Resumen Clínica de las Anorexias. Materia Electiva. Alicia Donghi PDF

Title Resumen Clínica de las Anorexias. Materia Electiva. Alicia Donghi
Author Ricardo Aguayo
Course Clínica Psicológica y Psicoterapias: Clínica de Adultos
Institution Universidad de Buenos Aires
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RESUMEN PARCIALClínica de las Anorexias, las Bulimias y la ObesidadUNIDAD 1: INTRODUCCIÓNPrologo e introducción de “Innovaciones de la práctica... II”(Vazquez-Tendlarz)Si el deseo orienta, es porque se amarra a la Ley, solo así permite al amor hacer condescender el goce. Sin embargo, aquí radica un ...


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RESUMEN PARCIAL Clínica de las Anorexias, las Bulimias y la Obesidad UNIDAD 1: INTRODUCCIÓN Prologo e introducción de “Innovaciones de la práctica… II” (Vazquez-Tendlarz) Si el deseo orienta, es porque se amarra a la Ley, solo así permite al amor hacer condescender el goce. Sin embargo, aquí radica un impasse fundamental de nuestra época: ella misma es anorexígena, pues confunde los Cuidados con el Don del amor, y atiborra con los objetos plus de goce. Hoy la violencia de las pulsiones no cuenta con ese dique para amortiguar su fuerza, y apunta al organismo, “Fragmentación” en lugar de “Castración”, que no solo enferma al cuerpo, sino que lo daña y lo pone en riesgo. Descubrimos al analista en intervenciones (con familiares, con AT, con los médicos tratantes, con nutricionistas, etc.) con estrechos márgenes de maniobra, cuyo objetivo es que el sujeto pueda finalmente hacer un trayecto analítico y se abra una posibilidad subjetiva. Lo que orienta la clínica hoy puede consistir en localizar “eso” que en determinado momento para un sujeto se suelta, se cortocircuita, en relación con el Otro. Esta localización aclara retroactivamente el elemento que hacía de unión, de atadura, y permite dirigir la cura operativamente, en el sentido de una nueva juntura que reordene el lazo social estorbado por el partenaire-alimento o su “nada” y que el deseo pueda fluir. Frente a la caída de los ideales, parece que el cuerpo bastara (a partir del plus de gozar procurado por el objeto positivizado en la bulimia y obesidad, o su vacío fetichizado en la anorexia) para resolver la cuestión de la satisfacción. Pero no la del deseo que no tiene anclaje o falta que lo cause. Recurrir a dispositivos donde el “saber-hacer-allí-con” tenga su lugar a través de la vacilación calculada de la neutralidad, puede hacer las veces de anclaje, de marco, para la incidencia de la castración y su falta causante. Una vuelta en banda de Moebius entre el psicoanálisis puro y el aplicado.

Comer todo, vivir para comer, y no alcanzar la saciedad: esta es la condición de fondo del sujeto posmoderno; se trata de un estado de bulimia y obesidad generalizado. La época y el mundo en que nos toca vivir ha producido una transmutación: la transformación de la falta, una transformación que obtura y no habilita el deseo. Y sin embargo, la falta es lo que constituye al sujeto como tal. La existencia siempre es falta de algo, desasosiego, desequilibrio. Justamente es a partir de esa falta que surge una oportunidad para que cada cual haga deslizar su propio deseo, y lo vuelva productivo: saber hacer algo con él.

En la bulimia, el alimento deglutido se transforma en el vómito: único límite que pone un corte. El vomitar puede tener la implicancia de un

Conviene recordar que no se nace con un cuerpo, sino que a este se lo construye, es una formación imaginaria no un organismo biológico dado. Este se puede construir, cambiar o perder. Para la bulímica, el vómito procura transmitir una sensación de unidad, de límite. Como contrapartida corresponde la problemática relación que la anoréxica guarda con su imagen del cuerpo. La anoréxica puede estar totalmente flaca y decir que se ve gorda. Queda en evidencia hasta qué punto la relación que el sujeto guarda con la imagen de su propio cuerpo no depende de cuestiones objetivas de la “realidad”. La clínica de las bulimias y las anorexias es una clínica plural: las anorexias y las bulimias. Resulta especialmente importante destacar el carácter transestructural de estas patologías. En cada anorexia, en cada bulimia, la dificultad emerge para abordar la singularidad de cada caso. Debido a esta situación, las anorexias se constituyeron como problemáticas contemporáneas que plantean y exigen respuestas novedosas por parte del analista. Nos encontramos con situaciones donde lo real de la clínica se manifiesta como esas “nuevas formas del síntoma”. Es a partir de aquí

que el analista podría plantearse cuales son las cuestiones preliminares a todo tratamiento posible de anorexias y bulimias.

En su elaboración acerca de las neurosis actuales, Freud establece una perspectiva interesante, que se refiere justamente al fracaso de la elaboración psíquica de la excitación sexual somática. Vale decir, que existe algo de lo real del goce que no admite su traducción al significante. Podríamos entonces sostener esta noción de lo irreductible en algunos casos de bulimia y anorexia. En toda la problemática de las anorexias y las bulimias existe una gama que se despliega entre el extremo de la escena el acting out, y el de dejarse caer que caracteriza el pasaje al acto. El acento demostrativo de todo acting out, su orientación hacia el Otro, debe ser destacado, a diferencia del pasaje al acto, que más bien involucra la separación tajante y el no querer saber nada del inconciente.

El analista solo puede intervenir a partir de una demanda, que ocurre cuando el sujeto se queda y busca ayuda. Esta es la diferencia que existe entre un síntoma médico y un síntoma analítico. Debe pasarse del rechazo alimentario que se muestra y que se ve, al enigma del deseo. Pueden distinguirse un rechazo neurótico y otro psicótico en las anorexias y bulimias. En la clínica de las neurosis, lo real del goce recibe un tratamiento por la operación de la metáfora paterna: el resultado es una castración del goce que inaugura simbólicamente el lugar del sujeto. En esta primera versión neurótica, hay por detrás una relación dialéctica: si la anoréxica no come, aun cuando quede cerca de las puertas de la muerte, negarse al objeto alimentario implica una demanda invertida: detrás del “no” obstinado de la anoréxica, puede esconderse un “sí”. Quiere que el Otro la escuche. Está interrogando acerca del amor. En este sentido, el rechazo alimentario es un escudo de defensa del deseo del sujeto. Busca ser el objeto que falta al Otro, y así hacer nacer en él un deseo. Busca que el otro le dé un signo de su amor. En cambio, en la clínica de las psicosis, se trata de algo totalmente diferente. Se funda sobre el odio y no sobre el amor. Es una aniquilación de la vida (y no una defensa del deseo o un artilugio para despertar al otro del amor). En la versión psicótica de la bulimia, lo que se pone en juego es comer todo: no hay allí un límite, el sujeto no puede decir que no. Hay un empuje a la devoración infinita. Un exceso de goce que no puede ser acotado, que se expresa como una forma pura de la pulsión oral. Distinguimos así una clínica de la falta (clínica de las neurosis) y una clínica del vacío (clínica de las psicosis). Esto permitirá trazar un camino distinto en relación a un tratamiento posible orientado en la dirección de la cura.

Del Vomitorium romano al ‘vomitivo’ doble mensaje contemporáneo (Donghi) Donghi plantea el acercamiento de tres términos con los tres registros de Lacan: alimentación/comer/necesidad de subsistencia (Real), cuerpo (Imaginario) y hábito (Simbólico).

Alimentación: En los comedores romanos existía un lugar especial que se denominaba “Vomitorium”: allí el comensal vomitaba para poder seguir comiendo. Era un ritual habitual, dado que todos los circuitos relacionados con la comida y el acto de comer se concebían como un arte, y al que comía como un artista. El Vomitorium era el lugar donde los artistas se reponían para seguir realizando su arte. Los significados que cada cultura da a la alimentación, tanto como a la necesidad, son una de las claves para pensar las desviaciones o trastornos que se suscitan. El estatuto actual de la alimentación se puede concebir desde tres perspectivas: a- Alimentación por necesidad y salud: se ingiere alimento para mantener la maquinaria del cuerpo funcionando. b- Consumo por gusto/placer: comer para darse gustos. Las comidas valen por lo que cada cual pueda poner como significado sobre esa comida (dentro del espectro mediático del consumo que condiciona los gustos). Se va más allá de la simple alimentación.

c- Bulimia (comer por Compulsión-Goce): es la posición extrema, que va más allá del principio del placer; no encuentra el tope ni en la necesidad/salud, ni en los ideales culinarios de los gustos.

Cuerpo: No siempre el cuerpo fue objeto de análisis y de culto (durante la edad media, por ejemplo, era simplemente el deposito del alma; recién con el renacimiento se comenzó a estudiar y contemplar el cuerpo). Hoy nos encontramos con dos modelos de cuerpo socialmente instituidos: a- El cuerpo deportivo/sano: se relaciona con la alimentación por necesidad y salud. Se busca un buen desarrollo del cuerpo, un cuerpo útil, para usar. b- El cuerpo auto-posesión de su imagen: se trata de inferir los nutrientes necesarios para lograr tal tipo de imagen corporal (que se adecue a un ideal social, o a veces personal). Es un cuerpo para contemplar y exhibir, para abusarse de él. Alimentar el cuerpo ya dejo de ser un medio para mantener la salud, sino que el cuerpo se transformó en un fin en sí mismo. Se busca modificar la imagen del cuerpo (como por ejemplo con cirugías plásticas).

Hábito: En la edad media el banquete era un momento festivo, una ceremonia ofrecida por el anfitrión destinada a mostrar su refinamiento y lujo de las clases nobles. En el renacimiento, con la burguesía, el comer pasa a la vida privada; la familia burguesa se instituye como tal gracias a prácticas como comer en una mesa, y encontrarse allí con la familia; el comer sigue siendo un ritual social, pese a que se vuelve uno privado. En la actualidad asistimos a la disolución de los rituales familiares. Son notablemente individuales, autoeróticos, sin sanción social. Esta es la condición de existencia de los rituales bulímicos, donde la relación al alimento no involucra al Otro (no hace lazo social).

Lewkowicz hablaba del sujeto engendrado por los estados nacionales, el ciudadano, y lo que lo distinguía: su conciencia. Un hombre era hombre, humano, en la medida en que estuviera en posesión de sus facultades concientes. En la actualidad el sujeto producido por el consumo tiene otro rasgo distintivo: la imagen. Ser hombre hoy es ser reconocido como imagen por otro que a su vez lo es. Se consume para poner ante el reconocimiento del otro. La imagen hay que mantenerla; todo el tiempo está siendo amenazada de ser perdida; no se adquiere definitivamente. No ser reconocido por su imagen priva del ser, al menos por el tiempo que demora la obtención del objeto de consumo necesario para tener la imagen. Hoy en día asistimos a la puesta en juego de un Doble Mensaje del que apenas podemos intuir los alcances: -

Por un lado se ofrecen objetos listos para consumir en forma masiva e indiscriminada. Ya no hacemos una lista antes de ir al súper, en el mercado Esto explicaría, en parte, porque la se nos ofrecen los objetos antes que los deseemos. Se anorexia-bulimia tiene más pregnancia nos satura con una “Papilla Asfixiante” de la madre en las mujeres: debido a un discurso cultura.

-

Al mismo tiempo se exige, sobre todo a las jovencitas, un “Ideal de Delgadez Extrema”. Se busca la privación, que entra en contradicción con el anterior mensaje de Atiborramiento.

Por un lado el mensaje es “Come”, y por el otro lado “Se flaca”. La respuesta no puede ser otra que quedar paralizadas entre el incorporar, el privarse, o luego de ambas acciones: vomitar.

social sobre el sujeto, que en los últimos años incentivo la importancia del cuerpodelgado. Indica el ajuste del cuerpo al ideal de feminidad transmitido por el discurso social.

Sin embargo hay una cuestión estructural y no social que explica la pregnancia de

Apuntes para una transición de la subjetividad (Rodríguez)

Ciertas posiciones subjetivas, de difícil disposición al dispositivo analítico (que supone la neurosis de transferencia), nos confrontan con la tarea de repensar las articulaciones entre “la estructura del sujeto” y “la subjetividad de la época”. Lacan decía que era mejor que renunciara quien no pudiera unir su horizonte a la subjetividad de la época. Es esencial que conozca bien la espira a la que su época lo arrastra. Pero entonces, si hay que estar a la altura de la subjetividad de la época ¿debemos caer en una búsqueda constante de la adaptación (lo cual riñe con la ética del psicoanálisis)? Pero si no nos adaptamos, por desatender la época en la que estamos, caemos en una abstracción por decir que la pulsión y la estructura (la cual es efecto de la pulsión y el Otro del lenguaje) son a-históricas. El sujeto padece de la época, por ello debemos estar a la altura de la subjetividad de la época. Cada época produce un padecimiento particular: un modo particular de vivir la pulsión. Este es el Mal-estar en la cultura; existe ahistóricamente, más allá del sentido propio que en cada época impera. Cada época constituye condiciones de posibilidad particulares para la formación de una subjetividad específica: la época freudiana era la época del Nombre del padre, y la actual es la época de la crisis del Nombre del padre (si bien transitar la época hace difícil teorizarla). Una época se define “por el tipo de malestar al que intenta dar respuesta (por los goces que tramita con sus regulaciones)”, y “por los malestares que en ese mismo intento produce (por los goces nuevos que se producen en ese movimiento de regulación, y que hacen necesarias nuevas regulaciones)”. Entran en juego un cierto Real y un determinado tratamiento Simbólico del mismo: tenemos que esclarecer estas dos cuestiones en cada época, para estar a la altura de las subjetividades que estas producen.

Lo que Rodríguez quiere situar son algunos factores elementales diferenciales entre Nuestra época, y un Momento lógicamente anterior: - Posición (Época lógicamente anterior) / Movimiento (Época actual): Nuestros días están especialmente afectados por el movimiento, por un acrecentamiento en la velocidad de los acontecimientos; esto hace caducar las cosas antes de que puedan ser incluidas en nuestra red simbólica. El sujeto contemporáneo se encuentra absorto ante la multiplicación de los goces, que se suceden a una velocidad mayor que la necesaria para incluirlos en una regulación simbólica que permita al sujeto situarse, decir donde está, hacerse nombrar. Incluso la ciencia aporta oportunidades de cambio, de movimiento, antes impensadas. Un saber y un hacer científico franquean los limites puestos por la biología; la ciencia forcluye la castración, abriendo la ilusión de que todo es posible, que todo puede adquirirse en el mercado. En la época lógicamente anterior se privilegiaba la Posición por sobre el Movimiento: el ideal ordenaba los lugares y cada quien sabía su lugar en el juego.

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Nombre del Padre (Época lógicamente anterior) / nombrar-para (Época actual): en nuestros días se verifica un desfallecimiento de la función paterna. La autoridad paterna ya no es el único modo de concebir el orden social, y a su vez es puesta en cuestión en todas sus formas: desde la familia hasta el estado han perdido su referencia al padre. Durante años, el padre (como agente de la castración) ordenaba los goces en torno a la lógica fálica; el trabajo de Freud esta signado por este ordenamiento. El significante ‘padre’ tenía un estatuto mayor por aquellos días. Sobre finales del siglo XX se asiste a un resquebrajamiento de la función paterna, lo cual Lacan ya observaba en 1974. Precisamente Lacan dice que asistimos a la sustitución del Nombre del padre por la función de “nombrar-para”. Aquí la madre basta por sí sola para designar su proyecto, para indicar su camino. Ser “nombrado para algo” es lo que en esta época se prefiere por sobre el Nombre del Padre. Ese poder del “nombrar-para” restituye un orden que es de hierro, precisamente porque el Nombre del Padre esta forcluido, rechazado (que Lacan situaba en el origen de las psicosis). Por

lo tanto, ese “nombrar-para” es el signo de una degeneración catastrófica, dice Lacan. Por lo tanto, al ordenador del Nombre del padre lo sustituye el “nombrar-para”.

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Represión (Época lógicamente anterior) / Forclusión (Época actual): en la época freudiana el conflicto estaba centrado en torno al ideal y la pulsión, lo que originaba una defensa contra esta última a través de la represión. Con los movimientos emancipadores de los 60’s se buscó evadir los poderes de la represión. La contemporaneidad ha ido relajando la tensión entre la pulsión y el ideal. Se ha ido virando de un modo de satisfacción regido por el NP y la represión, a una modalidad de satisfacción regida por un imperativo de goce (gozar ilimitadamente) lo cual provoca el rechazo de la función del NP. Las catastróficas consecuencias de esto es un orden de hierro, dado por consecuencia de la forclusión de esta función paterna. La madre basta por si sola para designar su proyecto. El deseo de la madre es un deseo que parece prescindir del frágil palito que detiene la mordedura fatal del cocodrilo. El deseo de la madre siempre produce estragos; estar bajo su órbita es estar dentro de la boca de un cocodrilo. Hay un palo de piedra que está en esa boca, trabándola por si se llegara a cerrar: el falo.

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Inconciente (Época lógicamente anterior) / Rechazo del inconciente (Época actual): en la época en la que suponíamos el reinado del Nombre del Padre y la represión, deducimos la operación del inconciente, y así tenemos sujetos permeables a la operación analítica, a la apertura del inconciente, a la producción de una neurosis de transferencia. Hoy en día nos vemos confrontados con sujetos con gran dificultad para establecer un lazo transferencial: su padecimiento no los interroga en el sentido de la implicación subjetiva, sino que les da consistencia. Sufren, pero el goce comprometido no se dialectiza en la trama significante. La falta en ser (propia de la estructura del hablante) se encuentra desdibujada tras la presencia incesante de un goce mortificador. Estos pacientes se hacen representar por su síntoma: “Soy adicto”, “Soy anoréxica”.

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Deseo/Ley (Época lógicamente anterior) / Ley del mercado (Época actual): El Nombre del padre, más la represión y el inconciente, fundan el campo del Deseo. Las transacciones del goce responden a la legalidad del deseo. La ley como prohibición de un goce implica la noción misma del deseo. El objeto esta originalmente perdido; ninguna adecuación sujetoobjeto es posible. Esta circunstancia que funda la paradojal (pues el objeto nunca se lo tuvo, por lo que nunca se perdió) y nostálgica ilusión de reencontrar el objeto perdido. El objeto perdido, mítico, juntaría el “Campo de la Necesidad” con el campo “Campo del Deseo”. Se busca en el Campo del Deseo algo que pertenece a otro campo: el de la Necesidad. El Amor recrea la ilusión de suturar la hiancia entre necesidad y deseo.

Esta secuencia que describe la constitución del objeto (que va desde la Necesidad al Deseo, y se articula en la Demanda del Otro) es un correlato de la falta en

Este siglo está caracterizado por la gran producción de gadgets, que son objetos de captación de goce, que se multiplican proporcionando una gama de posibilidades masturbatorias insospechada. Estos objetos tecnológicos permiten un cierto tipo de goce autoerótico; y en tanto se trata de objetos ‘para todos’, se da una homogeneización del goce. El éxito del sistema reside en homogeneizar el goce haciendo de los objetos de consumo (que propone como objetos de deseo) objetos necesarios. Si el psicoanálisis nos muestra un recorrido de la constitución del objeto que va desde la necesidad al deseo, la cultura actual nos propone el recorrido inverso, de los objetos de deseo al estatuto de la necesidad. Esta degradación del objeto al campo de la necesidad es la

consecuencia lógica del imperio del capitalismo: el objeto como mercancía, como objeto de consumo, se regula por las “Leyes” que el mercado impone.

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Ciudadano (Época lógicamente anterior) / Consumidor (Época actual): la figura del amo hegeliano rigió los distintos modos de agrupamiento colectivo desde la antigüedad hasta una época lógicamente anterior a la nuestra. El discurso amo funciona, aunque haga síntoma, has...


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