Me llamo Lucy Barton, Elizabeth Strout PDF

Title Me llamo Lucy Barton, Elizabeth Strout
Author Mario Vasquez
Course Comunicacion Oral Y Escrita
Institution Universidad de Navarra
Pages 5
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Summary

Libro que se tiene que leer y hacer un resumen para un video....


Description

Me llamo Lucy Barto

Elizabeth Strout (nacio Portland, Estados Unidos el 6 de enero de 1956) es una escritora estadounidense de ficción. En 2009 ganó el Premio Pulitzer de Ficción. DUOMO EDITORIAL, la editorial 224 páginas 2016, año de la edición en la traducción al español

Reseña del libro Me llamo Lucy Barton, breve e intensa novela de Elizabeth Strout, es una conversación en la que Lucy actúa como narradora. Ella pertenece a una familia de un pueblecito minúsculo de Illinois llamado Amgash. El padre trabaja con maquinaria agrícola sin empleo estable, la madre se dedica a coser para otras familias. Son gente marginada por la pobreza, viven en el garaje que les presta su tío abuelo hasta que este fallece y se trasladan a la casa donde al menos había agua caliente y retrete con cisterna, aunque hacía mucho frío y Lucy se quedaba hasta tarde en el colegio para aprovechar el calor. Los demás niños les hacen el vacío (“Vuestra familia da asco”) y la maestra llega a decir a la madre que ser pobre no es excusa para llevar porquería detrás de las orejas. Lucy tiene una hermana y un hermano. En una habitación de hospital en pleno centro de Manhattan, delante del iluminado edificio Chrysler, cuyo perfil se recorta al otro lado de la ventana, dos mujeres hablan sin descanso durante cinco días y cinco noches. Hace muchos años que no se ven, pero el flujo de su conversación parece capaz de detener el tiempo y silenciar el ruido ensordecedor de todo lo que no se dice. En esa habitación de hospital, durante cinco días y cinco noches, las dos mujeres son en realidad algo muy antiguo, peligroso e intenso: una madre y una hija que recuerdan lo mucho que se aman.

Lucy yace postrada en la habitación del hospital, vive lejos de sus padres y de sus hermanos y está atacada de soledad. Ha ido creando su propia historia, ha escrito cuentos, ha empezado a publicar, ha salido de la pobreza, es una mujer inteligente, sensible, creativa, pero en esta hora de soledad la vida y el azar la han devuelto a su madre, una persona de pocas palabras, austera y dura, resignada, que no duerme y vela a su hija con una paciencia estática. Y a partir de esta situación hablan, y ella reflexiona, opina, dice y se desdice, los tiempos se mezclan y la novela salta atrás y adelante al hilo de los recuerdos y de la conversación durante cinco días con sus noches. Son confidencias, recuerdos, chismes y referencias de la vida normal y corriente de dos personas normales y corrientes que hurgan en su soledad, en su pasado y en su presente para intentar ordenar el sentido de sus vidas, sobre todo el de Lucy, durante y después del encuentro. Lo verdaderamente maravilloso de este libro es la formidable capacidad de la autora para extraer de la nimiedad y la poquedad de esas vidas el poderoso canto a la vida al que da forma. Solamente una sensibilidad extrema puede llegar a alcanzar la profundidad que esta historia contiene; una sensibilidad que permite a la autora extraer de cualquier detalle, de cualquier suceso menor, de cualquier destello de vida; es la singularidad de lo significativo lo que hace que los actos humanos más comunes e irrelevantes puedan convertirse en representaciones ejemplares de la realidad. El relato de la vida de esta mujer en la encrucijada es mucho más que la suma de anécdotas que contiene: es la historia, atravesada por la soledad, llena de emoción y de verdad, de una superviviente que busca el sentido del amor en su vida y entre las personas queridas, un amor hecho de desgracia y gratitud, de pérdidas y encuentros, de deseos cumplidos e incumplidos. “Creo conocer muy bien el dolor que de niños apretamos contra el pecho, que dura toda la vida, con una nostalgia tan profunda que ni siquiera eres capaz de llorar. Lo agarramos con fuerza, sí, con cada latido del corazón convulso: esto es mío, esto es mío, esto es mío.”

Opinión personal Me gusta leer una buena novela intimista, porque a través de ella el autor de turno muestra unos personajes con los sentimientos y emociones a flor de piel que nos llevan, en la mayoría de las ocasiones, a reflexionar sobre lo que sucede a lo largo de la trama. Aunque, -y esto me sucede casi siempre- después me resulta difícil expresar las impresiones causadas una vez finalizada su lectura. Y esto que acabo de comentar me volvió a pasar con la novela que hoy reseño: Me llamo Lucy Barton, de Elizabeth Strout. Recomendaría su lectura, pero siempre teniendo en cuenta que este tipo de novelas son lecturas muy personales, y debe de ser el propio lector el que juzgue si se siente atraído por la historia que cuenta la autora. Como digo en estos casos, es una lectura a la que hay que buscarle el momento adecuado para no perder detalle de lo que se nos cuenta a lo largo de los capítulos; de otra forma, puede resultarnos tediosa y abandonarla a las pocas páginas de haberla comenzado. La novela me gustó en su conjunto, pero me faltó profundización en la historia y en el conocimiento de los personajes. Lucy Barton pasa varias semanas en un hospital a causa de unas complicaciones ocasionadas por una operación de apendicitis. Recibe la visita de su madre, a la que hacía tiempo que no veía. En esos días que la acompaña, madre e hija recuperan parte de su tiempo perdido, y esa lejanía que se instaló entre ellas dio paso a un acercamiento que duró cinco días. En los primeros momentos de su reencuentro se presiente un cierto titubeo a la hora de entablar una conversación sobre un tema determinado, pero con el paso de las horas que conviven en esa habitación, ese alejamiento se va convirtiendo en familiaridad, en confidencias en las que poco a poco van desgranando historias del pasado. Ambos personajes recomponen un pasado que le tocó vivir a Lucy Barton en aquel pequeño pueblo de Maine, Amgash, en el que, como recuerda la protagonista, su familia era considerada como rara. (Edificio ChryslerNueva York).

Elizabeth Strout nos da a conocer a Lucy Barton a través de sus dos caras: como persona, y como escritora. Quizás la parte que corresponde al pasado del personaje -sobre todo la infancia- me pareció un tanto superficial, por los temas que trata en la novela, a través de las conversaciones que mantiene con su madre: la pobreza, la marginación social, el maltrato, el sida, las relaciones familiares, el amor, son tratados muy por encima, como si la protagonista se avergonzase del pasado que le tocó vivir y quisiera contar lo justo y necesario de unos años que prefería mejor olvidar, por lo dura que le resultó la vida junto a los suyos. Más atractiva es su faceta como escritora: conocemos a una mujer que, pese a vivir en el seno de una familia muy humilde, en la que la relación entre sus miembros era compleja, con fuerza de voluntad va saltando los obstáculos que se le ponen por delante, y pasa de no tener apenas nada, pasa a tenerlo todo, o casi todo. La lectura hizo que Lucy Barton viera que los libros eran una oportunidad para que ella progresara en la vida, y con el tiempo se convirtió en una escritora que logró que le publicasen sus relatos, con los consejos que otra escritora, Sarah Payne, le daba en los talleres de escritura a los que asistía. De hecho, el lector asistirá al momento en el que Lucy Barton se vuelca en la escritura y a la decisión que adopta para seguir su camino como tal.

Me llamo Lucy Barton es una novela en la que el lector debe de tener en cuenta que apenas pasa algo trascendental, sino que lo que atrae de la novela son las confidencias que se hacen madre e hija, a través de las que repasan el pasado de su vida en familia; aquellos episodios que más influyeron en ella y, en cierto modo, le hicieron tomar la determinación de seguir su camino para alcanzar su meta deseada: ser escritora. No profundiza en el perfil de los personajes que tuvieron alguna relación con ella, o en la ambientación de la época en la que tiene lugar el desarrollo de la trama: casi toda ella tiene lugar en los años ochenta del siglo pasado, de la que menciona los lugares de Nueva York en los que vivió con William, su primer marido, y con el actual: el West Village o Brooklyn Heigts, en donde vivía en ese momento; o los espacios que le gustaba visitar, como el Museo Metropolitano de Arte o Central Park.

El personaje de Lucy Barton es muy creíble, aunque al resto que conforman el elenco de los que nos encontramos a lo largo de los capítulos, los conoceremos de una forma muy difuminada, con apenas datos que nos invitan a hacernos una idea de ellos, como William, su ex marido, de quien hablará en más de una ocasión; sus hijas Christina y Becka, a quienes echa mucho en falta; o personajes que aparecen a modo de cotilleo, como Katie Nicely o Harriet; sus amigos Jeremy y Molla, y alguno más que nos presenta de una forma muy puntual la narradora. Los dos personajes principales de la novela, madre e hija, se me hicieron un tanto lejanos, porque me faltó tensión narrativa y emocional, dadas las circunstancias que rodearon la vida de la protagonista y, sobre todo, el momento y lugar en el que tuvo lugar el reencuentro entre ambas. También me dio la sensación de que, pese a ese acercamiento, había una cierta frialdad entre ellas, pese a que la protagonista le manifiesta a su madre en más de una ocasión que la quiere. Creo que fue un acercamiento forzado: su acercamiento es provocado por la petición del actual marido de su hija....


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