EEUU preguerra fría Doctrina Truman y Plan Marshall PDF

Title EEUU preguerra fría Doctrina Truman y Plan Marshall
Author Martina Sanchez
Course Historia De Las Relaciones Internacionales
Institution Universidad Católica de Córdoba
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Doctrina Truman y plan Marshall, sucesos importantes con el fin de la Segunda Guerra Mundial y el inminente inicio de la Guerra Fría. ...


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Gaddis – “Estados Unidos y los orígenes de la guerra fría 1941-1947” CAP 1: “El pasado como prólogo: el mundo de posguerra desde la perspectiva norteamericana” FDR decía el 9 de diciembre de 1941, admitiendo que el aislacionismo había sido un error, que “no nos gusta pero ahora estamos involucrados y vamos a pelear con toda nuestra fuerza; ganaremos la guerra, y ganaremos la paz que habrá de sucederla”. Dicha lección del pasado condicionaron los planes de Washington. El primero y esencial objetivo debía ser derrotar totalmente, desarmar y ocupar aquellas naciones que habían iniciado la guerra. El segundo requisito para una paz duradera debía ser el promover la autodeterminación y prevenir eventuales depresiones económicas en el futuro. La no integración por parte de Norteamérica a la Liga de las Naciones también había contribuido al colapso del orden internacional; por lo tanto, la tercera condición para mantener la paz sería integrar una nueva organización de seguridad colectiva. Por otra parte, tres devastadoras invasiones sufridas a lo largo de ciento treinta años habían convencido a Moscú de la necesidad de garantizar la seguridad mediante el dominio territorial y la posesión de determinadas esferas de influencias. La tradicional xenofobia rusa, combinada con la ideología comunista, hizo que los oficiales del Kremlin desconfiaran de las propuestas de Occidente y los movió a buscar soluciones unilaterales a sus problemas diplomáticos. FDR anunciaba su doctrina de rendición incondicional: la paz se lograría en el mundo sólo luego de la total eliminación del poderío bélico de Alemania y Japón. Consideraba que esta estrategia iba a ser bien recibida por Stalin. Sin embargo, esa política encontró su más serio paredón cuando se halló frente a la decisión soviética de protegerse de cualquier futuro ataque creando esferas de influencias a lo largo de su frontera occidental. Stalin no se preocupó en absoluto por mantener en secreto sus ambiciones territoriales. Los líderes norteamericanos consideraban que la reconstrucción de la economía mundial era un objetivo a lograr tan importante como la autodeterminación si es que se quería terminar verdaderamente con las causas de las guerras, tal como decía el secretario de Estado Hull en 1944: “Un mundo inmerso en el caos económico será siempre terreno fértil para el conflicto y la guerra”. Eran aquellos los días de David Ricardo y John Stuart Mill. Los liberales clásicos siempre habían considerado que el comercio era el principal lazo de unión entre las naciones, y la mayoría de los economistas del Departamento de Estado adherían a esta posición. Roosevelt resumió con claridad las razones que se hallaban detrás de la política exterior norteamericana, al responderle a un reportero: “Por supuesto que vamos a ayudar a la rehabilitación de las naciones después de la guerra. ¿Por qué? No sólo por razones humanitarias, sino porque nos conviene, le conviene a nuestras billeteras y a nuestra seguridad futura.” Llegar un acuerdo con Moscú sobre la economía resulto difícil. La negativa de Moscú a integrar el sistema monetario o a ceder las barreras comerciales en áreas bajo su control hizo que la cooperación económica fuera imposible.

Ninguna de estas medidas –rendición incondicional, autodeterminación, cese de las barreras de comercio- parecían recursos aptos para evitar nuevas guerras si los EEUU volvían al aislacionismo. Hasta que los Estados Unidos no se decidieran a unirse a las demás naciones para evitar amenazas de futuras agresiones, no habría garantía de una paz duradera. Después de Pearl Harbor, Roosevelt endureció su posición, argumentando que en el período inmediato al fin de la guerra los Estados Unidos, la Unión Soviética, Gran Bretaña y China no deberían actuar como síndicos sino como policías frente al resto del mundo. Roosvelt dudaba en manifestar públicamente a favor de un nuevo instrumento de seguridad colectiva. Sin embargo, flexible como siempre, dio lugar a que el Departamento de Estado diseñe el proyecto de una organización internacional, las Naciones Unidas, que funcionarían como la Liga de Naciones. Pero, los Estados Unidos, Gran Bretaña, la Unión Soviética o China, como miembros permanentes del Consejo de Seguridad, podrían emplear el veto para evitar que dicha organización mundial pudiera eventualmente fallar o actuar en contra de sus intereses. Este veto resguardaba el principio de la unidad de los poderes mayores. El apoyo soviético resultó fácil de obtener. La preocupación por el pasado fue un elemento altamente perturbador para la visión que los Estados Unidos tenían del mundo de posguerra. CAP 10: “Hacia la doctrina Truman: implementando la nueva política” El extenso telegrama de Kennan el 22 de febrero de 1946 proporcionó a Washington el necesario elemento racional para ponerse duros con Rusia. Este señalaba que nuevas concesiones a Moscú serían inútiles; el régimen de Stalin siempre sería hostil porque el sostenimiento de su autoridad doméstica dependía de la existencia de una amenaza exterior. La administración Truman se enfrentó con la crisis de Irán de tal manera que resultaba evidente que había adoptado el análisis de Kennan; durante todo el resto de 1946 los EEUU no harían ninguna concesión importante a Rusia. En el mediterráneo, Washington iba a ejercer una vigorosa mostración de diplomacia armada al rechazar lo que aparentemente era una propuesta de Moscú para los Dardanelos. En Alemania los funcionarios de los EEUU comenzarían a inclinarse a favor de una tácita desintegración, antes de ver ese país unificado bajo control soviético. En las Naciones Unidas, los diplomáticos norteamericanos decidirían que era preferible asumir el riesgo de una carrera armamentista nuclear que adoptar un esquema que no fuera de absoluto control para el desarrollo nuclear. La doctrina Truman, proclamada en marzo de 1947, representaba claramente el esforzado intento de la administración para lograr ponerse duros con Rusia. Presentando al conflicto rusonorteamericano como la lucha irreconciliable entre dos ideologías frontalmente contrapuestas, el presidente y sus asesores pudieron conmover tanto al Congreso como a la opinión pública de manera de lograr el apoyo necesario para llevar adelante la nueva política. Elbridge Durbrow, sucesor de Kennan como encargo de asuntos en Moscú, informaba en 1946 que los rusos están tratando de extender su control e introducir su sistema político y económico

marxista en todos los lugares posibles mientras el Ejército Rojo ocupaba la Europa Oriental y los Balcanes. Ante la eventualidad de otra guerra mundial, estaban de acuerdo ya que según su obsesionada teoría marxista es inevitable. En un informe realizado por Clifford y pedido por Truman se decía que la clave para interpretar la política exterior actual de la Unión Soviética es comprender que los líderes soviéticos adhieren a la teoría marxista de la destrucción de los Estados capitalistas por los Estados Comunistas. Clifford concluía con la afirmación de que el objetivo de la política norteamericana debía ser convencer a los líderes de la Unión Soviética de que la guerra entre el comunismo y el capitalismo no era inevitable. Los acontecimientos verdaderamente importantes referidos a la relación soviético-norteamericana en lo que restaba de 1946, tenían lugar en Alemania, donde habían fracaso todos los intentos de poner en marcha el Postdam; en las Naciones Unidas, donde se estaba discutiendo el proyecto norteamericano para el control de armas atómicas, y en el Cercano Oriente, donde al parecer los rusos estaban lanzando una nueva ofensiva expansionista. La principal oposición al Postdam (tratar Alemania como una unidad económica) provenía de Francia. Debido a que los Tres Grandes le habían otorgado una zona de ocupación, París podía utilizar el veto en cualquier situación que no resultara de su agrado. Kennan estuvo de acuerdo en que a los rusos les convenía la resistencia de Francia a la instauración de las agencias centralizadas en Alemania. No cabía duda que el líder del Partido Comunista francés era un títere de Moscú. Señalaba que las agencias centralizadas de Alemania podían caer bajo dominio soviético, dándole así a Moscú la oportunidad de dominar todo el país. Comparado con esto, un Reich permanentemente divido parecía ser un mal menor. Pues así lo reiteraba el secretario de Estado, Byrnes: “no queremos que Alemania se convierte en un país satélite de ninguna potencia, en tato exista en Alemania un ejército de ocupación, las fuerzas armadas norteamericanas formarán parte del mismo. El presidente y sus asesores también tendrían que enfrentarse a alternativas nada agradables. A lo largo de 1946 la administración tenía que delinear su política no teniendo en cuenta lo que la URSS aceptaría, sino lo que el Congreso podría aprobar. Ante la nota soviética en la que se manifestaba la intención de dominar Turquía, si Moscú dominaba dicho país sería sumamente difícil e imposible para los EEUU evitar que los rusos controlaran Grecia y la totalidad del cercano y medio oriente. Había llegado el momento de resistir con todos los medios a la agresión soviética, dicho esto la administración Truman estaba ahora dispuesta a ir a la guerra de ser necesario para frenar la expansión soviética. Comenzaba así la estrategia de la contención. La nueva política de la administración Truman de un mayor endurecimiento frente a Rusia tuvo que soportar el embate de dos amenazas internas. De un lado, unos liberales adherentes al frente popular, convencidos de que la política de Roosvelt de cooperación con la Unión Soviética todavía constituía la mejor esperanza para la paz mundial. De otro lado, un grupo más importante

amenazaba con quitarle a la administración los medios práctico para llevar adelante su nueva política instando a restaurar las prácticas militares y económicas aislacionistas previas a la SGM.

Ambrose: “Hacia el poder global. La política exterior norteamericana desde 1939 hasta Reagan” CAP 5: “La doctrina Truman y el Plan Marshall” ... (Siguiendo lo último señalado de Gaddis). En noviembre de 1946 los republicanos ganaron el control del Congreso enfatizando un regreso a la normalidad, desmovilización, negocios como antes, un recorte al rol y gastos del gobierno e impuestos más bajos. Estos hechos internos restringieron severamente la capacidad de la administración Truman para llevar a cabo la guerra fría. En los comienzos de 1947, el ejército de 8 millones quedo recudo a un millón de hombres; en la marina, de 3,5 millones a menos de un millón; la Fuerza Aérea se redujo de más de 200, a menos de 50 grupos efectivos de combate. Simultáneamente con la disminución de la fuerza militar había un creciente miedo en Washington por el alcance y la naturaleza de la amenaza soviética. Cual fuese la política de Estados Unidos en torno a la URSS: 1) aumentar los recursos militares propios, 2) enviar ayuda militar a los países amenazados, 3) dar asistencia económica y técnica a los pueblos necesitados, todo requería dinero. Y era el congreso republicano quien controlaba el dinero y no veía ninguna razón de fuerza para gastarlo en cualquiera de esos rumbos. A fin de obtener los recursos militares y económicos para conducir una política exterior agresiva, Truman tenía que convencer a los norteamericanos de la realidad y magnitud de la amenaza soviética. En enero de 1947, el secretario de Estado Byrnes renunció y su sucesor fue el general Marshall. Junto a él, Truman convocó a los líderes legislativos y describió la situación griega en sombríos términos y luego dijo que quería pedirle al Congreso 250 millones de dólares para Grecia y 150 millones para Turquía. El modo en que subrayó los hechos los convenció completamente. Sin embargo, al Congreso le preocupaba la manera en que el público recibiría un corte tan brusco. La estrategia de Truman era explicar la ayuda a Grecia no como un apoyo a la monarquía sino más bien como un programa por la libertad del mundo entero. Kennan se desconcertó ante esto y pensaba que nada más debía apoyarse política y económicamente. El punto que Kennan no había visto era la necesidad de reunir a la opinión pública en apoyo de una política que rompía abruptamente con el pasado norteamericano. Truman tenía que describir la situación griega en términos universales, el bien contra el mal, para conseguir apoyo a la represión. En una sesión del Congreso y ante la cámara de representantes exclamó: “Creo que debe ser la política de los Estados Unidos apoyar a los pueblos libres que están resistiéndose a ser sometidos

por minorías armadas o por presiones externas”. La frase lo comprimía todo. En una simple oración Truman había definido la política exterior para la próxima generación. Cuando y dondequiera un gobierno anticomunista estuviese amenazado, por nativos insurgentes, invasión foránea o presión diplomática, Estados Unidos proveería ayuda política, económica y sobre todo, militar. En una reunión entre Truman y los líderes del congreso, estos últimos le advirtieron a Truman que si quería un apoyo del público a la represión, tendría que aterrorizar al pueblo norteamericano. Y lo hizo, describió como regímenes totalitarios a quienes amenazaban con extinguir la libertad en todas partes. Había llegado el momento, dijo en que “cada nación tendrá que elegir entre dos modos alternativos de vida”. El 15 de mayo de 1947 el Congreso asignó 400 millones de dólares para Grecia y Turquía. Por primera vez en la historia, el país había optado por intervenir durante un período de paz general en los asuntos de los pueblos lejos de américa. Simultáneamente al anuncio de la doctrina Truman, fracasó el Consejo de Ministros de Relaciones Exteriores de Moscú. Las posiciones sobre Alemania se habían endurecido. Ni los norteamericanos ni los soviéticos tenían intención alguna de trabajar en un tratado de paz con Alemania y en la reunificación de la misma. Marshall había sido sacudido por la lenta recuperación económica en Europa tras la guerra. Stalin, concluía el general, quería que la economía europea se quebrantase. El 5 de Junio de 1947, hablando en la Universidad de Harvard, Marshall anunció su plan. Si Estados Unidos no proveía ayuda, “un deterioro económico, social y político de carácter muy grave” sobrevendría, con serias consecuencias para la economía norteamericana. La asistencia no podía darse a migajas, sino que debía ser una cura más que un mero paliativo”. Pidió a las naciones europeas juntarse entre ellas, trazar un plan y someterlo a consideración de Estados Unidos. La reacción en Europa occidental fue entusiasta. El 26 de Junio Molotov llegó a París con 89 económicos y empleados, lo que indicaba que los rusos consideraban la propuesta seriamente, como en verdad lo hicieron. Los rusos temían a un bloque occidental y se daban cuenta que sustraerse a participar en la conferencia de París equivaldría a forzar la formación de ese bloque. Sin embargo, Molotov salió enojado y en una semana después, los soviéticos anunciaron un “Plan Molotov” para sus satélites. Después de un exhaustivo examen, la administración Truman aceptó el programa y Truman lo presentó al Congreso el 19 de diciembre. En Europa occidental, la propuesta del plan Marshall había servido para trazar una línea a través del continente, pero la renuencia del Congreso a asignar fondos había dejado al área debilitada. El Plan Marshall se había convertido en la clave para la contención comunista y el 2 de enero de 1948 Truman se enfrentó al congreso de nuevo sin respuesta inmediata. Entonces vino el golpe comunista en Checoslovaquia. En mayo de 1946 Checoslovaquia celebró sus primeras elecciones de la posguerra. Los comunistas ganaron el 38% de los votos. Ni el presidente

Benes ni el canciller Masaryk eran comunistas, por ende, una misión soviética voló a Praga, sacó a Benes del poder y asumieron el control. Ante este golpe que ilustraba las limitaciones de la política exterior norteamericana del momento, el Senado aprobó el Plan Marshall. En junio de 1948, la administración Truman autorizó a la CIA a comprometerse en una vasta red operativa secreta contra la Unión Soviética y los comunistas dondequiera que fuese, incluyendo la guerra política, económica y paramilitar. El temor más inmediato eran las elecciones en Italia. La CIA puso en manos del partido anticomunistas millones de dólares, y terminaron ganado las votaciones. Truman quería contener a los comunistas y encontraba conveniente dejar los aspectos desagradables del problema en manos de la CIA. La doctrina Truman y el Plan Marshall habían dado comienzo a algunos detalles de la política de contención en Europa....


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