Recensión Cassirer PDF

Title Recensión Cassirer
Course Teorías de la Comunicación
Institution Universitat Autònoma de Barcelona
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Profesor: Albert Chillón...


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ANTROPOLOGÍA FILOSÓFICA Introducción a una filosofía de la cultura Ernst Cassirer Teories de la Comunicació Cristina Martín Martínez NIU 1331053 08/01/2014

ÍNDICE página Introducción

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Primera parte – ¿Qué es el hombre?

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I. La crisis en el conocimiento del hombre

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II. Una clave de la naturaleza del hombre: el símbolo

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III. De las reacciones animales a las respuestas humanas

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IV. El mundo humano del espacio y del tiempo

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V. Hechos e ideales

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Segunda parte – El hombre y la cultura

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VI. Definición del hombre en términos de cultura

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VII. Mito y religión

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VIII. El lenguaje

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IX. El arte

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X. La historia

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XI. La ciencia

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Resumen y conclusión

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INTRODUCCIÓN El hombre es un animal simbólico. Ésta es la idea que recorre toda la obra de Cassirer. Pero para poder entender qué nos quiere decir el autor con esto, primero hemos de entenderle a él: conocerle. Ernst Cassirer fue un filósofo alemán nacido el 28 de julio de 1874 en Breslau, Alemania. Ya de joven se alineó en la dirección del movimiento neokantiano de la escuela de Marburgo. Esta doctrina, de origen predominantemente alemán, se considera un movimiento filosófico europeo que preconizó un retorno a los principios filosóficos de las teorías y doctrinas de Immanuel Kant – representante del criticismo y precursor del idealismo alemán –, que pretendía recuperar la doctrina propiamente kantiana de la crítica del conocimiento frente al predominio en aquel entonces de la metafísica. Aunque, verdaderamente, podría considerársele un kantiano propiamente dicho, porque toma la inspiración directamente del mismo Kant, lo que marcaría considerablemente su obra. Cabe destacar que Cassirer se vio afectado por la llegada al poder de Hitler. Tuvo que exiliarse primero a Inglaterra, después a Suecia y finalmente a los Estados Unidos, trabajando de profesor en universidades en todos estos sitios (Oxford, Goteborg, y Yale y Columbia, respectivamente). Sin embargo, estas dificultades no le privaron de realizar interesantes tareas y estudios filológicos a lo largo de su vida. Sin ir más lejos, asentó sus propias bases de la teoría del conocimiento en las cuales deja claro constantemente que para él el hombre es un animal simbólico que utiliza símbolos para configurar el mundo cultural. Hasta el momento (principios del siglo XX), se consideraba al hombre como un animal racional, pero Cassirer tenía una idea muy distinta, ya que creía que el hombre no actúa como los demás animales por instinto, sino que entre acción y reacción hay mucho más que eso. Según él, el hombre recibe el estímulo del medio y piensa cómo reaccionar enfrente a eso. Es a partir de esta idea, pues, que el 1944 (en su etapa en Yale) escribe Antropología filosófica: Introducción a una filosofía de la cultura, una de las más importantes contribuciones a la historia de las ideas, donde ofrece protagonismo al lenguaje, al mito y la ciencia entre otros símbolos. El objetivo de esta obra es primero de todo ofrecer una traducción inglesa de otra obra anterior, Filosofía de las formas simbólicas, pero a medida que avanzamos, vemos que su verdadero sentido es colocar a los lectores en posición de juzgar por sí mismos que todos los temas tratados en el libro constituyen un solo tema. Representan caminos diferentes que llevan a un centro común que, al parecer del autor, corresponde a una filosofía de la cultura el encontrar y fijar este centro. ¿Cumplirá el autor este propósito?

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PRIMERA PARTE – ¿Qué es el hombre? I.

La crisis en el conocimiento del hombre

¿Qué es el hombre? ¿De dónde proviene? ¿Cómo se ha formado? Estas, entre tantas preguntas del mismo estilo, son cuestiones frecuentes en toda la historia de la humanidad. Ya desde la época de Sócrates o la de Platón se preguntaba el hombre por sus raíces. La cuestión del origen del hombre se halla inextricablemente entrelazada con otra cuestión: el origen del mundo. Es por ello que muchos filósofos están convencidos que para entender el orden de las cosas humanas hay que comenzar con un estudio del orden cósmico. Pero, por otro lado, la antropología se ha visto dividida tradicionalmente en tres vertientes distintas: una antropología científica, una antropología tecnológica y una antropología filosófica. Se preocupa pues Cassirer – y deberíamos hacerlo todos –, sobre este aspecto, ya que mientras estas visiones del hombre van por caminos totalmente distintos, apenas se avanza en la cuestión que lleva siglos intrigando a la humanidad: ¿Qué es el hombre? Y es que ésta es la cuestión central de todos los desvelos tanto de los filósofos en sí como de la filosofía, y tratar de responder esta pregunta debería ser, tal como nos dice el autor, una tarea permanente e indelegable de todo ser humano auténtico. Quizá no nos damos cuenta de la magnitud del problema porque hay otras cuestiones que nos conciernen más. ¿O quizá, simplemente, es que no hay ninguna respuesta o solución? Yo creo que el principal problema del hombre es no esforzarse lo suficiente para resolver el misterio, ya que en todos los años de historia que tenemos en nuestra espalda, deberíamos al menos haber llegado a aproximarnos a la respuesta. Cada filósofo – o simplemente cada persona – tiene una idea diferente al respecto. Por ejemplo, Sócrates definía al hombre como aquel ser al que si le haces una pregunta racional puede responderte con una respuesta racional. Y si me preguntan a mí, diré que el hombre es aquel animal que con el paso del tiempo ha logrado situarse en el escalón más alto, gracias a su intelecto, lo que le diferencia del resto. Aunque, verdaderamente no hace falta indagar en las ideas personales de cada uno, ya que, de forma general, existen dos vertientes diferentes sobre el origen del hombre: la vertiente religiosa de Adán y Eva y la vertiente científica de la descendencia de los simios. En este punto, por supuesto, Darwin y su teoría tuvieron una gran repercusión, ya que parece ser que desde la publicación de El origen de las especies, el verdadero carácter de la filosofía antropológica se fue fijando de una vez para siempre. El problema actual reside más en compilar pruebas empíricas sobre la veracidad de esta teoría.

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Así pues, poco a poco – parece que de forma demasiado lenta – vamos sentando las bases sobre qué es el hombre y cuál es su origen. Sin embargo, aún no poseemos una idea clara y consistente sobre la cuestión, lo cual es bastante preocupante ya que en ningún otro periodo del conocimiento humano se hizo tan problemático el hombre para sí mismo como en los últimos tiempos. Si tenemos que buscar un motivo del porqué de esto, quizá deberíamos destacar el hecho de que se han mejorado considerablemente los métodos para poder lograr responder la gran pregunta, pero somos incapaces de encontrar la forma de utilizar estos métodos. Por lo tanto, creo que podemos llegar a una primera conclusión. Hasta que el hombre no sepa utilizar los métodos de los que dispone, y lo más importante, hasta que no se entienda a sí mismo, no podrá saber qué es.

II.

Una clave de la naturaleza del hombre: el símbolo

Durante bastante tiempo se definió al hombre como un animal racional. Sin embargo, el hombre encontró en su momento un nuevo método para adaptarse a su mundo: los símbolos. Éstos los podemos encontrar en diversos ámbitos, tales como el lenguaje, el mito, el arte, la religión, etc. Por lo tanto, lo más adecuado sería describir al hombre como un animal simbólico, ya que tal y como dice Cassirer, el hombre ya no vive en el universo físico en que se creyó que lo hacía durante mucho tiempo, sino que ahora se encuentra en un universo simbólico. Que el hombre se encuentra influenciado, pues, por el mundo simbólico, parece indiscutible. Sin embargo, el autor parece deshacerse completamente de lo racional, lo cual creo que es un error, ya que el uso de la razón sigue siendo una parte fundamental de lo que diferencia al hombre del resto de animales.

III.

De las reacciones animales a las respuestas humanas

El autor destaca acertadamente entre dos tipos de lenguajes: el proporcional (el que se desempeña como un lenguaje simbólico en el cual encontramos los rasgos más característicos de la cultura humana) y el emotivo (el que desempeñan los animales a través de signos). Por lo tanto, hemos de tener muy presente la diferencia entre signos y símbolos: las señales son una parte del mundo físico del ser, mientras que los símbolos son partes del mundo humano y del sentido. Es interesante destacar el pensamiento de Koheler, el cual dice que para lograr un grado considerable de expresión es necesario realizar gesticulaciones constantemente, y que el lenguaje se halla definitivamente fuera del alcance del mono antropoide. Por 5

lo tanto, es fácil darse cuenta – si compartimos esta opinión – que los animales poseen una imaginación y una inteligencia prácticas, mientras el hombre ha desarrollado una nueva fórmula: la inteligencia e imaginación simbólicas. Esto nos lleva a la idea que nos propone Cassirer de que el pensamiento simbólico, y la conducta simbólica derivada de éste, son rasgos característicos del hombre que le sitúan por encima de los animales, que no son capaces de reaccionar de forma indirecta a los estímulos, a diferencia del hombre. Pero a mí me gustaría resaltar, como en el apartado anterior, la conducta racional y el propio uso de la razón como otro rasgo diferenciador entre los animales y el hombre. Si el hombre no tuviera un sistema complejo de símbolos, no podría hacer uso de un pensamiento racional y no podría conseguir su pleno desarrollo. Así pues, encontramos en él, en el hombre, un tipo de pensamiento y comportamiento que no encuentra ningún paralelo en el mundo animal. Cassirer considera que el hombre, con respecto al animal, no sólo ha ampliado cuantitativamente el círculo funcional de estímulo-respuesta, sino que lo ha cambiado cualitativamente con la incorporación del eslabón simbólico, y esto es verdaderamente lo que nos hace poder estar un escalón por encima del resto – en este sentido – ya que, sin el simbolismo, la vida del hombre sería la de los prisioneros de la caverna de Platón. Podemos observar así una relación latente entre el simbolismo y la razón que a simple vista pasa desapercibida pero que, profundizando en el tema como se ha hecho aquí, se vuelve perceptible a la par que fundamental para entender las diferencias entre las reacciones animales y las respuestas humanas.

IV.

El mundo humano del espacio y el tiempo

“El espacio y el tiempo constituyen la urdimbre en que se halla trabada toda realidad”. Palabras de Cassirer que no carecen en absoluto de sentido. El espacio y el tiempo tienen una gran importancia en el mundo del hombre, aunque suele caerse en un error. El ser humano se preocupa demasiado tanto por sus acciones pasadas como por las que están por ocurrir, sin percatarse así de las reacciones de la realidad presente, que es lo que en realidad más le debería importar, ya que sería más beneficioso para su futuro. En este punto, encontramos atisbos del pensamiento neokantiano del autor, ya que nos explica cómo según Kant, el espacio es la forma de nuestra experiencia eterna y el tiempo el de nuestra experiencia interna. Esto puede considerarse así si se sostiene la idea de que el tiempo es pensado como una condición general de la vida existente.

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V.

Hechos e ideales

Existen dos vertientes diferentes a la hora de mirar la vida del hombre: la real (hechos) y la posible (ideales). Es fácil advertir cómo actualmente el hombre se ve influenciado por la primera vertiente, creyendo en los hechos racionales1 y fiándose de su propio punto de vista, lo que nos deja ver también la individualidad humana. Sin embargo, no podemos quitarle importancia al ingenio humano, el cual puede llegar a crear lo irreal y crear utopías de un mundo ideal. Cabe destacar aquí, pues, una importante idea de Cassirer: “La gran misión de la utopía no consiste sino en hacer lugar a lo posible, como lo opuesto a la aquiescencia pasiva al estado actual de los asuntos humanos. Este pensamiento simbólico supera la inercia natural del hombre y le dota de una nueva facultad: la de reajustar constantemente su universo humano.” 2 Es a raíz de esto que los ideales tienen un peso fundamental en la vida del hombre, ya que nos permite ser partícipes de un mundo que realmente no existe pero que para nosotros es muy importante, ya que nos proporciona algo sin lo cual no seríamos lo que somos: esperanza y fe. Y es que el conocimiento humano, por su verdadera naturaleza, es simbólico, y los símbolos son representaciones sensibles de ideas intrínsecas en nuestro interior, de ideales propios. Y esto, de nuevo, nos diferencia del resto de animales, ya que para ellos no existe diferencia entre lo real y lo posible.

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De nuevo se hace mención a la razón como rasgo identificador del hombre. Véase Ernst Cassirer, Antropología filosófica. Introducción a una filosofía de la cultura, p.57

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SEGUNDA PARTE – El hombre y la cultura VI.

Definición del hombre en términos de cultura

“Para conoceros a vosotros mismos, conoced la historia”, dice Auguste Compte. Para conocer al hombre hemos de estudiarlo desde dos puntos de vista: el individual y el colectivo. Las experiencias propias son muy importantes ya que le ayudan a uno a crecer como persona, razón por la cual coincido con Platón cuando éste afirma que nos conocemos a nosotros mismos gracias a nuestro propio razonamiento. Sin embargo, para conocer al hombre hemos de tener en cuenta también la colectividad y la historia. No podemos comprender la forma del pensamiento mítico primitivo sin tomar en consideración las formas de la sociedad primitiva, y sin esto no se puede avanzar en el estudio antropológico del hombre. Por ello es reconocida la necesidad de utilizar métodos independientes de análisis descriptivos, ya que no podemos medir la profundidad de una rama específica de la cultura humana si no es por ellos. Así pues, la visión de la cultura debe anteceder a la histórica. Aunque la filosofía, tal y como dice Cassirer, no puede tampoco contentarse únicamente con analizar estas formas particulares de la cultura; debe buscar una visión sintética universal que las incluya a todas. Esta es la nueva vía en la filosofía de las formas simbólicas. Una filosofía del hombre debe ser, por lo tanto, aquella que proporcione la visión de la estructura fundamental de cada una de las actividades humanas que nos permita entenderlas como un todo orgánico, ya que al fin y al cabo la característica distintiva principal del hombre es su obra, por encima de su naturaleza. ¿Se consideran acertadamente el mito, la religión, el lenguaje, el arte, la historia y la ciencia, estas formas particulares de la cultura, y podemos encontrar la visión sintética universal que las incluya a todas en un todo orgánico? Lo veremos en los siguientes apartados.

VII.

Mito y religión

El mito y la religión van cogidos de la mano a la hora de conocer al hombre desde una vía cultural, ya que ambos son considerados por muchos filósofos, como Cassirer, como incoherentes y sin sentido ni razonamiento exactos y/o fiables. Sin ir más lejos, el propio autor considera al mito, a primera vista, como un puro caos, ya que dice que en su verdadero sentido y esencia no es teórico y desafía las categorías fundamentales del pensamiento. Dice Durkheim que no será posible explicar el mito mientras tratemos de buscar sus fuentes en el mundo físico, ya que no es la naturaleza sino la 8

sociedad su verdadero modelo. Así pues, fiándonos de ésta afirmación, deberemos cambiar nuestro punto de vista para poder acabar entendiéndolo. Me remito a una idea comentada con anterioridad: tenemos los medios para resolver la cuestión, pero no somos capaces de utilizarlos acertadamente para encontrar la solución. Por su lado, la religión (ninguna de ellas) nunca pudo pensar en acabar con el vínculo entre la naturaleza y el hombre. Incluso cabe destacar una etapa primitiva del pensamiento mítico en que existía la convicción de que para que el hombre alcanzara sus fines, tenía que colaborar con la naturaleza. Por lo tanto, no parece descabellada la idea de Cassirer al decirnos que desde sus principios el mito ha sido religión potencial, ya que, si partimos de la base de que el mito fue creado para explicar el porqué de los fenómenos naturales, vemos en ambos características muy parecidas. Hemos de hacer especial mención, sin embargo, del origen de la religión, ya que ésta vino dada del fracaso de la magia. La fe en la magia constituyó durante mucho tiempo una de las primeras y más fuertes expresiones del despertar de la confianza del hombre en sí mismo. Ya no se sentía a la merced de fuerzas naturales o sobrenaturales; empezó a desempeñar su papel de protagonista en el espectáculo de la naturaleza. Entonces aquí algo no me cuadra. Si en este punto el hombre deja de depender de la naturaleza ¿cómo nunca se ha derrocado el vínculo entre ambos?

VIII.

El lenguaje

Si mito y religión van cogidos de la mano, mito y lenguaje no son menos. Ambos son las primeras bases de la cultura, por lo que resulta prácticamente imposible separarlos. Y centrándonos ahora en el lenguaje, hemos de destacar diferentes aspectos sobre él. La facultad de la palabra – tal y como dice Heráclito – ocupa un lugar central; tenemos que comprender lo que significa el habla para comprender el sentido del Universo. Sin embargo, ésta no es tarea fácil debido a que las lenguas no están – ni estarán nunca – acabadas, ya que son procesos continuos que se han visto sometidos desde siempre al cambio y a la degeneración. El lenguaje es algo básico para el hombre, otro rasgo que le diferencia de los animales. No podríamos ser lo que somos sin el lenguaje, de ahí que sea vital para nosotros. Es por ello que desde hace tiempo el hombre decidió estudiarlo, y los primeros en hacerlo fueron los sofistas. Sin embargo, con el transcurso del tiempo, vemos como cada persona lo estudia desde diferentes perspectivas, lo que me hace pensar que aquí tampoco hemos sabido aplicar correctamente los métodos de los que hemos dispuesto a lo largo de todos estos años.

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Pero algo sí hemos descubierto, y es que hoy día podemos darnos cuenta de que, mientras no conocemos idiomas extranjeros ignoramos, en cierto sentido, el nuestro, porque no alcanzamos a ver su estructura específica ni algunos de sus rasgos distintivos. Así, vemos como el lenguaje es posiblemente el fenómeno social que más se resiste a influencias extrañas; cada lengua posee una estructura propia.

IX.

El arte

Se dice que Immanuel Kant fue el primero en proporcionar una prueba clara y convincente de la autonomía del arte. Sin embargo, éste suele relacionarse estrechamente con el lenguaje, aun teniendo en cuenta que estos oscilan entre dos polos opuestos: el de la objetividad y el de la subjetividad. Esta relación es debida a que el lenguaje se origina en una imitación de sonidos y el arte de una forma parecida: en una imitación de cosas que pueden venir inspiradas tanto de hechos como de ideales, dependiendo del tipo de arte del que estemos hablando. Pero no hemos de caer en la cuenta fácil de creer que cualquiera puede ser un buen artista, así como la gran mayoría de nosotros tiene un buen dominio de la lengua (oral y escrita). Un artista que no se halla dotado de sentimientos poderosos no puede producir más que un arte frívolo y hueco, ya que el arte constituye una de las vías que pueden conducirnos a una visión objetiva de las cosas y de la propia vida humana. Incluso podríamos afirmar que el arte es un descubrimiento ...


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