Práctico - Biografía/ Comentario de texto de un personaje histórico,\"El cid campeador\" PDF

Title Práctico - Biografía/ Comentario de texto de un personaje histórico,\"El cid campeador\"
Author Adonaya Jódar Cortés
Course Historia de España
Institution Universidad Rey Juan Carlos
Pages 5
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Summary

Biografía/ Comentario de texto de un personaje histórico. como práctica libre.
"El cid campeador"...


Description

Adonaya Jódar Cortés Campus Móstoles, Grupo Tarde.

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Rodrigo Díaz de Vivar, nació en Vivar, una pequeña aldea de la ciudad de burgo en 1043. Hijo de diego Lainez, noble caballero de la Corte Castellana y una hija de Rodrigo Álvarez. Durante su infancia habría luchado junto a su padre contra tropas Navarra, cuyos dominios llegaban hasta pocos kilómetros de su pueblo natal. Pero a los 15 años quedó huérfano de padre y se crió en la corte del rey Fernando I junto al hijo del monarca, el príncipe Sancho. Ambos crecieron juntos y trabajaron una buena amistad durante cinco años. También se educó en las letras y en las leyes, en el monasterio de San Pedro de Cardeña, lecciones que le servirían posteriormente para representar en pleitos al mismo monasterio y al mismo Alfonso VI el cual confió a Rodrigo numerosas misiones diplomáticas en las que debía conocer perfectamente las leyes. Al morir el monarca, dividió sus dominios entre sus tres hijos (Sancho, Alfonso y García) y sus dos hijas (Elvira y Urraca). Pero la ambición de Sancho, que había heredado el reino de Castilla, pudo más que el respeto a su padre y quería hacerse con todo el territorio. Rodrigo, a los 23 años obtuvo el titulo de “Campeador” al vencer en duelo personal al alférez del reino de Navarra. Y a los 24 años era conocido ya como el Cid o Mio Cid, expresión de cariño y admiración. Sancho estaba en guerra con el rey de León, Alfonso VI, y con el rey de Galicia, García. Sancho II trataba de reunificar el reino que su padre había dividido. Rodrigo el campeador, jefe de las tropas reales, jugó un importante papel, obteniendo las victorias de Llantada y Golpejera. Fue durante esta última batalla cuando se capturó a Alfonso VI y tanto León como Galicia quedaron unificados. Tras convertirse en el único sucesor, Sancho admitió al joven Rodrigo Díaz en la corte. Era la forma de agradecer los servicios de su padre al rey Fernando. Allí, el joven Rodrigo se entrenó militarmente y en las primeras batallas en Aragón junto a Sancho ya destacó como guerrero. Fue entonces cuando Rodrigo se convirtió en el brazo derecho de Sancho y luchó junto a el en Zaragoza, Coimbra, y Zamora, siendo armado primeramente caballero y “príncipe de la hueste” de Sancho II. En Zamora, Sancho murió a manos de los soldados de Urraca.

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Al enterarse de lo ocurrido Alfonso, que había sido desterrado a la ciudad musulmana de Toledo, regresó para tomar el poder. Lo hizo como Alfonso VI. Con la muerte de Sancho II, y tras la jura de Santa Gadea tomada por Rodrigo al nuevo rey castellano, la suerte del Cid cambió y su gran capacidad fue desechada por la ira y envidia del nuevo monarca. Alfonso sustituyó a Díaz de Vivar en su cargo de alférez nombrándole juez o procurador en varios pleitos, y en su lugar nombró a García Ordóñez. Realizó misiones diplomáticas para el rey donde los conocimientos sobre leyes le fueron muy útiles. El rey le proporcionó un matrimonio en 1074, con una de sus primas, noble asturiana descendiente de Alfonso V, se llamaba Jimena Díaz, con quien tuvo 3 hijos, Diego, María y Cristina. Aunque en un principio Alfonso intentó entablar amistad con el Cid, pronto le tendería una trampa. El rey le envió a cobrar el tributo del monarca de Sevilla. A su regreso le acusó de haberse quedado con parte del mismo y le desterró de sus dominios. Este hecho marcó el principio de la leyenda del Cid. En 1079, se dirige a Sevilla para cobrar los tributos del rey de Sevilla a Alfonso VI. Está en ello cuando él y el rey de Sevilla fueron atacados por el rey de Granada y García Ordóñez, cumpliendo órdenes del rey Alfonso, aunque esto era desconocido para el Cid. Las tropas del Cid consiguen vencer a los asaltantes y Rodrigo humilla a García Ordóñez en el castillo de Cabra, pero a la vuelta a Burgos, este último desencadena traición contra el Cid, y consigue que Alfonso VI le destierre, prohibiendo a todos los burgaleses darle ayuda o aposento alguno. En 1021 el Cid es desterrado por primera vez de Castilla, acompañado de 300 de los mejores caballeros castellanos. Esta etapa duró unos 6 años, los cuales fueron aprovechados por Rodrigo y sus hombres para hacer de Zaragoza su cuartel general y luchar en el Levante. Cuando Rodrigo llegó a Zaragoza, aún reinaba Almuqtadir, uno de los más brillantes monarcas de los reinos de taifas. Pero este murió quedando su reino repartido entre sus dos hijos. El campeador siguió al servicio de Almutamán (Rey de Zaragoza) a quien

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ayudó a defender sus fronteras contra los avances aragoneses, y la presión Leridana, ya que el otro hijo del rey, Almudir, había pactado con el rey de Aragón. Mientras Rodrigo supervisaba la frontera del reino mas cercana a Lérida, por un posible ataque, Almudir y el conde de Barcelona atacaron el castillo de Almenar, pero el campeador consiguió derrotar las tropas e incluso capturó al propio conde de Barcelona. En 1086 Tras morir Almutamán, Alfonso VI por fin había conquistado Toledo, y puso rumbo a Zaragoza con la decisión de tomarla. Sin embargo el emperador de Marruecos desembarcó con sus tropas, los almorávides dispuestos a ayudar a los reyes andalusíes frente a los avances cristianos. El rey de castilla tuvo que dirigirse hacia Toledo para preparar la contraofensiva, que acabó siendo la gran derrota castellana de Sagrajas, pero Rodrigo reaccionó recuperando Gormaz y adentrándose en tierras toledanas, con un gran botín y más de siete mil prisioneros volvió a castilla. Fue entonces cuando recuperó el favor del rey y regresó a su patria. Mas tarde tras la derrota del ejército de Alfonso VI en Sagrajas, el monarca se decidió a levantar el destierro del Cid, quien regresó y se encargó de someter a tributo el reino de Valencia. Sin embargo, en el año 1089 fue desterrado nuevamente por llegar con retraso en ayuda del rey que se disponía a auxiliar el castillo de Aledo. Entonces marchó a luchar otra vez, contra el reino de Lérida, enfrentándose una vez mas al conde de Barcelona en la batalla del pinar de Tévar. Tras ello, el Cid dirigió su interés hacia Levante y en 1094 tomó la ciudad de Valencia que puso bajo el señorío del rey castellano. La conquista de Valencia fue un triunfo resonante, pero la situación distaba de ser segura. Ya que en octubre de 1094 un ejercito mandado por Abu Abdalá fue derrotado por el Vid. Esta victoria concedió un respiro al campeador, que pudo consagrase en nuevas conquistas en los años siguientes, como la plaza de Olocau y el castillo de la Serra. A principios de 1097 el campeador se saldó con la batalla de Bairén, que permitió la conquista de la plaza de Murviedro, que reforzaba notablemente su dominio del Levante. El 15 de agosto de 1097, Alfonso VI sufre una terrible derrota en Consuegra, donde muere el hijo del Cid, Diego. Y en ese mismo año, el rey de Murcia, derrotó a Alvar

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Fañez, capitán castellano en Cuenca. Estando el Cid en Almenar, donde expulsó a los moros de la ciudad, ordena a las tropas partir para Valencia, pero a su paso por Sagunto decide a sitiarla, dando un mes de plazo a los moros de Sagunto, para pedir ayuda y solicitan la ayuda de Alfonso VI, del rey de Zaragoza, del rey de Albarracín y del conde de Barcelona, pero de todos ellos solo el conde de Barcelona acampa cerca de Oropesa con la intención de distraer al Cid. Esta batalla la gana Rodrigo con tan solo hacer correr la voz de que sus tropas van hacia allí. Rodrigo amplia el plazo de socorro, y finalmente como nadie socorre la plaza, se rinden el día de San Juan, expulsando a los moros de la ciudad. Este sería su ultima conquista ya que el 10 de mayo de 1099 el Cid moría en Valencia, con 50 años, y los ocupantes cristianos consiguieron resistir dos años mas bajo el gobierno de doña Jimena, hasta que el avance almorávide fue imparable. A principios de 1102 con la ayuda de Alfonso VI abandonaron Valencia la familia y la gente del Campeador, llevando sus restos, que serían inhumados en el monasterio burgalés de San Pedro de Cerdeña. Después de las gloriosas victorias obtenidas por el Cid, nadie se atreve a cuestionar su señorío sobre el Levante y desde la conquista de Sagunto, solo hay constancias de varias donaciones que hizo a la iglesia, murió Mio Cid en la cúspide del éxito. Acababa así la vida de uno de los más notables personajes de su tiempo, pero ya entonces había comentado la leyenda del “El Cid Campeador”

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