Historia de Mexicali PDF

Title Historia de Mexicali
Course Ser humano y sustentabilidad
Institution Centro de Enseñanza Técnica y Superior
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Historia Ambiental de Mexicali tomada de varias fuentes bibliográficas...


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Notas para explorar una historia ambiental de Mexicali Afortunadamente, existen múltiples fuentes que se pueden consultar sobre la historia de Mexicali (Piñera, 1983; Martínez y Romero, 1991; Velázquez, 2002), y este capítulo no pretende ofrecer una revisión exhaustiva del desarrollo de este municipio. Los datos que aquí se presentan tienen la intención de ofrecer un marco que sirva de referencia para entender algunos aspectos de la vida cotidiana, reforzando los comentarios que aparecen vertidos por hombres y mujeres que llegaron a estas tierras hace algunas décadas. El presente capítulo aborda diversos aspectos de la vida en Mexicali: crecimiento demográfico, desarrollo de vías de comunicación, el reparto de tierras en el valle, el paso de la agricultura a la industrialización y el surgimiento de las primeras escuelas; pero estos puntos son meros pretextos para dejar que las voces de algunos migrantes, acotadas por diversos datos, permitan reflexionar lo que puede haber significado llegar y enfrentar un paisaje natural distinto al lugar de procedencia cada uno de los informantes. Hablar de la historia ambiental de Mexicali implica entender el espacio físico como algo socialmente modificado. El valle con sus ejidos, y la actual zona urbana de Mexicali son el resultado de una serie de factores físicos preexistentes (clima, flora y fauna nativos, orografía) con otros factores físicos asociados a la vida de las diversas generaciones que han pasado por aquí (recursos hidrológicos modificados, flora y fauna domésticas traídos en diversos momentos, modificación de ecosistemas desérticos transformados en agroecosistemas, caminos abiertos, basura y desperdicios multiplicados); pero estos factores físicos se ven alterados, manejados o desaparecidos por factores subjetivos. ¿Mexicali surge como una utopía? En más de un sentido, podemos considerar que así fue. Quienes llegaron a estas tierras inicialmente, seguramente lo hicieron pensando en obtener una mejor vida, confiando en que podrían desarrollarse de nuevas formas en esta tierra desconocida. Sin embargo, la búsqueda del bienestar material era una condición necesaria, pero no suficiente para hacerlos dejar su lugar de origen y trasladarse a una tierra desconocida. Surge entonces la utopía de llegar a una tierra con oportunidades, a una sociedad en la que se pueda ser actor y no un simple espectador. Era la utopía de quien intentaba conciliar su propia experiencia, una forma de vida, una manera de ver el mundo, con las historias de otros, en un ambiente nuevo, del que tal vez habían escuchado hablar, pero que deparaba sorpresas e interrogantes. Era la utopía de quien se hacía fuerte bajo un pino salado, como lo expresa Manuel Pérez: “De los pinos salados dicen, entre ellos personas que vinieron desde hace mucho tiempo, como mi suegro que llegó en 1918, que el pino salado lo trajeron por que era una planta que desafiaba al desierto; no le hacia nada el calor ni la salinidad y pues ahí se cobijaba la gente tratando de guarecerse de las lluvias que algunas veces caían y del sol; generalmente del sol, por que no había aquí más sombra que el pino salado y hay que tenerle consideración y respeto”. Mexicali, un pequeño caserío que empezaba a crecer se iba desarrollando como un encadenamiento de historias. La vida de Mexicali, siendo una sola, es al mismo tiempo un conjunto microhistorias, creencias y tradiciones que fueron arribando junto con quienes migraban a esta tierra. Bajo esa premisa de intercambio de vivencias personales, de proyectos comunes que fueron surgiendo en ocasiones de manera planeada, pero en otros casos apareciendo como resultado de respuestas inmediatas ante una realidad no prevista, es como queremos entender este esbozo de historia ambiental mexicalense. Creció la población, y pasamos a ser ciudad. Hace un poco más de cien años, el valle de Mexicali no contaba con ningún poblado fijo, aunque era posible encontrar grupos de indígenas que se movían con libertad y crecían en número tanto o tan poco como los recursos naturales para alimentarse lo permitían. A la par, habían empezado a llegar los primeros hombres que vislumbraban al río Colorado como una fuente de vida; con esa visión en pocos años se desató el auge de la siembra y cosecha del algodón, empezando a surgir pequeños centros de población, que paulatinamente dieron origen al desarrollo de esta ciudad y de los ejidos dispersos por todo el municipio. Ante ese crecimiento poblacional, los cambios en el valle, en el tipo de flora y fauna, que al principio fueron marginales, se fueron volviendo cada vez más significativos. El impacto que el ser humano provoca cuando empieza a ocupar socialmente espacios naturales, suele notarse cuando los cambios han provocado efectos difíciles de revertir. Para tener una idea de cómo se fue gestando el crecimiento de población en esta ciudad, puede verse la siguiente tabla: año 1930 1940

Mexicali 29, 895 44, 399

Baja California 48,327 78,907

1

1950 1960 1970 1980 1990 2000 2007

124,365 226,965 281,305 520,165 396,303 870,421 ---1,177,886 601,938 1,660, 855 764,602 2,487,367 885,277 2,961,009 Fuente: CONEPO Pensemos en el momento en que la población ascendía a sólo unos cientos de personas en todo el valle; recolectar leña para preparar su comida o para iluminar la noche, no era algo de lo que el medio ambiente no pudiera recuperarse. Lo mismo sucedía si decidían cazar algún animal; pero el desarrollo impone sus reglas que la naturaleza no comparte, y cuando no se trata de mantener a unos pocos, sino a varios miles, la simetría de poder entre el hombre y la naturaleza se inclina cada vez más hacia un solo lado. Los datos que se muestran aquí aparecen desde el censo de 1930, por ser el período de tiempo que nos interesa en esta obra, y permiten entender como, en el lapso de prácticamente una generación, de 1940 a 1970, nuestra ciudad creció casi nueve veces en su población. Este aumento poblacional, en términos de desarrollo urbano significó un gran esfuerzo, pero además de ello, implicó una fuerte modificación ambiental, que pocas veces es considerada. Había que dotar a esta nueva ciudad de agua, pero, paralelamente, lo mismo ocurría con todas las ciudades que en Estados Unidos iban floreciendo a los márgenes del Colorado. Más consumo, más necesidad de almacenar agua, más presas, menos volumen para los cursos naturales, más obras para controlar inundaciones y para la producción agrícola, menos oportunidad para que la vida silvestre floreciese en unos humedales cada vez más reducidos… Pasar de caserío a pueblo, de pequeña ciudad a capital, trajo muchas novedades naturales para quienes hoy vivimos en Mexicali, pero que difícilmente nos dejan entrever cómo era esta ciudad hace medio siglo. La vida, en las primeras décadas de la ciudad era muy distinta por el tamaño de la población, como lo recuerda doña Mercedes García: “No había necesidad de transporte urbano, solo estaba una central de camiones en la calle Melgar y esos eran los que le daban el servicio. La gente transitaba a pie, por los puentes pasaban las carretas jaladas con caballos vendiendo la verdura. Los emigrantes de la aduana americana casi nos conocían, nos saludaban, en ese entonces se daban pasaportes familiares y uno pasaba muy fácil, casi todos se conocían. Se traían las costumbres del sur, la religiosidad y eso hacía la diferencia.” Cada grupo de nuevos habitantes asentados en el valle intentaba acomodarse a su nuevo estilo de vida como le era posible, pensando más en adaptarse a las condiciones de vida en el desierto, modificándolo para asemejarse en algo a lo que habían dejado en el interior; poca preocupación había por entender y preservar el ecosistema regional. Desde luego, en ese proceso de adaptación había nostalgias, y tras ese recuerdo, la introducción de aquellas plantas y árboles que se iban adaptando a las condiciones locales. ¿Cómo se pasó de arbustos desérticos propios de la región a la gran variedad de árboles que hoy se ven en toda la ciudad? ¿En qué momento se empezaron a introducir árboles frutales, plantas de ornato y otras especies de flora? ¿Alguien pensó en qué modificaciones naturales convenían para imaginar una ciudad que fuera viable? Todo parece indicar que no fue así, y que la diversidad de especies introducidas se debió más a que cada oleada de migrantes fue trayendo consigo aquellas especies a las que estaba acostumbrado. Ignacio Ballesteros comenta “En mi pueblo había mucha fruta, mi preferencia eran los guamúchiles, las pitayas y los mangos y desde un principio yo vivo en la colonia Burócratas y hay muchos guamúchiles ¿quien los trajo? Y como se fueron a dar aquí. Allá en mi estado esta lleno de guamúchiles.” La introducción de especies de flora y fauna vino aparejada con el crecimiento de la población. Llegaba un habitante de otro estado, y podía traer de su tierra alguna planta, esperando que se aclimatara; detrás de él, otra familia hacía lo mismo, y de pronto, se fue volviendo escena común encontrar ejemplares de acacia, algarrobo, cola de zorra, tabachín, eucalipto, guamúchil, benjamina, yucateco, naranjo y palmas, por señalar algunos árboles y plantas que fueron adaptándose a las condiciones locales. Lo mismo fue sucediendo con especies más pequeñas que cumplían funciones de ornato, servían como plantas medicinales, o servían de condimento. Muchas de estas especies introducidas fueron traídas porque los migrantes de esa época no identificaban la vegetación desértica como vegetación que tuviera mayor utilidad, tal como lo señala doña Mercedes García: “las personas que adquirían un lote por primera vez, por que estaba desolado aquí sin vegetación, limpiaban las parcelas y tumbaban todo lo que estorbara para construir; recuerdo que mi mamá sembró tres higuerillas que es una planta de cinco hojas que crecen grandes y dan sombra muy pronto, de un verano a otro… no se conservan durante muchos años, pero daban sombra que era lo que se buscaba para refrescarnos cuando jugábamos, los niños nos poníamos a jugar ahí debajo de las higuerillas”.

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En cuanto al tipo de fauna que era posible encontrar, sin duda era distinta a la que se veía en otras partes del país, como la atestigua doña Rafaela Corona: “De la vida de los animales conocí coyotes, codornices, los gallitos del monte, las gallinitas, los conejos, las palomitas, las torcacitas y un montón de animalitos de esos, los perseguía pero no se dejaban agarrar, los coyotes me perseguían.” Con estos animales sucedió lo mismo que con las plantas: no siendo apreciados, se empezó a introducir nuevas especies que fueran domésticas y ayudaran a sobrevivir en un ambiente considerado hostil. Perros, caballos, conejos, chivos, gatos, canarios, pericos, se convirtieron igualmente en nuevos habitantes de estas regiones. Este crecimiento, aunado al desarrollo agrícola, a la incipiente industria y, por supuesto a las necesidades de la vida cotidiana, provocaron que más y más espacio natural fuera convirtiéndose en espacio socialmente ocupado, sin demasiada preocupación por entender ni los ritmos ni las condiciones propias de la sustentabilidad de la vida en el desierto. El móvil principal de quienes llegaban a esta tierra no era modificar el desierto, sino hacerse de una nueva vida, aunque esto último implicaba provocar muchas transformaciones. Entender un crecimiento tan acelerado en pocas décadas puede ser más fácil si se reconocen algunos acontecimientos que sirvieron para atraer población de otras entidades hacia Baja California. Así puede comprenderse que especialmente Mexicali, surgida como un asentamiento en un valle agrícola, haya tenido un desarrollo tan rápido y que esta ciudad haya transitado de lo agrícola a lo comercial, y en las últimas décadas a lo industrial. El Asalto a las tierras: identificación del valle de Mexicali con México. Cuando Mexicali surge, la mayor parte del valle era propiedad de Guillermo Andrade, quien había obtenido esta tierra en concesión desde fines del siglo XIX. A principios del siglo XX, apareció la Colorado River Land Company adquiriendo la mayor parte de las tierras del valle, e inició un fuerte proceso de introducción de canales de riego, pensando en explotar el cultivo del algodón. Este cultivo, no nativo de Mexicali, se convirtió rápidamente en dominante, y generó una real modificación de la realidad ambiental y de la vida cultural de esta parte de México. Para ello, fue necesario modificar gran parte de la geografía local, desmontando grandes extensiones de terreno, reduciendo la flora nativa y cambiando los flujos naturales de agua, de manera que, con la producción de la fibra blanca, se cambió para siempre la riqueza natural de la región. La Colorado River Land empleó como estrategia el arrendamiento de tierras a compañías de menor tamaño, que usualmente prefirieron el empleo de mano de obra extranjera, preferentemente china, pues así evitaban que los campesinos mexicanos, con el paso del tiempo, pudieran reclamar algún tipo de derecho sobre la tierra. No obstante, al irse aproximando los años 30’s, empezó a ser ya frecuente la presencia de campesinos mexicanos, que, cada vez más, pensaban que podían tener algún derecho sobre la tierra que trabajaban. El crecimiento agrícola del valle de Mexicali fue posible, además, porque la presa Hoover, cerca de Las Vegas, Nevada, empezó a funcionar en 1936 y permitió controlar más fácilmente el flujo de agua del río Colorado, lo que aumentó la superficie disponible para cultivo, sobre todo en el sur del valle, lo cual antes se dificultaba por las inundaciones anuales. Este control, benéfico para producción agrícola, y aún para la existencia misma de la ciudad, implicó que empezara a modificarse de una manera significativa el cuerpo de humedales que existían donde terminaba el río. Paulatinamente, el mayor número de campesinos mexicanos que fueron arribando, provocó que, ante la falta de tierras en el valle para ser repartidas, se incrementara la presión social, hasta que el 27 de enero de 1937, se desarrolla el movimiento llamado Asalto a las tierras, con miembros de las comunidades agrarias de Álamo Mocho, Michoacán de Ocampo y otras más. Este movimiento de reclamo de tierras para campesinos nacionales fue avalado por el presidente Lázaro Cárdenas. Esa es la historia que conocemos. ¿Pero que impacto ambiental generó ese reparto de tierras? A partir de ese momento, se inició un desarrollo de nuevos núcleos ejidales, con una vida que marca un sello muy propio al valle, pues facilitó que nuevas oleadas de población arribasen desde diversas partes de la república; por cierto que la mayoría de dichos ejidos lleva por nombre el de algún lugar geográfico de nuestro país, tal vez como una muestra del arraigo hacia dichos lugares por parte de quienes vinieron a estas tierras buscando nuevas oportunidades. Este momento histórico del Asalto a las Tierras resulta un paso decisivo en la adquisición de una identidad propia, pues es cuando los mexicanos radicados en el valle, trabajadores de la tierra, pero ajenos a ella, sienten con mayor razón que tienen una identidad, construida a través de la mediación del grupo y de una posesión común: la tierra. La posesión de la tierra abrió nuevas perspectivas para la vida de los cachanillas 1 de aquel momento, y creó 1

Cachanillas es el gentilicio que suele aplicarse a los habitantes de la región. El nombre corresponde a un arbusto propio de esta zona desértica.

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fronteras de existencia diferentes a las que hasta ese momento se podían plantear, pues desde ese momento era posible para cada uno, aunque sea en una medida pequeña, contribuir a desarrollar condiciones que, para las generaciones futuras, permitirían establecer nuevas utopías. Pero el establecimiento de esas nuevas utopías, muchas de ellas cristalizadas en proyectos, no implicó reconocer el valor de la vida en el desierto. La mancha urbana cada vez se alejó más de la cercanía con la naturaleza, y el mismo valle no era un espacio natural, sino territorio ejidal, con sus propios símbolos, prácticas y maneras de enfrentar la vida que hizo identificarse a los cachanillas. El ferrocarril y el Camino Nacional, factores de unión con el resto del país. Hemos mencionado que el crecimiento de Mexicali se debió al arribo de varios miles de hombres y mujeres llegados de diversos puntos de México, y en algunos casos, de Estados Unidos. Pero al revisar la geografía de esta ciudad, descubrimos que se encuentra en medio del desierto, y atravesar una zona tan árida no es algo que se pueda hacer sin mayores complicaciones. Para comprender el arribo de esta población, es necesario imaginar lo que significaba cruzar el desierto de Altar, en el estado de Sonora, así como la barrera natural que representa la Rumorosa, sierra limítrofe con la parte oeste del valle de Mexicali. En lo referente a la comunicación con otras ciudades de Baja California, no era posible pensar en un viaje a principios del siglo XX; sin embargo, para 1917 ya se encontraba abierto un camino de terracería, que permitía comunicar a nuestra ciudad con Tecate y prolongar el viaje hasta Tijuana; el camino, abierto con base en explosivos en la cuesta de La Rumorosa era de un solo carril y podía llevar varias horas para transitar los poco más de 20 kilómetros que van desde la Laguna Salada hasta el campo Alaska. Este camino, aunque difícil de transitar, fue permitiendo que la vida floreciese más fácilmente en la frontera norte del estado. Con el paso de los años se fue viendo necesario ampliar y volver más seguro dicho trayecto, pero sería hasta 1952, después de un trabajo de cerca de cinco años, cuando se logra terminar de pavimentar este camino, lo que facilitó el contacto entre todos los municipios bajacalifornianos. (Walter, 1996) Volteando hacia el este, debido a que Baja California se encuentra en la parte noroeste de México, separada además por una barrera ambiental difícil de franquear como lo es el desierto de Altar, resulta importante comprender cómo el desarrollo del ferrocarril fungió como un verdadero puente que permitió enlazar el valle de Mexicali con el resto del país. La mayor parte de quienes arribaron a esta ciudad en sus primeras décadas, tuvieron que hacerlo atravesando el calor extremoso del desierto de Altar, empleando los camiones que recorrían esa ruta, o bien debían hacerlo llegando por ferrocarril desde el suroeste de Arizona. En septiembre de 1936, el presidente Lázaro Cárdenas firmó el decreto de creación del ferrocarril Sonora– Baja California. (Aguirre, 1983). Hasta ese momento, para llegar a pisar suelo bajacaliforniano, se debía llegar empleando el ferrocarril Intercalifornia, que permitía entrar al valle de Mexicali desde Yuma, Arizona, por el poblado de Los Algodones. Así es que cuando se inicia la construcción de una vía directa, sin tener que pisar suelo norteamericano, el proyecto resultó de gran relevancia para el desarrollo de Mexicali, puesto que, aprovechando la red de ferrocarriles existentes en el resto del país, los pasajeros podían tomar el tren en diversas ciudades de la República y trasladarse por ese medio a Mexicali. Hasta ese momento, quienes llegaban al pequeño poblado de San Luis Río Colorado, en Sonora, para llegar al valle de Mexicali, debían hacer uso de los servicios de una panga que varias veces al día cruzaba el cauce del río. (Gastelum, 1903). Una aventura que el día de hoy resulta extraña, cuando al transitar de Sonora a Baja California, se cruza el cauce de un río, pero su agua no se observa ahí, sino canalizada un poco a la distancia; una vez más, el progreso implicó secar un cuerpo de agua superficial. Por cierto que el ferrocarril Intercalifornia tuvo su mayor auge en tiempo de la segunda guerra mundial, de 1941 a 1945; al finalizar esta conflagración su movimiento fue declinando, hasta que finalmente dejó de funcionar hacia el año de 1959. El tren que corría de Mexicali a Los Algodones por muchos años circuló diariamente, aunque en sus últimos años ofreció sólo una corrida semanal, siendo conocido después de la guerra con el nombre de "El Pachuco" (Valdés, 1979). La formación de Mexicali, entre el juego y las primeras escuelas. Cuando se piensa en la fundación de una ciudad, sin duda que gran parte de su desarrollo tendrá que ver con la oferta educativa que sea capaz de ofrecer. Y esta ciudad n...


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