth habla de cómo cuando se hace un compromiso con la patria o el emperador, adquieres unos deberes que no cesarán nunca, que realmente se pueden definir como deudas, por lo que nunca acabarás de pagarlas y deberás rendir cierta “sumisión”. También se tendrá que mantener una posición ciertamente defensiva ante tu nombre, el cual no podrá ser manchado. Si se mancha, se deberán llevar a cabo los medios para que no quede impune aunque esto tenga que suponer llevar a cabo prácticas deshonorables o mal vistas, ya que se justificarán con esta “limpieza de nombre”. Muchas veces algunos individuos se encontrarán “entre la espada y la pared” ya que algunas veces deberán satisfacer dos obligaciones algo contradictorias. Un ejemplo donde podemos observar esto reside en la industria cinematográfica, donde el protagonista japonés encuentra el drama en la contraposición de estas dos obligaciones, teniendo que elegir, mediante algún tipo de sacrificio, una de estas. Esto es algo que el público japonés recibe muy bien ya que se trata de un aspecto cultural que poseen. Algo que también supone un punto focal de interés en el trabajo de Benedict es la idea de una cultura basada en la culpa y en contraposición una cultura basada en la vergüenza. Esto es algo interesante que plantea Ruth, pero la forma en la que crea un sistema “predecible” de cómo funciona es realmente cuestionable. En el concepto de la culpa, la cual se atribuiría a sociedades occidentales, se echa un vistazo a esa reflexión interna que nosotros tenemos cuando creemos que no hemos hecho algo bien. Algo que también se da en el cristianismo, donde se valora de manera objetiva las maneras de actuar. Algunos están más predispuestos a pasarse a un lado más “maligno” por lo que se les exige la introspección. En cambio en el

concepto de la vergüenza, la cual se atribuiría a un país como Japón no se divide de una manera tan radical el concepto de lo bueno y lo malo, sino que se tiene todo como algo que forma parte de lo que nos rodea tal y como es, sin necesidad de juzgarlo. Pero, también existe un castigo, y este es la vergüenza, la cual, si recae en ti, produce un ataque hacia tu honor. Eso es lo que los japoneses consideran inadmisible y necesariamente remediable. Un concepto que me ha parecido ciertamente interesante del que también se habla, es la autodisciplina, y cómo la cultura japonesa lo tiene como un método para llegar a otro nivel con tu mente, en el que esta sea capaz de obtener más poder que el propio cuerpo, llegando a niveles mentales más controlados y conscientes, algo que se aprende desde pequeños, desde que somos niños. Esto es algo a lo que Ruth también dedica un capítulo en su trabajo y es cómo se les enseña a los niños los conceptos. Alguno de los que menciona tienen que ver con la continuación de la familia, donde el hijo cuando tiene su propia descendencia, de alguna manera paga a sus padres. Ruth dedica todo un extenso capítulo a hablar de las prácticas y hábitos que tienen las generaciones más jóvenes que siguen continuando esta cultura tan remarcable.

Conclusión Las culturas en el mundo tienen similitudes pero sin duda tienen grandes diferencias. Ruth Benedict ha retratado de manera muy elegante y concisa ciertos aspectos que realmente hacen entender la diferencia en la mentalidad de personas con culturas distintas. Si que es verdad que algunos conceptos necesitan mucho más desarrollo o una fundamentación no tan sesgada por la información obtenida en un inicio y es probable que se haya hablado de cosas de este libro en años más recientes, pero sin duda no deja de ser un libro que posee un gran interés antropológico. También cabe remarcar que el trabajo de Ruth se ha realizado sin un trabajo de campo correspondiente y en unas circunstancias excepcionales, por lo que merece un gran mérito que resulta en un trabajo espléndido.

Bibliografía https://jpninfo.com/10394

https://www.goodreads.com/book/show/123848.The_Chrysanthemum_and_the_Sword https://es.wikipedia.org/wiki/El_crisantemo_y_la_espada https://japonismo.com/blog/el-crisantemo-y-la-espada https://www.facebook.com/bujinkancolladodojo/posts/1813829322230550/ http://librosyviajes.blogspot.com/2017/06/el-crisantemo-y-la-espada.html...


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