Análisis del Cid Campeador PDF

Title Análisis del Cid Campeador
Author Lite Litor
Course Literatura II
Institution Universidad Nacional de Córdoba
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Se analiza la obra el Cid Campeador...


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Literatura Española

Instancia Evaluativa N° 2

Introducción Las siguientes páginas representan un esfuerzo por analizar los romances tradicionales del ciclo del Cid en la Flor Nueva de Romances Viejos, con el objeto de establecer su correlación con las tiradas pertinentes del Cantar de Mío Cid, buscando rescatar los elementos que perduran y los elementos que han cambiado a lo largo de la historia. Se comienza con una breve referencia al Poema de Mío Cid y a Ruy Díaz de Vivar, para luego ir desarrollando el análisis del romance número veintidós de la Flor Nueva. Se ubican los hechos en el contexto del Cantar, haciendo notar los puntos más importantes del recorrido, que ayudan a entender las acciones relatadas en el romance seleccionado. Finalmente se relacionan los dos relatos indicando diferencias y similitudes y conclu-yendo con la búsqueda de algunos recursos del estilo identificados en el romance veintidós. Se siguieron en este informe los lineamientos propuestos en la guía de estudio, correspondientes a la Unidad II: “La perduración de la poesía épica en el romancero tradicional”, así como también las anotaciones tomadas en clase.

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Breve referencia al Cantar de Mío Cid El poema narrativo Cantar de Mío Cid pertenece al género medieval de los cantares de gesta, que tiene sus raíces en la épica germánica pero que solo floreció a fines del siglo XI en Francia y de ahí se extendió por el resto de la Europa Occidental. Es el mayor exponente de la poesía épica medieval española y uno de los poemas de mayor calidad artística de todo el género épico medieval europeo. Está basado libremente en la parte final de la vida de un personaje histórico, Ruy Díaz de Vivar, el Cid campeador, que vivió entre los años 1043 y 1099. Fue un guerrero notable, un caudillo poderoso, que comenzó su actuación pública junto al rey Sancho II de Castilla y luego sirvió al rey Alfonso VI de León y Castilla con el que tuvo una relación accidentada (fue desterrado al menos en dos oportunidades). Desde su primer destierro fue una suerte de condottiero1 que peleó al servicio del rey moro de Zaragoza y, finalmente, con un ejército propio conquistó la ciudad y reino de Valencia y estableció una especie de protectorado en esa región. En sus últimos años, la eficacia de sus incursiones guerreras fue un elemento primordial en la contención de la invasión almorávide2 de finales del siglo XI. El poeta que compuso en romance el Cantar no relata con fidelidad de cronista la gran empresa política y militar del Cid, sino que selecciona algunos hechos de su vida (primeros éxitos guerreros, el enfrentamiento con el conde de Barcelona, las victorias sobre los almorávides), condensa parte de ellos (el destierro, la conquista de Valencia) e inventa otros (el casamiento de sus hijas, su afrenta por los infantes de Carrión, el juicio y los duelos resultantes) de acuerdo con los patrones épicos comunes a todas las obras del género. La obra tiene como tema el restablecimiento de la perdida honra del héroe. Empieza con el destierro de éste y termina con su triunfo jurídico en las Cortes de Toledo. Y todo lo que ocurre durante el proceso contribuye a su engrandecimiento progresivo. El Cid ejemplifica las más altas virtudes caballerescas: hombría, lealtad, religiosidad, cortesía, y sobre todo, moderación y mesura.

1. Los condotieros eran los capitanes de tropas mercenarias al servicio de las ciudades-estado italianas desde finales de la Edad Media hasta mediados del siglo XVI. La palabra deriva de condotta, término que designaba al contrato entre el capitán de mercenarios y el gobierno que alquilaba sus servicios. 2. Los almorávides eran una tribu guerrera del Atlas, en el Magreb, que hacia la mitad del siglo XI consiguió dominar el norte de África y además Al-ándalus entre los años 1093 y 1148.

Sobre la elección del romance veintidós de la Flor Nueva de Romances Viejos

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El romance seleccionado de la Flor Nueva de Romances Viejos es el número veintidós, titulado “mensaje de Alvar Fáñez y perdón del Cid”. En éste se relata una de las embajadas al rey Alfonso con el pedido de devolver a la esposa y las hijas del Cid a la ciudad de Valencia. Este hecho resulta de particular interés porque forma parte de las acciones que podríamos llamar “dobles” de tipo consecuente, en las cuales la una es ocasión de la otra. Se presentan como un zigzag a través de la primera mitad del Cantar. Después de cada victoria importante, Alvar Fáñez, acompañado de un séquito cuantioso, emprende una larga marcha para presentar al rey los regalos del Campeador. A los tres grandes movimientos del Cid con rumbo general hacia el sureste (el primero a Castejón, el segundo a Alcocer, y el tercero a Valencia), corresponden tres movimientos de Minaya en dirección contraria. Mientras que el Cid sigue siempre adelante, con una sola interrupción hacia Valencia, Minaya va y viene. Para contextualizar mejor esto se presenta el siguiente cuadro que intenta mostrar la organización de los sucesos pertinentes en el Cantar, incluyendo hechos posteriores al tema del romance veintidós, pero que resultan valiosos para definir algunos hitos:

Segunda embajada al rey (80 - 82) Regreso de la familia con el Cid

Reunión de la familia del Cid

(83 - 85)

(80 - 87)

Recibimiento del Cid (86 - 87)

Primera glorificación

Batalla con el rey de Marruecos (88 - 95)

del héroe Transición narrativa

(80 - 111)

(88 - 102)

Tercera embajada al rey (96 - 12) Las Vistas del Tajo (103 - 104)

Reconciliación

Casamiento de las hijas del Cid

(103 - 111)

(105 - 111) También es interesante notar que cada uno de los puntos críticos del esquema argumental: [ destierro - perdón - afrenta - reparación final ] resulta de intenciones que fracasan y provocan el resultado contrario al buscado. Así mediante el destierro el rey pretende castigar

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al Cid y someterlo a una condición muy desfavorable; sin embargo, la condición de desterrado otorga al héroe una libertad – que no habría tenido en el ámbito de la corte regia – que le permitirá emprender por su cuenta una empresa guerrera tan ambiciosa como para elevarlo al estatus de señor de Valencia. Por el contrario una vez producida la reconciliación, el rey intenta favorecer al Campeador mediante las bodas de sus hijas con los infantes de Carrión (lo que implica el ascenso social de su descendencia), pero el resultado es la deshonra que golpea al héroe con la afrenta de sus hijas en Corpes. Por último, los infantes de Carrión a través de la afrenta buscan vengarse del Cid quitándole su honra e infamando a sus hijas, pero su acción permitirá que las hijas recuperen su capacidad matrimonial y logren casamientos mucho más honrosos con los herederos de Navarra y de Aragón.

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A continuación se transcribe el romance seleccionado de la Flor Nueva:

ROMANCE VEINTIDÓS - Mensaje de Alvar Fáñez y perdón del Cid Llegó Alvar Fáñez a Burgos a llevar al rey la empresa de cautivos y caballos, de despojos y riquezas, con cien llaves de las villas y castillos que rindiera. Los que a lo lejos los vían piensan que es gente de guerra, y en grande alegría tornan al saber del Cid las nuevas. Entró Alvar Fáñez al rey, y pidiéndole licencia, besóle la mano y dijo: — Rey, reciba vuestra alteza de un hidalgo desterrado la voluntad por ofrenda. De aqueste don que te envía toma solamente en cuenta que es ganado de los moros a precio de sangre buena; que con su espada en dos años te ha ganado el Cid más tierras que te dejó el rey Fernando, tu padre, que en gloria sea. Y una merced sola pide el Cid, que tu mano besa, y te suplica le envíes sus hijas y su Jimena; salgan de su soledad de San Pedro de Cardeña y vayan a ser señoras de la ciudad de Valencia. Apenas calló Alvar Fáñez, cuando la envidia revienta y el conde García Ordóñez

hablaba en mala manera: — De las ganancia del Cid, buen rey, no hagáis mucha cuenta, que cuanto ganó en un año acaso en dos días pierda; querrá que el destierro olvides con esto que te presenta. Caló Alvar Fáñez la gorra, y empuñando con la diestra, tartamudo de coraje, le dio al conde esta respuesta: —¡Cortesanos, maldicientes, cuán mal pagáis la defensa que tuvisteis en la espada que ha ensanchado vuestra tierra! El Cid os tiene ganado otro reino y cien fronteras y os quiere dar tierras suyas aunque le echéis de las vuestras. Pudiera dárselo a extraños, mas para cosa tan fea es Rodrigo de Vivar castellano a las derechas. Descansen sus envidiosos, descansen mientras les sea el pecho del Cid muralla

de su vida y de sus tierras, y entretengan en palacio sus ocios enhorabuena, mas cuiden mejor sus honras en vez de manchar la ajena. Y tú, rey, que las lisonjas a tu placer aprovechas, has de la lisonjas huestes y verás cómo pelean. Perdona, que con enojo pierdo el respeto a tu alteza, y dame, si me has de dar, a las hijas y a Jimena, pues te ofrezco su rescate como si estuvieran presas. Levantóse el rey Alfonso y al buen Alvar Fáñez ruega que se sosiegue, y los dos vayan a ver a Jimena. Y al salir, ante la corte, dijo parado en la puerta: — Al Cid el destierro alzo y le devuelvo sus tierras; con todo lo que ha ganado confírmole yo a Valencia, y le añado de lo mío Ordejón, Campo y Briviesca, Langa y todas sus alfoces, con el castillo de Dueñas; que la honra del Cid es mía y es honra de España entera.

Cuenta la gesta que doña Jimena y sus hijas fueron llevadas con gran acompañamiento a la ciudad de Valencia, y apenas llegadas, Búcar, rey de Marruecos y de Túnez, queriendo recobrar la ciudad perdida, le puso cerco; pero fue derrotado por el Cid. El rey moro escapó a uña de caballo hasta el mar, y el Cid, que le perseguía, viendo que no podía alcanzarle porque Babieca había trabajado mucho en aquella batalla, arrojó su espada al fugitivo y le dio en las espaldas. El moro herido se metió a toda prisa en las naves, y el Cid, apeándose, tomó su espada y la del rey Búcar, a la que puso nombre Tizón.

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Relación del romance veintidós con el Cantar de Mío Cid La tercer parte del romancero establece semejanzas y diferencias con el segundo y tercer cantar del poema de Mío Cid, ya que en el romancero el desarrollo es relatado de una forma más abreviada. En el cantar, existen elementos reiterativos que pueden encontrarse en una misma serie, en series inmediatas o en series más o menos distantes unas de otras, actuando como elemento desencadenador. El romance veintidós en particular se corresponde directamente con la tirada número 82 del Cantar de Mío Cid, que se transcribe a continuación:

Discurso de Minaya al rey - Envidia de Garci Ordóñez El Rey perdona a la familia del Cid - Los infantes de Carrión codician las riquezas del Cid "Merced, nuestro rey Alfonso, por amor del Creador. Estas manos os las besa Mío Cid el luchador, que le hagáis merced os pide, válgaos el Creador. Los pies os besa y las manos cual cumple a tan gran señor. Vos, rey, le habéis desterrado, le quitasteis vuestro amor, pero aunque está en tierra extraña el Cid su deber cumplió, a esos pueblos que se llaman Jérica y Onda ganó, Almenar ha conquistado, Murviedro, que es aún mayor, a Cebolla gana luego y el pueblo de Castejón, Peña Cadiella, la villa que está en un fuerte peñón; con todas estas ciudades ya de Valencia es señor. Obispo hizo por su mano Mío Cid Campeador, cinco batallas campales libra y todas las gano. Grandes fueron las ganancias que le ha dado el Creador, aquí tenéis las señales, la verdad os digo yo. Estos cien gruesos caballos buenos corredores son, de ricos frenos y sillas todos llevan guarnición, Mío Cid, señor, os ruega que los toméis para vos, que es siempre vuestro vasallo y os tiene por señor". Alzó la mano derecha el rey y se santiguó: "De estas ganancias tan grandes que logró el Campeador, por San Isidro bendito, me alegro de corazón, me alegro de las hazañas que hace el Cid Campeador y recibo estos caballos que me manda en donación". Se alegró el rey, pero al conde Garci Ordóñez le pesó: "Parece que en tierra mora ya no hay hombres de valor cuando tanto hace y deshace Mío Cid Campeador".

Dijo el rey: "Conde García, no sigáis hablando, no; de todos modos el Cid mejor me sirve que vos". Entonces habla Minaya, el esforzado varón: "Merced os demanda el Cid, que si os place, señor, a su esposa y a sus hijas deis vuestro permiso vos para salir del convento en donde el Cid las dejó e ir a Valencia a juntarse con el Cid Campeador". Entonces contesta el rey: "Pláceme de corazón. Mientras vayan por mis reinos les daré manutención; guárdenlas todos de mal, de ofrenta y de deshonor. Cuando a la frontera lleguen esas damas cuidad vos de servirlas cual se debe, e igual el Campeador. Ahora, guardias y mesnadas, escuchad con atención: No quiero que pierda nada Mío Cid Campeador, a todos los caballeros que le tienen por señor lo que yo les confisqué hoy se lo devuelvo yo, aunque sigan con el Cid no pierdan su posesión, seguros estén de daño o mal en toda ocasión; esto lo hago porque siempre sirvan bien a su señor". Álvar Fáñez de Minaya al rey las manos besó. Sonriese don Alfonso. ¡Dios, qué hermosamente habló! "Aquellos que quieran irse con el Cid Campeador venia les doy, váyanse en gracia del Creador. Más ganaremos con esto que con otro desamor". Oíd lo que hablan aparte los infantes de Carrión: "Mucho cunden las hazañas de este Cid Campeador, en casarnos con sus hijas ganaríamos los dos, pero vergüenza tenemos de decirlo, porque no es el suyo buen linaje para condes de Carrión". A nadie se lo dijeron y así la cosa quedó. Álvar Fáñez de Minaya del buen rey se despidió. "¿Os vais ya, Minaya? Id en gracia del Creador. Un oficial de palacio quiero que vaya con vos. Si os lleváis a las damas, sírvanlas a su sabor, hasta el confín de Medina las guarde mi protección, desde allí en adelante la del Cid Campeador". Ya se despide Minaya, de la corte se marchó.

En ambos relatos se cuenta en esencia la misma situación, pero el Cantar agrega detalles 6

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mientras que el Romance (más reducido) muestra un cambio en el modelo con diálogos más intensos y cargados de emoción.

Similitudes: la primera similitud es el gesto de Alvar Fáñez cuando se acerca al rey Alfonso y besa sus manos. También coincide la referencia a la condición de desterrado del Cid y su voluntad de cumplir con el deber de vasallo a pesar de esto. Se mencionan las grandes ganancias obtenidas que forman parte de la ofrenda y se ve igual reacción de enojo y envidia del conde García Ordóñez. Muy similar es el pedido de Minaya para que las hijas y esposa del Cid sean devueltas a Valencia y la posterior aceptación del rey.

Diferencias: una de las diferencias principales es que el Cantar aporta más detalles sobre las ciudades y villas conquistadas, los caballos ofrecidos, hay mayor longitud de texto en general. También son diferentes las palabras de García Ordóñez aunque la intención se mantenga. No se menciona que el destierro vaya a levantarse, cosa que sí ocurre en el Romance. Se agregan al final hechos que no aparecían en el Romance como ser: la escolta para el regreso, la devolución de lo confiscado a los caballeros del Cid, la libertad que tienen de irse con él y el pensamiento de los infantes de Carrión sobre el casamiento con las hijas del Cid. Pero sin dudas, la diferencia más importante de lo ocurrido en el Cantar con respecto a las escenas del romancero es que, el romance veintidós muestra una actitud muy distinta de Alvar Fáñez que dista mucho de ser sumisa. Cuando se disgusta se vuelve iracundo y desafiante casi enfrentando la autoridad real. Esto se contrapone claramente con las características del héroe medieval retratadas en el poema de Mío Cid: mesurado, prudente y en una subordinación absoluta al rey; “buen vasallo aunque no tenga buen señor”. En síntesis, estos dos relatos equivalentes sirven para ver cómo, si bien los personajes se han mantenido, el tiempo transcurrido entre el Cantar y el Romancero ha determinado un importante cambio en la sociedad de la época y por ello el retrato de los protagonistas es bien diferente. Ya no se trata de un pueblo en armas que requiere de un héroe legendario en quien canalizar los valores que lo impulsan. La nueva realidad y un mayor individualismo hacen que los sentimientos a flor de piel caractericen a las figuras del Romancero.

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Análisis del romance veintidós de la Flor Nueva El texto sigue el esquema métrico característico de los romances. Se compone de 92 versos octosílabos con rima asonante en los pares. Desde el punto de vista del contenido, podemos apreciar en el texto un momento inicial de calma con la primera declaración de Alvar Fáñez, luego su airada respuesta a los cortesanos presentes y finalmente las palabras del rey tranquilizando y resolviendo la situación. Tras el inicio in media res, toma la palabra el narrador. Los versos siguientes constituyen una fórmula de introducción al diálogo de origen épico con la que anuncia la siguiente intervención y se dirige a los oyentes. RECURSOS DEL ESTILO

¡Cortesanos, maldicientes, cuán mal pagáis la defensa que tuvisteis en la espada que ha ensanchado vuestra tierra!

Exclamación

Recursos épico-líricos

Descansen sus envidiosos, descansen mientras les sea (…)

Reiteración

de cautivos y caballos, de despojos y riquezas (…)

Paralelismo

que la honra del Cid es mía y es honra de España entera.

Epíteto lírico

sangre buena — Rey, reciba vuestra alteza de un hidalgo desterrado la voluntad por ofrenda.

Recursos épico-dramáticos

— De las ganancia del Cid, buen rey, no hagáis mucha cuenta (…)

Diálogo

— Al Cid el destierro alzo y le devuelvo sus tierras (…) cuán mal pagáis la defensa que tuvisteis en la espada que ha ensanchado vuestra tierra! Personificación

Y tú, rey, que las lisonjas a tu placer aprovechas, has de la lisonjas huestes y verás cómo pelean.

Recursos Épico-intuitivos

Y tú, rey, que las lisonjas a tu placer aprovechas (…)

Apóstrofe

que te dejó el rey Fernando, tu padre, que en gloria sea.

Conclusión

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El Poema de Mío Cid remite a una edad heroica, es decir que los hechos que narra se ubican en un tiempo pasado en el que la sociedad de esa época habría alcanzado su máxima gloria. Ese tiempo heroico proyecta un modelo que los hombres de cada comunidad intentan alcanzar y es motivo de orgullo y de afirmación de una identidad cultural. Tomando en cuenta esto, algo que destaca en la lectura de la Flor Nueva de Romances Viejos sobre los romances del Cid, es ese devenir del héroe modélico: del paradigma del buen vasallo medieval al rebelde pasional renacentista. Se trata de un héroe que ama, cuando es herido por Doña Urraca. Sufre el cansancio de la batalla como cuenta Jimena en su carta a Fernando. Literalmente arranca confesión al rey en una juramentación cargada de amenazas y apasionamientos. A pesar del acercamiento posterior, la actitud de Alvar Fáñez en el romance veintidós es un reflejo de ese cambio, que deviene en la imagen de un héroe con empecinamientos y pasiones, más propios del oyente y más cercanos a sus sentimientos. Así es que la figura histórica de Rodrigo Díaz de Vivar fue reflejada de forma muy diferente en el Cantar de Mío Cid y en el Romancero. Aun considerando la teoría tradi-...


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