Milagros de nuestra señora PDF

Title Milagros de nuestra señora
Course Literatura Española de la Edad Media I
Institution Universidad de Salamanca
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Apuntes y notas del libro de Milagros de Nuestra Señora...


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 Gonzalo de Berceo: Como una de las personalidades poéticas más interesantes de toda la literatura medieval española. Maestro de las técnicas y estructuras de la literatura didáctica y un propagandista experto que sentía profunda lealtad por el monasterio al que estaba vinculado. Es probable que tuviese notables conocimientos administrativos y legales. La formación intelectual de Gonzalo de Berceo es esencialmente escolástica, pues procede de la tradición latina, mantenida en las escuelas alto – medievales y renovada con nuevo impulso en las nacientes universidades del siglo XIII. La cultura del clérigo riojano es fundamentalmente religiosa. De los primeros documentos de 1221 se deduce que en ese año fue ordenado diácono, lo cual, puesto en relación con la edad mínima de 25 años exigida por las disposiciones anteriores al Concilio de Trento, permite conocer la fecha en que nació. Ignoramos la difusión que pudieron tener los poemas de Berceo en su tiempo, pero parece que fue más bien limitada, y que durante siglos fueron prácticamente desconocidos más allá del territorio del monasterio de San Millán y de su entorno, hasta que en el siglo XVIII se dieron a la imprenta. Brian Dutton: publicó un artículo en 1960 que dedicó a hacer semblanza del clérigo riojano. Considera, además, que el conocim ie nto que Berceo muestra en sus poemas del lenguaje y de los procedimientos jurídicos, parece verosímil que hubiera sido notario del abad de ese centro del monasterio de San Millán. Pero en ninguno de los documentos aludidos al principio figura Berceo como notario, aunque quizás no deba entenderse ese título como se entiende hoy en día, sino más bien en el sentido que “notario” aparece en la obra de los Milagros: “secretario”.

 El “Mester de Clerecía” El siglo XIII es el siglo de la literatura y la escritura en lengua vernácula, que florecen ya en las primeras décadas. Así, con la subida al trono de Fernando II, en 1217, en la Cancillería Real de Castilla, el romance castellano, cultivado por los letrados, adquiere categoría de lengua de escritura y sustituye paulatinamente al latín en la redacción de cartas y documentos oficiales. Paralelamente, en el norte de Castilla tiene lugar el nacimiento y desarrollo de una importante escuela poética, clerical, escrita en lengua romance, en la que se tratan diversidad de temas religiosos y profanos. Es el llamado “mester de Clerecía”. A esta escuela pertenecen los poemas de Gonzalo de Berceo, así como otros muchos. Es evidente que, en torno al 1200, con excepción de los clérigos letrados, el resto de la población ya no entendía el latín en estas circunstancias, debió de parecer inútil seguir usando una lengua que solo entendía la minoría. Entre nuestros primeros críticos, quizá fue Menéndez Pelayo quien mejor comprendió la naturaleza del mester de clerecía: “el poeta del mester de clerecía desciende algunas veces hasta el pueblo, procura allanarse a su comprensión y hablarle en su lenguaje. Pero él no es juglar, sino maestro”. El “Mester de Clerecía” en el siglo XIII se caracteriza por cierta homogeneidad que lo destaca de las otras corrientes poéticas y se le asocia estrechamente con la cultura eclesiástica, sobre todo la de los monasterios. También se distingue por su carácter narrativo, y regularidad métrica y sus temas eruditos y piadosos. A lo largo de todas las obras de Berceo hay alusiones al texto empleado como fuente. Este fenómeno se convierte en una poderosa arma didáctica, una manera eficaz de ganar la confianza de un público menos vinculado al mundo de las letras. Los fines de la clerecía fueron la enseñanza y la persuasión, y, por lo tanto, busca crear un tono de autoridad irreprochable. Además, intenta extender la cultura latinoeclesiástica entre un público que desconoce el latín. De aquí su frecuente apariencia popular y su incorporación de modismos vulgares y giros juglarescos. El poeta busca aproximarse a su público para mejor adoctrinarlo. Los barbarismos y giros populares son estrategias retóricas conscientes que llaman la atención del oyente y que buscan facilitar la compresión del relato. Por consiguiente, es un arte erudito para la difusión popular. La mayor parte de las obras se destinaba a la presentación oral. Hay llamadas al auditorio a que “oiga” la lectura.

La única obra que proporciona referencias cronológicas de su redacción, aunque sean indirectas, es precisamente los Milagros. La mención del rey Fernando III el Santo como difunto apunta a que el autor escribe esa parte después de 1246, fecha de la muerte del monarca. Esto es, que el milagro de “La iglesia robada” fue añadido tras un lapso de tiempo o bien por otros motivos. Respecto a los Milagros, Dutton matiza que parecen “destinados al entretenimiento e instrucción de los peregrinos ya llegados al santuario”. La obra de Don Gonzalo responde principalmente a la divulgación de la doctrina cristiana.

Gonzalo de Berceo representa plenamente el mester de clerecía en lo que tiene de manifestación intermedia: literatura en lengua vulgar que otorga abundantes concesiones al gusto popular. Al describir el estilo de Berceo siempre se ha destacado su vertiente popular (refranes, modismos populares, alusiones a la vida del campo…). Seguir los designios de la Iglesia en materia de reforma educativa. Gonzalo exhibe constantemente su calidad de clérigo en la adopción de la cuaderna vía, en su latinización del lenguaje, en la sintaxis y en la prosodia.

 Las fuentes. Sabemos que toma la materia de sus poemas de tratados latinos y, en este caso, el fiel a su fuente. Pero permite darle viveza literaria a su versión mediante la amplificación: sus poemas rebosan creatividad. En realidad, la deuda de Berceo se remonta no ya a un texto latino concreto, sino a la tradición de las colecciones de milagros. Se deduce del texto de los Milagros que éstos fueron obra de larga elaboración, puesto que hay indicios de que Berceo comenzó a escribirlos antes de 1246 y continuaba trabajando sobre ellos después de 1252. Con toda probabilidad, la fuente de los veinticinco Milagros de Berceo, es una compilación de 28 historias escritas en prosa latina. Han sobrevivió dos manuscritos de esta colección que son muy parecidos a los que empleó nuestro poeta. El primero es el manuscrito Thott. Berceo invoca la presencia de un texto y la reverencia medieval por lo textual, diciendo que el Santo lo “escribió”.

 Estructura y temas La estructura general consiste en una colección de episodios casi independientes, aunque el marco hispánico que los encierra y el alegorismo que los introduce son rasgos estilísticos individuales. Si vemos la Introducción de la obra: técnica alegórica. Hoy por hoy, seguimos sin conocer una fuente concreta de ella. Berceo, en esta Introducción, lleva al extremo su condición de testigo indirecto de los milagros de María, proponiéndose en ella como protagonista. Ello obliga a reflexionar sobre el grado de libertad. Berceo organiza su obra según un esquema que evoca el amplio tipo bíblico de la Caída y Redención del Hombre. Esto lo logra por media de las “figurae” que emplea en su texto y las correspondencias de imágenes que forja entre la Introducción y los milagros subsiguientes. La analogía es clara: el paraíso a que ha entrado el narrador es el antitipo de aquel en que el hombre pecó y cayó. Al contrario del Génesis, el de Berceo es el prometido que cierra el círculo de la historia universal de la humanidad. Su Paraíso es el de la redención cristiana, el cumplimiento ineludible de la profecía del Edén del Antiguo Testamento. Es en y por medio de María que encontramos la gracias perdida por nuestros primeros padres. La Virgen en la obra de Berceo simboliza la inversión de este hecho y reconstituye la inocencia perdida. Los personajes de los milagros, a través de su conocido y comentado cotidianismo, encarnan y aproximan al público de Berceo el concepto de la gracia y redención y el valor de la peregrinación marianas. El análisis tipológico de la Introducción de Berceo revela que el pecado, la redención y la gracia mariana son las ideas subyacentes que unen y estructuran la obra entera.

 El género. La narración de milagros surge en el seno de la hagiografía, pero también en el siglo VI los milagros comienzan a agruparse en colecciones independientes de las vidas de santos, de modo que en la baja Edad Media constituyen dos géneros bien distintos. Las vidas de santos no solo narran milagros, sino que anteponen los elementos biográficos. El protagonista del milagro de las colecciones suele ser un simple pecador, que recibe la ayuda del Cielo por pura gracia y mediante la intercesión de la Virgen o de un santo. El milagro de las colecciones frecuentemente es único e irrepetible, pero suficiente para que se convierta. Además, en las colecciones se da repetidamente la lucha por la posesión del alma entre Dios, o los suyos, más bien, y el diablo y los suyos. Las colecciones de milagros exaltan repetidamente la capacidad de María como intercesora, así que caen más en el campo del dogma que en el de la ejemplaridad moral; y cuanto más pecador sea el beneficiario del milagro y más extrema la situación de la que es salvado, mayor será la admiración del público y la consiguiente alabanza. Están orientadas a estimular la devoción. Por otro lado, las compilaciones de milagros se relacionan estrechamente con otra modalidad de narración breve que asimismo se difunde en recopilaciones: el “exemplu”.

Lo sobrenatural es un núcleo evidente en las colecciones de milagros. Las colecciones de milagros presentan un contenido más o menos homogéneo y una finalidad específica En las colecciones de milagros los episodios están ensartados en un hilo no solo formal, sino también significativo: un único personaje protagoniza o al menos coprotagoniza todos los milagros, precisamente porque lo que se pretende es dar cumplida cuenta de su santidad y su capacidad de intercesión, y acrecentar así el número y fervor de sus votos. Centrándonos ya exclusivamente en los milagros de la Virgen, es sabido que Berceo toma los personajes y las situaciones del texto latino, aunque no falta su genio personal. En conjunto, el poema castellano es una muestra bien representativa del género, pues contiene los casos más céleres de las colecciones europeas. Los personajes están concebidos según dos criterios: el que opone los devotos o amigos de María a sus enemigos, y el que distingue a los seres de este mundo de los sobrenaturales. La protagonista indiscutible que da sentido a toda la obra es la Virgen, caracterizada en términos muy humanos. La Reina, la Gloriosa goza de toda majestad por ser madre de Dios y por haber nacido ya libre de pecado, lo que la sitúa en la jerarquía celestial justo por debajo de Dios. También el personaje de Cristo, a pesar de su le janía, se muestra humano en el trato con la Virgen, pues nada puede negarle un hijo a su madre. El diablo, otro ser sobrenatural, pero el enemigo por antonomasia, se nos ofrece asimismo con rasgos muy humanos y nada siniestros. Cuando los demonios disputan con los seres celestiales la posesión de un alma, recuerdan más bien por el lenguaje y la argumentación, dos abogados pleiteando. Por lo que se refiere a los personajes terrenales, amigos o enemigos de maría, parece innegable que el clero obtiene una representación mayor de la que correspondería a la composición de la sociedad medieval. Y no deben olvidarse los personajes colectivos, la comunidad religiosa o el pueblo, que son imprescindibles como testigos que transmiten el prodigio a quien primeramente lo guarda por escrito. En ocasiones el pueblo castiga a los malvados. Atendiendo a la relación María – hombre, Juan Manuel Rozas López propone una clasificación de los milagros en 3 grupos: -

El de aquello en que María premia y castiga. En el que la Virgen salva de la condenación a sus devotos. El tercer grupo que se define por la conversión o crisis de sus protagonistas.

En lo que respecta al tratamiento del tiempo y del espacio, el poema de Berceo, como las colecciones latinas, transmite globalmente la impresión de una casuística intemporal y universal, que es justamente lo que se pretende, pues no se determina la época en que ocurren los prodigios, y los lugares, cuando se declaran, van de Occidente a Oriente.

 La originalidad del texto de Berceo y su composición. La creatividad de Don Gonzalo se manifiesta en su capacidad para infundir vida a una materia en principio lejana que nuestro autor se encuentra en un texto latino de estilo casi notarial. Es lógico que el procedimiento literario básico de la versión castellana se la “amplificatio”, aunque también de cuando en cuando Berceo omite pasajes de su fuente. Esto es así porque el poeta riojano respeta el argumento original y las escasas alteraciones tienden más bien a simplificarlo, pero carga las tintas en la descripción de las situaciones, sin que llegue nunca a ser detallada, y en la caracterización de los personajes, sin que nunca llegue a ser profunda. Berceo colorea sus rasgos, intensificando la bondad de los buenos y la perversidad de los malos, no solo a través de los juicios del narrador, sino también mediante el uso abundante del estilo directo. El hábil manejo del diálogo es uno de los atributos más originales de Berceo. Así, los personajes de Berceo cobran vida en relación a los del anónimo latino, pero en todo caso siguen siendo planos, superficiales, porque lo que realmente importa es el mensaje general y no los detalles particulares.

MILAGROS

La casulla de San Ildefonso: Probable reconocimiento del episodio de la casulla, muy difundido durante la Edad Media pues hay muchos testimonios. Tras localizar la acción, Berceo ensalza a San Ildefonso como buen pastor y como inigualable devoto de la Virgen. Entre los servicios prestados a María, la tradición destaca la composición de un libro en defensa de su perpetua virginidad y la institución en diciembre de una fiesta en su honor, habida cuenta de que la fecha de la Anunciación, en marzo, suele coincidir con la Cuaresma, lo que impedía un ritual solemne. Durante la misa de la nueva fiesta, se aparece la Virgen y se dirige a San Ildefonso para agradecerle una cosa y otra públicamente, al tiempo que le otorga el privilegio de ocupar la cátedra y el uso exclusivo de una casulla sa grada que ella misma le entrega. Al morir San Ildefonso, le sucede como arzobispo Siagrio, quien no tarda en mostrar su loca soberbia, pues declara sin ningún escrúpulo que no se considera menos que el santo, y se dispone a vestir la casulla; pero en el pecado encuentra el castigo, porque la casulla lo ahoga.

El sacristán fornicario: Estrofa inicial: llama la atención del público y anuncia el relato. No se trata de suavizar el paso de un episodio a otro, sino de poner de relieve la unidad de sentido del libro, su enseñanza. Estrofas de transición. Las primeras coplas detallan el rasgo de devoción a María que propiciará su intervención, y el pecado que pondrá al alma del sacristán fornicario al borde de la condenación eterna; luego se narran las circunstancias de la muerte y hallazgo del cadáver, que dejan paso a lo fundamental, la disputa por la posesión del alma entre los diablos y la Virgen, y la sentencia de Cristo. Finalmente, se cuentan la resurrección, las acciones de gracias y la enmienda del monje, que sabe aprovechar la segunda oportunidad.

El clérigo y la flor: Aquí el conflicto consiste en que este clérigo devoto de la Virgen es enterrado fuera de sagrado por haber muerto asesinado en oscuras circunstancias. María interviene en su defensa, presentándose a un compañero del difunto y ordenando que se corrija el desaguisado. Por cierto, que quien recibe el mandato manifiesta unas dudas que son lugar común de las apariciones. Cúmplese se orden, y los presente, que estarían admirados por la aparición de la Virgen, acaban de maravillarse ante el doble prodigio: la flor que sale de la boca del cadáver, cuyos olor y color hacen olvidar lo putrefacto del cuerpo, y la lengua perfectamente conservada después de un mes, lengua y boca que en toda la ocasión, durante la vida del clérigo, habían invocado el hombre de María. Otra prueba más de que la Virgen no olvida a quienes la sirven, como se recuerda en la última estrofa.

El premio de la virgen: Primero se da noticia del mérito del clérigo, en unas estrofas que recogen del texto latino el simbolismo del número mariano cinco: los cincos gozos de María se oponen a las 5 llagas de Cristo y a los pecados que ocasionan los cinco sentidos. Enferma el clérigo, y la Virgen se le aparece para decirle que su sufrimiento no durará y que ella se ocupará de él en justo pago al servicio recibido. Esto lo interpreta el clérigo, y aquí está el equívoco, como que se ha de curar, cuando en realidad María hablaba de la salvación eterna. Es un buen testimonio del genio de Berceo, que sabe detectar las posibilidades literarias de su fuente e intensificarlas, y así hace más ambiguas las palabras de la Virgen, que parece pensado para confundir al clérigo.

El pobre caritativo: Es el milagro más breve de la colección. Tras la declaración del mérito, viene el premio, en el momento de la muerte: María comunica al hombre pobre, caritativo y devoto, que ha venido para llevárselo consigo al Paraíso. Berceo resume la enseñanza con la utilización de un procedimiento repetido en otros lugares: si los testigos directos se admiran y dan gracias a María, los indirectos (el público del relato) debemos hacer otro tanto.

El ladrón devoto: Ladrón, pero devoto de María; pecado y mérito en la misma persona dan ocasión al milagro. Lo llamativo de este caso es que son dos las veces que la Virgen salva de la muerte a su vasallo: el ladrón es apresado y conducido a la horca, y allí lo dejan colgado dándolo por muerto, hasta que sus parientes descubren que vive. En principio quienes lo habían ahorcado lo atribuyen a un nudo mal hecho, pero cuando tampoco son capaces de degollarlo, se percatan de que hay algo sobrenatural, que Santa María está por medio, y lo dejan ir. Las estofas de cierre extraen la enseñanza acorde a la doctrina general de la obra.

El monje y San Pedro: Un monje poco austero y menos casto muere en pecado y su alma es apresada con todo derecho por lo diablos, pero finalmente Cristo le concede una segunda oportunidad y el alma vuelve al cuerpo para que el pecador haga penitencia. El desarrollo argumental es aquí más complejo. Es de notar que la iniciativa de la mediación por el alma del pecador no se debe a María, sino a San Pedro. La enseñanza resumida en las dos últimas coplas, que Cristo, como juez, puede ser severo, pero que a su Madre no puede negarle una petición de clemencia, es la que subyace en todo el libro, que coincide en sus términos con la doctrina de San Bernardo.

El romero de Santiago. Es uno de los milagros más difundidos por la literatura medieval. Un peregrino que se castra y degüella obedeciendo, según él cree, a Santiago. Tras una estrofa de introducción en la que Berceo llama la atención del público e invoca la autoridad del primer autor. Narra la determinación del pecador de peregrinar a Santiago de Compostela, y que éste, en vez de prepararse para el camino haciendo penitencia, yace con su amiga. El diablo lo engaña apareciéndosele transfigurado como Santiago, y le ordena la supuesta penitencia de mutilarse y darse muerte. Sus compañeros abandonan el cuerpo por temor a ser inculpados como asesinos, y el alma es apresada por los diablos. Se produce la previsible disputa entre los demonios y el verdadero Santiago, que solo terminará con la sentencia de María, ratificada por Dios: la resurrección y curación de las heridas, de las que quedan algunas secuelas. Cuenta finalmente Berceo la fama del milagro y la conversión del romero, que ingresa en la abadía de Cluny.

El clérigo simple. Es bien sabido que uno de los elementos con que Berceo da vida a sus relatos es el diálogo o, en general, el estilo directo. Berceo hace que también el obispo se retrate en sus propias palabras. Puede decirse entonces que este milagro se estructura en torno a dos reprimendas: la del obispo al clérigo, con sus antecedentes y consecuencias, y la de la Virgen al obispo...


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