Perspectiva ecologica de la Percepción - Reina PDF

Title Perspectiva ecologica de la Percepción - Reina
Author JAIME MARTOS
Course Control Motor
Institution Universidad Miguel Hernández de Elche
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DOCUMENTO COMPLETO CON TODA LA INFORMCION NECESARIA...


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TESIS DOCTORAL

RAÚL REINA VAÍLLO

Uno de los principales defensores de estas teorías, Schmidt (1988), postula que las representaciones internas que median los procesos que acontecen entre la recepción de un estímulo y la emisión de una respuesta, contienen instrucciones más o menos detalladas para reglar los comportamientos motrices, incluso puede que las fuerzas o contracciones musculares necesarias para emitir la respuesta deseada. Estos postulados se recogen en su

Teoría del Esquema, en la cual los sistemas perceptivos cooperan con las representaciones del movimiento para regular el comportamiento del individuo. En esta línea, Meijer (1988) apunta que el programa motor no es dado a priori, sino que se re-escribe cada vez que se emite el movimiento. De esta manera, deben tenerse en cuenta las condiciones internas y externas relativas al sujeto, así como que el feedback no debe ser empleado solamente en aras de corregir los errores en la ejecución al mínimo, sino también para ayudar al sistema a mejorar ese programa motor. Por lo tanto, parece que se reducen los grados de libertad del sistema motor gracias a la programación de la respuesta motriz, de manera que un atleta podría reproducir, de forma consistente y altamente fiable, esa respuesta bajo diferentes condiciones espacio-temporales. En resumen, desde esta perspectiva, se concibe la habilidad perceptiva como una combinación entre la capacidad de captar información por el canal visual y una extensa práctica en el deporte o dominio concreto. Se concibe al sujeto como un ente que procesa la información ambigua que recoge del entorno, información que requiere de una identificación, confirmación e interpretación indirecta, relacionándola con unas representaciones internas de la ejecución a realizar, que a su vez tienen su base en el bagaje de experiencias. Finalizar comentando que dos de las críticas más frecuentes que han recibido los trabajos llevados a cabo desde estas teorías son el uso casi exclusivo de entornos de laboratorio y la falta de validez ecológica de las situaciones experimentales (McMorris, 1999), aspectos que discutiremos posteriormente.

1.2.3.2. Teorías directas de la percepción visual. Como contrapunto a las teorías indirectas de la percepción visual, cuyo máximo exponente eran las teorías cognitivas y los modelos de procesamiento de la información, encontramos las teorías directas, cuyo máximo exponente es la psicología ecológica de Gibson. Las principales críticas realizadas desde este paradigma que expusimos con 35

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anterioridad son: a) el cerebro humano es demasiado humano como para ser considerado como un computador, y b) se ha idealizado demasiado el papel de la mente, en vez de considerarla dentro del marco de la biología física (Edelman, 1992; citado en Williams et al., 1999). Se rechaza la idea de que la mente opere como un computador, de manera que los pensamientos, acciones y emociones podrían ser considerados como patrones neurales ensamblados en el sistema nervioso central. También se rechaza que la imagen que se forma en la retina (estímulo proximal) sea sólo el punto de partida para el acto perceptivo, sugiriendo que la matriz óptica que se forma en el ojo contiene suficiente información espacio-temporal que permite percibir directamente, y sin ambigüedades, las propiedades de los eventos que acontecen en el entorno (Lillo, 1987). Por lo tanto, se sugiere que la luz del ambiente que llega hasta los ojos tiene estructura, es altamente compleja y potencialmente rica en información (Gibson, 1979). Gibson (1979), teoriza que existe una relación lícita entre las propiedades del entorno y la estructura de las distribuciones de energía, lo que implicaría que la percepción es específica de la información sensorial y, por tanto, no esta mediatizada por estructuras internas del sujeto. La luz llega hasta nuestro órgano de la visión después de haber sido reflejada sobre todas las superficies y objetos de ese entorno, la cual contiene información para el observador, en la medida que numerosos elementos (composición de los materiales, texturas y relaciones angulares entre las superficies) alteran ese flujo de luz. Ese esquema del entorno impone, pues, un rico orden espacio-temporal sobre el flujo de energía que se capta, concretamente de la energía óptica. Así pues, la energía óptica se convierte en un elemento clave informativo para la percepción y acción ulterior. Debemos distinguir aquí entre dos tipos de variables: físicas y ópticas. Las variables físicas son aquellas que recogen las propiedades de las superficies y objetos del entorno, y que pueden ser medidas respecto a un marco de referencia externo al sujeto que percibe. En cambio, las variables ópticas se refieren a las propiedades de la luz reflejadas, de forma estructurada, desde las superficies y objetos más importantes del entorno, disponibles para ser recogidas a través del mecanismo visual (Todd, 1981). Este tipo de variables se caracterizan por las posibilidades de acción que ofrecen a cada individuo. Así pues, dentro de esta perspectiva cabe diferenciar entre dos términos destacables: las invariantes y

affordances. Las invariantes son propiedades de alto orden procedentes de los flujos de energía y que permanecen disponibles constantemente para su recogida, a pesar de las transformaciones asociadas al observador y/o al entorno. A pesar de los cambios continuos 36

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que se producen en la distribución de la energía que se le proporciona al sujeto, esas invariantes permanecen disponibles para aportar significado. Sin embargo, Gibson argumenta que esas invariantes “invitan” a la acción (affordances), de manera que son concebidas como invitaciones para actuar dentro de un contexto específico. Así pues, por ejemplo, en un deporte como el que nos ocupa, la percepción de la trayectoria de una bola que va hacia el jugador en el resto “invitaría” a éste a golpearla de una u otra forma, o con una finalidad determinada. Esas “affordances” son, al mismo tiempo, objetivas (son un fenómeno) y subjetivas, ya que invitan a una acción específica del ejecutante, dependiente de las características biomecánicas del mismo (Fitch y Turvey, 1978). El sistema perceptivo se convertiría cada vez en un sistema más “armónico” respecto a la información invariante (orden óptico) del entorno, gracias a la experiencia y práctica directa en un entorno concreto (Gibson, 1979). Sin embargo, se considera que el movimiento del sujeto es fundamental para el proceso perceptivo, ya que tiene una incidencia relevante en la forma en la que se constituye el orden óptico, es decir, la disposición óptica fluye y varía en función de los desplazamientos del sujeto. Aquí es donde surge el término de variantes , que se producen como consecuencia de los movimientos del observador y de los objetos del entorno. Cuando el observador se mueve, el orden óptico total se transforma, conteniendo información tanto de la disposición, la forma de los objetos y las superficies del entorno, como de los movimientos del observador respecto a ese mismo entorno. Las teorías gibsonianas defienden que la relación entre los procesos de percepción y acción es directa y cíclica, como dos procesos mutuamente dependientes y, por lo tanto, que no pueden ser estudiados por separado. En palabras de Abernethy (1900a: p.214) “la información es para la acción y la acción genera información”. La percepción de los “affordances” para acciones determinadas en un contexto deportivo está limitada por un marco de referencia individual e inherente a la relación entre el entorno y el ejecutante, por lo ambos deben ser entendidos como un sistema único. De esta manera, cualquier constructo cognitivo, como los postulados por las teorías de procesamiento de la información, son innecesarios para el estudio de la intencionalidad de los sistemas biológicos, como el del ser humano en un entorno deportivo. No se niega la existencia de algunos procesos cognitivos, pero sí que constructos como la memoria participen del proceso perceptivo.

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Ese “acoplamiento” entre los procesos de percepción y acción se establece en la medida que el movimiento genera información, la cual puede ser empleada a su vez para futuros movimientos. Esta idea contrasta con la propuesta desde otras teorías, en las que los sistemas de acción dependen de forma pasiva de la información proporcionada por los sistemas perceptivos para la organización del movimiento. De hecho, en un entorno deportivo, durante la realización de una acción motriz determinada como puede ser un golpeo en tenis, las acciones que realiza el jugador proporcionan a su vez una información perceptiva que apoye acciones adicionales y/o correctivas, en aras de optimizar la realización de la acción motriz. Sólo si se estudian los procesos perceptivos y de acción de forma conjunta, dotando a los sujetos de libertad para moverse en un entorno realista, se pondrán en marcha correctamente los mecanismos perceptivos del sujeto (Milner y Goodale, 1995). He aquí donde aparece un término de vital importancia aportado por esta teoría: la validez

ecológica. Para Gibson (1979), la ecología es el grado de covariación entre una clave proximal y una característica distal, entendiendo a las variables ecológicas como las características reales del mundo físico. Considera que el estímulo-información son las invariantes de la disposición óptica o disposición de los rayos de luz que se reflejan desde un punto determinado del ambiente, por lo que ese estímulo información sería un reflejo del mundo físico. De esta manera, la correlación entre la estructura física del ambiente y la disposición óptica es absoluta, por lo que la validez ecológica de los estímulos informativos es máxima. Por tanto, el énfasis ecológico sobre la relación observador-entorno significa que el mundo puede ser directamente percibido, implicando una estrecha relación entre los procesos de percepción-acción. En resumen, desde la perspectiva ecológica, se entiende la percepción como el acto de recoger directamente invariantes del entorno que especifican eventos, estructuras, superficies y objetos que reportan información para una tarea determinada. A su vez, las “affordances” para la acción son específicas para cada sujeto, dentro de un marco de referencia dado. Por lo tanto, existe una estrecha relación entre la intencionalidad, la percepción y la acción dentro de un marco de referencia propio para cada sujeto. De esta manera, algunos de los postulados propuestos por esta perspectiva explicativa del proceso perceptivo arrojan implicaciones directas sobre uno de nuestros objetos de estudio: la percepción en bidimensión (videoproyección) y tridimensión (situación real de juego).

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Michaels y Beek (1995) nos recuerdan que los patrones invariantes de energía, continuamente

disponibles como

fuentes ópticas de información, representan

“affordances” para la acción. Sin embargo, el estudio del proceso perceptivo en situaciones de laboratorio con monitores o proyecciones audiovisuales que no se asemejen a la realidad podría eliminar el énfasis depositado sobre ciertas fuentes de información disponibles en la estructura óptica del entorno (Bootsma y Oudejans, 1993), tales como información de la profundidad o acerca de invariantes binoculares. Finalmente, y antes de proceder a exponer nuestro posicionamiento para la interpretación del proceso perceptivo, la Figura 1.11 expone los principales puntos de desacuerdo acerca de la interpretación del proceso perceptivo desde una perspectiva cognitiva y otra ecológica. No obstante, trabajos previos desarrollados dentro del seno del Laboratorio de Control y Aprendizaje Motor de la Universidad de Extremadura (Ávila, 2002) presentan una revisión más pormenorizada acerca de estos dos grandes paradigmas explicativos (ver Trespalacios, 1989 para una revisión).

PERSPECTIVA COGNITIVA La importancia del acto perceptivo está en el sujeto Percepción como estadio de procesamiento entre la sensación y la cognición La información que nos llega del medio no está estructurada, es ambigua y necesita de otros procesos para su construcción La correspondencia entre estímulo distal y proximal es débil El estímulo distal se obtiene mediante una serie de procesos mediados por representaciones La representación proximal es consecuencia de procesos de inferencia, de cómputo interno

PERSPECTIVA ECOLÓGICA Se realiza una aproximación al estímulo como portador de toda la información que contiene el mundo real de los objetos Escapa de toda implicación de la memoria para la realización del acto perceptivo La información que nos llega del medio contenida en el orden óptico está completamente estructurada y es específica Se pierde el problema de correlación entre estímulo proximal y distal El patrón de luz irradiado por un objeto reflectante la percibe el organismo de forma directa. La tarea del observador es detectar la información invariante contenida en el orden óptico

Figura 1.11. Diferencias más destacables acerca de la percepción visual entre las perspectivas cognitiva y ecológica (Ávila, 2002).

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