Etnicidad y Redes Territoriales: perspectivas de complejidad (2012) PDF

Title Etnicidad y Redes Territoriales: perspectivas de complejidad (2012)
Author Carlos Reynoso
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Etnicidad y Redes Territoriales: perspectivas de complejidad1 Carlos Reynoso Universidad de Buenos Aires http://carlosreynoso.com.ar [email protected] Introducción La antropología tiene en su haber dos grandes logros muy distanciados en el tiempo y muy difíciles de evaluar desde la perspectiva ...


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Etnicidad y Redes Territoriales: perspectivas de complejidad (2012) Carlos Reynoso XI Seminario Internacional sobre Territorio y Cultura. Universidad de La Guajira, Riohacha, Colombia

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Etnicidad y Redes Territoriales: perspectivas de complejidad1 Carlos Reynoso Universidad de Buenos Aires http://carlosreynoso.com.ar [email protected]

Introducción La antropología tiene en su haber dos grandes logros muy distanciados en el tiempo y muy difíciles de evaluar desde la perspectiva contemporánea. Ambos fueron abandonados en una época no tan lejana en que se impusieron modas de pensamiento débil y una extraordinaria cortedad de miras. Hoy en día, sin embargo, se han vuelto a concentrar sobre ellos grandes expectativas, pues están bien claras cuáles son sus implicaciones para las políticas y las prácticas de cara a las problemáticas del territorio y la etnicidad. Me refiero, naturalmente, al estudio sistemático del parentesco y al análisis de redes sociales. Partiendo de la creación de un método genealógico que distaba de la perfección en pleno trabajo de campo, William Halse Rivers Rivers llevó a cabo un relevamiento de las redes parentales que más tarde se revelaría esencial, en manos de los propios aborígenes, para fundamentar reclamos territoriales e identitarios en el Estrecho de Torres. Cincuenta años después de la creación del concepto de redes sociales en el seno de la Escuela de Manchester y casi un siglo después de la expedición de Cambridge, el descubrimiento de las distribuciones estadísticas propias de las grandes redes (la Web y la Internet) traerían a la actualidad las intuiciones de Vilfredo Pareto, el “efecto de San Mateo” de Robert Merton, las relaciones de pequeños mundos de Stanley Milgram, los números de Robin Dunbar para las diferentes relaciones sociales, la fuerza de los lazos débiles de Mark Granovetter y otros innumerables insights que redefinieron (o debieron haber redefinido) el papel de las ciencias sociales en la dinámica transdisciplinaria de las ciencias de la complejidad. Muchos de los supuestos de normalidad, monotonía, linealidad y sentido común que prevalecían en toda clase de ciencia demostraron ser engañosos, y muchas de las metáforas que se pensaban banales o específicas de dominio aportaron una fuerza metodológica insospechada. Hoy en día la fusión entre los modelos reticulares y las perspectivas complejas ha producido una nueva generación de técnicas, muchas de las cuales han de resultar esen-

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Los aspectos metodológicos de este trabajo se elaboraron el contexto de la investigación sobre “Redes y Complejidad: Hacia un análisis integrado en Antropología”, UBACYT 20020100100705 (Universidad de Buenos Aires, Programación científica 2011-2014).

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ciales en la comprensión de las complejas cuestiones del territorio y la etnicidad. Concurrentemente, en un diálogo sin precedentes entre las ciencias humanas y las disciplinas formales están saliendo a la luz problemas de un nuevo orden y de una magnitud inédita, a la luz de los cuales se sabe hoy que unos cuantos conceptos cuya utilidad hermenéutica o instrumental dábamos por sentada en realidad se asientan sobre una base muy incierta. En base a técnicas de modelado que surgieron de la investigación cara a cara, primero en términos del estudio genealógico, luego a caballo de las redes sociales y finalmente en el seno de la comunidad de estudiosos de la sintaxis espacial, las ciencias sociales están realizando el tránsito desde lo micro a lo macro y de lo simple a lo complejo que para esta clase de estudios es esencial y que se ha tornado al fin posible, pero que se encuentra atravesada por múltiples dificultades y malentendidos. Todavía falta un largo trecho para pasar de las redes estáticas a las dinámicas, de los grafos unimodales a los multimodales y del modelado de las ciudades a la comprensión de los fenómenos que hacen a la identidad cultural y a la etnicidad a escala regional y aun más allá. Sobre el estado de arte de las nuevas técnicas y sobre los modelos todavía exploratorios que conforman el campo trata esta presentación, en la que se resumen primero un par de avances de la teoría y la práctica reticular en antropología, se revisan después los obstáculos con que se encontraron las técnicas lineales y estáticas que las articulaban y se ilustran algunos de los nuevos avances técnicos y metodológicos desarrollados en la ciencia de la complejidad. Estas técnicas se aplican a materiales obtenidos en mis trabajos de campo en Bali que, aunque distantes en el tiempo y en el espacio, presentan los mismos efectos de tensión entre local y lo global que son propios de la investigación de la etnicidad y las redes territoriales aquí y ahora. Aportes disciplinarios fundamentales – #1: Redes de parentesco y etnicidad El primer avance sustancial de las técnicas elaboradas por la antropología no es otro que la analítica del parentesco, la que al principio se plasmó en una notación (el diagrama genealógico) que encubría su carácter reticular. Después de un siglo de dormir en los archivos y de que la antropología de lengua inglesa eliminara masivamente el análisis del parentesco de su grilla curricular de grado y posgrado, los primeros diagramas parentales elaborados por la disciplina revelaron al fin ser de una utilidad insospechada en un juicio memorable en el que estuvieron en juego los derechos territoriales y la identidad étnica del pueblo que había sido motivo del relevamiento. No todo el mundo sabe que el uso por parte de los nativos de las genealogías relevadas a partir de la expedición de la Universidad de Cambridge de 1898 ha modificado los patrones de tenencia de la tierra entre las comunidades aborígenes australianas y en el estrecho de Torres, que no por nada es el lugar donde se estableció la práctica del trabajo

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de campo y donde se originó el método genealógico (Segalen y Michelat 1991; Bouquet 2001). Escribe Leah Lui, nativo del estrecho:2 En años recientes, el evento más significativo en el reconocimiento de los derechos indígenas en el estrecho de Torres y por cierto en Australia, está representado por la decisión de la corte suprema australiana sobre el Caso de la Tierra de Mabo que se litigó durante 10 años. En 1982 Koiki Mabo y otros cuatro isleños de la Isla Murray en el oriente del Estrecho de Torres presentaron una demanda en la Corte Suprema australiana reclamando diferentes derechos a tierras tradicionales ocupadas continuamente por el pueblo Meriam desde tiempos inmemoriales. Después de seis años, el caso sobrevivió a un intento del gobierno de Queensland para extinguir retroactivamente cualquier derecho que los isleños pudieran o no tener. En junio de 1992 la Corte Suprema reconoció por unanimidad del derechos de los Meriam a regir la isla Murray: “... el pueblo Meriam posee frente a todo el mundo derecho a la posesión, ocupación, uso y goce de las tierras de las islas Murray” (Eddie Mabo y Otros vs el Estado de Queensland, Orden de la Corte Suprema de Australia). [...] La doctrina de “terra nulius” que decía que la tierra estaba deshabitada por gente con gobierno y sistema legal fue impugnada. El juicio constituye una victoria mayor para el pueblo Meriam y posee implicancias profundas para los isleños del estrecho de Torres y el pueblo aborigen en general (Sharp 1993: 235).

El testimonio jurídico más impactante que presentaron los nativos es el denominado Prueba #117 en la documentación del caso: Llamativamente, este material fue elevado por el querellado Estado de Queensland sin objeción de los demandantes y su contenido fue avalado por ambas partes. Al presentar evidencia concerniente a la ‘cadena de títulos’ de las tierras reclamadas por los querellantes, se hizo referencia a las genealogías presentadas por el Dr. W. H. R. Rivers, quien fue un miembro de la expedición conducida por Haddon. Los querellantes también elevaron comentarios a los Reportes (particularmente al Volumen VI) referidos al parentesco y a la herencia de la propiedad para reforzar sus argumentos a propósito de la continuidad de los componentes esenciales de la organización social de Meriam.3

Entre los reportes se encontraba, por supuesto, la misma exacta genealogía de la isla Murray que Rivers dibujara cien años antes. Desde entonces es posible percibir las copiosas críticas que los antropólogos posteriores hicieran al método de Rivers y a sus limitaciones bajo un sesgo distinto, como si a pesar del menor tiempo transcurrido estos juicios denigratorios hubieran envejecido mucho más que aquellos amarillentos diagramas victorianos o que la estrechez de sus propósitos originales. Entre 1999 y 2000 se realizó en el Museo de Arqueología y Antropología de Cambridge una exhibición recordatoria de la expedición al estrecho de Torres a la que asistí y a la cual documenté.4 Respecto de ella se ha escrito:

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“Cultural identity and development in the Torres Strait islands”, Indira Gandhi National Centre for the Arts, Nueva Delhi, 1996, http://ignca.nic.in/ls_03009.htm. 3

http://www.mabonativetitle.com/info/documentaryEvidence.htm. Véanse también los documentos de Eddie Mabo en http://www.nla.gov.au/cdview/nla.ms-ms8822-8 y el pequeño libro de Sandi KehoeForutan (1988). Visitado en enero de 2013. 4

Véase http://carlosreynoso.com.ar/mapa-de-cambridge/.

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Quizá el legado más famoso de la expedición es el uso de las genealogías de Rivers en respaldo de los reclamos de tierras, especialmente el Caso de las Tierras de la Isla Murray, que sentó precedentes. Esta fue la primera vez que los testimonios orales de la historia fueron aceptados en una corte australiana y que el concepto de terra nulius se rechazó. Uno de los querellantes, Eddie Mabo, no vivió para escuchar el veredicto a su favor pero de muchas maneras su historia conecta las diversas partes de la exhibición, desde las genealogías de Rivers hasta la fotografía de los Beizam-boai (hombres-tiburón) caminando por Townsville para la inauguración de una lápida en la tumba de Eddie Mabo (Edwards 1999: 18) . 5

A la luz de lo que he registrado, la necesidad de preservar la capacidad de trabajar con el mayor rigor posible sobre relaciones sociales en general y relaciones de parentesco en particular no es algo respecto de lo cual quepa abandonar el terreno sólo porque globalmente prevalece una actitud nihilista en materia teórica. El impacto de las nuevas tecnologías genealógicas y los nuevos usos forenses de las genealogías desarrolladas por los antropólogos son dos de los elementos de juicio que, a despecho de todas las críticas del método, los sesgos de la época, las ingenuidades de la epistemología, las limitaciones de las técnicas y lo soporífero que él mismo se haya tornado a veces, deberían situar el estudio del parentesco más como una posibilidad que se abre a la disciplina en el futuro inmediato que como un mal recuerdo que nos llega del pasado distante. En contraste con lo que fue el trabajo exitoso de la Expedición de Cambridge en materia de puesta en valor de principios identitarios, la antropología también conoció algún fracaso en este campo. El más resonante es el que documentó James Clifford (1995) en su “Identidad en Mashpee”, referido a un reclamo identitario de los Mashpee que involucraba reivindicaciones territoriales con la posibilidad de explotar casinos. En lugar de recurrir a información fidedigna (como fue el caso en la querella en torno de la Isla Murray) los Mashpee recurrieron al testimonios de un antropólogo posmoderno que declaró no poder determinar si ellos constituían una tribu, porque la antropología del momento se sentía incapaz de definir algo tan vago de manera tan taxativa. Consecuentemente, los Mashpee perdieron el primer juicio, aunque años más tarde (ya sin asesoría de expertos antropólogos) les fue reconocido su estatuto tribal y sus derechos territoriales. La moraleja que se impone de cara al tema que nos convoca es que es materia de reclamos en los que están en juego derechos territoriales y principios de identidad y etnicidad no cualquier antropología sirve al propósito.

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Los Beizam-boai, miembros del mismo clan de Eddie Mabo, son bailarines enmascarados que conservan hoy las mismas ceremonias Bomai Malu que filmara en su día Alfred Haddon. Hay abundante documentación de Cambridge y del estrecho de Torres (incluyendo la filmografía completa de Haddon en la isla Murray) en mi sitio de web (Haddon 1912: 281-313).Véase http://carlosreynoso.com.ar/mapa-decambridge/ y http://carlosreynoso.com.ar/ciencia-cognitiva-02-la-expedicion-al-estrecho-de-torres-y-losesquemas-de-bartlett/.

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Aportes disciplinarios fundamentales – #2: Las redes sociales Literalmente, las redes sociales no fueron fundadas o predichas ni por la numerología de los tecnólogos ni por la sensibilidad de los artistas. Por el contrario, son una creación antropológica. La expresión “red social” fue acuñada por el antropólogo de la venerable Escuela de Manchester John A. Barnes a principios de los años ’50, con vistas a aplicarla al estudio de las sociedades complejas que se estaban gestando, descolonización mediante, en las ciudades del Africa. Fue como si se intuyera que algo tan anárquico e ingobernable ameritaba un modelo de semejante nivel de abstracción. El concepto, por desdicha, no tuvo mayor continuidad dentro de la disciplina, y el análisis de redes sociales fue impulsado por las corrientes estructurales de la sociología que la convirtieron en una estática social bien intencionada pero más bien rutinaria. Hoy en día, tras treinta años de sueño hermenéutico y conformismo posmoderno, puede que los antropólogos no estén en la mejor forma para recuperar lo suyo y volver a situarse en la vanguardia del abordaje científico en el estudio de las redes. Pero de algún modo fueron los creadores de la idea, por lo que propongo, en lo que sigue del artículo, llamar a las redes sociales virtuales de última generación (Facebook, Twitter y demás) redes sociales de segundo orden (RSSO), tanto por su posicionamiento histórico como por su contingencia y virtualidad. Casi siempre en la esfera de influencia de la escuela de Manchester, en la antropología social británica tuvieron sus quince minutos de fama “los cinco B-” que realizaron la transición entre el moribundo estructural-funcionalismo de la época colonial y la nueva era de las estrategias relacionales y dinamicistas: Barnes, Bott, Barth, Boissevain, Bailey. El carismático Barth, creador del transaccionalismo, no fue un teórico de redes de la primera hora, pero en los noventa se volcó hacia esa clase de modelos en nombre de un mayor naturalismo en la conceptualización social (Barth 1992). Entre libros y artículos (y entre Manchester y Harvard), los estudios de redes del período de auge en antropología suman unos docientos, destacándose aparte de los nombrados los de autores como Geert Banck, el estudioso de la mafia Anton Blok, D. M. Boswell, la estudiosa de género Tessa Cubitt, Arnold L. Epstein, Philip H. Gulliver, Peter Harriet-Jones, David Jacobson, D. G. Jongmans, Nancy Howell Lee, Rudo Niemeijer, Mary Noble, Albertus Antonius Trouwborst [1928-2007], el analista situacional Jaap van Velsen [1921-1999], Prudence Wheeldon, Norman Whitten y Alvin Wolfe. La obra maestra en materia de estudios exhaustivos de redes antropológicas es, tal vez, el análisis que llevó a cabo el australiano Bruce Kapferer (1972) en torno de una disputa en una pequeña red de trabajadores mineros en Kabwe, ciudad del centro de Zambia llamada antes Broken Hill, de donde procede el alguna vez famoso Hombre de Rhodesia. El estudio abarcaba una de las tres secciones o celdas, comprendiendo quince trabajadores permanentes y un grupo de ocho que iban y venían hacia o desde las otras secciones. La discusión que motivó el análisis comenzó cuando un trabajador de edad más avanzada, Abraham, acusó a otro más joven, Donald, de romper el ritmo coordinado de trabajo, acelerando más de lo que todos podían tolerar. En represalia, Donald lo acusó veladamente de brujería. Lo que sucedió fue que los demás operarios, en lugar de ali5

nearse conforme a sus edades, terminaron respaldando más a Abraham que a Donald. La pregunta que se formuló Kapferer fue ¿por qué algunos trabajadores tomaron partido de maneras que parecerían antagónicas a sus intereses en materia de ritmo de trabajo y brujería?

Figura 1 – Grafo de los mineros de Zambia según Bruce Kapferer (1969) Programado por el autor en ORA Net Scenes

Kapferer estimó que los mineros se alinearían de manera tal de minimizar la amenaza sobre sus posiciones. Comparó entonces las cualidades de las relaciones directas de los miembros del grupo con Abraham y con Donald en función de tres variables interactivas de intercambio, multiplexidad y flujo direccional (figura 1). El intercambio abarcaba a su vez cinco tipos de contenido: conversación, comportamiento jocoso, ayuda en el trabajo, asistencia pecuniaria y servicios personales. La multiplexidad se refería al número de diversos contenidos de intercambio en la relación, vale decir, si ésta era simple o múltiple. El flujo contemplaba la dirección de los contenidos de intercambio: en un sentido, en el otro o en ambos. Sobre todo este aparato conceptual, Kapferer aplicó medidas sobre cuatro variables estructurales: (a) la proporción de relaciones múltiples de un hombre con otros hombres; (b) la proporción de vínculos laterales; (c) la densidad de las relaciones laterales de cada Ego; (d) la esfera, entendida como la proporción resultante de todas las relaciones, tanto las directas desde cada Ego como los vínculos laterales de esas relaciones. Kapferer pudo explicar entonces la conducta en apariencia contradictoria de algunos actores: Abraham podía ganar el apoyo de muchos que en la disputa parecían neutrales debido a sus estrechas relaciones con terceras personas influyentes.

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El trabajo de Kapferer es magistral; no sólo resolvió de forma abierta a la inspección su problema empírico, sino que sirvió para ajustar diversos métodos de cálculo en redes sociales, la multiplexidad en primer término. Todavía hoy los datos de Kapferer integran el juego de archivos de ejemplo de un número crecido de programas de análisis de redes sociales: UCINET/Pajek/NetView, Krackplot y ORA Visualizer, entre otros (Wasserman y Faust 1994: 6, 13, 49-50, 179, 779; Borgatti, Everett y Freeman 2002). Pero la práctica intensiva del análisis de redes en el seno de la escuela mancuniana duraría tan poco como la buena imagen de la escuela misma. Muchos de sus representantes de la primera hora se inclinarían hacia posiciones interpretativas y fenomenológicas en los años setenta, y no pocos llegaron a abrazar formas extremas de posmodernismo en las tres décadas subsiguientes. Nadie menos que el propio Bruce Kapferer, arrojando al vertedero una de sus más valiosas contribuciones, concedió esta expresiva entrevista a Olaf Smedal para Antropolog Nytt 3 en el año 2000: Cuando hace 25 años usted accedió a editar el volumen que luego fue Transaction and meaning (1976) yo supongo que lo hizo porque sentía un fuerte interés (aunque luego tal vez menguante) en la teoría del intercambio, no en el sentido Maussiano sino en el Barthiano y sobre todo Blauniano. ¿Todavía ve algún mérito en esas tradiciones analíticas, o ellas ya son caballos muertos en lo que a usted concierne? Bueno, déjeme ponerlo de esta manera. Es un caballo muerto para mí, pero se está poniendo activo nuevamente. Están todas esas cosas que hice en materia de elección, toma de decisiones, redes muy barthianas (fui un pionero del análisis de redes); con esto de la globalización actual, todo eso es otra vez la orientación de moda. ¿Lo usaría ahora,...


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