LA Producción DE Textos Argumentativos EN Estudiantes DE ELE DE LA Universidad Alassane Ouattara PDF

Title LA Producción DE Textos Argumentativos EN Estudiantes DE ELE DE LA Universidad Alassane Ouattara
Author Mamadou Coulibaly
Course Lingüística Aplicada
Institution Universidad de León España
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Este artículo es un estudio sobre la producción de textos argumentativos....


Description

LA PRODUCCIÓN DE TEXTOS ARGUMENTATIVOS EN ESTUDIANTES DE ELE DE LA UNIVERSIDAD ALASSANE OUATTARA DE BOUAKE Mamadou COULIBAY Université Alassane Ouattara de Bouaké Côte d’Ivoire [email protected] Resumen El objetivo final del aprendizaje de una lengua extranjera a nivel universitario no es el simple dominio de su vocabulario y/o de sus estructuras gramaticales sino poder usarla de manera eficiente en la vida académica y profesional, llevando a cabo investigaciones científicas, comunicando ideas a través del desarrollo del pensamiento analítico y reflexivo. En esta perspectiva, la producción de textos y los mecanismos de la argumentación se convierten en herramientas privilegiadas e imprescindibles, dado que constituyen una dimensión que afecta cualquier tipo de texto (escritos u orales): conversacional, jurídico, académico, narrativo, administrativo. El presente artículo es el resultado un estudio que hemos llevado a cabo en el Departamento de Español de la Universidad Alassane Ouattara de Bouaké (Costa de Marfil) para comprobar el nivel de competencia textual y de argumentación que tienen los estudiantes de Máster 1 en la especialidad Lingüística y Didáctica del español. Este estudio nos ha permitido determinar las aptitudes y las carencias de dichos estudiantes a la hora de producir un texto argumentativo. En consecuencia, hemos hecho una propuesta a modo de orientación para la elaboración de un planteamiento teórico y práctico, que podría impulsar en los estudiantes el desarrollo de las habilidades de producción textual argumentativa. La aplicación de tal propuesta podría permitir a los aprendices hacer de manera eficiente un empleo real de la lengua meta en los mensajes que emitan, con el objeto consciente de guiar al interlocutor hacia determinadas conclusiones. Palabras clave: Lingüística aplicada, Lingüística pragmática, Lingüística comunicativa, Lingüística textual, aprendizaje de ELE, producción de textos argumentativos.

Introducción De la necesidad de explicar la realidad de la comunicación lingüística a través del uso real de la lengua para expresar nuestras ideas, la pragmática ha venido desarrollando en las últimas décadas varios campos de estudio y varias teorías entre los cuales la lingüística textual y su teoría de la argumentación, impulsada por Anscombre y Ducrot (1994). Si consideramos que todo mensaje verbal constituye un acto discursivo y, al mismo tiempo, un texto marcado por una

intención comunicativa dirigida a un interlocutor , podemos afirmar que el uso cotidiano que hacemos del lenguaje para intercambiar en nuestras sociedades no son más que un conjunto de microtextos argumentativos. Así pues, como bien afirma Herrero Cecilia, 2006: 71, la función prioritaria de la lengua no es la de describir el mundo sino la de hacer aceptable la comunicación entre los hablantes, es decir, encadenar lo que decimos con una serie de enunciados que operan como conclusión aceptable, llevando de este modo a nuestro interlocutor a adherir a la visión que tenemos de una realidad concreta del mundo. Por consiguiente, es imprescindible desarrollar en los estudiantes la competencia discursiva argumentativa, sobre todo escrita, independientemente de la lengua de estudios: sea nativa, sea extranjera. Esta competencia se ha de desarrollar por la enseñanza de la composición escrita de los tipos de discursos, principalmente, los textos argumentativos, dado que la argumentación es indisociable del discurso académico. Todas las clases de los profesores, las respuestas de los estudiantes en el aula y la mayor parte de los intercambios entre estos aprendices universitarios se desarrollan en un contexto en el cual los participantes están expuestos a variadas exigencias comunicacionales que conllevan un fondo de intencionalidad. Así pues, es necesario que los estudiantes experimenten en las aulas el pertinente proceso del uso de determinado registro y determinado formato, con el objeto de producir argumentos eficaces y adecuados con los propósitos y los destinatarios (Serrano de Moreno, 2008: 2). Estas premisas nos han llevado a realizar un estudio en el Departamento de Español de la Universidad Alassane Ouattara de Bouaké (Costa de Marfil) para comprobar el nivel de competencia textual y de argumentación que tienen los estudiantes de Máster 1 en la especialidad Lingüística y Didáctica del español, cuya lengua de estudios es el español como lengua extranjera. En este estudio, subyace una preocupación principal: ¿qué nivel de competencia textual y argumentativa tienen los estudiantes de Máster 1 de la especialidad Lingüística y Didáctica del español de nuestro Departamento? Esta pregunta nos ha llevado a otras interrogantes: ¿Acaso, dominan los estudiantes todos los elementos constitutivos de un texto argumentativo? En el caso de una respuesta negativa, ¿cuál es el proceso que se debe poner en marcha para desarrollar en ellos la competencia escrita argumentativa tan importante como el uso del lenguaje? Con el fin de encontrar respuestas a estas preguntas, primero, hemos procedido a la comprobación del nivel de la competencia textual y argumentativa de nuestros informantes, poniendo a la luz, de este modo, los aspectos que éstos dominan y los que no dominan a la hora de producir un texto argumentativo. Luego, hemos hecho una propuesta didáctica a modo de orientación para la elaboración de un planteamiento teórico y práctico, que podría impulsar en los estudiantes el desarrollo de

las habilidades de producción textual argumentativa. Por último, hemos acabado este artículo por una nota conclusiva y las referencias bibliográficas.

1- Consideraciones conceptuales y teóricas 1.1- Nociones de texto y de argumentación La lingüística textual dispone de una enorme variedad de definiciones en torno al concepto de texto pero conviene retener el resumen que hacen Calsamiglia Blancafort y Tusón Valls (1999) de lo que se entiende por texto en el marco de los estudios lingüísticos: « Actualmente hay unanimidad en considerar que el texto es una unidad comunicativa de un orden distinto al oracional; una unidad semántico-pragmática de sentido, no sólo de significado; una unidad intencional y de interacción, y no un objeto autónomo » (1999: 219).

En relación con la dimensión intencional e interactiva del texto, Van Dijk (1983) aboga que: «... la elaboración y comprensión del texto, por regla general, tienen lugar en un proceso de comunicación en el que el hablante desea que el oyente se entere de algo o modifique su estado interior de otra manera (se forme o modifique determinadas opiniones o posturas) y en virtud de ello eventualmente lleve o no a cabo ciertas acciones deseadas» (1983: 214).

Podemos decir, pues, que de esta intencionalidad comunicativa, que conlleva la elaboración del texto, surgen las premisas de la argumentación. La argumentación se concibe como un proceso de producción de discursos mediante el cual el locutor expresa una serie de enunciados como buenas razones para que su interlocutor crea u opine de una manera y no de otra, u obre en una dirección determinada. Es, Pues, un proceso relacional, a través del cual se encadenan unos argumentos con una conclusión, con el objeto de llevar al receptor a adherir a una conclusión determinada por la opinión del locutor. La argumentación tiene, por lo tanto, una finalidad perlocutiva, eso es, convencer, persuadir (Fuentes Rodríguez y Alcaide Lara, 2007: 9-10). Esta definición nos permite decir que la argumentación hace referencia a un macroacto de habla que forma parte de nuestra vida cotidiana. Cualquiera de nuestros discursos está orientado por un propósito, una intención, una finalidad, independientemente de la categoría discursiva en la que se puede clasificar. Para alcanzar su meta, además de estas premisas, la argumentación recurre a implicaturas y sobreentendidos de carácter contextual. A diferencia de la demostración, el encadenamiento de la argumentación no es ni objetivo ni definitivo, y ni tan

siquiera el número de los argumentos es fijo; tampoco los límites del argumento han de coincidir con los del enunciado (Gutiérrez Ordóñez, 1996: 95-96). De lo que precede, podemos afirmar que la argumentación es un conjunto de actividades cognitivas de posición, disposición o encadenamiento, desarrolladas por un emisor, para anticipar y guiar la interpretación del receptor. Así pues, podemos afirmar que existe un alto grado de interdependencia entre texto argumentativo y acto comunicativo intencional. Como toda actividad cognoscitiva de carácter científico, la argumentación obedece a unos principios rigurosos. De acuerdo con Fuentes Rodríguez y Alcaide Lara (2007: 9-10) el principio de argumentatividad se puede desglosar como sigue: -

La relación argumentativa se establece entre dos entidades abstractas (A

C), en la

cual A es un argumento para la conclusión C. Sin embargo, por un lado, esta relación no se debe identificar como una relación entre dos enunciados dado que puede ocurrir que uno de ellos esté implícito. Por otro lado, los límites del argumento y del enunciado no coinciden, siendo un caso más que probable y frecuente que un argumento pueda estar conformado por más de un enunciado y que en alguno de ellos puedan coexistir funciones como tesis y antítesis, justificación y refutación, etc. -

Se debe observar el principio de accesibilidad de la conclusión el cual, cuando la conclusión está implícita, debe ser accesible, y, por ende, el receptor debe disponer, a través de los contextos, de suficiente información para poder restablecerla.

-

El valor argumentativo del enunciado está determinado por su orientación y por el carácter gradual de ésta, para lo cual el emisor utiliza marcadores argumentativos que guían la interpretación de los enunciados.

1.2- El texto argumentativo El texto argumentativo, o ‘discurso argumentativo’, tiene su origen en la famosa obra Essaies (1580) del francés Michel de Montaigne (1533-1592). Desde aquel entonces, esta actividad cognitiva ha ido adquiriendo las formas y definiciones que le han otorgado las épocas, las corrientes y las disciplinas en las que se contempla (Pastene Labrín, et al., 2016: 402). Tradicionalmente, la lingüística textual ha establecido una categorización de los textos basada en unas leyes de paso pertinentes, entre las cuales, las de las secuencias y modalidades textuales, que distinguen cuatro tipos de secuencias textuales básicas: narración, argumentación, exposición y descripción. Según esta categorización, el texto argumentativo (que nos interesa en

esta investigación) se distingue de los demás por su estructura fija – por lo menos según la concepción tradicional de la lingüística textual – (tesis, argumentos, conclusión) y su fin, eminentemente persuasivo, que consiste en convencer al receptor de la validez del razonamiento que desarrolla el emisor. Se caracteriza también por el alto uso de los recursos lingüísticos que constituyen un medio de persuasión. Contrariamente a esta concepción tradicional de las secuencias y modalidades textuales, algunos investigadores (Roulet, 1997; Fuentes Rodríguez y Alcaide Lara, 2007), en estudios más recientes, afirman que no existen textos argumentativos como tipo específico, sino textos en los que la dimensión argumentativa, que afecta cualquiera de nuestras producciones verbales, se hace patente o explícita. Para estos autores, la argumentación no es sino una dimensión textual y cualquier texto puede ser argumentativo o no. Esta afirmación se debe entender en el sentido de que en cualquiera de nuestras producciones verbales la dimensión argumentativa puede aparecer marcada, lo que implica que también hay textos en los que ésta aparece en G.0. En otros términos, un texto, por un lado, puede tener una intención argumentativa y no ser interpretado como tal por no haber aplicado las leyes de paso pertinentes. Por otro lado, puede que un texto no conlleve esta intención pero el receptor, aplicando leyes de paso distintas de las del emisor, lo interprete argumentativamente, dado que cualquier secuencia se emplea con un valor argumentativo, con una intención, eso es, para preparar o argumentar una conclusión. La argumentación, en tanto que una estructuración que se hace del texto en el nivel macroestructural, una ordenación de todo el material lingüístico empleado con un objetivo persuasivo, puede aplicarse a cualquier tipo de secuencia (narrativa, expositiva o descriptiva).

1.3- Las estructuras argumentativas Para Errázuriz (2014), la estructura argumentativa tiene el siguiente orden: « En primer lugar, un marco inicial -que corresponde a la introducción y exhibe la controversia – puede estar conformado por elementos que son opcionales, como la presentación del tema, los objetivos o la descripción del problema. En segundo lugar, el desarrollo del tema, el cual corresponde al cuerpo de la argumentación y muestra las posiciones a favor o en contra, puede estar integrado por uno o más argumentos conectados con uno o más contraargumentos. Por último, el marco final –que corresponde a la conclusión y clausura la argumentación – puede encontrarse en componentes que son opcionales, como el cierre del tema, la síntesis, la discusión, las proyecciones y la recapitulación. En cualquiera de estas etapas se puede incluir la tesis» (220-221).

Sin embargo, esta concepción tradicional de la lingüística textual que tiene este autor ha sido cuestionada por otros investigadores. Así, para Fuentes Rodríguez y Alcaide Lara (2007: 46-51), se suelen determinar dos tipos de estructuras, tocante a los textos argumentativos: las estructuras argumentativas simples y las complejas. Siguiendo a las mismas autoras, notamos que las estructuras argumentativas simples suelen presentar tres esquemas básicos: a) Conclusión – argumento. Se parte de lo general a lo particular. En este esquema, el locutor parte de una afirmación, que dota de gran fuerza, y luego, pasa a justificarla para que no tenga el carácter de una mera aserción. Se suele encontrar este esquema en textos orales o publicitarios. b) Argumento – conclusión. El locutor somete a su interlocutor un proceso inductivo. Empieza por las ideas particulares y acaba por las opiniones generales. Durante su proceso de razonamiento, guía y acompaña al oyente. De ese modo, la conclusión a la que llega parece como no impuesta al receptor, sino derivada naturalmente, lógicamente, de los argumentos previos. c) La contraposición. En este esquema, el hablante empieza rechazando la postura contraria, manifestando así que ha tenido en cuenta todas las posibilidades que podrían ser una objeción a su idea. A veces, la contraposición se establece entre distintos enunciadores que sostienen encadenamientos argumentativos inversos. En tal caso, el locutor construye su texto como una refutación, que viene después de presentar al completo estas estructuras. En cuanto a las estructuras argumentativas complejas, se encadenan los movimientos argumentativos de diversos modos. a) Recursividad argumentativa o construcción arracimada. Es un encadenamiento argumentativo completo como argumento de una conclusión. b) Coorientación + antiorientación. Este encadenamiento de argumentos permite al hablante exponer los argumentos que demuestran su opinión y, al mismo tiempo, refutar otras posibles posturas contrarias. Se trata de un procedimiento enunciativo que apoya la argumentación, y se caracteriza por reiteraciones y explicaciones, en una estructura prolija en la cual el locutor repite lo ya dicho, vuelve sobre ello, hace aclaraciones donde se precisan, se opone explícitamente a la postura contraria y retoma aclarando la propia (Fuentes, 1998: 138).

c) La reserva. Es un encadenamiento de argumentos que resta fuerza y operatividad al enunciado anterior. El hablante se lanza en un proceso cognitivo que consiste en reinterpretar todo lo anterior, relativizarlo y llegar a conclusiones contrarias a la postura que refuta. La reserva se presenta, pues, como un giro argumentativo, un quiebro en el texto que lleva a conclusiones inversas, en dirección distinta a lo esperado.

2- El proceso de investigación 2.1- Objetivo y metodología de la investigación El objetivo principal se fundamenta en nuestro deseo de comprobar el nivel de competencia textual y de argumentación que tienen los estudiantes de Máster 1 de la especialidad Lingüística y Didáctica del español, de la Universidad Alassane Ouattara de Bouaké (Costa de Marfil) y hacer propuestas para remediar sus posibles debilidades. Para llevar a cabo esta investigación, hemos tenido en cuenta la estructura básica del texto argumentativo, que contienen los elementos básicos de la argumentación, tal y como lo conciben Ducrot (1995, 2001), Van Dijk (1997) y Lo Cascio (1998). También, hemos considerado las aportaciones de Fuentes Rodríguez y Alcaide Lara (2007) y de Errázuriz (2014) relativo a la estructura y los mecanismos argumentativos. Los aspectos del texto argumentativo que hemos contemplado en esta investigación son conocido por los estudiantes dado que han sido estudiados y aplicados, constituyéndose en un modelo orientador para estos aprendientes. Este factor nos permite realizar cómodamente esta investigación en nuestro ámbito universitario. Para realizar el análisis práctico de los datos, hemos optado por un enfoque cuantitativo, de alcance principalmente descriptivo (Hernández Sampieri et al., 2002), y hemos recurrido a métodos estadísticos descriptivos, inferenciales y correlacionales. Hemos utilizado la aplicación Excel para el cálculo de los porcentajes.

2.2- Perfil de los informantes Los participantes en la investigación son de ambos sexos, estudiantes de Master 1 de la especialidad lingüística y didáctica del español del Departamento de español de la Universidad Alassane Ouattara de Bouaké en Costa de Marfil. Los informantes, un total de 22 estudiantes, constituyen un grupo homogéneo que tiene la misma carrera desde el primer curso de los estudios universitarios hasta el Máster 1, correspondiente al año académico 2016-2017.

2.3- El material de protocolo Hemos recurrido a una prueba que consistió en la producción de un texto argumentativo por los participantes. Esta actividad es la prueba del examen final del curso 2016-2017 de la asignatura Elementos lingüísticos del discurso argumentativo. A través de esta prueba, hemos hecho una evaluación del dominio por nuestros estudiantes de los elementos constitutivos de un texto argumentativo, eso es, estructura del texto argumentativo, Argumentación, Coherencia, Cohesión, Base argumentativa, Léxico, Conectores y operadores. También, hemos hecho una evaluación escalar, de 1 a 5, de los textos producidos por nuestros participantes, conforme a los criterios establecidos en las investigaciones realizadas por Pastene Labrín et al (2016: 405). A cada cifra corresponde un nivel de dominio de los elementos constitutivos de la competencia textual y argumentativa: 1=Deficiente; 2=Limitado; 3=Aceptable; 4=Adecuado y 5=Destacado.

2.4- Resultados 2.4.1- Resultados de la evaluación por adquisición de los elementos constitutivos del texto argumentativo Elementos constitutivos

Nº de estudiantes

Porcentaje

Produce textos argumentativos teniendo en Estructuras del cuenta una de sus distintas estructuras: texto estructura básica, estructuras simples o argumentativo estructuras complejas. p.10

22

100%

Argumentación

Expone sus argumentos teniendo en cuenta los distintos aspectos o modos que los caracterizan: la orientación, la fuerza argumentativa.

15

68%

Coherencia

Produce textos argumentativos teniendo en cuenta el encadenamiento de la estructura semántica de los conceptos que deben ser percibidos por el receptor, es decir, manteniendo una relación entre las ideas secundarias del texto y la temática principal.

14

64%

Cohesión

El texto da cuenta del modo en el que los elementos están relacionados entre sí en la sintaxis de la superficie del texto

12

55%

Base


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