Industrialización EEUU PDF

Title Industrialización EEUU
Author Samuel Rodriguez
Course Historia Económica y Social
Institution Universidad Rey Juan Carlos
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LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL DE ESTADOS UNIDOS

Estados Unidos es el ejemplo más espectacular de rápido crecimiento económico. Su desarrollo estuvo condicionado por dos guerras, la Guerra de Independencia (1776-1783) y la Guerra de Secesión (1861-1865) y por una serie de factores positivos que facilitaron su expansión económica: en primer lugar, es un territorio de enorme extensión que se puso en explotación de forma progresiva; precisamente sus grandes dimensiones permiten que goce de una gran variedad de climas y recursos, y de un alto grado de especialización regional. Por otra parte es un país poco poblado, y una parte importante de su población está constituida por emigrantes, sobre todo europeos, que buscaban libertad política y religiosa, así como la mejora de sus condiciones de vida. En las cuatro décadas posteriores a su independencia, los Estados Unidos gozaron de un desarrollo económico y social rápido e intenso que coincidió con un notable aumento de la población. Esta población colonizó progresivamente el Oeste de América, basando su economía en la agricultura (trigo y maíz) y ganadería, mientras que en el Este (Nueva Inglaterra) se asentó el comercio, la industria y la banca, y los Estados del Sur se especializaron en cultivos intensivos en tierra y trabajo como el algodón, índigo, tabaco y arroz, una gran parte de los cuales se destinaba a la exportación. Los esclavos procedentes de África supusieron una mano de obra abundante y barata para el Sur, mientras que en el Norte los salarios fueron cada vez más elevados. Las guerras y revoluciones existentes en Europa a finales del siglo XVIII y comienzos del XIX paralizaron en parte las importaciones estadounidenses y sirvieron de estímulo para los comerciantes e industriales norteamericanos que invirtieron con el objetivo de producir aquellos bienes que antes importaban y así satisfacer la creciente demanda del mercado doméstico, pero, para ello, requerían una vasta red de transportes.

Los Estados y municipios, en colaboración con las empresas privadas, emprendieron la construcción de caminos de peaje y canales, al tiempo que se desarrollaba el transporte fluvial, mediante barcos de vapor. La construcción de carreteras y canales aceleró enormemente el flujo de la población hacia el Oeste y hacia el Sudeste, dando un gran impulso a su desarrollo económico. Sin embargo los resultados económicos de los canales fueron escasos y en la mayoría de los casos las empresas inversoras no recuperaron el capital invertido. Una de las razones que explican el fracaso de los canales es la temprana construcción del ferrocarril que se convirtió en el principal medio de transporte. Al existir escasez de capital privado, los gobiernos de los Estados y ciudades, en su deseo de tener ferrocarriles, adelantaron a menudo fondos para acelerar su construcción y el gobierno federal hizo grandes concesiones de tierra a lo largo de las vías trazadas. Sin embargo, las bancarrotas y las reorganizaciones de las compañías fueron el rasgo característico de los ferrocarriles en Estados Unidos y muy pronto estallaron violentos enfrentamientos entre distintas compañías con el objetivo de eliminarse mutuamente. Muchas veces su construcción se consideró más como un instrumento de especulación que como un medio de transporte tendente a mejorar la economía nacional. La mayor parte de los ferrocarriles se construyeron en el Nordeste y el Noroeste, lo que permitió vincular política y económicamente ambas regiones, mientras que en los Estados del Sur la construcción fue mucho más reducida. En 1840 la longitud de líneas férreas construidas era mayor que la existente en toda Europa. Al igual que ocurrió en Gran Bretaña, el ferrocarril en América no fue importante sólo como productor de servicios de transporte, sino también por sus eslabonamientos hacia atrás con otras industrias, sobre todo la siderurgia, especialmente después de la Guerra de Secesión. A pesar del rápido crecimiento de la industria, en el siglo XIX Estados Unidos seguía siendo una nación eminentemente rural. La población urbana no aumentó significativamente hasta después de la Primera Guerra Mundial, esto se debió en parte a que la mayoría de la producción fabril estaba situada en zonas rurales, por tanto las empresas eran de pequeña escala y utilizaron energía hidráulica hasta finales del XIX. Con la llegada de las centrales eléctricas las industrias se trasladarían a las ciudades, aumentando su tamaño.

El crecimiento demográfico estadounidense durante el siglo XIX fue muy elevado, debido a la inmigración y, sobre todo, a una tasa extremadamente alta de crecimiento natural, ya que las tasas de natalidad eran más elevadas y las tasas de mortalidad más bajas que en Europa. En 1790 la población de Estados Unidos no superaba los 4 millones de habitantes, en 1820 era ya de 10 millones, 17 en 1840, 31 en 1860, en 1870 casi 40 millones y en 1915 más de 100 millones de habitantes. A pesar de este importante aumento, la densidad de población permaneció relativamente baja gracias a la extensión de los territorios hacia el Oeste. También la inmigración desempeñó un importante papel en el crecimiento demográfico, con dos corrientes principales, la primera, que se produjo antes de 1870, procedía fundamentalmente de Inglaterra y Alemania, mientras que la segunda tenía su origen en la Europa meridional y oriental. Entre 1890 y 1914 se produjo una enorme corriente de inmigrantes (más de un millón anual) gracias a la política de inmigración estadounidense, casi sin restricciones. No obstante, la renta per cápita y la riqueza crecieron todavía más rápidamente que la población. En el cuadro 8.1. se puede observar el volumen de inmigración en Estados Unidos relacionado con diferentes acontecimientos políticos y económicos. Sin embargo, uno de los problemas fundamentales de la industria y de la agricultura fue la escasez continua de mano de obra y, por tanto, su alto coste, de ahí que se adoptaran con gran rapidez máquinas que ahorrasen mano de obra. Los métodos agrícolas europeos, mejores que los americanos, daban mayor rendimiento por hectárea, pero los granjeros de Estados Unidos obtenían mejores rendimientos por hombre/empleado, usando maquinaria relativamente barata. En la industria, la situación era similar. La producción agrícola dominó las exportaciones americanas durante el siglo XIX, pero a partir de la década de 1880 el número de trabajadores no agrícolas superó a los empleados en la agricultura, y la renta proveniente de la industria superó a la de la agricultura. En 1890 los Estados Unidos se habían convertido en la primera nación industrial del mundo.

Respecto al sistema bancario el proceso de industrialización que se llevó a cabo tras la guerra de Secesión, se efectuó dentro de una acusada anarquía monetaria. Existían multitud de pequeños bancos emisores que no estaban sujetos a ningún tipo de control, lo que dio lugar a multitud de quiebras y especulaciones, sin embargo la economía dispuso de los servicios bancarios que necesitaba y, de hecho, creció con gran rapidez. A finales de siglo se implantó el patrón oro, pero el descubrimiento de nuevas minas acarreó un incremento de producción de este metal, y por tanto aumentaron considerablemente los créditos. En 1913 el Congreso creó el Sistema de Reserva Federal, basado en tres instituciones: un Comité Federal de Reserva, doce Bancos de Reserva y unos 9.000 Bancos miembros. Este sistema permite a la Junta de Reserva Federal ejercer un control en la política de crédito del país....


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