Lectura 2. Residuos PDF

Title Lectura 2. Residuos
Author Rebeca Sanchez
Course Dibujo a Mano Alzada
Institution Universidad Nacional de San Juan
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Ambiente y Ecología La expresión “ambiente” presenta a menudo confusiones terminológicas que es necesario aclarar. Una de ellas es la de equipararla con “Ecología”, una ciencia que, como tal, cuenta con sus propias reglas, contenido conceptual, objeto específico de estudio e instrumentos de trabajo, al igual que otras ciencias. La particularidad de la Ecología, y por ello sus fundamentales aportes al conocimiento ambiental, es que es la única ciencia que se define por el estudio de las interacciones entre los individuos, las poblaciones, comunidades y medio físico, que en su conjunto hacen al “objeto” de estudio de esta ciencia, que es el ecosistema. Para el conocimiento ambiental, tal como lo planteamos desde el principio, es muy importante la noción de interrelación. El ambiente no es una disciplina científica, sino un campo de estudio, a cuyo conocimiento han contribuido y siguen contribuyendo, en mayor o menor grado, las diferentes disciplinas del saber humano, entre ellas la Ecología, como también los saberes culturales y tradicionales, artísticos y humanistas.

Por tanto, la Ecología es la rama de la biología que estudia las interacciones que establecen los organismos entre sí, y con su ambiente físico. Se propone comprender la forma en que los seres vivos afectan y son afectados por los factores bióticos, abióticos y acciones antrópicas. También tiene como objetivo definir de qué manera estas interacciones determinan los tipos y las cantidades de organismos presentes en un momento y un lugar determinado. Los organismos vivos (bióticos) y su ambiente inerte (abiótico) están inseparablemente ligados y actúan recíprocamente entre sí, alcanzando un equilibrio ecológico. Cualquier unidad que incluya la totalidad de los organismos (esto es, la “comunidad”) de un área determinada que actúan, en reciprocidad con el medio físico, de modo que una corriente de energía conduzca a una estructura trófica, una diversidad biótica y a ciclos materiales (intercambio de materiales entre las partes vivas y las inertes) claramente definidos dentro del sistema, se denomina sistema ecológico o ecosistema. Desde un punto de vista trófico, el ecosistema tiene dos componentes: •

Autotrófico (que se nutre de sí mismo), en el que predominan la fijación de energía de la luz, el empleo de sustancias inorgánicas simples, y la construcción de sustancias complejas.



Heterotrófico (que es alimentado por otros), en el que predominan el empleo, la readaptación y la descomposición de materiales complejos. Resulta útil para fines descriptivos reconocer los siguientes elementos como constitutivos de:

1) sustancias inorgánicas (C, N, CO2, H2O, etc.) que intervienen en los ciclos de materiales; 2) compuestos orgánicos (proteínas, hidratos de carbono, lípidos, sustancias húmicas, etc.) que enlazan lo biótico con lo abiótico; 3) régimen climático (temperatura y otros factores físicos);

4) productores, organismos autótrofos, en gran parte plantas verdes, capaces de elaborar alimento a partir de sustancias inorgánicas; 5) consumidores (macroconsumidores) organismos heterótrofos, sobre todo animales, que ingieren otros organismos o materia orgánica formada por partículas, y 6) descomponedores (microconsumidores o saprófitos), organismos heterótrofos, sobre todo bacterias y hongos, que desintegran los compuestos complejos de protoplasmas muertos, absorben algunos de los productos de descomposición y liberan sustancias simples susceptibles de ser utilizadas por los productores juntamente con sustancias orgánicas, proporcionando acaso, fuentes de energía o comportándose como inhibidoras o estimuladoras para otros componentes bióticos del ecosistema. Los puntos de 1 a 3, inclusive, comprenden los componentes abióticos, y los puntos 4 a 6 constituyen la biomasa (peso vivo). El ecosistema es en Ecología la unidad funcional básica, porque incluye tanto organismos (comunidades bióticas) como un ambiente abiótico, cada uno de los cuales influye sobre las propiedades del otro, siendo necesarios ambos para la conservación de la vida tal como la tenemos en la Tierra. A modo de ejemplos podemos citar a un lago, un estanque, un prado.

Ecología trófica. Todo ecosistema se puede reducir a una superposición de dos ciclos, un ciclo de materia y un ciclo de energía. El ciclo de materia es más o menos cerrado, en el sentido de que determinados átomos son asimilados por determinados organismos, toman parte en el metabolismo propios de estos, pueden pasar a formar parte de otros organismos cuando estos devoran a los primeros y, tarde o temprano, vuelven a quedar en el medio en forma inorgánica, o, si permanecen un tiempo en forma de compuestos llamados orgánicos, es sin formar ya parte de un ser vivo. El ciclo de todo elemento químico, por tanto, comporta un trayecto en el cuerpo de los organismos, en el seno de la parte viva del ecosistema, y otro trayecto en el medio inanimado. En promedio se puede calcular la fracción de la cantidad total de cada elemento que está en el cuerpo de los organismos, o, si se quiere, la fracción del tiempo total que un átomo pertenece por término medio a algún sistema vivo. El flujo de materia va acompañado de un flujo de energía. Sin embargo, el flujo energético tiene características diferentes, porque la energía se degrada y no es recuperable, (cualquier tipo de energía puede transformarse íntegramente en calor; pero, éste no puede transformarse íntegramente en otro tipo de energía; se dice, entonces, que el calor es una forma degradada de energía) de modo que se podría hablar de un ciclo abierto de energía que impulsa al ciclo cerrado de la materia. En realidad, toda la biosfera depende del sistema disipativo de energía que se tiende entre el Sol y el espacio sideral. La energía electromagnética que entró al ecosistema a nivel de los llamados productores primarios (vegetales autótrofos) circula en forma de energía química, es decir, asociada a compuestos químicos endergónicos, cuya energía procede, en último término de la captada por estos productores.

Ciclos biogeoquímicos La energía toma un curso unidireccional a través de un ecosistema, pero muchas sustancias circulan a través del sistema. Estas sustancias incluyen agua, nitrógeno, carbono, fósforo, potasio, azufre, magnesio, calcio, sodio, cloro, y también varios otros minerales, como hierro y cobalto, que son requeridos por los sistemas vivos sólo en cantidades muy pequeñas. El ciclo del agua vincula la atmósfera, la hidrosfera y la corteza de la Tierra. El agua de la atmósfera se encuentra principalmente en forma de vapor. En tierra, circula tanto por la superficie (espejos de agua: arroyos, ríos y lagos) como por los estratos subterráneos (acuíferos y napas). Los movimientos de sustancias inorgánicas se conocen como ciclos biogeoquímicos, (entre algunos de ellos ciclo del carbono, ciclo de nitrógeno, ciclo del fósforo) porque implican componentes geológicos así como biológicos del ecosistema. Los componentes biológicos de los ciclos biogeoquímicos incluyen los productores, consumidores y degradadores o descomponedores. El papel de cada descomponedor puede ser muy especializado. Como resultado de la actividad metabólica de los descomponedores, de los compuestos orgánicos se liberan sustancias inorgánicas al suelo o al agua. Desde el suelo o el agua, estas sustancias son vueltas a incorporar a los tejidos de los productores primarios, pasan a los consumidores y detritívoros y luego son entregadas a los descomponedores, de los cuales entran nuevamente en las plantas, repitiendo el ciclo.

Concepto de Biodegradabilidad La biodegradabilidad es la característica de algunas sustancias químicas de poder ser utilizadas como sustrato por MO, que las emplean para producir energía (por respiración celular) y crear otras sustancias como aminoácidos, tejidos nuevos y nuevos organismos. La biodegradabilidad puede emplearse en la eliminación de ciertos contaminantes como los desechos orgánicos urbanos, papel, hidrocarburos, entre otros. No obstante, en vertidos que presenten materia biodegradable, estos tratamientos pueden no ser efectivos si nos encontramos con otras sustancias como metales pasados, compuestos muy estables, o si el medio tiene un pH extremo. La degradación de estos compuestos puede producirse por dos vías: • Degradación aeróbica • Degradación anaeróbica Hay que tener en cuenta, que se considera que un material no es biodegradable, cuando el tiempo necesario para que los organismos lo descompongan es extremadamente largo, o supera la capacidad de los organismos para procesarlo, como pasa con el plástico y el aluminio de las latas.

Concepto de Eutrofización El fenómeno de eutrofización consiste fundamentalmente en el enriquecimiento de las aguas con nutrientes, a un ritmo tal que no puede ser compensado por su eliminación definitiva por mineralización total, de manera que la descomposición del exceso de materia orgánica producida hace disminuir enormemente la concentración de oxígeno en las aguas profundas. En las aguas dulces, la regresión toma generalmente la forma de una fertilización excesiva. Existen elementos que son indispensables para la vida, condicionando el desarrollo de la misma su ausencia, es el caso del Carbono, Nitrógeno y Fósforo (C, N y P). El carbono, posee un consumo bastante grande, a pesar de ello, puede reponerse en forma de CO2 procedente de la reserva atmosférica. El nitrógeno ocupa una posición intermedia, ya que existe una enorme reserva de N a nivel molecular, en forma de gas atmosférico y en menor medida disuelto en el agua. Por último, el fósforo es el que ocupa una posición más crítica, porque no hay una reserva de fósforo comparable a la atmosférica en los casos del carbono o del nitrógeno. Numerosos indicios atestiguan que la concentración y el suministro de fósforo regulan, a fin de cuentas, la producción básica en las aguas naturales. Es por ello que las desviaciones de las proporciones de estos elementos, pueden ser limitantes en los ciclos biológicos de producción, produciendo desequilibrios biológicos importantes, tanto sea el crecimiento excesivo de algunos en detrimento de otros. La eutrofización no es pues exclusivamente de producción humana y se reconoce en el desarrollo de lagos pos glaciares, por aparición de indicadores característicos en los sedimentos, de modo previo a toda intervención humana, aunque debe añadirse que el hombre, al facilitar la erosión, y otras actividades, contribuye también directa o indirectamente a su producción. Basta añadir, que el avance de este proceso es alarmante, siendo indiscutible la relación entre el aumento de la población humana y los índices de eutrofización. El único remedio consiste en limitar la fertilización forzada a que sometemos a los lagos y otros espejos de agua y dejar operar a la sucesión natural. En las aguas marinas, la eutrofización cultural (del hombre), semejante a la que hoy se ha generalizado en los lagos, aparece solamente cerca de las costas o en mares cerrados, relativamente pequeños y en áreas muy pobladas, y los elementos críticos (N y P) pueden variar en relevancia de acuerdo al tipo organismos.

Bibliografía: •

CURTIS- BARNES. Biología. 7ma edición. Panamericana. 2008.



ODUM, E. Ecología.3ra edición. Nueva editorial interamericana.



MARGALEF,R. Ecología. 7ma edición. Omega.



STARR- TAGGART. Biología, La unidad y diversidad de la vida. 10ma edición. 2004

Residuos ¿A qué denominamos “residuo”? Como toda definición, su construcción varía en función del momento histórico, la cultura, la pertenencia social y la ubicación geográfica de la población sobre la que estemos hablando. Así como en un pasado no tan lejano era impensado incluir dentro de las mediciones la categoría de “residuo tecnológico”, de la misma manera, buena parte de los alimentos que se desechan en los grandes centros urbanos, constituyen hoy la principal fuente nutricional de amplios sectores de la población mundial, lo que habla de la dimensión histórica y social del fenómeno. Residuos, basura, desechos, materiales que se descartan luego de haber cumplido una determinada función. Si acordamos que la naturaleza no contempla en su funcionamiento el concepto de residuo, dado que todo elemento tiene una utilidad, podemos completar la definición diciendo que el concepto de desecho es propio de la actividad humana y – por consiguiente – fruto de su actividad e intervención. Decimos entonces que la temática de los residuos constituye una problemática multidimensional, que no se inicia con la generación del desecho. Les proponemos reflexionar en torno a las siguientes preguntas: • ¿Cuáles son los países que más residuos generan? • ¿Qué residuos se generan en los grandes centros urbanos y qué diferencia existe respecto de las poblaciones rurales? • ¿Varían las cantidades y tipos de residuos que se desechan en épocas de crisis económica y en épocas de abundancia en un país? Las respuestas necesariamente nos acercan a relacionar la problemática de los residuos con los sistemas de producción y consumo de una población. En Argentina hoy se genera una media de 1 kilo de residuos por persona por día. En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires: 1,52. El total anual es de 12,3 millones T/Año y el 30% aproximadamente se genera en la provincia de Bs. As. A los fines de establecer una comparación vinculada a los niveles de consumo, en Norteamérica se generan 260 millones de residuos residenciales por año. Sumando industriales y de producción primaria: 4mil millones (Fuente: Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación). Los sistemas de producción y consumo capitalistas, en su misma lógica de maximización de ganancias y masificación no incluyen el respeto a la naturaleza ni el desarrollo sustentable de los pueblos, por lo que una primera mirada a la problemática de los residuos debe necesariamente considerar ésta dimensión de contexto del fenómeno. Este primer elemento estructural, si bien es un poderoso condicionante a la hora de actuar, no es inamovible y se encuentra en constante cambio. En los últimos años los foros políticos internacionales han ubicado la problemática ambiental entre sus prioridades, alertados por

los resultados de la destrucción de la naturaleza y esto también forma parte de los aspectos generales a tener en cuenta al momento de reflexionar sobre la problemática que abordamos. ¿Cómo analizar la gestión de los residuos en nuestro país, teniendo en cuenta éste contexto? En primer lugar, proponemos identificar la existencia de diferentes niveles de responsabilidad: los Estados Nacionales, Provinciales y Municipales tienen obligaciones directas sobre la gestión. En lo que respecta a Residuos Sólidos Urbanos (RSU) a nivel nacional se encuentra en vigencia la Ley 25.916 del año 2004, la que establece los presupuestos mínimos de protección ambiental. Define asimismo la creación del Consejo Federal de Medio Ambiente (COFEMA) como el “organismo de coordinación inter -jurisdiccional” en cuanto al manejo de residuos urbanos. Para la regulación, por su parte, la Ley 24.051 del año 1991 es la que regula a nivel nacional los ámbitos de aplicación y disposiciones generales, el registro de generadores y operadores, transportistas, el régimen de infracciones, el régimen penal y la autoridad de aplicación. No obstante, las mencionadas son normas generales que rigen como marco para todo el país, pero el carácter federal de nuestro territorio establece en cabeza de las provincias y los municipios la autonomía y responsabilidad en los diferentes temas de gestión, incluyendo la de los residuos. Por lo tanto, al momento de analizar la situación puntual de una localidad se debe necesariamente identificar la normativa de aplicación específica que rige en ella. Quienes tendrán la responsabilidad, mediante la aplicación de políticas ambientales fundamentadas en protocolos internacionales, promover la concientización y participación ciudadana en su buen manejo y reciclado. A modo de ejemplo, sólo en materia de regulación del manejo de residuos peligrosos, en el año 2005 la situación era la siguiente (Fuente Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable): • 15 provincias adhieren a través de normas propias a la Ley Nacional • 7 provincias adhieren a la Ley Nacional y tienen Reglamentación propia • 11 provincias cuentan con normas propias • Existen 66 Ordenanzas y Decretos Municipales relativos a la gestión de Residuos Peligrosos Además de analizar el entramado complejo que otorgan las dimensiones estructurales y políticas, proponemos avanzar atendiendo a los aspectos socioculturales que se reflejan en un nuevo paradigma que acompaña las tendencias de los últimos años. La llamada “cultura de las R” hace referencia a una estrategia mundial de manejo de residuos que puede ser detallada de la siguiente manera: • Reducir: haciendo referencia directa a las prácticas de consumo indiscriminado, la reducción apunta a modificar desde el origen mismo las condiciones que hacen posible el aumento exponencial de la generación de residuos.

• Reutilizar: Utilizar algo, bien con la función que desempeñaba anteriormente o con otros fines. • Reciclar: Someter un material usado a un proceso para que se pueda volver a utilizar. • Recuperar/valorizar: Extraer recursos de los residuos, principalmente energía.

A nivel Mundial, estudios realizados en casi 2.500 instalaciones de gestión de RSU, que operan con vertederos mecánicos, biológicos, sanitarios y desperdicios energéticos en más de 1.800 ciudades de 164 países (Disponible en http://www.atlas.d-waste.com), muestran que la generación de residuos a nivel mundial asciende a 1.900 millones de toneladas anuales. De esa cifra, el 70 % acaba en basurales, el 19 % se recicla y el 11 % restante se envía a plantas de recuperación de energía. (Fuente: Informe del estado del ambiente 2017, SAyDS)

Gestión de residuos La Gestión de Residuos Sólidos Urbanos en Argentina se encuentra regulada por la Ley de Presupuestos Mínimos N° 25.916, promulgada en el año 2004, y resultando la misma obligatoria para provincias y departamentos. Cada jurisdicción debe desarrollar las regulaciones pertinentes en sus propios territorios, ya que la provisión de los servicios vinculados con la gestión de residuos se encuentra bajo su responsabilidad. Por otro lado, la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable (SAyDS), desarrolló la Estrategia Nacional para la Gestión Integral de Residuos Sólidos Urbanos (ENGIRSU), confeccionada en el año 2005 y actualmente en proceso de revisión y actualización. La Gestión Integral es un sistema de manejo de los RSU que, basado en el Desarrollo Sostenible, tiene como objetivo primordial la mejora en la salud de la población y la preservación ambiental. Todos los estudios relativos a la GIRSU deben estar dirigidos a que los residuos disminuyan en cantidad como medio para reducir los impactos socioambientales negativos y los costos asociados a su manejo y disposición final. A su vez, se busca mejorar la calidad de aquello que se desecha a fin de minimizar los daños que causan en el hombre y en el ambiente. Esta Estrategia Nacional enfatiza los objetivos principales relacionados con una gestión integral y sostenible de los RSU:    

reducción y valorización de RSU, clausura de basurales a cielo abierto, recopilación, procesamiento y difusión de Información, comunicación y participación.

Mediante la implementación de dicha Estrategia, a partir del Plan Nacional de Economía Circular de Residuos*, resulta imprescindible que los gobiernos provinciales y municipales desarrollen Planes de Gestión Integral de Residuos Sólidos Urbanos, basados en un enfoque regional y de planeamiento estratégico, con establecimiento de prioridades, metas, y la implementación de mecanismos que garanticen su costo-efectividad y sostenibilidad en el tiempo. La Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable se encuentra impulsando para la gestión de residuos, un enfoque de Economía Circular. Este nuevo paradigma se incluye en el marco del desarrollo sostenible y su objetivo es la producción de bienes y servicios al tiempo que se reducen los consumos y el desperdi...


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