Especificos TEMA 58 - Apuntes 58 PDF

Title Especificos TEMA 58 - Apuntes 58
Author Belen Morillo
Course Historia
Institution Universidad Complutense de Madrid
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INDUMENTARIA Y JOYERIA TRADICIONALES EN ESPAÑA. USOS Y TIPOLOGÍA. BASES ANTROPOLOGICAS Y TRADICIONES INVENTADAS INTRODUCCIÓN « El vestido », señalaba el semiólogo Umberto Eco en Psicología del vestir (1976), « es comunicación » ; « hace y refleja las condiciones de vida cotidiana ». Esta consideración es, evidentemente, aplicable no sólo a la indumentaria, sino a todo elemento de ornamentación. En efecto, la ornamentación (desde la pintura corporal, los colgantes de conchas, piedras o huesos, los tocados de flores o plumas, así como objetos trabajados en metal y piedras preciosas) constituye no sólo una forma de adorno estético, sino un sistema de comunicación de enorme carga simbólica que se remonta en el tiempo. La observación atenta de la evolución de los tipos (formas y materiales) y usos de la indumentaria y su ornamentación y, en este caso, de la tradición popular española en particular, permite conocer una cantidad de información nada desdeñable acerca de la sociedad de la formaban parte (del momento histórico, de las circunstancias técnicas, de los gustos estéticos y de las costumbres). USOS Y TIPOLOGÍA

En esta indumentaria tradicional, podríamos distinguir dos tipos fundamentales: el traje de uso diario y el traje de uso festivo. Ambas modalidades irán evolucionando, pues estos trajes permanecerán en uso por las clases populares hasta bien entrado el siglo XIX, desapareciendo a medida que se irá extendiendo la producción en serie del traje y a medida que avanzarán los medios de comunicación y transporte entre los núcleos de población que difundirán el uso de los vestidos de las grandes poblaciones. Las diferencias entre ambos tipos la marcan por un lado, los materiales de confección y por otro, la decoración de la indumentaria y el adorno personal mucho más rico en el caso de traje de uso festivo. Como señalaba en el texto introductorio al catálogo de la exposición Joyas Populares (del) Museo del Pueblo Español, celebrada entre Diciembre 1984 y Enero 1985 en el Museo Arqueológico Nacional; texto que, a lo largo de estos años, ha servido de manual de trabajo a todos aquellos que se han acercado al estudio de la joyería popular y al conocimiento de los fondos de las colecciones que en la actualidad conserva el Museo del Traje] Las joyas además aportan a la indumentaria una mayor muestra del estatus social, el poder familiar o económico ; informan sobre el estado civil o la actividad desempleñada (los pendientes, por ejemplo, pueden indicar si una mujer es casada o ama de cría). A menudo, permiten distinguir la comunidad a la 1

que se pertenece gracias a características regionales específicas (la joyería se adapta a la indumentaria, o la transforma, y varía siguiendo sus características y condicionamientos: trajes pesados, cerrados y de colores oscuros suelen acompañarse de joyas igualmente pesadas, voluminosas y abigarradas, tal como ocurre en León; con trajes ligeros y ricos, escotados y de colores claros, las piezas se aligeran para entonar con el estilo general, como, por ejemplo, en Valencia). Asimismo, permiten distinguir el tiempo ordinario del tiempo sagrado ; esto es, los días de diario (en los que, por ejemplo, habitualmente se usa la plata y los pendientes tienen dos cuerpos) de los días señalados (grandes festividades civiles o religiosas para las que se reserva el oro y los pendientes de tres cuerpos). El luto y la alegría encuentran su expresión en el ornamento ; la historia personal y familiar se hacen visibles a través de estos conjuntos de piezas (de este conjunto semiótico, diríamos) que se van constituyendo de forma paulatina a lo largo de la vida (en el caso de la mujer, particularmente a partir de la dote) y que, como ocurre con todo patrimonio cultural, se atesora cuidadosamente para ser transmitido a las generaciones venideras. Materiales Es notable la variedad de materiales empleados en la joyería popular, desde los más ricos y nobles, pasando por símiles mejor o peor logrados, hasta llegar a soportes insospechados como la cáscara de almendra (para unos pendientes) o la pasta de azúcar (para un collar). Los más frecuentes son los metales, « blancos o amarillos ». Es poco usual el empleo del oro y, cuando aparece, es de bajo quilataje (aunque haya excepciones como los collares ibicencos, trabajados en oro de 18 y 24 K). Predomina la utilización de plata, de mayor o menor ley y grosor de lámina. Aparece abundante en su color y también sobredorada, enriqueciendo la pieza en un afán de imitar el oro a la vez que con ello se evita la oxidación al contacto con el aire. Descendiendo en la escala de la valoración económica aparecen diversos metales y aleaciones, siendo los más frecuentes el cobre, el latón [90% cobre y 10% cinc] y el bronce [85% cobre y 15% estaño], En relación con la pedrería la situación es muy similar, siendo igualmente muy variables sus características de pureza y calidad. Rara vez se encuentran piedras preciosas. Abunda el coral sea en rama, pulimentado, facetado o tallado, para realización de pendientes, collares e incluso cadenas de reloj como la que se conserva en el Museo del Traje. También, aunque menos frecuente, se emplea el azabache tallado o sencillamente pulimentado. Otros materiales como nácar, hueso, marfil, carey o madera sirven para romper la monotonía del metal y dar una nota de color, a veces de gran belleza. Las perlas o aljófares eran muy apreciadas ; si bien, la mayoría eran falsas, realizadas con alma de pasta de vidrio, hueco o macizo, recubierto a veces con esencia de Oriente que con frecuencia se salta o se quiebra. 2

Con la pasta de vidrio se consiguen cuentas de collar muy bellas, normalmente opacas, en un solo color o policromadas con combinaciones contrastadas y atrevidas en las que se aprecian motivos diversos: puntos, círculos, gajos, líneas, decoración vegetal, etc.; En cuanto a la indumentaria los materiales más usados son paño o bayeta, lana, cuero o lino, es raro la seda o y el terciopelo que se usan para adornar en forma de bandas y borados también en los encajes. Técnicas de trabajo Las técnicas de trabajo son relativamente uniformes y pueden dividirse en tres grandes grupos en la joyería: obtención del metal, formación de la estructura de la pieza y decoración. Con independencia de las transformaciones previas del mineral, cuando el metal llega al taller, el « joyero » debe decidir la forma en que lo va a emplear: si utilizará el oro, la plata, etc., en estado puro, o las proporciones de otros metales con que los que los va a alear. Una vez decidido, la amalgama se funde. Desde el crisol puede obtenerse el metal de formas diversas según la estructura que se quiera dar a la pieza a realizar, sea a base de láminas, hilo o simple fundición. Esbozada o realizada la pieza por cualquiera de estos métodos, se procede a la decoración que la dotará de todo su carácter y vistosidad. Es en este capítulo donde más variadas y minuciosas son las técnicas, permitiendo un enorme abanico de posibilidades de trabajo al artífice joyero. Entre estas técnicas, cabe destacar:el cincelado, el repujado o el grabado. Finalmente las piezas se someten a un proceso de acabado, que puede consistir simplemente en un pulido o abrillantado con cepillos y discos de hilo metálico y de fieltro, o en el recubrimiento de la pieza con una capa de otro metal de mayor valía, usualmente sobredorado por electrolisis. La indumentaria tradicional se confeccionaba con tecnicas manuales de aguja y en ocasiones se utilizaba el telar sobre todo para los sobretodos y manteos. Tipologías de joyas y su funcionalidad Las múltiples combinaciones posibles de todos estos materiales y técnicas de trabajo y decoración, dan lugar a un amplio conjunto de joyas con diversas tipologías y funcionalidades. Indudablemente, la mayor parte de las joyas están dedicadas al adorno femenino: agujas y pasadores de moño, peinetas y peinecillos, pendientes, collares, colgantes, broches, pulseras y sortijas. No obstante, ciertas piezas se destinan a otros usos ; piezas que abarcan desde los sonajeros infantiles a los rosarios, pasando por las cadenas de reloj, entre otras. En todas estas piezas, dentro de la unidad genérica de los modelos, condicionada básicamente por su utilidad y localización corporal, pueden distinguirse una serie de elementos y formas características que permiten el establecimiento de tipologías. Entre estas, cabe prestar una 3

particular atención a pendientes, collares y colgantes, broches, sortijas, horquillas y agujas de moño y cadenas de reloj. Los pendientes se clasifican, esencialmente, en función del número de cuerpos de los que se componen y del tipo de cierre. Si se trata de pendientes de aro, se clasifican en función del tipo de aro de que se trate. Con respecto al número de cuerpos, encontramos pendientes de un cuerpo, que suelen tener formas sencillas y en los que predomina el cierre de gancho, y pendientes de dos, tres o más cuerpos, en los que la variedad es muy amplia. Un elemento unificador es la presencia de un « botón » superior, con el cierre (generalmente de gancho articulado) en el reverso; del botón penden un sinfín de formas cuyo parecido con diversos objetos suelen proporcionarles denominación. Así, encontramos pendientes de reloj, de pero, de maza, de mariposa, de lazo y de almendra, de lazo y maza, de balconcillo, de chozo, de campanillas, de bellota, etc. Por su parte, el cierre puede ser de aro sencillo ; de gancho ; de gancho articulado con bisagra, portaalfiler o « charnela », y con muesca en su extremo que penetra y engancha en orificio o anilla ; de gancho y fleje ; de pala catalana ; o, excepcionalmente, de tornillo. Con respecto a su estructura formal, son muchas las variedades de pendientes de aro que encontramos. El más sencillo es el aro sin articular del que suele pender un segundo cuerpo mediante anillón. A partir de él aparecen los aros articulados, con anilla soldada para suspensión de un segundo cuerpo o bien cuerpos suplementarios y con la decoración en la mitad inferior del propio aro. Son las conocidas arracadas o ruedas de carro, muchas veces enriquecidas con piedras engastadas y alambre de refuerzo central con colgantes de pájaros, cruces, etc Los collares también ofrecen diversos tipos. En primer lugar, cabe distinguir entre gargantillas que ciñen el cuello y collares que cuelgan sobre el pecho. Otros elementos que permiten clasificar los distintos tipos de collares son el número (y tipo) de vueltas (normalmente no más de cuatro), la longitud del ensartado y (como en el caso de los pendientes) los cierres (que pueden ser desde un cierre de nudo (hecho con el propio hilo de ensartado o con cintas), hasta sistemas de reasa, mosquetón, horquilla o tornillo. Junto al collar tipo, de vueltas sencillas, encontramos otras formas particulares, como collares de una vuelta a la que se puede unir una sarta más corta fijada por sus extremos a la primera y que no rodea el cuello, dando lugar a un falso collar de dos vueltas; o collares cuyas diversas vueltas pueden unirse con sartas verticales.Los colgantes, que suelen acompañar a collares y gargantillas, se clasifican esencialmente en función de si tienen una significación mágico-religiosa o si son meramente decorativos. Entre los primeros, que con frecuencia no aparecen solos sino formando grandes conjuntos que penden 4

distribuidos a lo largo de un collar o cadena, cabe mencionar las cruces (latinas, griegas, con o sin rayos, con o sin Cristo), las medallas (caladas o sin calar, de perfiles oval, circular, cuadrado, rectangular, ochavado), los relicarios (de biril, lenticulares, con perfiles oval, circular, ochavado, acorazonado, o de capilla) y las veneras. A menudo aparecen, intercalados con éstos, otros colgantes amuléticos como la media luna (más o menos cristianizada), la higa (dije o amuleto en forma de mano cerrada con pulgar entre índice y central), campanillas, esencieros, o sonajeros de sirena. Entre los segundos (es decir, entre los colgantes de carácter eminentemente decorativo), lo usual es encontrar ejemplares de dos, tres o más cuerpos, con formas que, fundamentalmente, recuerdan al lazo, la almendra y la cruz. Existen cierto tipos particulares, como el llamado de sapo, el galápago, la tembladera, el sofocante, o los portarretratos Los broches son en general alargados, ovales o circulares, predominando las decoraciones florales o de pedrería y en todos los casos con cierre de alfiler y seguridad. Las sortijas son de aro sencillo, decoradas con motivos figurados, en estampación o grabado, y con frecuencia con piedras o vidrios engastados. Las horquillas y agujas de moño, generalmente con cabeza de forma esférica o circular, presentan como única variable posible la decoración de ésta, condicionada siempre por la técnica de realización (filigrana, laminado, engaste, cuentas, etc.). Finalmente, las cadenas de reloj son leontinas de una morfología estable, cuyas diferencias se limitan a la riqueza de los materiales o a su mayor o menor densidad decorativa. Tipos de indumentaria y su funcionalidad Por un lado, hay que tener en cuenta, que en la indumentaria el medio geográfico es imprescindible en las tipologías indumentarias pues el conjunto de prendas que componen los trajes de cada zona, los materiales, los colores y el grosor de los tejidos, diferirán de un lugar a otro. También habría que destacar que la función de la indumentaria, variará dependiendo de las zonas geográficas y que esta ayudará a matizar algunos rasgos de identidad cultural dentro de las propias comunidades como podrían ser el rango, la edad, el estado civil o la profesión entre otros. Las prendas de la indumentaria tradicional se pueden clasificar según su colocación en el cuerpo. Entre las prendas exteriores, hablaremos de busto y de prendas inferiores o de cintura para abajo. Por otro lado, las prendas interiores pueden clasificarse en prendas superiores e 5

inferiores y el resto de los grupos se denominarían sobretodos, calzados, tocados, joyas y otros complementos. Indumentaria masculina El traje tradicional del hombre presenta unas prendas comunes que serán el calzón o pantalón de paño o bayeta, el chaleco y la chaqueta. En cuanto a las prendas interiores, estas serán de lino y conformarán la camisa y un calzón o calzoncillo que podía sobresalir por debajo del calzón exterior a la altura de la pantorrilla, propiciando el mayor desarrollo decorativo en esa parte inferior de la prenda, decoración que estará compuesta de bordados y encajes entre otras. Los sobretodos más habituales serán las mantas que se cerrarán mediante costuras en un extremo y las capas, que serán las prendas de abrigo más usadas, empleadas desde el siglo XVIII, amplias y largas, en las que primarán los colores oscuros, pardos o negros y que podrán llevar cuellos, esclavinas, ribetes o vueltas. Indumentaria femenina Como elemento común en todas las zonas tendremos una serie de prendas como la falda, el corpiño como prenda de busto y sobre el, el pañuelo, el mantón o cualquiera de sus variantes en distintos materiales. Con frecuencia aparecerá el delantal y con respecto a las prendas interiores, se compartirán con las masculinas la camisa, a lo que se añadirá la saya que cubre desde la cintura. El sobretodo más frecuente es la mantilla, siendo la más común la de paño y forma semicircular que puede ir forrada con bayeta y adornada con bandas de terciopelo negro, bordados, pasamerias o azabache, entre otros elementos. BASES ANTROPOLOGICAS Y TRADICIONES INVENTADAS

El abandono de la indumentaria tradicional, llevará consigo una simplificación de la misma, produciéndose así una simplificación entre el traje festivo y el traje de diario, primando las características del primero, lo que ofrecerá una realidad distorsionada y excesivamente folklórica en la que el traje tradicional se presentará como casi un disfraz. El proceso de etnogénesis que vivieron todas las regiones españolas durante la dictadura, llevó a que los símbolos regionales desempeñaran un papel fundamental, tanto en la creación de iconos nuevos como en la selección y actualización de elementos tradicionales, entre los que no faltan los originados en tradiciones inventadas. La indumentaria y su joyería es uno de esos símbolos de cada región, habiendo llegado a constituirse un modelo, por cada zona por ejemplo el traje de Montehermoso, aceptado como representativo de la comunidad Extremeña, o el de faralaes para 6

Andalucía junto a modelos emblemáticos de algunas localidades donde en realidad la indumentaria tradicional se había perdido hacía ya cien años. Este tipo de indumentaria y su joyería comenzará a ser objeto de estudio en nuestro país de la mano de ciertos miembros de la Generación del 98 y de la Institución Libre de Enseñanza, gracias a nombres como Luis de Hoyos, que fue el pionero en la realización y coordinación de los estudios científicos sobre la indumentaria tradicional en España. Tras la Guerra Civil, volverá a revalorizase la materia, tarea para la que destacó la Sección Femenina y en cuyo intento aparecieron diversos resultados. Por un lado se produjeron grabes alteraciones en la autenticidad de muchos de los trajes regionales, aunque por otro lado, estas iniciativas tuvieron un importante papel en la conservación y el estudio de este tipo de traje. En la actualidad, los grupos de coros y danzas llamados folklóricos continúan difundiendo la indumentaria popular, aunque bien es cierto que en muchas ocasiones lo hacen a través de alguno de estos modelos alterados. Por todo lo comentado, estos modelos simplificados y ya alterados, se han generalizado tanto que tienen mayor calado entre el pueblo que los propios trajes conservados en los museos, trajes que la población no asocia con lo que realmente conoce. Habría que destacar que para el estudio de toda esta materia hay abundancia de fuentes significativas, especialmente desde finales del siglo XVIII. Entre las fuentes escritas tendríamos que destacar los inventarios y las cartas de dote, entre las fuentes impresas, los libros de viaje, los libros de los escritores costumbristas y los libros de algún tipo de historiadores y en cuanto a las fuentes gráficas habría que destacar las obras de algunos pintores como Joaquín Sorolla o de algunos grabadores como Echagüe. Por último, me gustaría mencionar como fuente las campañas de recogidas de piezas testigo que se llevaron a cabo en 1930. Hay que recordar que España es una de las naciones europeas con una mayor variedad y riqueza en la indumentaria popular dada su gran diversidad geográfica y climática, lo que le lleva a carecer de un traje nacional único representativo. Por este motivo, fue Luis Hoyos quien incorporó la dimensión geográfica al estudio de la indumentaria tradicional, siguiendo el método etnográfico, el que permite establecer zonas de influencia de esta indumentaria que determinarán áreas donde aparecen ciertos elementos o donde adquieren mayor variedad o calado. Él hablará de tres zonas, por un lado la zona nórdica, que estaría subdividida en región cantábrica y vasca, pudiendo incluirse la región pirenaica, por otro lado la zona mediterránea subdividida en catalana-balear, levantina y andaluza y por último la zona central, subdividida en oeste o leonesa, extremeña, serrana central, desde Cáceres a Soria, aragonesa y manchega o central propiamente dicha. 7

La dimensión histórica de este método, se circunscribirá a la última fase de la evolución de la indumentaria que tendrá lugar entre 1750 y 1880. Pero para el estudio de esta, también habría que tener en cuenta otras dimensiones como la tecnológica, que estaría dedicada al análisis de los materiales utilizados en la elaboración de la indumentaria, o la dimensión artística, la más empleada, que describirá la forma y los motivos decorativos del vestido. Como deciamos, el ornamento permite distinguir el tiempo ordinario del tiempo sagrado ; y aún más : refleja todo un sistema de creencias. A lo largo de la historia, el hombre a atribuido poderes extraordinarios a ciertos objetos, amuletos, talismanes y pantáculos susceptibles de obrar prodigios y de proteger contra multitud de males y dolencias. Buena parte de ellos son objetos en su forma natural (como la pata de tejón o la castaña), pero muchos presentan una elaboración más cuidada (como las higas o las medias lu...


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