politica de por si las elecciones las gana petro PDF

Title politica de por si las elecciones las gana petro
Author ANDRES FELIPE HERNANDEZ ENCISO
Course Psicología
Institution Universidad del Tolima
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Summary

¿Y si gana Petro?Guía para sobrevivira la extrema izquierdaAutor: Julio IglesiasPara NoraCONTENIDO####### CAPÍTULO 1Un huracán amenaza ColombiaCAPÍTULO 2 El país que nos espera####### CAPÍTULO 3Un mapa de los riesgos del populismoCAPÍTULO 4 Herramientas contra la inflación y la expropiaciónCAPÍTULO ...


Description

¿Y si gana Petro? Guía para sobrevivir a la extrema izquierda

Autor: Julio Iglesias

© Julio César Iglesias, 2022 Primera edición: Enero de 2022 ISBN: 978-958-49-5013-0 Ilustración: Saad Ali Corrección: Jorge Gómez Jiménez

Quedan prohibidos, dentro de los límites establecidos en la ley y bajo los apercibimientos legalmente previstos, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, ya sea electrónico o mecánico, el tratamiento informático, el alquiler o cualquier otra forma de cesión de la obra sin la autorización previa y por escrito de los titulares del copyright.

Impreso en Colombia Printed in Colombia

Para Nora

CONTENIDO 13

CAPÍTULO 1 Un huracán amenaza Colombia

28

CAPÍTULO 2 El país que nos espera

57

CAPÍTULO 3 Un mapa de los riesgos del populismo

70

CAPÍTULO 4 Herramientas contra la inflación y la expropiación

109

CAPÍTULO 5 Escapar de la trampa petrista: Bitcoin y confidencialidad

135

CAPÍTULO 6 Emigración digital: una ruta para sobrevivir al populismo sin salir de Colombia

156

CAPÍTULO 7 Proteger nuestra vejez: Una tarea inaplazable

191

CAPÍTULO 8 Breve manual migratorio: Una salida de emergencia

219

¿Y si gana Petro?

¿Y si gana Petro?

Un disclaimer antes de iniciar El propósito de este libro es educativo, pedagógico e informativo, no asuma que ninguna de las ideas que en él se expresan suponen un consejo específico para usted: deberá valorarlas a la luz de sus propias circunstancias, características personales, nivel de ingresos, patrimonio, entre otras. Aunque menciono distintas ideas de inversión, no pretendo recomendarle a usted ninguna en específco, no pretendo asesorarlo ni sugerirle un curso de acción, tenga en cuenta que cualquier alternativa supone riesgos de distinta naturaleza. Cualquier decisión de inversión debería ser tomada con la asesoría de un profesional autorizado por la ley para tal efecto. Ninguna parte de este texto debe ser entendido como una invitación para infringir las leyes, normas o disposiciones legales vigentes.

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¿Y si gana Petro?

Prólogo Faltaban pocos meses para graduarnos, cuando se nos ocurrió una idea fantástica: pintar un mural con el rostro del Che Guevara. En uno de los patios del colegio había una pared muy blanca que, creíamos, merecía una dosis de rebeldía. Así que nos fuimos a la oficina del rector para explicarle nuestro proyecto. Cinco muchachos peludos, que se habían rehusado durante los últimos años a llevar la camisa por dentro del pantalón, como lo exigía el manual de convivencia, estábamos ansiosos por enfrentarnos a la oposición de las autoridades escolares. Esperábamos encontrar un “no” para luego convocar el apoyo popular, acudir al respaldo de las masas y terminar dibujando, contra viento y marea, la cara del gran héroe revolucionario. Pero su reacción no fue la que imaginamos. Al contrario, el rector y, sobre todo, algunos profesores, no solo no se opusieron a la idea, sino que la recibieron con entusiasmo, casi conmovidos. Pusieron los recursos del colegio a nuestra disposición para la ejecución de la obra: con un proyector de acetatos, para delinear el rostro, y unos andamios para pintarlo en lo alto, fue suficiente para terminar en un par de tardes. Y aunque, luego de dos décadas, sigo recordando con cariño a mis amigos y las tardes que pasamos dibujando en una pared, hoy creo que las personas encargadas de nuestra educación nos fallaron. Nos fallaron porque debieron explicarnos que el personaje al que le rendíamos tributo no era el héroe que pensábamos, sino que había ejecutado a sangre fría a decenas de personas por el “delito” -9-

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de pensar distinto a él. Que no solo había dicho “¡hasta la victoria siempre!” sino que, en su intimidad, había confesado cuánto le gustaba asesinar y, en público, en plena Asamblea General de la ONU, había declarado que “hemos fusilado, fusilamos y seguiremos fusilando mientras sea necesario”. Que, además, era uno de los máximos responsables de transformar a Cuba, uno de los países más avanzados del hemisferio, en una isla-cárcel, miserable y atrasada, de la que tantos han huido en balsas, aun a riesgo de morir ahogados. Y, lo más importante, fallaron en explicarnos que no había nada de bondad, ni de buenas intenciones, detrás de sus crímenes. Que sus propósitos, igual que sus acciones, conducían a la muerte y al sufrimiento de los seres humanos. Pero no lo hicieron. Quizá por ignorancia; tal vez ellos mismos desconocían estos hechos. O por negligencia: los conocían pero no creyeron que convenía contarnos o, incluso peor, por fanatismo, porque los justificaban, porque pensaban que hasta sus crímenes eran dignos de elogios. Y creo que hoy sigue ocurriendo lo mismo: hemos sido incapaces de explicarles a nuestros jóvenes los peligros de unas ideas que se disfrazan de bondad, de empatía y altruismo, pero que cuando son llevadas a la práctica conducen a la muerte y a la miseria. Y no me refiero solamente al sistema educativo o a los profesores, sino a buena parte de la sociedad que sigue mirando con condescendencia el ideal socialista y con admiración a algunas de sus figuras más relevantes. Los resultados de esa incapacidad para explicar los peligros de la extrema izquierda, bien por las simpatías de algunos o la ignorancia de otros, se han visto durante los últimos meses de manera cada vez más palpable. Los miles de muchachos en trance, gritando en las calles, exigiendo un cambio, no hacia un sistema mejor, sino más bien hacia uno parecido al que ya fracasó en Cuba o Venezuela, demuestran que, lejos de estar extintas, las ideas perversas de hombres como Guevara siguen en plena vigencia. - 10 -

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Una lógica parecida a la del “Joker”, el personaje que representó Joaquin Phoenix hace poco en una película, está convirtiéndose en la dominante entre una parte de la opinión pública: la de creer que la situación es tan mala que no queda otra opción distinta al caos, a destruir las instituciones y llevar hasta las cenizas los ladrillos que conforman la sociedad, porque incluso la nada, el vacío o las llamas, son preferibles a lo que tenemos hoy. Y quien mejor ha sabido entender ese estado de ánimo, pesimista y destructivo, ha sido Gustavo Petro, el jefe de la extrema izquierda colombiana. De ahí que no sorprenda que sea el favorito para ser el próximo presidente del país. A la luz de las ideas, del programa y los antecedentes de Petro, así como de su coalición política, la perspectiva de una victoria suya en 2022 resulta devastadora: implicaría conducir al país por un camino que ya ha sido andado por tantas otras sociedades en el pasado. Por no ir más lejos, la venezolana. Petro no miente cuando dice que representa el cambio: de su mano, no hay duda, cambiaremos. Pasaremos de avanzar económicamente, de expandir el ingreso de las familias, de mejorar los servicios de educación y salud, como viene ocurriendo, a decrecer y a encoger nuestra capacidad productiva. De enriquecernos, así sea despacio, a empobrecernos con celeridad. Un cambio como el que ya lideraron Castro, Chávez o Maduro. No estoy haciendo ningún spoiler cuando explico cómo terminaría (si termina) el gobierno de Petro. El guion ya lo hemos visto en numerosas ocasiones y el protagonista se parece mucho a tantos otros “mesías” bondadosos del pasado. El final también sería el mismo: una sociedad más pobre, con menos futuro, más oscura y triste. Por no estar dispuesto a callar frente al error que la sociedad colombiana está a punto de cometer, como callaron mis profesores cuando hicimos un mural que celebraba a un criminal, es que decidí escribir el libro que usted tiene en sus manos, en el que intento dibujar un panorama de lo que ocurriría si el Pacto Histórico - 11 -

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consigue hacerse con la Casa de Nariño. Confío en que las páginas que siguen a continuación sirvan para que alguien, quizá usted mismo o una persona con la que comparta esta lectura, reconsidere la decisión de votar por la opción que busca llevar a Colombia al abismo. Pero quizá mis esfuerzos, como los de tantos otros que entienden las trampas de este proyecto político, resulten insuficientes y Petro consiga llegar al poder el 7 de agosto de 2022. Este hecho, que al final no depende de su voluntad ni de la mía, sino de la opinión mayoritaria entre millones de personas, no puede convertirse en una sentencia a la pobreza y al hambre, como le ocurrió al 95% de los venezolanos, luego de veinte años de dictadura socialista. Y si esa circunstancia ocurre, habrá que pensar en las opciones que nos quedan, en las rutas para evitar que nuestra vida, patrimonio y libertad, se vean comprometidos por los desvaríos de un demagogo. Cuáles son esas opciones y cómo prepararnos para el invierno populista, son las preguntas que intentaré responder a continuación. Si una generación de colombianos decide arruinar, de un día para otro, los avances que han costado décadas de esfuerzos y sacrificios, no podrán decir que faltó alguien que les advirtiera. No podrán reclamar, como yo hago con mis profesores, que faltó la valentía y honestidad de alguien dispuesto a explicarles su error. No tendrán ninguna excusa.

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¿Y si gana Petro?

Capítulo 1 Un huracán amenaza Colombia

Imagínese el siguiente escenario: los meteorólogos anuncian que, por alguna anomalía climática y por primera vez en la historia, un huracán, la tormenta Gustavo, se acerca a su ciudad y podría llegar en un par de días. ¿Cuál sería su actitud frente a esta amenaza natural? Los escépticos quizá prefieran desestimarla: “Nunca ha pasado y, por tanto, es imposible que ocurra esta vez”. O podrían también despreciar sus efectos destructivos: “Seguramente llegará débil, como una brisa, no podrá hacernos daño”. Con suerte ellos tendrán razón, al final la tormenta podría desviarse y nunca tocar la ciudad. O desvanecerse con el tiempo y no causar más que una lluvia ligera. Pero su actitud no es la más prudente ni responsable: frente a una amenaza, que puede ser mortal, mejor ser precavido. Tomar el camino de la acción, el de gestionar los riesgos e intentar mitigar el impacto del huracán. Otros, en cambio, podrían exigir a las autoridades que preparen refugios, que provean fondos a los organismos de emergencias o que intenten proteger a los hospitales y clínicas de la ciudad. Incluso, organizarse con sus vecinos para podar los árboles del barrio o limpiar los canales de aguas negras para evitar inundaciones. Sin embargo, estas acciones colectivas serían insuficientes si usted descuida sus responsabilidades individuales. Si por estar reclamando en la alcaldía olvida abastecerse de agua potable o ir al supermercado a comprar enlatados y baterías para las linternas. - 13 -

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De nada le serviría reunirse con sus vecinos si olvidó llevar a su familia a un sitio seguro y dejó abiertas las ventanas. Si llega la tormenta, más le vale haber tomado las precauciones necesarias para que su casa no termine en ruinas. Sería inútil haber sido un escéptico y tampoco serán suficientes las precauciones colectivas. Sin asumir responsabilidades individuales, sin tomar precauciones a escala personal y familiar, los efectos de la tormenta serán devastadores. Ocurre lo mismo con la amenaza que la candidatura de Gustavo Petro supone para Colombia: usted puede ignorar el riesgo que afrontamos o pensar que, a fin de cuentas, su gobierno “no va a ser tan malo”. También puede creer que es suficiente con votar en su contra o con organizarse con unos amigos para impulsar la campaña de alguna otra opción política. En la muy probable eventualidad de que Petro llegue a la Casa de Nariño, solamente las precauciones que usted y su familia tomaron, lo preparados que estén para enfrentar un entorno económico retador, para defender lo que han conseguido durante años de trabajo o para encontrar oportunidades en medio de la adversidad, harán la diferencia entre un futuro prometedor y una pesadilla posapocalíptica como la que hoy viven millones de venezolanos. Lejos de invitar a la resignación, lo que pretende este libro es alertar y llamar a la acción. A Petro, como una amenaza para los avances que hemos conquistado en Colombia durante las últimas décadas, hay que enfrentarlo con firmeza. Y hacerlo desde distintos escenarios. Por supuesto que la vía electoral, el proselitismo político, es un instrumento válido con el que la ciudadanía puede derrotar el proyecto populista de la Colombia “Humana”. Opinar en redes sociales, alertar a familiares y amigos sobre los efectos económicos de sus propuestas, y, claro, participar con entusiasmo el día de las elecciones, son los mecanismos democráticos con los que todos podemos contribuir a salvar el país de una decadencia rápida y brutal. - 14 -

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Esos serían los instrumentos legítimos de acción colectiva o social. Sin embargo, en este libro voy a hacer énfasis en cómo, desde una perspectiva individual, podemos enfrentar los efectos de un gobierno de Petro. En cómo podemos, frente a la tormenta, blindar nuestra casa de los vientos y el agua. Se habla mucho de la necesidad de actuar desde lo colectivo, de enfrentar con ideas políticas y estrategias electorales, proselitistas, al petrismo, pero muy poco de lo que podemos hacer en nuestro ámbito privado para protegernos de sus nefastas ideas. Y eso ocurre porque solemos pensar que tenemos el control sobre factores que en realidad están fuera de nuestro alcance, sobre los que ejercemos poca influencia y sobre los cuales nuestras acciones son más o menos irrelevantes a la hora de determinar el rumbo que tomarán. La ilusión de control, uno de los sesgos cognitivos con los que cargamos los seres humanos, lleva a los hinchas de un equipo de fútbol a cantar noventa minutos desde la tribuna o, más absurdo todavía, a gritarle a la pantalla del televisor, creyendo que su fervor será clave para que un equipo gane el partido. Obviamente no es así. Es la misma mentira que nos contamos a nosotros mismos cuando pensamos que basta con ir a votar “por cualquiera menos Petro” para evitar su ascenso al poder. Pero incluso si cumplimos nuestro deber ciudadano, si alertamos a familiares y amigos de los efectos de sus propuestas, si conseguimos cuantiosos votos a favor de algún otro candidato, es probable que igual gane los comicios. No debemos olvidar que se trata de un sector político potente, bien organizado y que desde hace décadas trabaja con el propósito de conquistar el poder. Las decisiones democráticas dependen de la opinión que tengan la mitad más uno de los electores y no hay ninguna garantía de que las mayorías, como en tantos otros momentos de la historia, no cometan una estupidez. Al final, los cambios de humor de la opinión pública son tan erráticos e impredecibles como un fenómeno natural. - 15 -

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Lo que sí podemos controlar son las decisiones personales y familiares, a nivel financiero, profesional, educativo y hasta migratorio, que pueden reducir o agravar los efectos destructivos de un gobierno populista en nuestras vidas. ¿Y si gana Petro? ¿Cómo proteger nuestro futuro y el de nuestros seres queridos? ¿Cuáles estrategias financieras podemos usar? Esas son las preguntas que responderé en las páginas y capítulos siguientes.

Negar la realidad o enfrentar los hechos A mi abuela le encantaba ver un culebrón en las tardes, que me tocaba soportar porque el suyo era el único televisor que había en mi casa y, lo más importante, porque era mucho mejor que hacer tareas. La protagonista era una señora, digámosle Carlota, casada con un ejecutivo. Ella comenzó a sospechar que su esposo tenía una aventura. Lo primero fueron las llegadas tarde, luego una camisa perfumada, después el recibo arrugado de una cena romántica. Tanto sufría la pobre que contrató a un detective que le entregó la prueba reina: las fotos de su marido besuqueando a la secretaria voluptuosa. Pero Carlota no se animó a encararlo. Prefirió callar y fingir que todo estaba bien. La alternativa era aterradora; perder las tarjetas de crédito y la acción del club era un escenario mucho peor que soportar los “cachos” y esperar resignada a que se cansara algún día de su amante. Pero, por más que intentó cerrar los ojos, a Carlota le tocó enfrentar la realidad cuando el sujeto armó una maleta y se fue de la casa. Se quedó sin tarjetas, ni club, ni marido. Con un buen abogado la dejó en la calle, en la ruina y destrozada. Y me acuerdo del culebrón porque la actitud de Carlota es la misma que están asumiendo millones de colombianos por estos días al negarse a enfrentar la realidad, al cerrar los ojos a lo que ya - 16 -

¿Y si gana Petro?

es evidente: el amplio favorito para ser el próximo presidente de Colombia es Gustavo Petro. Igual que Carlota, están haciendo lo posible para no ver lo obvio: una presidencia de un radical de izquierda es el escenario más probable en 2022. Y negamos esa realidad porque, como le pasaba a Carlota, es muy doloroso enfrentar sus consecuencias. Tenemos miedo de abrir los ojos. Estoy lejos de creerme Nostradamus: por supuesto que el triunfo de Petro no es seguro y tampoco inevitable; si bien es obvia su fortaleza electoral, su nombre sigue generando temores en amplios sectores de la sociedad. Sin embargo, creer de forma ciega que su derrota se repetirá necesariamente en 2022 y que no hay posibilidad de que ascienda al poder, y por tanto no prepararse para esta eventualidad, es un error que puede salirnos muy caro. La debacle que ocurriría en el país si Petro consigue aplicar de forma íntegra sus propuestas económicas sería de proporciones venezolanas. Millones de vidas destrozadas, quiebras masivas, familias huyendo del país. La ruina. Es normal que quienes entienden lo nefasto del proyecto petrista acudan al optimismo para creer que no existe posibilidad de que esto ocurra. “En Colombia nunca va a ganar la izquierda porque es un país muy godo”, me dijo un amigo hace poco, como si el pasado nos dijera exactamente lo que puede o no ocurrir en el futuro, o como si las generaciones más jóvenes se parecieran a las de nuestros padres o abuelos. Vivimos bajo la ilusión de que podemos predecir el futuro mirando lo que ocurrió en el pasado. Como la extrema izquierda nunca ha llegado al poder en Colombia, esta vez tampoco podrá hacerlo, pensamos. Intuimos que como Petro perdió en 2018, esta vez tiene que ser igual. Malas noticias. A Carlota no le sirvió de nada fingir que tenía a un santo por marido; a nosotros tampoco nos servirá pretender que Petro no puede ganar. - 17 -

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“Esperar lo mejor, prepararse para lo peor”, afirma un adagio inglés que resume el espíritu de este libro. Aunque confío en la madurez de la sociedad colombiana para rechazar un proyecto que coquetea con el socialismo, y por tanto con el empobrecimiento del país, más nos vale estar listos para perder.

Una historia de terror electoral Mientras escribo estas líneas, Gustavo Petro es el favorito para ponerse la banda presidencial el 7 de agosto de 2022. Basta revisar los datos que publicó la firma Invamer1 en una encuesta realizada en agosto de 2021 para entender el escenario electoral tan desfavorable que enfrentamos aquellos que tememos la llegada al poder del chavismo 2.0. A diez meses de la primera vuelta de las elecciones, Petro no solo es el favorito en la intención de voto, con 30,2%, sino que supera por más de 15 puntos porcentuales al segundo, Sergio Fajardo, que apenas llega a 14,5%. Este porcentaje de intención de voto es casi 5 puntos superior al que marcaba en noviembre de 2020, cuando en la misma encuesta apenas llegaba a 25,9%. Es decir, y a pesar de lo que muchos creían, el paro nacional que patrocinó su sector político no sepultó las aspiraciones presidenciales de su líder. Todo lo contrario, demostró el nivel de fanatismo que inspira su figura en un sector de la po...


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