Agamben. Lo que queda de Auschwitz. El archivo y el testigo PDF

Title Agamben. Lo que queda de Auschwitz. El archivo y el testigo
Author R. García de la S...
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LO QUE QUEDA DE, AUSCFI§TTTZ El arcbiao y el testigo HOMO SACER III Giorgio Agamben PRE,-TE,XTOS Bianca Casalini Agamben in memondm "essere alla portata.li tutto significa essere capaci di ttttto' A Andrea, a Daniel y a Guido quienes, al discutir 6onmigo estas páginas, han permitido que vie...


Description

LO QUE QUEDA DE, AUSCFI§TTTZ El arcbiao y el testigo HOMO SACER III

Giorgio Agamben

PRE,-TE,XTOS

"essere alla

Bianca Casalini Agamben in memondm portata.li tutto significa essere capaci di ttttto'

A Andrea, a Daniel y a Guido quienes, al discutir 6onmigo estas páginas, han permitido que vieran la luz

L:r

reproducción total o parcial de este libro, no autorizada por los eclitores, viola derechos reservados. Cualquier utilización debe ser previamente sc¡licitada.

la eclición: marzo cle 2OOO la reimpresión: octubre de 2OO2 2a eclición correg4ida: septiembre 2O()5

Diseño cubierta: Pre-Textos (S. G. E.)

Título de la edición original en lengua italiana: Ció cbe resta di Auschuitz: L'Arcbiuio e il testimone (Homr¡ sacer III) @ de la traducción

y notas: Antonio Gimeno Cuspinera, 2000

Giorgio Agamben, 1999 O de la presente eclición: pne-rsxros, 2005

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Lr,ris Santángel, 10 4ó005 V: lencir Ii\fpR[so ]lN lsp,qñe

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I,RINTED IN spAIN

rsurv: B4-8191-688-9

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ADVERTENCIA

cedavez más amracias a una serie de investigaciones t,g.,."tut, entre las que e1 lilxo,de'tltoty:;:: ty,r'r.l

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privilegio, el problet'19" las circunstancras jurídicas ) en Iristri¡icas (materiaies, ietttitui' burocráticas' ha sido suficien,,, .. ,.,t" lugar el exterminio de los iudíos

,;, í;.,.;,oáe

venideras poclrán arrol('nr('nte aclarado. Las investigaciones pero el cuadro de t,u nrreva 1uz sobre u'ft:t'oJpzrrticulares' ,,,,,¡u,,to puecle darse ya por establecido' situación por 1o que hace al Nltry cliversa es, sin;;;;tg"' la e incluso a la sim',irirrilit'ltclo ético y político iel exterminio' decir' en último ,l. r'r)nrDreflsión humana de 1o aconteciclo; esalgo que se asefalta aquí 1,., ,,t,,r,r. ¿.-ttt actueliclad' No sólo global'.sino también el sen;,',:i ',, trn intento cle comprensiÓn de los verdugos y de las rrr lo y llts rrtzones a.f to'rrpottamiento apapal¿bras siguen lirrlrsi ttrttchas veces, hasta sus mismas insondable' relorzando la opinión rr'r it'nrlo ('()tll() un

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quisieran que Auschwitz permaneciera incompren_

silrlc ¡rura ¡iiempre. l)cscle el punto de vista del historiador, conocemos, por cjcrnplo, hasta en los detalles mínimos, lo que suceclía en Au_ schwitz durante la fase final del exterminio, ia forma en que lirs cleportados eran conducidos a las cámaras de gas por Llna escuadra integrada por slls propios compañeros (el denomi_ 'raclc¡ Sonderkommanclo), que se ocupaba después cle sacar de

allí los cadáveres, de iavarlos, de recuperar los clientes de oro y el cabello de sus cuerpos, antes de introducirlos por último en los hornos crematorios. Y a pesar de todo estos mismos sucesos, qr-re podemos describir y ordenar temporalmente con precisión, siguen siendo particularmente opacos en cuanto in_ tentamos comprendedos verdaderamente. euizá no hay nadie que haya expuesto con mayor inmediatez esa clivergencia y esa desazón, como Salmen Lewental, un integrante clel SoncJerkommando, que confió su testimonio a algunas hojillas enterradas cerca del crematorio IlI, que salieron alaluiz cliecisiete años después de la liberación de Auschwitz. Ningún ser humano ptrede imaginarse escribe Lewental en su sencill yíclisl-r- 1os acontecimientos txn exactamente como se proclujeron, y de hecho es inimaginable que nuestras expcriencias pueclan ser restituiclas

tan exactamente como oc_-urricr.on. . . nosotros, un pequeño grupo de gen_ te oscura que no dará demasiado que hacer a los historiador.es.

Aquí no se trata, como es obvio, de la dificultad que nos asal_ ta cada vez que tratamos de comunicar a los clemás nuestras experiencias más íntimas. Esa divergencia pertenece a la es_ tructura misma del testimonio. por una parte, en ef-ecto, 1o que trrvo iugar enlos camposles parece a los supervivientes lo único verdadero y, como tal, absolutamente inolvidable; por otra, csta verclacl es, en Ia misma medida, inimaginable, es ciecir, irre_

clr-rctible a los elementos reales que la constituyen. Unos he-

t'hos tan reales que, en comparación con ellos, nada es igual rle verdadero; una realidad tal que excede necesariamente sus clementos factuales: ésta es la aporia de Auschwitz. Como estri escrito en los papeles de Lewental, "la verdad entera es mu¿Más trágica, más esqué? a relación ¡.lrrntosa? ¿En Sin embar¡¡o, por Io menos en un punto, Lewental se había t'iluivocado. Podemos tener 1a seguridad de que aquel "pet¡Lreño grupo cle gente oscura" (oscura debe entenderse aquí, trrrnbién, en el sentido literal de invisible, qlre no se llega a ¡rcrcibir) no cesará de ocupar a los historiaclores. La aporía de Ausclrwitz es, en rigor, la misma aporia del conocimiento hisIolico: la no coincidencia entre hechos y verdad, entre comrrrrbación y comprensión. ¡ lintre el querer comprender demasiado, y demasiado depri:;:r, cle los que tienen explicaciones para todo y la negativa a , r »nprender de los sacralizadores a cualquier precio, nos ha ¡rrlccido que el único camino practicable es el de detenerse sr¡lrrc esa divergencia. A esta dificultad se añade otra, que af'ecl;r t'n particular a quien está habituaclo a ocuparse de textos litr'rurios o filosóficos. Muchos testimonios, tanto de los verdu1l()s (.()mo de las víctimas, proceden de hombres comunes, y rlt'ntc "oscura" era obviamente la gran rnayofra de los que se {'il( ()ntraban enlos campos-. Una de las lecciones de Ar-tschwitz

tho más trágica, aún más espantosa..."

|s, Precisamente, que entender la mente de un hombre conrrr es infinitamente más arduo que comprender ia mente de :rl)¡n()za o de Dante (también en este sentido debe ser com¡rrt'ntlicla la afirmación de Hannah Arendt, a menudo tan mal rrrtt'r'1.rlctada, sobre 1a "banalidad de1 mal").

l.os lcctores quedarán proltablemente decepcionados al en()nllru'cr-r este libro tan poco de nuevo bobre los testimonios ,lt' los srrpcrvivientes. En su fbrma, éste es, por así decirlo, una

(

sut'r'lC rlc c()l'Itentario perpetuo sobre el testimonio. No nos ha

¡r:rlt'r'iclo lx)siible procec]er de otra manera. Sin embargo, dado

(lU('rl l)xrtir de un cierto momento se ha revelado como evi«lorlc c1r-re e1 testimonio incluía colno parte esencial una lagunr, Lrs clecir, qlle los supeñivientes daban testimonio de algo (lr.rc no poclía ser testimoniaclo, comentar slrs testimonios ha significaclo de forma necesaria interrogar a aqr-lella laguna o, rucjor dicho, tratar de escucharla. Prestar oídos a tal laguna no lrn resultaclo) para el autor, Ltn trabaio inútil. Le ha obligado, sol>re todo, a despejar el terreno de casi todas 1as doctrinas que, clcspués de Auschwitzhan tenido la pretensión de definirse con el n()rlrbre de ética. Comc¡ tenclremos ocasión dc ver, casi ninguno cle los principios éticos que nuestro tiempo ha creído pocler reconocer como válidos ha soportado la prureba clecisiva, 1a de una Etbica mctre Auscbwitz demonstrata.Por slr parte, nvertíauros en hombres. cs clecir, en seres responsablcs..." (Lcvi 2, p.61). El surpcrviviente conoce, pues, la c()mún ncccsitlecl cle la cleglaclación, s:rbe que humaniclad y rcsponsabiliclucl son llgo qr-rc c1 clcportaclo ha clebicb clcjar fuera clel recinto clcl campo. Es importantc, clesde hrego, que algr-rnos cl piacloso Chajinr, e1 t:rciturno Szabó, el sabio Robert, Barr-tch el valerciso- no ceclier:rn. Pero no cle ellos. r-io cle los mciores es el testin'r«rnio. Y ,ilrnque no hlrbieran mlrcfi() -pcro "krs tnejores han mtterto toclos" Qbid,

do

c'lar

p.72)- no

testirnonio clel

serízrn ellos 1os testigos, no habrían poclicotmpct. Quizás sí cle otras cosas -la pro-

pia fe. la propia virtr-rcl (y esto eii precisamente lo qtrc hicicron con rilr r-nuerte)-, pcro no clel ca'mfio. Los "testigos integrales", aquellos en cllyo lugzrr tiene sentido testimoniar, sctn lcts que "habían perclido ya el pocler de observar, de recorclar, cle rellexionar y cle expresarse" (.lbid, p. 73), aqtrellos pzLra ios que hablar de cligniclacl y cle clecencia no htrlliera siclo decente. Cr-r¿rndo ttn amigo trata cle conrrcncerle c1c qr-rc su srtpcrr-i vencizr tiene nn sentido providcncial, de que es un "rnarcaclo, nn elegiclo", Levi se reLrela con inclignzrción ("esta opinión me pareció monstrlrosa": Ibicl, p. 71), como si la pretensión cle halrer conserwado en Auschr,vitz cualquier bien reconocil¡lc, clc haber lograclo salv¿rrlo ¿el L'Ltml)o plrrt'licv:tdo fltera, al nrunclo normal, no fuera nna pretensi(rn :rccptable, no pucliera clar 61

tcstimonio clel bien. Éste es también el sentido en que debe

en el fonclo no son mendi¡¡os; hay clue clistingr.rir. Son clesechos, cáscaras

cornprenclerse la tesis según 1a cual los que soltrevivían no eran "los meiores, los preclestin¿tdos ¿rl bien, los portadores de un rnc'nsait"' t lhiol. P. - l-t Los supetwivientes han sido peores no só1o en comparación con los mejores, aquellos cuyas virtudes les hacían menos adap-

de hornbres c¡ue el clcstino ha escupiclo. Todavía hútrneclos de la saliva del

en el que los que creyeron conservar dignidacl y respeto de sí sienten vergtienza con respecto a los qr-re la h¿rbían percliclo c1e inmediato.

ciaclos, una señal clue los clesechos c()n()ccn. Aclivinab¿r cltrc ella cluería clecirme c¡.re I'uera a algírn sitio o qLle hiciesc alguna io sel probzrdo' ¡rercr Es imposible' cn efécto' cltle hlya rLna

mlrcstriln en est() su ignorancia

el infinito' y tanrpoc() cle este nlcr pruelta para toclo. porc¡'te hzrlrrín titre ir 'I'eml¡ién en cl c"tsr¡ cle cste principicr clo se olrtenclría prr-tetra algnne por rcfr'rtlción' (el princil-rio cle no contraclicción) se pnecle clcmostrar' Y si ncr n cle pas:r_ d¿r a los cartpos de exterminio -después cle años de silencio_ era cuando menos inoportuna. Lo qrre es cierto, en cualquier c--aso, es qLre las víctimas veían negacla, así, la ciigniclacl c1c su mucrte, cran c¡rlrrcs soportal-' poclían s()p()rtal'()n aqlrcllo c1r-tc. sin etlll"trgo' strf ir es el Si la ligr-rrlr extrclra clc esta erxtrclllll potencia cle intcgrantes los cltlÓ pol ,rt,s,,ln',át',, pttccle ctlrrlprenclcrsc lrien y t()clavía clc las SS ,-tc, 1,r,-, siclo c'allaccs cle ver al trr'Lsttlmán' nrenos clar testitnonlo Por' él:

clcler allscllut clel sclber¿rno rcsplenclccía clt clue el lllolllento e[ el-r lhora la mueftc sc c()nviertLr, pc>r el contrario' clc algttreplíege' y sc ltsí tllistno inclivk1tto cs(iLp'.1 x to'lo pocler' r'ttelve

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